sábado, 20 de marzo de 2021

Adinerados e Indigentes

 

Vivir con dignidad



Adinerados e Indigentes

 La foto de cabecera de este escrito es tan conmovedora y expresiva que desvela quién es la persona que está sin ningún recurso y en la clase social más baja de la sociedad, y quienes ya han conseguido escalar las siguientes necesidades como: la de seguridad y protección, la de reconocimiento y estima, y tal vez la última la de autorrealización.

Ahí está el pobre hombre de la foto corriendo al paso de la calesa mendigando con su gorra una limosna, de seguro para comida, mientras que los ocupantes del coche de caballos parecen ignorarlo. Es despreciable el ver como estos “caballeros” parecen absortos y sordos a la súplica del desgraciado. Puede que esta foto esté realizada en el siglo pasado, cuando una parte de la población estaba estacionada en la clase social más baja y cuyo objetivo era poder llenar día a día su estómago. Hoy, aunque debo de admitir que quedan algunos de estos últimos, la mayor parte de nuestra sociedad, aquí en nuestro país, estábamos situados dentro de lo que llamamos familias medias, porque teniendo segura la alimentación, el ser humano busca el siguiente peldaño que es el de la seguridad; la seguridad a un empleo, la de un hogar, además de la de tener recursos disponibles para afrontar cualquier contingencia. El ser humano lucha para mejorar su escalón social. La satisfacción de una necesidad crea otra, las personas van satisfaciendo necesidades, en cuanto logran un escalón o rango social quieren superar éste. Por poner un ejemplo, aquellos que viven en un barrio humilde cambian de inmediato, si su economía se lo permite, a urbanizaciones más lujosas queriendo con ello ganar el reconocimiento, la confianza, y el respeto de los que los rodean. Somos así por naturaleza. 


Las colas del hambre por la pandemia"  

Los tiempos están cambiado para una parte de la sociedad española como consecuencia de la “pandemia”. Se están cerrando empresas y como consecuencia se genera más paro que trae consigo la carestía de aquello imprescindible para todo ser humano que es el comer. Así contemplamos en nuestras ciudades largas colas “llamadas del hambre”, formadas por seres humanos carentes de lo más imprescindible para sobrevivir. Estas ayudas las aportan otros ciudadanos anónimos pero ricos en corazón, siendo canalizadas por organismos como (Cáritas, Banco de alimentos, Cruz Roja, Mensajeros de la Paz etc). 

Como paradójico a lo anterior, observamos también que vivimos en un mundo globalizado, con las últimas tecnologías puestas al alcance del hombre, en las que un puñado de ricos manejan la economía del planeta. No llegan a treinta las personas que poseen el 50% de toda la riqueza del mundo. Son los multimillonarios, los que luchan entre ellos por aparecer ocupando un puesto cada vez más relevante en la revista “Forbes”. Para mí, estos son seres ambiciosos, porque yo a quienes admiro son los ricos solidarios y de buen corazón, esos que van ayudando a cuantas personas necesitadas encuentran en su camino. 

El papa Francisco muchas veces ha manifestado que hay que luchar contra la exclusión social propugnando “una mejor distribución de la riqueza y la creación de fuentes de empleo”. Así manifestó llamando a los participantes en el Foro de Davos, en Suiza, a asumir la ‘responsabilidad’ ante la pobreza y las desigualdades crecientes en el mundo: 

“Es un imperativo moral, una responsabilidad que nos concierne a todos, de crear las condiciones apropiadas para que todos vivan de manera digna”, escribe el papa argentino en un mensaje leído en la inauguración de este foro, el gran encuentro anual de la élite política y económica del planeta. 

“No podemos quedarnos en silencio ante el sufrimiento de millones de personas cuya dignidad está herida, no podemos continuar más hacia adelante haciendo como que la pobreza y la injusticia crecientes no tienen una causa”, añade el papa, quien se asume como portavoz de los más desposeídos y excluidos, incluso en Davos.

Comparto las manifestaciones del papa Francisco y es nuestro deber colaborar entre todos para crear un mundo más justo. Aunque no lo creamos, todos somos navegantes del mismo barco.

Según un estudio de “Cáritas”. La crisis económica de 2006 provocó un aumento de la desigualdad entre españoles, de manera que la diferencia entre las rentas más altas y las más bajas se incrementó en un 30 % desde 2006. En la actualidad, habrá que valorar el incremento de esa diferencia como efecto de la actual “pandemia”.