martes, 15 de octubre de 2024

APTITUDES Y ACTITUDES

 

Comportamientos humanos

     Nunca debemos de confundir la aptitud y la actitud. Actitud y aptitud son palabras que habitualmente se confunden, dado que se parecen mucho, fonética y gráficamente, solamente cambiando una letra. Además de esto, ambos términos suelen ir de la mano, siendo difícil, a veces, ver la línea entre lo que se entiende qué es una actitud y lo que se entiende qué es una aptitud.

A grandes rasgos, cuando hablamos de una actitud nos referimos al comportamiento o tendencia de una persona para hacer frente a situaciones diversas, es decir, tiene que ver con aspectos de personalidad, de temperamento. En cambio, cuando nos referimos a aptitud nos referimos, básicamente, a sus habilidades o destrezas.

Aptitud es la cualidad o don innato de una persona para desarrollar una actividad o profesión, pericia, destreza etc; sin embargo, actitud es el comportamiento de un individuo ante diferentes contextos, como el laboral, educativo, personal, familiar o social. Representa la predisposición de un individuo para responder de manera responsable.

Cuando hablamos de la actitud de alguien nos estamos refiriendo a la predisposición de ese individuo para responder ante situaciones de forma consistente; es decir, nos referimos a un aspecto de su personalidad, a su tendencia más o menos natural de mostrarse ante diferentes contextos, como el laboral, el educativo, el personal, el familiar, o el social…

Así pues, la actitud de una persona tiene que ver con su forma de actuar ante cualquier circunstancia. En el contexto laboral o educativo, la actitud de una persona es un factor muy importante para tener un buen rendimiento, además de contribuir a un buen ambiente de trabajo.

Como hemos indicado antes, la palabra “actitud” hace referencia al temperamento de una persona, es decir, se refiere a características de personalidad de un individuo. En cambio, con “aptitud” hacemos referencia a sus capacidades en tanto a conocimientos tanto teóricos como prácticos, que posee el individuo. Las diferencias entre ambos términos son muy claras cuando se usan en contextos laborales. Por ejemplo, estando en el trabajo, decimos que una persona muestra una buena actitud cuando posee una personalidad responsable, entrega los informes a tiempo, tiene una forma de relacionarse con los demás que no genera conflictos, es amable, sabe comportarse estando en una reunión; es decir, el trabajador con buena actitud laboral es una persona que posee unas características de personalidad agradables para el funcionamiento de la empresa.

Conocer la diferencia entre aptitud y actitud puede ser útil en ámbitos como  una entrevista de trabajo. Si te preguntan por tu aptitud, se están refiriendo a tus conocimientos, tu capacidad, si eres la persona adecuada para ese puesto laboral; si dan más importancia a la actitud, significa que valoran que el candidato muestre una buena predisposición y estado de ánimo, un comportamiento positivo y proactivo, ganas de aprender y mejorar.

   De hecho, más allá de las habilidades y los conocimientos, muchos entrevistadores prestan atención también a  la personalidad de la persona entrevistada:   consideran que no se trata solo de tener aptitud (capacidad, conocimientos), sino de la actitud (disposición de ánimo, motivación,  agallas, coraje).

Por supuesto, priorizar una u otra dependerá de cada persona o empresa y todas aspirarán a contratar el perfil del candidato perfecto: máximo de aptitud y de actitud.

Muy importante sería la persona en la que se conjugasen ambos comportamientos, pero eso es, a veces, muy raro. Como maestro que fui, siempre valoré más la persona con actitudes que la poseedora solamente con aptitudes, ya que esta última se confía mucho en ella misma olvidándose de que todo requiere esfuerzo, motivación y empatía en lo que realizas.


domingo, 15 de septiembre de 2024

El lenguaje de las manos

 

Las manos también hablan

 






El lenguaje de las manos es una forma de comunicación no verbal que se utiliza ampliamente en diferentes situaciones. Esta comunicación puede incluir gestos, movimientos y posiciones de las manos para transmitir información, emociones o intenciones. El lenguaje de las manos es una herramienta poderosa en la comunicación, permitiendo a las personas expresar y comprender información de manera más completa y efectiva, incluso en ausencia de palabras habladas

Según los expertos en comunicación, las manos también hablan. Y es que nosotros lo hacemos con ellas al querer acompañar o enriquecer nuestro mensaje, transmitir emociones, separar partes del discurso, etc. Es decir, el lenguaje de las manos tiene múltiples significados que podemos descifrar. Cuando hablamos, la mayoría de las veces lo hacemos gesticulando con las manos y con otras partes del cuerpo. Los buenos oradores utilizan sus manos para enriquecer su discurso o para generar mayor confianza entre sus oyentes.

En este artículo, nos centraremos en el lenguaje de las manos, entendiéndose este como todos aquellos gestos que hacemos con las mismas para acompañar nuestras conversaciones y diálogos, descubriendo sus funciones más destacadas y algunas de sus posibles interpretaciones.

Las manos nos ayudan mucho a enriquecer el mensaje. Así, nos sirven para ilustrar y aportar información extra al mensaje que queremos transmitir.

Si nos fijamos, tanto políticos como presentadores, actores u oradores utilizan especialmente sus manos a la hora de hacer discursos o presentaciones. Lo hacen para enfatizar alguna parte de su discurso o para transmitir algún tipo de mensaje complementario que, si conocemos el lenguaje de las manos, sabremos descifrar.

De esta forma, los gestos que utilizamos con las manos no son meras descargas energéticas; cada uno de ellos tiene un significado y función. Según los expertos en este ámbito, las interpretaciones acertadas que podemos dar serían las siguientes:

Mostrar las manos:

Cuando las manos se exponen al público, se genera una mayor confianza, así como una muestra de honestidad y transparencia, En cambio, las manos ocultas en los bolsillos, por ejemplo, o detrás de la espalda, inspiran menos confianza.

 Cerrar las manos;

Cerrar la mano y apuntar con el dedo es uno de los gestos más desagradables posibles, comparable con un golpe simbólico a quien se señala. Además, añade, “el puño cerrado puede ser catalogado como muestra de hostilidad.”

Tocarnos la cara:

Llevamos la mano a la cara (a los ojos, boca, nariz, cuello) podrían relacionarse con la duda, la incertidumbre y la falta de seguridad. También pueden tener relación con ocultar información, de forma consciente o inconsciente, o ansiedad.

Palmas hacia abajo:

Colocar las palmas hacia abajo con los dedos enderezados es un gesto que impone autoridad a los interlocutores. También pueden indicar desafío o dominación. Así que cuando una persona emite este gesto mientras habla, es posible que indique que no va a ceder.

Manos en la espalda:

Colocar las manos en la espalda en general muestra una gran dosis de confianza en uno mismo. También puede sugerir que la persona está a la espera de algo o que tiene expectativas en relación a algo.

Agitar las manos:

Agitar las manos al hablar se utiliza para dar énfasis a lo que dices. En general, se trata de un gesto autoritario. Puede significar también que la persona que lo emite ha tomado una decisión (y que es probable que no la cambie).

Frotarse las manos:

Otro gesto típico del lenguaje de las manos es el que implica frotárselas. Cuando juntamos y apretamos las manos estamos intentando mantener el control, ya que nos encontramos nerviosos o incómodos. Se trata, en cierta manera, de decirnos a nosotros mismos: “todo irá bien“. En cambio, tener las manos juntas con los dedos entrelazados denota ansiedad y frustración.

Manos en las caderas:

Colocar las manos en las caderas es un gesto que puede confundirse con hostilidad, pero la mayoría de veces implica una posición de alerta. Esta posición de las manos (y del cuerpo) también puede ser entendida como una demostración de autoridad, superioridad, firmeza o control de la situación (por ejemplo, se trata de un gesto típico de militares).

Manos en los bolsillos:

Denota pasotismo, timidez… en resumen, que no tienes muchas ganas de conectar con la otra persona.

 Poner la mano en la nuca: 

    Llevar la mano a la nuca demuestra una situación abatida de fracaso e indecisión, algo que en público no solemos permitirnos.

La mano tocando la parte inferior de la cara: 

El dedo índice sobre un diente delantero inferior, la boca ligeramente abierta, o un dedo bajo el mentón, son signos que suelen significar perplejidad.

    Por último: Las manos pueden tocar, acariciar, sentir, agarrar, sujetar, manipular, pueden aplaudir, abrazar, trabajar, escribir, temblar, sudar, partir el pan, pueden también pegar, arañar. Unas manos privilegiadas pueden crear arte tocando un violín o piano, escribiendo un buen libro, o pintando un majestuoso cuadro.

 

Vicente Aleixandre (poema a las manos)

 

Mira tu mano, que despacio se mueve,
transparente, tangible, atravesada por la luz,
hermosa, viva, casi humana en la noche.
Con reflejo de luna, con dolor de mejilla,  con vaguedad de sueño
mírala así crecer, mientras alzas el brazo,
búsqueda inútil de una noche perdida,
ala de luz que cruzando en silencio
toca carnal esa bóveda oscura.

No fosforece tu pesar, no ha atrapado
ese caliente palpitar de otro vuelo.
Mano volante perseguida: pareja.
Dulces, oscuras, apagadas, cruzáis.

Sois las amantes vocaciones, los signos
que en la tiniebla sin sonido se apelan.
Cielo extinguido de luceros que, tibios,
campo a los vuelos silenciosos te brindas.

Manos de amantes que murieron, recientes,
manos con vida que volantes se buscan
y cuando chocan y se estrechan encienden
sobre los hombres una luna instantánea.


jueves, 15 de agosto de 2024

PERCEPCIONES DE VERANO.

 Desde mi pueblo.


Está agonizando la tarde, veo desde el patio de mi casa en San Román como el sol diabólico de primeros de agosto proyecta sus últimos trallazos de combustión en las casas más altas que visualizo desde mi patio, antes corral. Este sol, un día más, habrá lanzado sus rayos sobre las cepas del viñedo próximas al pueblo acelerando la maduración de sus frutos, frutos que próximamente serán recolectados para obtener los mejores caldos que harán su presencia, algún día, en nuestras mesas.

Está casi anocheciendo, me percato del silencio que me inunda. A veces, este silencio es interceptado por el ladrar de un perro próximo a mi casa, al que inmediatamente le contestan otros desde más lejos. No entiendo muy bien ese comportamiento de réplica animal, tal vez sea como una manifestación de propiedad del entorno de cada uno. Seguro que este silencio se extinguirá en los próximos días como consecuencia de la cercanía de las fiestas patronales.

Después de cenar en familia, el calor tan sofocante me invita a volver a salir a ese íntimo patio. Patio que cada zona me evoca recuerdos de aquel antiguo corral y de mis antepasados ya desaparecidos. En cada rincón quiero ver la silueta de mis difuntos padres afanándose en las tareas propias del corral de entonces, casi todas declinaban en la atención que prestaban a los animales domésticos que nos acompañaban: gallinas, mulas, caballo, burro, cerdos etc. El panorama ha cambiado en parte, ya no conviven con nosotros animales domésticos, si pájaros de todo tipo que invaden mi higuera, dando buena cuenta de los higos que comienzan a fructificar. He dejado en este antiguo corral con nostalgia y por sentimiento aquellos antiguos locales que bordean el patio como la panera, cuadras, cochera etc. como recuerdo de otros tiempos que ya no vuelven. Miro a la bóveda celeste y me impresiona verla surcada por estelas blancas como de humo, son huellas que dejan las rutas de los actuales aviones comerciales que surcan sobre nuestro pueblo. Los vencejos también surcan el cielo sin parar capturando los molestos mosquitos    .

Esto es, en definitiva, el verano en los pueblos. Gente que vive en él todo el año y que convive con gente que regresamos por vacaciones. Creo que ese contacto o comunicación anual entre ambos es enriquecedor. Tal vez para algunos sea tan sugerente pasar unas vacaciones en la playa o un viaje a cualquier parte, pero somos muchos los que elegimos pasar un tiempo de las vacaciones en el pueblo que nacimos y nos vio crecer, aparte de la tranquilidad que nos ofrece nuestro pueblo, tanto para jubilados, así como activos de espíritu apretado por los rigores del trabajo. El descanso en un pueblo puede parecer un tópico o algo demasiado mitificado, pero realmente el que viene a veranear sabe lo que busca y lo que quiere.

    Cuidemos pues nuestros pueblos, démosles ese valor que atesoran y conservan sus gentes, porque al final, donde están los orígenes muchas veces está la esencia verdadera de lo que somos y de lo que verdaderamente vale la pena. Todo es enriquecedor, viajar lo es y mucho, pero reencontrarse en tu pueblo, sí tienes la suerte de tener uno, es el mejor modo de saber quién eres realmente y cambiar un poco los aires del lugar donde resides habitualmente. 

¡Bienvenido seas en verano a TU PUEBLO!

    Mientras tanto, queridos paisanos y amigos, quiero pasar muchos veranos calurosos como el actual en nuestro pueblo. Ya he reservado mesa y cama para el año que viene.  Espero veros a todos, así que tenéis que cuidaros, en especial los que visteis aquí conmigo la primera luz allá por los años cuarenta.

¡FELIZ VERANO! 


lunes, 15 de julio de 2024

Las abuelas de antes.

  Abuelas de aquel ayer

 







Con todo mi cariño, a todas las abuelas sanromaniegas.

Hoy me vais a permitir que abra la puerta de mi memoria con la llave de mi corazón para radiografiar una pequeñísima parte del pasado donde vivían aquellas mujeres que eran nuestras abuelas, poseedoras de valiosos tesoros, entre ellos: la ternura, la sabiduría y experiencia. Valores estos que, lamentablemente, una buena parte de la sociedad actual ha olvidado o se niega a heredar. Desempeñaban en tiempos pasados, un papel fundamental en la familia y la comunidad

Me imagino la infancia que tuvieron aquellas mujeres, la que iría al colegio solo lo justo hasta aprender a leer y a escribir lo más elemental, aparte de las cuatro reglas, la que dormiría en un colchón de lana acompañada de una o varias hermanas, la que a la hora de comer metería la cuchara en un único recipiente junto con las del resto de  la familia, la que iría a por agua al caño, la que antes de cumplir los diez años ya ayudaba a su madre en las tareas de aquel hogar, de entonces, carente de todo tipo de electrodomésticos, la que desde pequeña le enseñaron a arrancar matas de garbanzos y ayudar en la era a sus padres, la que aprendió a hilvanar y a zurcir remiendos, la que para lavar la ropa tenía que ir al arroyo, la que falleció sin conocer el mar, la que nunca supo que al casarse existía “el viaje de novios”, la que con mucho esfuerzo llegó a tener un papel que la hacía propietaria de un techo, la que sacó adelante junto a su marido a sus hijos, que eran muchos en aquella época, dándoles a todos una cultura que ella no pudo tener, la que trabajó durante toda su vida sin horas, sin vacaciones, sin darse de alta en la seguridad social, ni obtuvo una jubilación justa ante tanto esfuerzo, y entre otras cosas, y esta es la más importante, la que respetó a sus padres y abuelos a los que asistió hasta su muerte.

Abuelas como las de aquel tiempo que lo dieron todo por la familia mientras fueron útiles, transmisoras de sabiduría y experiencia además de dar sabios consejos, apoyo emocional, e incluso económico para mantener a la familia unida.

Tristemente, para una parte de la sociedad, el cuidar a nuestros mayores es una limitación de libertades a su ocio, a su vida fácil, olvidándose de que esa abuela ya no puede ayudar y ahora tiene que ser ayudada.

Mientras tanto, aquellas abuelas en su soledad, la más infame de todas las compañías, les quedarán todavía cariño por repartir, lo que ya no les quedarán es el cariño económico porque lo fueron repartiendo ayudando con sus ahorros a los hijos y nietos cuando estaban en apuros. Antes de morir esperaban cada noche el beso de buenas noches de sus hijos, o sus llamadas, pero ellos estaban tan ocupados que no tendrán tiempo ni para esto.

Una persona alcalaína, ya fallecida, a la que yo tuve mucho aprecio y estima me dijo un día: la soledad es mala, pero la soledad en compañía es mucho peor. Se refería a esa soledad que nuestros mayores viven dentro de una familia que los margina, tratándolos como un trasto viejo.

Las personas mayores merecen vivir una vejez placentera, rodeadas del respeto y cariño de sus familiares evitando a toda costa su aislamiento. Ellos y ellas, nos demostrarán su agradecimiento con un gesto, o con una gratificante pero muda mirada, cuando perciban la dulce caricia de una mano y la pausada voz de quién les hable empleando un tono cariñoso. Son pequeños detalles que a los mayores les gusta.

En resumen, las abuelas de antes eran guardianas de tradiciones, portadoras de historias y fuente de amor incondicional hacia sus nietos. Siempre es fascinante aprender de su legado.

sábado, 15 de junio de 2024

Demasiadas Leyes Generales de Educación.

   

Falta de consenso en educación


La educación en España está regulada por un conjunto extenso y complejo de leyes y normativas que, no siempre, buscan garantizar la calidad y la igualdad en el acceso a la educación. Sin embargo, existe un debate constante sobre si hay un exceso de legislación en este ámbito. Los maestros no terminábamos de implantar las normas y metodologías de una ley cuando llegaba otra precipitadamente. En algunos momentos dudábamos cuál era la que regía ese año, pues se superponían en el tiempo

Tal situación dislocaba a padres, alumnos y maestros. Hacer programaciones era una labor ingrata y se daba más preferencia que enseñar. Objetivos con variada gama y nivel, conceptos, procedimientos, actitudes, criterios de evaluación y calificación etc.

Sirva como ejemplo cronológico las distintas leyes de educación de estos últimos años: 

Ley General de Educación de 1970 del ministro Villar Palasí,.la popular E.G.B. Todos los maestros de mi época o generación vivimos el surgir de esa revolucionaria transformación progresiva de esa ley de educación, y digo revolucionaria porque aprendimos y aplicamos las matemáticas modernas, aquellas de conjuntos, de diagramas de Venn, uniones, intersecciones, aplicaciones. Primaba en este sistema el desarrollo de las capacidades de raciocinio, pero después se comprobó, poco útiles para comprar y vender en las tiendas y echar las cuentas de la vida diaria..

Después de aquella revolucionaria ley vinieron otras: La LOECE (1980) del ministro Otero Novas. La LODE (1985) del ministro José María Maravall. La LOGSE (1990) del ministro Javier Solana. la LOPEG (1995) del ministro Gustavo Suarez Pertierra. La LOCE (2002) de la ministra Pilar del Castillo. La LOE (2006) de la ministra María José Segundo. La LOMCE (2013) del ministro José Ignacio Wert y la LOMLOE (2020) de la ministra Isabel Celá. Y así continuaremos. Las tres últimas no me han afectado por jubilación.

Todos estos cambios, con tanta frecuencia, no beneficiaron mucho a la enseñanza, casi todos motivados por un interés político. Si cambiaba el partido político que gobernaba, había que justificarse con una nueva ley, y así cada 4 ó 5 años aparecía una nueva ley de educación. Hubiera sido más conveniente haber valorado cada reforma educativa en un tiempo prudencial y corregir los fallos detectados antes que promulgar una nueva. Los políticos de uno y otro bando anteponen motivos electorales antes que el beneficio a la educación. Sería conveniente consensuar entre partidos para llegar a pactos de estado que beneficiaran el bien común de la ciudadanía. Con la educación no se juega.

El informe “PISA” es una evaluación trienal realizada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). En el último informe España no ha salido muy bien valorada. Este informe mide el rendimiento de los estudiantes de 15 años en tres áreas clave: lectura, matemáticas y ciencias. Una de las críticas más comunes es la frecuente modificación de leyes educativas con cada cambio de gobierno. Esto genera inestabilidad en el sistema educativo y confusión entre docentes, estudiantes y familias

Lo que no debe cambiar con ninguna ley es aprender a leer y escribir en toda su extensión.  Podíamos decir que ambas son como una llave maestra que abre la puerta al conocimiento.

Leer con una dicción y entonación adecuada, comprendiendo cada expresión y cada giro a través de comentarios de textos adaptados a los niveles correspondientes. Decir lo mismo de diferentes maneras, sustituir por sinónimos, buscar antónimos. Trabajar los textos para sacar el grano de la paja, en una palabra, resumir captando el mensaje de lo que leemos. Hay que potenciar en el niño el comprender lo que lee y que sepa expresarse tanto oral como por escrito.

Los primeros cursos de Educación Primaria deben servir para construir los cimientos sólidos de futuros aprendizajes. No hay que inventarse tantos términos y sí profundizar en la práctica de lo fundamental. 

Conclusión:

La educación en España tiene varios retos y  desafíos significativos que superar, como los resultados académicos por debajo de la media de la OCDE, la alta tasa de abandono escolar y las desigualdades socioeconómicas y regionales. La percepción pública es en general positiva respecto al profesorado. Sería beneficioso enfocar esfuerzos en la reducción de desigualdades, potenciar la Formación Profesional, así como innovación pedagógica y la formación continua de los docentes.

miércoles, 15 de mayo de 2024

San Román de Hornija visto antes y ahora.

 


 

La carencia de recursos no anula la felicidad

 

San Román, años 50

Aquél pueblo de tapias, corrales, muladares  ("mudadales" allí) y albañales -que allí llamábamos “colagas”-, de viejos tejados curvados, con teja vieja, de calles que algunas morían entre trigales abrileños y rastrojos calcinados, de eternos temporales donde el viento aullaba en los sobrados dibujando sombras en sus muros, donde por la noche, el ruido de alguna teja al estrellarse contra el suelo de la calle hacía espantar a los gatos y despertar a los niños lactantes.

Aquél pueblo de calles intransitables, de barrizales en invierno perforados por el paso de las caballerías que dejaban huellas y hoyos con sus herraduras, hoyos donde bebían los gorriones y hasta la luna se reflejaba en el pequeño espejo circular de su agua. Las mujeres andaban sus calles con galochas de madera -en San Román llamábamos "garlochas"-. eran como zuecos para transitar las calles aislando los pies de barros y humedades.

Aquél pueblo poseía una pequeña campana que la gente llamaba “Pascualeja”, ya que anunciaba, cotidianamente, el fallecimiento de niños. Ei entierro de éstos se realizaba en ataúdes blancos, llevados siempre por otros pequeños. Se mortificaba con lutos perpetuos, de novias enclaustradas vestidas de negro, de radios y llamadores de las puertas mudos y hasta la cal por ser blanca era castigada cuando moría el abuelo.

Aquél pueblo de ajuares bordados en bastidores con los caros hilos multicolores de la paciencia, labrados por primorosas novias mientras esperaban la carta con la licencia del novio; todas aquellas cartas, me consta, llegaron todas a su destino, tan solo se perdió aquella que aquél no escribió.

Aquel pueblo, que poseía una estación de ferrocarril, como único medio de comunicación con el exterior, donde se fundían en lágrimas los adioses de aquellas despedídas tristes de los emigrantes que partían rumbo a lo desconocido, dejando sus casas y el pueblo que les había visto nacer.

Aquel pueblo, donde la mujer, nuestras madres, eran el miembro más sacrificado de la familia. realizando una gran diversidad de actividades: eran las responsables directas de la educación de los hijos, muy temprano, iban con cántaros a por agua al caño para el consumo doméstico, trajinaban en las faenas de la casa sin los adelantos de los electrodomésticos actuales -lavadoras, lavaplatos, aspiradoras, etc.- que hacen más llevaderas dichas tareas, confeccionaban la ropa interior de toda la familia, como habían aprendido de sus madres, así como camisas, jerséis, bufandas, calcetines, además de coser y remendar la usada. Hoy la ropa se encuentra confeccionada y al alcance de todos los bolsillos según calidades. Ayudaban en las faenas del campo: vendimias, barrido de solares en las eras, limpia de garbanzos, espigado; sin olvidarnos del cosido de cebaderas, mantas, sacos y demás útiles agrícolas etc…

Aquél pueblo, sin embargo, si sabía divertirse con pocas cosas, había baile dominical excepto en Cuaresma, y en fiestas especiales de Carnaval, San Juan y San Roque. En carnaval se manifestaba aquella cultura popular a través de murgas y relaciones.

Aquel pueblo carente de comodidades, pero que aprovechaba los pocos recursos que tenía para hacer felices a sus moradores.    

Aquel pueblo era mi pueblo en los años cincuenta….

Este pueblo actual: San Román de Hornija, es un pueblo más moderno, de calles pavimentadas, con agua corriente en las casas, espacios para el recreo y el deporte. Un pueblo acogedor, que gusta de celebrar de manera participativa sus fiestas de agosto. Y que está, últimamente, potenciando el turismo del antiguo Monasterio y su historia, donde yacen los restos del rey visigodo Chindasvinto y su joven esposa.

Ya no tenemos calles con barros, hay agua corriente y red de alcantarillado, así como pavimentadas las calles. No se ven mujeres con galochas y apenas hay caballerías. Nacen menos niños y nunca suena aquella “Pascualeja” ya que éstos reciben mejores atenciones pediátricas.

No todo lo que nos ha aportado la época actual es positivo, somos en la actualidad un pueblo con muchos menos habitantes que en otra época, apenas rozamos los 300 habitantes empadronados. Son muchos los factores que nos han llevado a ese vaciado del mundo rural:

1_ Disminución del número de hijos, antes las familias tenían siete o más hijos, ahora uno o dos.

2_ Una maquinaria agrícola que ha sustituido los brazos del hombre, trayendo como consecuencia la emigración a zonas industriales.

3_ Por último, la atracción que ofrece la gran ciudad a nuestros jóvenes para realizar estudios, o mejorar su calidad de vida. 

Así veo yo ahora a mi pueblo, y así vi y viví en aquél otro que relato de otra época. Si alguien me preguntase que con cuál de los dos pueblos descritos me quedaría, diría que con el que ahora disfrutamos, con más recursos económicos y mejor calidad de vida, aunque añorando aquella estación de ferrocarril desaparecida por la invasión del automóvil, y como no, recordando a aquellas gentes que habitaron en el primero, gentes de honor y de palabra, solidarios con los demás y amantes de las tradiciones. Valores pocos practicados por una buena parte de la sociedad actual.  

lunes, 15 de abril de 2024

La vida se rompe con las guerras


 El terror de las guerras


Niños huyendo de Bombas Napalm


Aquellos que vimos por la tele, hace aproximadamente 52 años, esta imagen no las olvidaremos jamás. El fotógrafo Nick Ut fotografió a un grupo de niños vietnamitas que huían por una carretera despavoridos y quemados por las bombas de napalm. La niña que corría desnuda gritando de dolor por las quemaduras, junto con sus primos, era Kim Phuc.  Esta impactante instantánea ganó el premio Pullizer el año siguiente. La horrible fotografía de niños que huyen de un ataque mortal con napalm se convirtió en una imagen definitoria no solo de la guerra de Vietnam sino del siglo XX.  Humo oscuro ondeando detrás de ellos, los rostros de los sujetos jóvenes están pintados con una mezcla de terror, dolor y confusión. Los soldados de la 25ª División del ejército de Vietnam del Sur los siguen impotentes. Esta imagen refleja el terror de aquella guerra que causó un millón de muertes entre civiles.

Es un testimonio que refleja el sufrimiento que puede provocar la barbarie humana, previsible y evitable si la condición humana no estuviera podrida por el odio, los fanatismos y los intereses económicos. La inmensa mayoría nos conmovimos al contemplar esta escena. Habría que ser muy mala persona para no hacerlo o ser un psicópata que no es capaz de sentir empatía por las víctimas.

Las guerras hacen hábito de la muerte y, como consecuencia, la vida pierde todo valor, hasta la insignificancia. Las vidas humanas están a merced de sanguinarios iluminados, revestidos de mesías de sus pueblos.

Los medios de comunicación informan diariamente de los muertos y heridos que se van produciendo en atentados y contiendas.  Actualmente tenemos buen ejemplo de esta barbarie en dos focos: Gaza (Palestina) y Ucrania, donde se cometen verdaderas salvajadas como atacar hospitales, escuelas, viviendas familiares, vehículos de ONG que tratan de combatir la hambruna de niños inocentes a dicho conflicto etc. Las noticias e imágenes diarias que recibimos por televisión, que antes nos entristecían, lejos de impactarnos nos están habituando a percibirlas con una pasmosa indiferencia.

Desconocemos el final de esas contiendas, de los focos bélicos antes enunciados, pero pudiera ser que, ante la impotencia de conseguir los objetivos de una total victoria, se lleve a cabo el uso de otras armas más destructivas como las nucleares, que traerían consigo efectos más perversos. La humanidad se va degenerando y va en declive hacia la autodestrucción. ¿En nombre de qué patria o bandera podemos encontrar justificaciones para matar a niños y personas inocentes?

      ¿Por qué sigue habiendo guerras?

La pregunta sobre la existencia aun de las guerras es muy compleja y las respuestas varían dependiendo del contexto histórico, político, social y económico de cada conflicto. Aquí hay algunas razones generales por las cuales las guerras pueden ocurrir:

 ._ Conflictos de intereses: Los países pueden entrar en guerra debido a disputas territoriales, recursos naturales, poder político o influencia económica.

2._ Ideologías opuestas: Las diferencias ideológicas o las tensiones religiosas, a menudo, han sido la causa de conflictos armados.

3 ._ Competencia por el poder: La lucha por el poder o por su permanencia entre líderes o grupos dentro de un país, o entre diferentes países o bloques de países, puede conducir a conflictos armados.

4._ Autoestima: Los países pueden recurrir a la guerra para protegerse de una amenaza percibida o real de otro país

5._ Problemas sociales y ecanómicos: La pobreza, la desigualdad, la opresión y otros problemas sociales y económicos pueden alimentar el resentimiento y la insatisfacción que conducen a conflictos armados.

6._ Factores históricoe: Las tensiones históricas y los conflictos no resueltos pueden estallar en guerras, especialmente si hay sentimientos de venganza o justicia pendiente.

7._ Manipulación política: Los líderes políticos a veces recurren a la guerra como una forma de distraer a la población de problemas internos, consolidar su poder o desviar la atención de escándalos o fracasos políticos.

8._ Intereses económicos de terceros países: Países sumamente desarrollados y con una gran industria armamentista fomentan y avivan dichos conflictos para obtener beneficios en la venta de sus armas.

Estos son solo algunos de los factores que desgraciadamente pueden contribuir a la existencia de conflictos armados. Cada situación de guerra es única y compleja, a menudo implica una combinación de múltiples factores interrelacionados. Creo que las guerras no existirían si las naciones respetaran más las leyes internacionales, fomentando la paz a través del diálogo y el respeto mutuo. 


 

viernes, 15 de marzo de 2024

El tiempo no retorna

 

Reloj, no marques las horas.....

 

 

Algunos labradores y ganaderos llevaban un reloj con cadena en un bolsillo del chaleco, asido a un ojal del mismo. Eran los acreditados relojes “Roscopatent”, que deben su nombre a su inventor, el alemán nacionalizado suizo Georges Frederic Roskopf, aunque la mayoría no los necesitaba ya que la vida rural se regía por el sol, pero era un signo más que determinaba clase social.





Parte de las largas noches de invierno se pasaban al fuego o al brasero entre charlas y de fondo radio Andorra. Después a la cama a soñar con los angelitos. En verano la vida bullía con el trajín de la recolección. Las eras, los carros con el grano y la paja por las calles, las casas de par en par para que el fresco de la noche aliviara los calores del día… Si se dormía poco tiempo se recuperaba gracias a la siesta, a la vez que se mitigaban esas horas de excesivo calor del ecuador del día.

 Si de niño me hubieran preguntado cuan larga o corta era la vida para mí, no hubiera dudado en contestar que larga. Los días, ante aquellas ansias de ser mayor, parecían interminables y el tiempo tenía siempre caminos y posibilidades infinitas que ofrecerme. Ahora, de anciano, mi manera de entender el reloj es muy diferente, me he dado cuenta que en la medida que uno avanza en años, dada la monotonía de vida de un jubilado, el tiempo pasa rápido e inexorablemente. Los años se hacen más cortos. Vivir, que en un principio parecía eterno, ahora es tan corto que incluso la vida más longeva se ve fugaz cuando termina.

  Aquel tiempo que pasaba lentamente, cuando lo poseía en abundancia, ahora se ha marchado velozmente. Cuántas veces me aburrí en aquellos entonces, sobre todo durante los años en los cuales los días parecían interminables. Algunas veces derroché mi tiempo desperdiciando horas preciosas.

Pasamos días, meses, años en espera de algún acontecimiento que pudiera alterar nuestras vidas, pero, mientras tanto, el tiempo pasa y consume nuestra existencia, hasta que llegue el día en que todo termine sin damos cuenta que el tiempo nos dejará bruscamente de la misma forma que lo hace el sueño.

Al nacer todos somos iguales, pero hay quienes saben aprovechar lo que la vida pone a su alcance y otros que desperdician momentos y oportunidades. Solamente cuando tomamos conciencia de nuestra finitud es cuando comienzan las quejas, los arrepentimientos y las lamentaciones. Aquel tiempo pasado no tiene posibilidad de retorno y quedamos atrapados en la incertidumbre de nuestro propio destino.

Pienso que, después de esta reflexión, el mejor momento de la vida es cuando la salud y la ilusión nos permiten realizar lo que anhelamos. Haciendo el mejor uso del tiempo de que disponemos ya que siempre es un bien escaso, limitado y valioso. Es importante vivir cada momento, tomar decisiones conscientes y no dejar que las oportunidades se escapen, siempre de acuerdo con nuestros límites.

Llegará otra vez el cambio de hora, que dicen los que entienden que se ahorra mucha energía. Yo no lo entiendo, aunque creo que si nos adaptaramos a la luz del día, sin mover las manillas del reloj, podríamos adelantar o atrasar las faenas y no cambiar bruscamente, dos veces al año, los hábitos de todos.