Hoy
vamos a tratar sobre una experiencia que algunos vivimos y que otros, más
jóvenes, se han librado de ella. Nos referimos a ese servicio a la Patria que
se llevaba a cabo entre los jóvenes al cumplir los 20 años, llamado vulgarmente
mili. Era llevar una vida militar alrededor de un año, con la idea de
prepararse para defender su nación en caso de conflicto bélico. La palabra “quinto”
tiene su origen en el decreto de Carlos III, que decía: que uno de cada cinco
jóvenes debía incorporarse al ejército, fue el nombre que se utilizó para todos
los mozos que se incorporaban a filas, aunque los procedimientos para hacerlo
fueron cambiando con los años. El año 2001 fue el último remplazo de
cumplimiento de la mili. En enero de 2002 quedó suspendido el servicio militar
obligatorio, pasando a nutrirse de profesionales. Años antes se había permitido
su incumplimiento a “los objetores de conciencia”, aunque tenían la obligación
de cumplir este periodo de tiempo colaborando con algún organismo de carácter
Social.
En los pueblos, un año antes de incorporarse a filas se les empezaba a
llamar “quintos” donde el llegar a ser quinto imprimía un carácter entre los
jóvenes. Era el llegar a una etapa de la vida de convertirse en adulto para
presentarse a un próximo reclutamiento a filas, aparte de algunas prebendas o reconocimientos
que le daba acceso, especialmente en nuestro pueblo, a múltiples eventos: poner
el “mayo”, participar, exponiendo la correspondiente relación, en las carrera
de cintas y gallos en carnavales, autorización por el propietario del monte
próximo de Cubillas de una cacería anual y la correspondiente merienda. Sin
olvidar de otras meriendas en las bodegas, cánticos por las calles a altas
horas; es decir que el ser quinto era ser acreedor de ciertos privilegios y
cierta permisividad reconocida por todo el pueblo.
El
protocolo para reclutar ciudadanos era más o menos como sigue: al cumplir los
19 años de edad nos alistábamos en el Ayuntamiento correspondiente a nuestra
localidad de nacimiento. Si superábamos la talla mínima de 140 cm. y no alegábamos
impedimento físico quedábamos declarados “aptos para el servicio”. La
incorporación, después de un "sorteo de reclutas", se hacía al año
siguiente en la Caja de Reclutas de nuestra provincia, con la certeza de ser
destinados, casi siempre, fuera de su región de residencia, o lo que era peor
tocarte para África: Ceuta, Melilla o el Sahara. A pesar de todo ello, en los
pueblos se organizaban fiestas, las "Fiestas de Quintos" con los
mozos que se iban a la mili.
La Mili a través de la historia:
Antiguamente,
los ejércitos eran de leva mercenaria. Se reclutaban los soldados por el tiempo
exacto que duraban las guerras. Escogían normalmente a vagos, mendigos y
marginados. Una vez terminadas las batallas, volvían a sus lugares de origen.
Generalmente regresaban con el botín que habían expoliado en los asaltos de las
poblaciones, además del sueldo, paga o "soldada" con que fueran
contratados. La Oficialidad en esos tiempos estaba casi monopolizada por la
nobleza.
Durante
la Revolución Francesa (1793) se empezó a hablar de “el pueblo en armas”.
Surgió la doctrina de que "todo ciudadano ha de ser soldado y todo soldado
ciudadano", (Ley de Jourdan-1798). Fue la fecha de inicio del Servicio
Militar en la historia de las naciones que copiaron todas del modelo francés y
años después también del modelo prusiano.
En
España, aunque en 1704 la dinastía de Borbón introdujo el sistema de
reclutamiento forzoso, fue el 3 de noviembre de 1.770 cuando el rey Carlos III
dictó una Ordenanza en la que uno de cada cinco jóvenes en edad militar (las
Quintas), entre los 18 y los 40 años, mediante sorteo, tendrían que
incorporarse cada año al Ejército. Sus nombres se extraían del padrón de mozos
que formaban el censo militar. Ir a la mili era "servir al Rey".
(Reales Ordenanzas de Carlos III)
A
partir del año 1812, con la Constitución liberal se impuso ya el
reclutamiento para todos aunque todavía no abarcaba al conjunto del país.
El soldado del Rey era el soldado de la Nación, convirtiendo el Servicio
Militar Obligatorio en un deber constitucional. Cada Quinta (grupo de personas
nacidas en un mismo año) era reemplazada por otra al finalizar su servicio. De
ahí la palabra "reemplazo". Con la vuelta del régimen conservador se
instituyó una ley clasista llamada de Redención y Sustitución, que
permitía la aceptación de sustitutos y la exención total o parcial,
proporcionalmente a la cantidad de dinero que se pagara al Estado, entre 2.000
y 6.000 reales. Los hijos de las clases altas quedaban exentos o pagaban a
otros de condición más humilde para que les sustituyeran en la mili o en la
guerra, como sucedía al final del Siglo XIX en los conflictos de África, Cuba y
Filipinas. Había compañías privadas de seguros que se encargaban de gestionar
estos pagos. En una palabra: una enorme injusticia pues iban a la guerra sólo
los pobres. Las familias humildes se arruinaban tratando de pagar un dinero
para evitar que sus hijos fueran a combatir.
Aún
así, a lo largo del siglo XIX, los reglamentos de reclutamiento cambiaban
constantemente, dependiendo de cada gobierno de turno. En Navarra, País Vasco y
Cataluña el reclutamiento era voluntario todavía. Durante la I República
Española (Ley de 1873) se abolió el Servicio Militar Obligatorio, dejando un
ejército de voluntarios de entre los 19 a 40 años de edad y una ley de
movilización de reservistas para caso de guerra (Decreto: 7 Enero de 1874),
hasta la Constitución de 1876 en que volvió a implantarse la obligatoriedad en
toda España. La Ley Constitutiva del Ejército de 1878 proclama solemnemente el
reclutamiento nacional, pero se mantienen las «sustituciones» y «redenciones en
metálico» en el Reglamento de Reclutamiento de 1885. La mili duraba en aquella
época ¡ocho años! Cuatro años de servicio activo y otros cuatro de
reserva. A pesar de todo ello hubo soldados de remplazo que fueron héroes.
En
el Reglamento de Reclutamiento y Reemplazo de primeros del Siglo XX se
abolieron los sistemas de Quintas implantándose uno nuevo en el cual
seguía habiendo injusticias. Incluía de nuevo la modalidad de "Redención a
Metálico y Sustitución". Los hijos de nobles y clases pudientes pagaban al
Estado para no ir a la guerra. Eran los llamados “soldados de cuota” y era la
época de la guerra de África. Se libraban de la mili o pagaban a otros
para que se la hiciese. Esto causó a veces graves incidentes como ocurrió con
la llamada “Semana Trágica de Barcelona”: una sublevación de la población
catalana el 26 de julio de 1909 que no aceptaba que sus hijos murieran
impunemente en la guerra de Marruecos, la mayoría de ellos reservistas que ya
habían hecho la mili. Esta sublevación produjo más de 100
muertos. El 27 de julio del mismo año, empiezan a llegar a la
Península las tristes noticias de la masacre ocurrida en dicho día en las
proximidades de Melilla; cuando dos Batallones de la Brigada de Cazadores, al
mando directo del general don Guillermo Pintos, se adentraron por una de
las vaguadas del monte Gurugú, conocida como el Barranco del Lobo, siendo atrapados entre dos fuegos por los moros
(rifeños) que ocupaban las alturas, saldándose la operación con cientos de
cadáveres, entre ellos el del propio general jefe de la Brigada. Estos sucesos
incrementaron las protestas en muchos puntos de España.
La situación
injusta creada por este tipo de reclutamiento se arregló parcialmente con el
Reglamento de 19 de Enero de 1912 y la Ley de Bases del Servicio Militar, la
figura del "soldado de cuota" seguía existiendo pero no eximía de la
mili sino que como mucho la reducía en el tiempo. Podía elegir la Unidad
militar en donde servir y corría a su cargo el vestuario y el equipo. La cuota
a pagar según los casos variaba entre 1.500 y 5.000 pesetas. Mucho dinero para
aquellos tiempos. El "soldado de cuota" se mantuvo durante la II
República hasta 1.936 y desapareció con la ley de Reclutamiento del año
1940.
Como es
obvio, durante la Guerra Civil (1936-1939) se movilizaron innumerables quintas
forzosas en ambos bandos, incluso la "Quinta del Biberón" denominada
así por la escasa edad de sus componentes (16 a 18 años). Sin embargo de poco
les sirvió ya que, después de la guerra, muchos tuvieron que volver a hacer el
servicio militar y los vencidos que estaban en campos de concentración (como
los de Madrid, Miranda de Ebro, Reus, etc.) y los que no fueron a la cárcel, lo
hacían en batallones disciplinarios durante 24 meses.
La
mili, con la Ley de 8 de Agosto de 1940 se hizo más justa y universal. Hasta
bien entrada la posguerra duraba dos años. Al inicio de los años 50 del siglo
XX la mili se fue “suavizando” poco a poco. Los hijos de viuda o los que eran
responsables del sustento familiar quedaban exentos. Igualmente los
trabajadores de sectores estratégicos de interés nacional: minería, energía
eléctrica, etc... Los universitarios podían optar por pedir prórrogas de
estudios, lo que les ocasionaba hacer la mili casi con 25 años de edad. Estos
últimos también podían elegir la Milicia Universitaria, una mili de varios años
repartida en dos períodos de tres meses de Campamentos y Academias, con la
posibilidad de alcanzar los grados de sargento o alférez, haciendo un último
tramo de 6 meses de prácticas en un cuartel. En los años 60 se promulgó la
última Ley 55/1968, cuyo título era «Ley General del Servicio Militar. La mili
duraba 16 meses yendo de reemplazo, sin embargo, se podía ir voluntario antes
de la edad reglamentaria, firmando por 20 meses. Esto último tenía la ventaja
de elegir la unidad militar en donde hacerla.
Con la
aparición de los movimientos pacifistas e insumisos se fueron promulgando leyes
de exención de diversos tipos, como la Ley de Objeción de Conciencia, B. O. de
las Cortes» del 1 de diciembre de 1983, Prestación Social sustitutoria, etc...
y así hasta el 31 de Diciembre de 2001 (Real Decreto 247/2001) en que se
suspendió la mili (no se suprimió) para ser reemplazada progresivamente por el
actual Ejército Profesional.
DURACIÓN DEL SERVICIO MILITAR A TRAVÉS DE LOS
AÑOS:
1800 - 8 años
1821 - 6 años
1837 - 8 años
1867 - 4 años
1881 - 3 años
1912 - 3 años
1924 - 2 años
1930 - 1 año
1943 - 2 años
1968 - 18 meses
1984 - 1 año
1991 - 9 meses
La mili
fue siempre en nuestro país un tema polémico. Para unos era una pérdida de un
año de juventud y de libertad para no aprender nada: Sin embargo creo que la
mili aportó algo positivo en los jóvenes de entonces:
Creo para los que procedían del mundo
rural, de aquellos pueblos aislados de entonces, fue muy enriquecedor el tener
un contacto con el exterior, conocer gentes de otras regiones, crear espíritu
un de camaradería y aprender a convivir hasta en la adversidad. Prueba de ello
la tenemos en las grandes amistades que se hicieron en la mili y aun perduran
en algunos.
- En el aspecto educativo y formativo
muchos fueron analfabetos y volvieron sabiendo leer y escribir y las cuatro
reglas. Sin olvidarnos de aquellos alistados en el cuerpo de automovilismo que
pudieron aprender mecánica y sacarse en Carnet de conducir, válido para la vida
civil.
- Por último creo que a determinados
jóvenes actuales les sería bueno la mili con el fin de hacerles un poco más
humildes, disciplinados e inculcarles a
acatar normas y obedecer.
Vocabulario empleado en la Mili:
Abuelo: Veterano a punto de
licenciarse.
Asistente: Soldado asignado a las órdenes de un
oficial. Tenía la ventaja de ir vestido siempre de paisano y librarse de
desfilar, pero había veces que el oficial se las traía. Esta figura desapareció
alrededor de 1970.
El Aspirino: El sanitario.
Batallón disciplinario: Unidad especial a la que
iban a parar desertores, violadores, homosexuales, testigos de Jehová… tras una
sentencia de un consejo de guerra. Fue famoso el de Cabrerizas (Melilla)
trasladado más tarde a Hausa (Sahara). Se disolvió en 1964.
Bicho: Novato recién llegado.
Bisa: Veterano a punto de
licenciarse.
La Blanca: Cartilla militar, al ser
de ese color después de los años sesenta. Antes era de color verde y, por
supuesto, se le llamaba ‘la verde’.
Bromuro: Algunos reclutas
sospechaban que les echaban esta sustancia química en el rancho para no tener
erecciones. Hay quien asegura que era cierto, pero antes de los años sesenta.
Bulto: Novato recién llegado.
Calabozo: Pequeña cárcel que había
en los cuarteles para aquellos que cometían faltas consideradas graves.
Cantina: Bar para la tropa.
El Chispa: El electricista.
Chivo: Novato recién llegado.
Chopo: Fusil.
Chusco: Ración de pan.
Chusquero: Soldado, cabo o cabo 1º que se
reenganchaba para seguir en el Ejército. También acompañaba este apelativo a
oficiales y suboficiales que no se habían formado en una academia.
Conejo: Novato recién llegado.
Cuartelero: Soldado que vigilaba la puerta de la
compañía, normalmente armado con fusil y bayoneta. Avisaba de la llegada de
algún mando con gritos: “¡Compañía, el capitán!” “¡Compañía, el teniente!”.
Cuerpo de guardia: Cuarto grande en el que se alojaba la
Guardia. Tenía armero, mesas, sillas y literas.
Diana: Toque de corneta para obligar al
recluta a dejar la cama. La letra popular decía: “Quinto levanta, tira de la
manta./ Quinto levanta, tira del colchón,/ que viene el sargento/ con el
cinturón”. Antes del obligatorio y necesario aseo, el sargento o cabo primero
de semana pasaba lista.
Empanado: Torpe,
atontado.
Empurado: Arrestado.
Escaquearse: Desaparecer sin ser visto. Escaparse
de los servicios simulando que se cumplen.
Escribiente: Soldado destinado en la oficina.
Estar ‘Lili‘: Estar licenciado.
Fagina: Toque de corneta que avisaba de que
era la hora de comer, la hora del rancho.
Furriel: Soldado o cabo que organizaba la
plantilla de servicios. A veces también se encargaba del armamento y el
vestuario. Según los casos, era el más odiado o querido por los reclutas.
Garita: Habitáculo a modo de caseta, con
puerta y mirillas, en donde el soldado se podía refugiar de la lluvia y el
frío.
Garitero: El que estaba de guardia.
Guripa: El que entraba de
guardia.
Hogar del Soldado: Bar o cantina con
televisor, juegos de mesa, futbolín, biblioteca, etcétera.
Imaginarias: Soldados que
vigilaban los dormitorios por las noches. Tenían cuatro turnos, relevándose
cada dos horas. El peor era el tercer turno porque partía la noche y al que le
tocaba no podía dormir. Los mejores eran el primero o cuarto turno porque se
podía descansar algo.
Ir de bonito: Llevar el uniforme de paseo.
Maestro armero: Suboficial encargado del ajuste y
reparación del armamento. También era el que canalizaba muchas quejas, cuando
se decía “¡Vete a reclamar al maestro armero!”.
Marcha de infantes: Toque de corneta para recibir al general,
popularizado con la letra, “Ya viene el pájaro, ya viene el
pájaro, ya viene el pájaro, cuando se irá”.
Meter un puro: Meter un arresto.
Mosquetón: Fusil corto de
cerrojo con peine de cinco cartuchos, del calibre 7,92.
Novatadas: Bromas, algunas crueles y de muy mal
gusto, que hacían los veteranos a los reclutas.
Novia: Fusil.
Oración: Toque de corneta que se
ejecutaba después de arriar bandera. También se tocaba por las mañanas en
versión corta para avisar a reconocimiento médico.
Orden del día: Papel en el que se
relacionaban los servicios que había en el cuartel al día siguiente, así como
la minuta (comidas) y demás actividades. Era leída por el sargento de semana,
con la compañía formada, previa voz de mando de “¡Descubrirse a la orden!”.
Ordenanza: También llamado ‘machaca’,
soldado encargado de llevar y traer papeles oficiales.
Padre: Soldado veterano.
Pelar patatas: Arresto que se
cumplía en la cocina pelando patatas o trabajando de pinche. Era la frase que
más decía algún mando para espabilar a los reclutas: “¡Los últimos en formar, a
pelar patatas!”.
Peluca: Peluquero.
Pelusa: Recluta ‘pelao al
cero‘. Era un arresto habitual en alguna época (junto al de pelar patatas).
Petate: Bolsa de lona grande de
color caqui, con ojales metálicos en su parte superior para poder ser cerrado
con un candado. Se usaba para llevar la ropa durante los viajes y maniobras.
Pili y Mili: Policía Militar. Soldados
con casco blanco que apuntaban el nombre de algún recluta o soldado (para
posterior arresto) si le pillaban por la calle sin gorra, con un botón
desabrochado de la guerrera o con las botas sucias
Planear: Fregar el suelo.
Plantón: Estar en un sitio de
vigilancia. Se decía “estar de plantón”.
Pollo: Novato recién llegado.
Prevención: Cuarto de arrestados al
lado del Cuerpo de Guardia.
Principal (La): Garita de la puerta
principal. Guardia de la puerta principal del cuartel.
Provisiones: Servicios en turnos
de 24 horas que se hacían trabajando en las cocinas.
Quinto: Novato recién llegado.
Rancho: Comida.
Recluta: Novato recién llegado (se
era recluta hasta que se juraba bandera y entonces ya era soldado).
Relevo: Toque para hacer el relevo de la
guardia saliente.
Retén: Grupo de guardia
suplementaria para reforzar a la guardia de la Principal. También llamado
‘refuerzo’.
Revista de policía: Revisión de la limpieza e higiene de
las instalaciones del cuartel.
Santo y seña: Cuando dos soldados de
guardia se encontraban cuando estaban de ronda, para reconocerse tenían que dar
una clave cada uno de ellos. El primero que hablaba daba ‘el santo y seña’ y el
otro ‘la contraseña’. Por ejemplo uno decía ‘Pablo-Palencia’ y el otro
‘pistola’.
Sargento de puertas: Suboficial que se situaba en la puerta
del cuartel a la hora de paseo de la tropa y pasaba revista, prestando especial
atención al corte de pelo y a las botas.
Servicios mecánicos: Trabajos que no estaban
relacionados con las armas, como barrer o fregar.
Taquillas: Armarios metálicos con candado para
guardar la ropa o cualquier cosa.
Turuta: Corneta. El que tocaba la
corneta.
Wisa: Veterano a punto de licenciarse.
Zeta, El: Subfusil Z-45