jueves, 1 de agosto de 2019

Los juegos del niño actual.



Aquellos juegos sin juguetes

 

    A veces, observo detenidamente a mis nietos mientras juegan. Se encuentran invadidos por un sin fin de juguetes, casi todos elaborados con plástico y tales trastos a los pocos días se encuentran en algún rincón de la casa sin recibir la caricia de ningún niño, ya que jugaron breves minutos y se olvidaron de la existencia de tal juguete. Eso ocurre porque en la actualidad los niños tienen de todo y apenas valoran ese determinado juguete.

    Antes apenas poseíamos juguetes, solamente caía alguno en Reyes acompañado de alguna ropa. Yo también fui niño y aun recuerdo mi último juguete de Reyes: se trataba de un pequeño caballo de cartón, de más o menos un palmo, que se sustentaba sobre una base de tabla y se movía sobre cuatro ruedas de hojalata. Estuvo encima de un armario mucho tiempo como un gran tesoro que reflejaba los años de mi niñez. Más tarde jugaron con él mis  sobrinas y no se supo nada de la desaparición de aquel corcel.

    El resto del año improvisábamos juguetes de distintas formas y maneras pero siempre aprovechando material que encontrábamos en nuestro entorno. Me acuerdo de los siguientes:

    El camión: Con alguna caja de zapatos a la que poníamos ruedas de cartón y nos imaginábamos que era un gran camión.

    El taco: Hacíamos “tacos” que disparaban corchos o bolitas de estopa. Gracias a un tronco de higuera al que el herrero nos hacía una perforación por el conducto de la savia con ayuda de un hierro bien caliente, luego con otro palo, utilizando la navaja, fabricábamos un manillar o percutor que hacíamos pasar por el taco presionándolo, gracias a la presión del aire, uno de los tapones de sus extremos salía proyectado a determinados objetivos

    Barcos: Con ayuda también de la navaja, y con trozos de corteza de pino confeccionábamos nuestros barcos que flotábamos en las orillas de nuestro Hornija.

    Espadas: Con algún recorte de listón, adquirido o pedido al carretero, y luego, con la navaja y mucha paciencia, íbamos dándole forma hasta conseguir aquello que queríamos. Así, a las espadas se les afilaba la punta cuanto más mejor –qué error- y sobre todo se las adornaba con pintura su cruz y empuñadura.

    El tirador: Le hacíamos con un palo en forma de horquilla, dos gomas elásticas, de igual longitud, y una caja de badana portadora de proyectiles, casi siempre chinas. Con éste arma arrojadiza conseguíamos objetivos poco pacíficos y menos naturalistas.

    Los “santos”: Coleccionábamos la imagen que venía en la cara principal de las cajas de cerillas y con ellos jugábamos “al monte”, que consistía en soltarlos, de uno en uno, desde una determinada altura de una pared y ganaba el que conseguía mas santos montados. También con santos jugábamos a la “pitusa”, así como intentar sacarlos de un círculo con ayuda de un tacón de goma de  zapato. Poseer sellos era tener un gran tesoro y su adquisición no era actividad fácil ya que las cerillas se empleaban una, o más dos, en cada casa al día para el encendido de la lumbre; claro que teníamos el recurso de pedírselo a nuestras vecinas, a cambio de algún recado que las hacíamos.

    Las vejigas: En las matanzas improvisábamos un partido de fútbol empleando como balones el inflado de las vejigas de los cerdos sacrificados, previamente lavadas por nuestras madres a la hora de las tripas. Claro está, que este juego era puntual y de un día al año, el día de la matanza.

    Así, y con algún juego más no recordado, realizábamos nuestros propios  juguetes, que valorábamos mucho más por ser de nuestra creación y fruto de nuestra imaginación y fantasía. ¡Ah!, y que nunca arrinconábamos por carecer de otros.

    Aquellos juguetes comprados, casi siempre, eran de cartón, de madera y hasta de plomo como aquellos ejércitos compuestos por “soldaditos del mismo nombre”. Nunca había juguetes de plástico, aunque  existía dicho material no se comercializaba en España,  y tal escasez hacía que fuese supervalorado y muy estimado por los españoles. Las primeras manifestaciones del plástico en nuestro país eran bajo el formato que llamábamos “prexiglas”. Aun recuerdo la llegada de cumplir la mili en Melilla de un primo mayor. Éste trajo, con buen acierto,  como regalo a sus tías un vaso de “prexiglas”. Aquellas quedaron encantadas y muy satisfechas de dicho regalo, ya que desde entonces poseían un vaso de material irrompible. Ahora ¡Como cambian los tiempos! el plástico, en sus distintas formas, es por el contrario, repudiado por la actual sociedad como causante de grandes males ecológicos, dado su carácter de indestructible.

    En la actualidad ha entrado de lleno el juguete electrónico en el mundo infantil a través de: ordenadores, videojuegos, tables, Play Station,  etc. con muchos detractores al respecto, aunque creo que con moderación no son tan dañinos como los anteriores creen. Lo importante es una dosificación de ellos por parte de los padres para que no creen una dependencia total en el niño.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario