En nuestro lenguaje coloquial y social recurrimos a frases
hechas, tópicos, latiguillos o retazos lingüísticos, que son expresiones aceptadas convencionalmente y reiterativas
ante situaciones similares; así en los pésames por fallecimientos utilizamos ante los familiares más
cercanos los siguientes tópicos a modo de consuelo: “en paz descanse” o “le acompaño en su sentimiento” o “siento mucho tal pérdida”. Nos evitan tener que recurrir a otras formas de expresión, pensando en ser originales, cuando ya disponemos de estos comodines que nos ayudan a solventar, sin
más dificultades, tal situación. Los detractores de estos comodines
lingüísticos alegan: que con estas frases hechas estandarizamos los comportamientos
humanos, olvidándonos de las reacciones personales de cada individuo, ante
tales situaciones, según el calor de sus sentimientos. En una palabra,
despersonalizan a toda una sociedad, sin tener en cuenta la forma de expresarse
o manifestarse como fiel reflejo del dictado de los sentimientos.
“Salud para criarlo” les decimos a los recientes padres, que nos responden complacidos “y tú que lo veas”.
Antes en nuestro pueblo, cuando alguien se acercaba a la puerta de la
calle con la intención de ser recibido, gritaba desde el umbral: ¿Quién vive? La respuesta que venía
de dentro no podía ser más lógica: ¡Adelante!
Podrían haber respondido con otra también lógica: ¡Quien no ha muerto! Había otra costumbre, poco común, que
empleaban casi siempre dos hermanos, ya fallecidos, de San Román: El Sr
Tarsicio y el Sr. Trifino Velázquez, y que a mí de niño me causaba gran asombro,
se trataba en llamar a la puerta de las casas diciendo: ¡Deo Gracias! Era una costumbre muy cristiana de agradecer a
Dios el ser recibido. Saludo hoy ya en desuso, fiel reflejo de unos
comportamientos inculcados por los padres de aquellos hermanos Velázquez. Valores que hoy, por desgracia, se han ido perdiendo.
Podríamos añadir muchas más situaciones variadas que todos conocemos: Al llegar, en una visita inoportuna, a una casa cuando estaban cenando y saludar acompañando ¡Qué aproveche! Y los anfitriones responden ¿Si gustas? Esa inoportuna visita se solía dar en las cenas, pues la comida de mediodía se regía por un horario más uniforme para todo el pueblo. Se comía casi siempre a la una de ese mediodía.
Tampoco podemos olvidar, ante situaciones de éxito, cambios de estado o
resto de situaciones felices: ¡Enhorabuena!
La connotación que sacamos de tal expresión es el deseo de que tal situación
aporte al interesado los mejores momentos de felicidad.
¡Feliz Navidad! o ¡Feliz Año
Nuevo! Ante las pasadas fiestas navideñas era la frase característica,
emitida oralmente y también por escrito en aquellos crismas que hoy han quedado
en desuso, sustituidos por el correo electrónico, WhatsApp, facebook y demás
redes sociales.
Con las redes sociales "facebook" se ha generalizado el : “Me gusta”, que se ha convertido en la muletilla digital por antonomasia. Además de significar que te guste la foto, el texto o la ocurrencia del autor, se utiliza para que quede constancia de que has visto lo expuesto como un cumplido parecido al rutinario “buenos días”. A cada respuesta recibida le añadimos como rúbrica el consabido "me gusta”, no porque necesariamente guste determinado proyecto o colaboración, sino como un gesto de cortesía por haber participado en dicha visión o lectura.
El verbo gustar y su familia de palabras es de las más prolíficas y utilizadas en diversos contextos sociales fuera de la red: "Con mucho gusto", “El gusto es mío”, “esa chica me gusta”, “qué poco gusto tiene para vestir”, “qué gustoso está ese niño”, “¿Te gusta, María?”, “pues yo creo que tú le gustas a ella” -ocurrencias de aquella lejana edad de la adolescencia-. De los cinco sentidos, el del gusto ha traspasado su campo sensorial del sabor de los alimentos y se ha extendido a los demás sentidos. No sólo nos gusta la comida (sabor) sino una película (vista), una canción (oído), tocar una piel ajena (tacto), el olor de una flor (olfato) y por supuesto el genérico y síntesis de todos: ¡Qué gusto! Yo le propondría a los directivos de "facebook" que, para diluir y descargar de tanta responsabilidad decisoria a esa monótona cantinela, cambiaran a otra opción que sustituyera al repetitivo “me gusta” por: “Con mucho gusto".
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