lunes, 15 de abril de 2024

La vida se rompe con las guerras


 El terror de las guerras


Niños huyendo de Bombas Napalm


Aquellos que vimos por la tele, hace aproximadamente 52 años, esta imagen no las olvidaremos jamás. El fotógrafo Nick Ut fotografió a un grupo de niños vietnamitas que huían por una carretera despavoridos y quemados por las bombas de napalm. La niña que corría desnuda gritando de dolor por las quemaduras, junto con sus primos, era Kim Phuc.  Esta impactante instantánea ganó el premio Pullizer el año siguiente. La horrible fotografía de niños que huyen de un ataque mortal con napalm se convirtió en una imagen definitoria no solo de la guerra de Vietnam sino del siglo XX.  Humo oscuro ondeando detrás de ellos, los rostros de los sujetos jóvenes están pintados con una mezcla de terror, dolor y confusión. Los soldados de la 25ª División del ejército de Vietnam del Sur los siguen impotentes. Esta imagen refleja el terror de aquella guerra que causó un millón de muertes entre civiles.

Es un testimonio que refleja el sufrimiento que puede provocar la barbarie humana, previsible y evitable si la condición humana no estuviera podrida por el odio, los fanatismos y los intereses económicos. La inmensa mayoría nos conmovimos al contemplar esta escena. Habría que ser muy mala persona para no hacerlo o ser un psicópata que no es capaz de sentir empatía por las víctimas.

Las guerras hacen hábito de la muerte y, como consecuencia, la vida pierde todo valor, hasta la insignificancia. Las vidas humanas están a merced de sanguinarios iluminados, revestidos de mesías de sus pueblos.

Los medios de comunicación informan diariamente de los muertos y heridos que se van produciendo en atentados y contiendas.  Actualmente tenemos buen ejemplo de esta barbarie en dos focos: Gaza (Palestina) y Ucrania, donde se cometen verdaderas salvajadas como atacar hospitales, escuelas, viviendas familiares, vehículos de ONG que tratan de combatir la hambruna de niños inocentes a dicho conflicto etc. Las noticias e imágenes diarias que recibimos por televisión, que antes nos entristecían, lejos de impactarnos nos están habituando a percibirlas con una pasmosa indiferencia.

Desconocemos el final de esas contiendas, de los focos bélicos antes enunciados, pero pudiera ser que, ante la impotencia de conseguir los objetivos de una total victoria, se lleve a cabo el uso de otras armas más destructivas como las nucleares, que traerían consigo efectos más perversos. La humanidad se va degenerando y va en declive hacia la autodestrucción. ¿En nombre de qué patria o bandera podemos encontrar justificaciones para matar a niños y personas inocentes?

      ¿Por qué sigue habiendo guerras?

La pregunta sobre la existencia aun de las guerras es muy compleja y las respuestas varían dependiendo del contexto histórico, político, social y económico de cada conflicto. Aquí hay algunas razones generales por las cuales las guerras pueden ocurrir:

 ._ Conflictos de intereses: Los países pueden entrar en guerra debido a disputas territoriales, recursos naturales, poder político o influencia económica.

2._ Ideologías opuestas: Las diferencias ideológicas o las tensiones religiosas, a menudo, han sido la causa de conflictos armados.

3 ._ Competencia por el poder: La lucha por el poder o por su permanencia entre líderes o grupos dentro de un país, o entre diferentes países o bloques de países, puede conducir a conflictos armados.

4._ Autoestima: Los países pueden recurrir a la guerra para protegerse de una amenaza percibida o real de otro país

5._ Problemas sociales y ecanómicos: La pobreza, la desigualdad, la opresión y otros problemas sociales y económicos pueden alimentar el resentimiento y la insatisfacción que conducen a conflictos armados.

6._ Factores históricoe: Las tensiones históricas y los conflictos no resueltos pueden estallar en guerras, especialmente si hay sentimientos de venganza o justicia pendiente.

7._ Manipulación política: Los líderes políticos a veces recurren a la guerra como una forma de distraer a la población de problemas internos, consolidar su poder o desviar la atención de escándalos o fracasos políticos.

8._ Intereses económicos de terceros países: Países sumamente desarrollados y con una gran industria armamentista fomentan y avivan dichos conflictos para obtener beneficios en la venta de sus armas.

Estos son solo algunos de los factores que desgraciadamente pueden contribuir a la existencia de conflictos armados. Cada situación de guerra es única y compleja, a menudo implica una combinación de múltiples factores interrelacionados. Creo que las guerras no existirían si las naciones respetaran más las leyes internacionales, fomentando la paz a través del diálogo y el respeto mutuo. 


 

viernes, 15 de marzo de 2024

El tiempo no retorna

 

Reloj, no marques las horas.....

 

 

Algunos labradores y ganaderos llevaban un reloj con cadena en un bolsillo del chaleco, asido a un ojal del mismo. Eran los acreditados relojes “Roscopatent”, que deben su nombre a su inventor, el alemán nacionalizado suizo Georges Frederic Roskopf, aunque la mayoría no los necesitaba ya que la vida rural se regía por el sol, pero era un signo más que determinaba clase social.





Parte de las largas noches de invierno se pasaban al fuego o al brasero entre charlas y de fondo radio Andorra. Después a la cama a soñar con los angelitos. En verano la vida bullía con el trajín de la recolección. Las eras, los carros con el grano y la paja por las calles, las casas de par en par para que el fresco de la noche aliviara los calores del día… Si se dormía poco tiempo se recuperaba gracias a la siesta, a la vez que se mitigaban esas horas de excesivo calor del ecuador del día.

 Si de niño me hubieran preguntado cuan larga o corta era la vida para mí, no hubiera dudado en contestar que larga. Los días, ante aquellas ansias de ser mayor, parecían interminables y el tiempo tenía siempre caminos y posibilidades infinitas que ofrecerme. Ahora, de anciano, mi manera de entender el reloj es muy diferente, me he dado cuenta que en la medida que uno avanza en años, dada la monotonía de vida de un jubilado, el tiempo pasa rápido e inexorablemente. Los años se hacen más cortos. Vivir, que en un principio parecía eterno, ahora es tan corto que incluso la vida más longeva se ve fugaz cuando termina.

  Aquel tiempo que pasaba lentamente, cuando lo poseía en abundancia, ahora se ha marchado velozmente. Cuántas veces me aburrí en aquellos entonces, sobre todo durante los años en los cuales los días parecían interminables. Algunas veces derroché mi tiempo desperdiciando horas preciosas.

Pasamos días, meses, años en espera de algún acontecimiento que pudiera alterar nuestras vidas, pero, mientras tanto, el tiempo pasa y consume nuestra existencia, hasta que llegue el día en que todo termine sin damos cuenta que el tiempo nos dejará bruscamente de la misma forma que lo hace el sueño.

Al nacer todos somos iguales, pero hay quienes saben aprovechar lo que la vida pone a su alcance y otros que desperdician momentos y oportunidades. Solamente cuando tomamos conciencia de nuestra finitud es cuando comienzan las quejas, los arrepentimientos y las lamentaciones. Aquel tiempo pasado no tiene posibilidad de retorno y quedamos atrapados en la incertidumbre de nuestro propio destino.

Pienso que, después de esta reflexión, el mejor momento de la vida es cuando la salud y la ilusión nos permiten realizar lo que anhelamos. Haciendo el mejor uso del tiempo de que disponemos ya que siempre es un bien escaso, limitado y valioso. Es importante vivir cada momento, tomar decisiones conscientes y no dejar que las oportunidades se escapen, siempre de acuerdo con nuestros límites.

Llegará otra vez el cambio de hora, que dicen los que entienden que se ahorra mucha energía. Yo no lo entiendo, aunque creo que si nos adaptaramos a la luz del día, sin mover las manillas del reloj, podríamos adelantar o atrasar las faenas y no cambiar bruscamente, dos veces al año, los hábitos de todos. 


jueves, 15 de febrero de 2024

El campo se levanta

 

Tractorada

 

Aquellos que nacimos en un pueblo y a la vez hijos de labradores, sabemos muy bien lo sacrificada que es la profesión de agricultor, siempre mirando a la climatología de la cual depende un alto porcentaje el éxito de la recolección. Bien es cierto que el trabajo físico que realiza actualmente el agricultor ha evolucionado a mejor, gracias al progreso y la ayuda de las máquinas. Hemos asistido al tránsito del arado romano, con la mano en la mancera y tirado por mulas, a los tractores, del carro al remolque, de la siega con la hoz a las actuales cosechadoras, así como mejora en calidad de semillas. Todas estas mejoras traen consigo altas inversiones para el agricultor, ante unos precios bajos de lo que produce, lo que hace que, en la actualidad, no ve rentabilizado su esfuerzo y lucha por mantener la supervivencia de sus explotaciones.    

En las ciudades la gente vive más ajena a los problemas de la agricultura v la ganadería. Solo llegan noticias a ellas cuando las ovejas atraviesan Madrid, cuando hay una subida brutal en los productos del campo –ejemplo el aceite de oliva-,  o cuando los agricultores se manifiestan en sus calles con tractores. Ahora lo están haciendo por España y por Europa para ser oídos ante esta injusticia. Creo que el sector primario que representan y sustentan merece concienciar a la población, a Gobiernos y Comunidad Europea de la importancia de su existencia como fuente de la alimentación de la población.    

 Trabajar con la incertidumbre de no saber cuál va a ser el resultado de su esfuerzo es penoso.  Irrita que los precios los marquen unos señores que no pisan el campo ni se manchan las manos con la tierra. Es frustrante que los fabricantes de la maquinaria, fertilizantes y combustibles suban desmesuradamente los precios y lo que el labrador recibe en la venta de sus productos sea irrisorio.

Desconcierta la maraña de leyes y reglamentos a que están sometidos. Están indignados por la competencia desleal, ya que las exigencias de producción que les imponen quedan exentas y no se aplican a los productos importados de países extracomunitarios. Sin agricultura y ganadería nos faltaría el sustento diario, con las cosas de comer no se juega.

Los agricultores españoles son una parte fundamental de la economía y la cultura de España. El país cuenta con una gran diversidad de cultivos, desde olivos y viñedos, cítricos, cereales, frutas  y hortalizas. La agricultura genera un considerable número de las principales industrias del país y emplea a una parte significativa de la población rural. Sin embargo, los agricultores españoles se enfrentan a desafíos importantes, como la competencia internacional, los cambios en las políticas agrícolas de la Unión Europea, las fluctuaciones en los precios de los productos agrícolas y las condiciones climáticas extermas, como la sequía. Muchos de ellos luchan por mantenerse a flote y mantener sus negocios rentables.

Además, en los últimos años, ha habido un creciente interés en la agricultura sostenible y orgánica en España, lo que ha llevado a algunos agricultores a adoptar prácticas más respetuosas con el medio ambiente y a buscar métodos de producción más éticos y responsables.

En resumen, los agricultores españoles desempeñan un papel crucial en la economía y la sociedad del país, pero se enfrentan a una serie de desafíos que requieren atención y apoyo continuo por parte de los gobiernos y la sociedad en general.

La "tractorada" en España es un término que se utiliza para referirse a las protestas actuales organizadas por los agricultores, con la movilización de tractores y otros vehículos agrícolas en diversas carreteras y autopistas, para expresar su descontento y exigir cambios en las políticas agrarias o en otras áreas que afecten a su sector. Estas protestas suelen ser una respuesta a una serie de problemas y preocupaciones que sufren los agricultores y ganaderos españoles. Algunas de las causas comunes de estas protestas podríamos resumirlas en estos puntos:

    -Precios bajos de los productos agrícolas: los agricultores se enfrentan a precios bajos en el mercado para sus productos, lo que puede afectar su rentabilidad y capacidad para mantener sus negocios.

2   -Competencia internacional: La competencia de productos agrícolas importados de otros países, a menudo con costos de producción más bajos, puede afectar la capacidad de los agricultores españoles para vender sus productos a precios competitivos.

3   -Políticas agrarias de la Unión Europea: Cambios en las políticas agrarias nacionales o de la Unión Europea pueden tener un impacto significativo en la forma en que operan los agricultores y en su capacidad para acceder a subsidios o apoyo financiero.

     -Crisis climáticas y desastres naturales: Eventos como sequías, calor excesivo a destiempo pueden afectar negativamente a los cultivos y la producción agrícola, lo que lleva a pérdidas económicas para los agricultores.

5    -Exigencias burocráticas: Los agricultores a menudo se quejan de una carga excesiva de regulaciones y trámites burocráticos impuestos por la Comunidad Europea que dificultan su trabajo y aumentan sus costos operativos.

6    -Por último, combatir o subsanar las diferencias excesivas de lo que percibe el agricultor o ganadero y el precio que esos productos adquieren en el mercado.

   Estas son solo algunas de las causas más comunes que pueden llevar a los agricultores españoles a organizar tractoradas, para hacer oír sus demandas y presionar cambios en las políticas que afectan a su sector.    

Tomen las medidas necesarias quienes tienen poder y medios para hacerlo y ofrezcan un futuro de esperanza para el campo.


Tractorada en Madrid

lunes, 15 de enero de 2024

El miedo humano

 

El miedo, emoción natural

 

El miedo humano es una emoción básica y natural que todos experimentamos en algún momento de nuestras vidas. Es una respuesta ante situaciones percibidas como amenazantes, peligrosas o desconocidas. El miedo desencadena una serie de respuestas fisiológicas y psicológicas en el cuerpo, preparándonos para enfrentar o evitar la fuente del miedo.

El miedo puede manifestarse de diferentes formas y en diferentes grados de intensidad. Puede ser causado por situaciones reales, como enfrentarse a un peligro físico inmediato, o por situaciones imaginadas, como los miedos irracionales o las fobias. Algunos miedos comunes en los seres humanos incluyen el miedo a la muerte, el miedo a los animales peligrosos, el miedo a la oscuridad, el miedo a la soledad, el miedo al rechazo social, entre otros.

Si bien el miedo puede ser útil en ciertas situaciones al alertarnos y protegernos del peligro, también puede ser nefasto cuando se convierte en un obstáculo para el desarrollo personal y la búsqueda de nuevas experiencias. Algunas personas experimentan miedos crónicos o intensos que pueden influir en su calidad de vida y requieren ayuda profesional para superarlos.

Es importante tener en cuenta que el miedo es una emoción subjetiva y que cada persona puede experimentarlo de manera diferente. Lo que puede resultar aterrador para una persona puede no serlo para otra.

Hemos vivido parte de nuestras vidas con miedo. Nuestros padres y abuelos en los límites del pánico por el tiempo de guerra entre españoles que les tocó vivir. 

Bien que recuerdo de niño, aquellos “ejercicios espirituales” que, vísperas a la Semana Santa, hacíamos en el Colegio interno de Escolapios de Toro (Zamora). Durante tres o cuatro días olvidábamos toda terea escolar, dedicándonos a la vida espiritual: lecturas religiosas, meditación, así como la escucha de charlas atemorizantes del padre escolapio que dirigía tales ejercicios. Todo con el rigor imprescindible de mantenernos, durante esos tres días, en absoluto silencio y absteniéndonos de toda actividad lúdica. Aquellas charlas nos amedrentaban con las llamas eternas del infierno, el llanto y rechinar de dientes y durante las noches nos acostábamos temiendo que con nocturnidad y alevosía apareciese el demonio con su guadaña y nos arrastrara a las calderas de Pedro Botero, casi siempre por la culpabilidad del despertar a la vida en el descubrir de nuestro cuerpo. No veo a Dios como inclemente e inflexible sino justo y misericordioso; por otra parte el amor a Dios nunca debe de ser como efecto de miedo y temor sino como correspondencia al amor que él nos manifiesta.

También aparecían cada cierto tiempo visionarios que anunciaban catástrofes planetarias y el fin del mundo. A comienzos de los años sesenta nos alarmaban con los efectos de la lluvia radiactiva. Los gases y el polvo que generaban las pruebas nucleares se elevaban hasta la troposfera y después caían cuando llovía en lugares alejados de donde se había producido la explosión.

       El paso de cometas cerca de la tierra ha provocado, desde siempre, mucho miedo y poca ciencia, asustando a los terrestres con calamidades apocalípticas. En 1910 dijeron que el cometa Halley envenenaría la Tierra con el gas cianógeno que traía en la cola. La incultura y la ignorancia abonan el terreno para que profetas y visionarios siembren el desconcierto.

 


Cometa Halley



Contaban personas mayores que en el verano del año 1936, días antes de la guerra civil, se produjo una intensa lluvia de estrellas, lo que hizo asociar ese fenómeno astronómico con la contienda que se avecinaba. “Señales en el cielo calamidades en la tierra”. Sería por eso por lo que ciertas personas crédulas y temerosas se santiguaban cada vez que veían la estela blanca rayar la bóveda del cielo.

Algunas noches los amigos nos reuníamos en la plaza, sentados en aquella gran piedra que existía a la puerta de la casa del cura, hoy bar de jubilados, y contábamos historias que habíamos escuchado sobre apariciones, muertos que enterraron sin estarlo, peleas a la luz de la luna con brillo de cuchillos, venganzas por celos. Nuestra fantasía las recreaba y les añadía detalles que nos inventábamos para hacerlas más intrigantes y pavorosas.

Con el coronavirus diaria y machaconamente en todos los medios de comunicación, bulos incluidos en las redes y tertulianos deslenguados consiguieron, otra vez, meternos el miedo en el cuerpo.

En resumen, el miedo humano es una emoción natural que desempeña un papel importante en nuestra supervivencia y adaptación. Reconocer y comprender nuestros miedos nos permite tomar medidas adecuadas para enfrentarlos o superarlos, y buscar apoyo cuando sea necesario.