Nací en un lugar de cuyo nombre sí quiero
acordarme: San Román de Hornija. En los años de mi niñez, algo de mi
adolescencia y juventud, que pude vivir en el pueblo, me permitieron
conocer cómo eran las mujeres sanromaniegas de aquella época, concretando,
nuestras madres, nacidas a principios del siglo XX. Creo que era tan grande su
papel en aquellas familias de entonces que bien merecen este humilde
recuerdo.
Quizá en aquellos años, hablo de los años
de la posguerra, no era yo consciente del carácter, de la fuerza de aquellas
mujeres curtidas en acero, quizás tampoco era sabedor de los valores que por sí
mismas portaban y transmitían.
Hoy, desde el recuerdo en la atalaya del
tiempo, me percato de la gran misión que cumplieron con creces nuestras madres
y que paso a enumerar:
1,_Eran las auténticas responsables de la
crianza de los hijos, y así, compartiendo con el padre, inculcaban un respeto
hacia los demás, especialmente hacia los mayores, así como otros valores de los
que hoy carecemos.
2._Las que guardaban y transmitían la tradición y costumbres del pueblo en lo relativo a cocinar con las recetas heredadas de sus madres y abuelas: la forma de preparar la chacina para poder hacer aquellos maravillosos chorizos y salchichones, así como aquellos bollos, pastas, mantecadas y flores, tan típicos en carnavales.
3._Muy temprano, iban con cántaros a por agua al caño para el consumo doméstico. En invierno llevaban garlochas para surcar por aquellas calles del pueblo llenas de barro, sin alcantarillado ni aceras. Entonces no había agua corriente y desconocían toda la noción de lo que era un grifo.
4._Trajinaban en las faenas de la casa sin los adelantos de los electrodomésticos actuales: lavadoras, lavaplatos y aspiradoras que hacen más llevaderas dichas tareas domésticas. Lavaban la ropa en el arroyo, a pesar de la temperatura que llevaría el agua en aquellos inviernos, a veces partiendo el carámbano que cubría dicho arroyo. Otras veces lo hacían en los corrales por medio de recipientes de madera llamadas artesas.
5._A pesar de la dureza de las tareas domésticas, antes mencionadas, eran las encargadas de dar de comer a los animales: gallinas, cerdos, conejos, así como la limpieza de pocilgas y gallineros.
6._Tomaban parte activa en la matanza, elaborando la comida de los participantes llamada “chanfaina”, lavado de tripas, elaboración de la chacina, llenado de chorizos y salchichones, elaboración de conservas de lomo.
7 ._Confeccionaban, como habían aprendido de sus madres, casi toda la ropa interior de los miembros de la familia, así como las camisas, jerséis, bufandas, calcetines, además de coser y remendar la usada. Hoy la ropa se encuentra confeccionada y al alcance de todo los bolsillos según calidades.
8._Ayudaban en las faenas del campo en: vendimias, barrido de solares en las eras, limpia de garbanzos, espigado; sin olvidarnos del cosido de cebaderas, mantas, sacos y demás útiles agrícolas.
9._Participaban en el cuidado y recogida de los ascendientes de ambas partes. La mujer soportaba con resignación, cariño y buen trato la recogida de dichos abuelos.
10._ Por último, carecían de falta de colaboración de nuestros padres en las tareas domésticas. Entonces estaba mal visto el hombre que ayudara y colaborara en tales tareas. En la actualidad, afortunadamente, ha quedado superada tal inhibición paterna y ahora vemos a los jóvenes de ambos sexos, dentro del matrimonio, repartirse ambas tareas.
Por todas las razones expuestas, desde este
"blog" y con el presente artículo, quiero rendirles un sentido
homenaje a aquellas mujeres de nuestro pueblo de esa época. Me invade el
recuerdo, cómo no, de mi madre Leocricia (Leo) y de todas las demás madres de entonces
que bien merecen un recuerdo y consideración, con las que siempre estaremos en
deuda porque fueron la esencia de nuestras vidas.
Ellas levantaron esta España, ellas,
mujeres de negro, mujeres siempre con mandil limpio y toquilla, de alpargatas
raídas y manos agrietadas con eterno olor a lejía. Ellas merecen todo el calor,
todo el reconocimiento y todos los homenajes. Ellas, que acabaron sus días,
como sus vidas, solas, en silencio, sin esperar nada a cambio, ni un gesto de
gratitud y consideración que hubiera recompensado tanta entrega. Madres y
abuelas anónimas a las que tanto debemos. Se nos han ido muriendo llevando con
ellas su memoria y reconocimiento. Urge que cada cual haga un archivo en su
memoria sobre las mujeres de aquella generación del sacrificio, mujeres
duras en aquella época de limitaciones, pues de ese modo podremos, poco a poco,
reconstruir toda una época de tiempos difíciles para aquellas mujeres de la
sonrisa eterna.
No quiero, con este
artículo, deslumbrar la gran labor de las madres actuales, parte principal,
junto al padre, de la responsabilidad de educar a los hijos, difícil tarea en
estos tiempos en los que no es fácil ser padres, así como ser maestros. Madres
que en la actualidad han roto los roles de sus madres y abuelas trabajando
fuera de casa.
Hoy, 8 de Diciembre de 2017 publico el
presente artículo, coincidencia intencionada con el anterior “Día de la Madre”.
Desde el año 1965 dicho evento, tal vez, por motivos comerciales y de consumo,
dejo de coincidir con el día de la Inmaculada Concepción, para ser trasladado
al primer domingo de Mayo.
Alfio Seco Mozo
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