En esta época proclive a incendios en esta ”piel de toro” que es la geografía española, dado el calor y la sequía de nuestros campos, no podemos dejar de tratar el tema de los fuegos y sus causas que tanto nos acechan.
Denominamos fuego al conjunto de partículas o
moléculas incandescentes de materia combustible, que son
capaces de emitir calor y luz visible, siendo producidas por una reacción
química de oxidación acelerada. Las llamas son las partes del fuego que emiten luz visible, el humo son
esas mismas partículas, pero que ya han dejado de emitir dicha luz.
El fuego es considerado uno de los cuatro elementos, y junto al aire, el
agua y la tierra ha sido venerado en casi todas las regiones, incluso se le han
ofrecido sacrificios en diversas culturas por considerarlo purificador.
Realmente, nadie inventó el fuego,
ya que es uno de los cuatro elementos básicos
de la naturaleza. El fuego ha existido durante millones de años, y una de las
primeras manifestaciones se daba cuando los rayos de una tormenta caían sobre
los árboles de los bosques y creaban incendios o cuando un volcán estallaba en
erupción. Así pues, los hombres primitivos sabían utilizar el fuego, pero en un
principio desconocían la forma de encenderlo y crearlo, por lo que era un
elemento muy preciado.
El dominio del fuego ha sido, sin duda, uno
de los mayores descubrimientos de la historia y
que supuso un cambio radical en el desarrollo de la sociedad. En otros momentos
y épocas históricas, el fuego ha jugado un papel fundamental: las familias y
miembros de las tribus se reunían en torno al fuego para contar historias y
transmitir conocimientos, se utilizaba en todo tipo de ceremonias y ritos, se
utilizaba para cocinar alimentos, para forjar herramientas, para ahuyentar
animales y peligros, etc.
Hasta que se crearon las cerillas,
los mecheros y demás formas de crear fuego y la llama, las teorías apuntan a
que nuestros antecesores aprendieron a utilizar el fuego frotando palos o golpeando piedras.
Por ello, el dominio del fuego se consideró un gran avance para la sociedad y,
según los científicos, creen que se logró en la Edad
de Piedra Temprana por el Homo Erectus. El dominio del fuego en
este periodo no solo sirvió para calentarse durante los fríos días de invierno,
sino que también sirvió para mejorar la dieta permitiendo cocinar carnes y
vegetales. Así, esta mejora en la alimentación también provocó una mejora en el cerebro y una
evolución positiva. Además, el uso del fuego también permitió a los hombres
defenderse de los peligros como animales u otras tribus en guerra.
Nosotros aprendimos en la escuela cómo los primitivos,
obtenían fuego de forma menos fantástica y más laboriosa. Venía en las
ilustraciones de la enciclopedia. Aquellos hombres barbudos y desgreñados, a
medio camino entre simios y humanos, lo conseguían con el roce insistente de
dos palos. Lo intentábamos, pero solo lográbamos calentarlos un poco. Recuerdo a personas chocando
el eslabón con el pedernal hasta que se originaba una chispa y prendía la yesca
seca. Los niños producíamos chispas golpeando unas piedras blancas contra
otras.
Nos llamaba la atención ver cómo saltaban chispas
cuando las caballerías pasaban por las calles empedradas al anochecido y daban
las herraduras contra el suelo. También cuando los hombres del campo sacaban de
la faja negra de su cintura el mechero y con un golpe o dos de mano hacían
girar la ruedita sobre la piedra. Prendía la mecha larga y dorada que ellos
arrimaban con el dedo pulgar a donde se originaba. Soplaban sobre ella para que
se avivase el fuego.
La cocina
de las casas antiguas era el lugar más entrañable. Allí estaba en su sentido
más genuino, el hogar, que tiene su corazón bombeando calor desde la candela de
llamas, donde las miradas son esponjas absorbentes que captan, hipnotizan y
hacen divagar el pensamiento. El atributo del mando alrededor de la
chimenea son las tenazas y quien las tiene en sus manos ejerce de timonel
avivador y arquitecto reparador del edificio cambiante de la leña vencida por
el fuego. A los niños no nos dejaban porque decían que nos podíamos quemar y,
no sé de dónde lo sacaron, que si jugábamos con él, nos orinaríamos en la cama.
En
los veranos surgen los incendios incontrolados en nuestros bosques, como
consecuencia de las temperaturas elevadas, las sequías y la presencia del
viento que aviva el fuego. Siempre se han dado circunstancias por las que el
hombre no ha podido controlar el fuego, aunque con menos frecuencia que en la
actualidad. Recuerdo, cuando era niño, algún fuego que se producía en el
pueblo: tocaban las campanas a arrebato y todos los hombres acudían
solidariamente a su apagado portando calderos de agua para su extinción, otros
se encargaban de llenar tales recipientes extrayendo agua de pozos próximos.
Hoy se emplean medios más eficientes y rápidos gracias a los cuerpos especiales
de bomberos y las mangueras de agua a presión que antes no existían. También se
emplean aviones y helicópteros especiales para vaciar agua en el foco del fuego
de los incendios forestales.
Desde
hace miles de años, tal vez millones, el ser humano tiene una relación muy
especial con el fuego. Tanto que se ha convertido en una tradición en muchas
zonas del planeta usarlo como centro de celebraciones de todo tipo. El fuego
siempre es el espíritu de la fiesta.
Ejemplo
de ello lo tenemos en la Comunidad Valenciana donde existen muchas tradiciones
relacionadas con el fuego. Tanto que en muchas fiestas y celebraciones tienen el mismo final: hacer
una hoguera lo más grande posible en la que quemar todo lo que hemos ido
haciendo durante el año para cerrar esa etapa y comenzar una nueva. En el caso
de Valencia, las "Fallas" coinciden con la festividad
de San José, patrón de los carpinteros, ya que fueron estos los que comenzaron
la tradición de quemar restos de madera de sus talleres coincidiendo con el
cambio del invierno a la primavera, como un momento de deshacerse de lo antiguo
para dar la bienvenida a una nueva etapa llena de vida.
Por último, no todos los fuegos
ocurren por error humano o fenómeno meteorológico, hay muchas veces que éste es
producido intencionadamente. Hay seres humanos que se mueven en esta vida con
el único sentimiento del dinero y son capaces de hacer desaparecer un bosque,
con los grandes beneficios que aporta a la humanidad, solamente por convertir
ese terreno desolado por el fuego en futuros terrenos aptos para urbanizaciones
especuladoras. Así consiguen pingües beneficios al dar más valor a sus
propiedades.
FUEGO EN EL BOSQUE
En el filo de la noche
danzan lenguas de fuego,
caen por la montaña,
lamiendo los árboles,
dejándolos secos.
¿Quién cometió el crimen?
Gritó la luna, viendo enrojecer
el cielo.
Habrá un nuevo día,
pero no habrá pájaros en el cielo,
las mariposas se han ido,
se queda un mundo negro,
escrito en letras rojas carmesí.
¿Sabes cómo me siento?
Ya no hay aroma a pinos,
solo tierra calcinada, solo
rastrojos viejos.
Gritos se oyen en aquel
infierno, se oye el rumor del fuego,
Llantos y lágrimas,
agua y esfuerzo.
Cada hoja me habla de paz suave,
y yo les pregunto:
¿dónde está la paz en las manos
que prendieron fuego?
Lágrimas caen de las hojas
que se han librado de las llamas,
intentan mojar el suelo.
(Anónimo)
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