viernes, 15 de mayo de 2020

San Isidro Labrador patrón de los labradores españoles.



¡Feliz día de San Isidro! 

     El tiempo va transcurriendo, aunque con la pesadilla de este coronavirus, y nos hemos acercado a la festividad de San Isidro Labrador. Como hijo de labradores siempre me ha seducido esta fiesta, aunque en contra de mi voluntad hace ya mucho tiempo que no tengo la dicha de estar por allí en estas fechas. Todas las profesiones tienen su santo que les protege, y así los tan necesarios y olvidados labradores celebran la festividad de su patrón el 15 de Mayo. 

    En estos tiempos difíciles que nos toca vivir, pedimos a San Isidro que proteja del Covid-19 a toda la familia que vive del campo, y nos enseñe a labrar la tierra de nuestra vida, así como a sembrar la parcela del amor, de la amistad y de la humildad. ¡Ah!, y que esta sociedad sepa valorar esta profesión tan imprescindible. 
“La agricultura es la profesión propia del sabio, la más adecuada al sencillo y la ocupación más digna para todo hombre libre” (Cicerón).

    Hay un refrán español que dice: ”San Isidro Labrador quita el agua y pon el sol”. Este año, con la abundancia de lluvias, viene como anillo al dedo dicha petición, en contradicción con otros años de excesiva sequía. Después de las lluvias de los últimos días el campo está lleno de vida, color, flores y amapolas. Aunque este año, por las circunstancias antes mencionadas, este campo no nos inspira por estas fechas, la alegría de contemplar esa belleza que nos suscitaba otros años, ni la ilusión para celebrar esta fiesta patronal. Desde aquí felicitamos a esos abnegados labradores de San Román de Hornija -nuestro pueblo- ante la fiesta de su patrón. ¡Qué el próximo año podáis celebrarla en todo su esplendor!













Biografía de San Isidro:

    Es un santo muy popular, labrador, padre de familia y madrileño de nacimiento (eso sí, hay que tener en cuenta que Madrid en tiempos de San Isidro no era la gran ciudad que ahora conocemos). No se sabe con seguridad las fechas de su nacimiento y de su muerte, algunos aseveran que su nacimiento fue en 1082 y su muerte en 1172, larga longevidad para aquellos tiempos, Si sabemos, como ya hemos dicho, que nace en Madrid y que su vida transcurre en sus alrededores. Muy humilde trabaja desde joven en los campos para su amo Juan de Vargas.

    Contrae matrimonio con María de la Cabeza, y tienen un hijo. Su historia está envuelta en una leyenda que adorna su vida al recordarnos verdaderos prodigios y milagros. Se dice que los ángeles bajaban a labrar el campo mientras que el rezaba. Que antes de ir a trabajar visitaba todas las iglesias que se encontraba en su camino para rezar, especialmente a la Virgen, a la que le tenía gran devoción. Que invitaba a comer a su casa a todos los pobres, y que la cazuela de la comida se multiplicaba milagrosamente para que todos tuvieran su ración. Pero más importante que todos sus milagros juntos, es que era un hombre de Dios, sencillo, humilde, trabajador, al cual le encantaba rezar y ayudar a los más pobres. Fue pronto llevado a los altares por el pueblo, pero fue en 1662 cuando Gregorio XV lo canonizó junto a otros tres santos españoles: San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús y San Francisco Javier. Sus restos se encuentran en la Colegiata de San Isidro de Madrid, junto con los de su esposa Santa María de la Cabeza. San Isidro es el patrón de todas las personas que trabajan en el campo y del mundo rural en general, por eso, cada 15 de mayo se celebra esta fiesta patronal en todos los pueblos agrícolas de España.

    Hubo un poeta, llamado José María Gabriel y Galán que supo reflejar en su poesía todos sus sentimientos hacia el mundo rural castellano, como se demuestra en el siguiente poema:


ARA Y CANTA

- I -

Labriego, ¿vas a la arada?
Pues dudo que haya otoñada
más grata y más placentera
para cantar la tonada
de la dulce sementera,

¿Qué has dicho? ¡Que el desgraciado
que pasa el eterno día
bregando tras un arado
jamás cantó de alegría
si alguna vez ha cantado?

Es una queja embustera
la que me acabas de dar.
¿No sabes que yo sé arar?
Pues déjame la mancera,
y oye, que voy a cantar:

- II -

Labriego poco paciente:
si crees que solo tu frente
vierte copioso sudor,
que sorbe innúmera gente,
sal de tu error, labrador.

Lo dice quién es tu hermano,
quien canta tu lucha brava,
lo dice quien por su mano
siega la mies en verano
y el huerto en invierno cava.

¿Qué sabes tú del tributo
que el mundo al trabajo rinde,
ni qué sabes de su fruto,
si no has transpuesto la linde
del terruño diminuto?

Si el mundo aquel te impusiera
yugos que impone al mejor,
pensaras que tu mancera,
si no es la más llevadera
tampoco es la cruz mayor.

Te quema el sol del estío,
te azota el viento de enero
y aguantas en el baldío
los hálitos del rocío
y el golpe del aguacero.

Dura y perenne es la brega
que pide riegos la vega,
que pide rejas la arada,
que pide gente la siega,
que el huerto espera la azada.

y es trabajoso el descuajo,
y abrumador el destajo
y a veces nulo el afán...
¡Y tal vez es el trabajo
más duro que blando el pan!

Todo es verdad, labrador;
pero en esos horizontes,
y en esas siembras en flor,
y en estos alegres montes,
¿no hay nada consolador?.

¿Todo negro es tu destino?
¿Todo el vivir te envenena?
¿De abrojos horribles llena
todo el árido camino?
¿Toda ingrata es la faena?

¿No sabes tú, labrador,
que hay frente que el tiempo arruga
escaldada en un sudor
que sana brisa no enjuga
con soplo consolador?

¿Sabes que hay ojos que ciegan
laborando en la penumbra,
mientras los tuyos se entregan
al piélago en que se anegan
de la luz que nos alumbra?

¿Sabes qué ambientes malsanos,
si no venenos letales
marchitan pechos humanos
con corazones leales
del tuyo dignos hermanos,

mientras tu pecho sanean,
y equilibran tus sentidos,
y tus sudores orean
ricas brisas que pasean
por estos campos floridos?

¿Quieres en un mundo verte
con bravas agitaciones,
con injurias de la suerte,
con bárbaras tentaciones
y duelos, sin sangre, a muerte?

¿Qué sirena engañadora
hasta aquí a decirte llega
que en la ciudad bullidora
ni se reza, ni se llora,
ni se sufre, ni se brega?

¿Qué espíritu engañador
o torpe decirte quiso:
«Llora y suda, labrador,
que el mundo es un paraíso
regado con tu sudor?»

Fuera más útil y honrado
decirte quién ha arrancado
de las entrañas de un cerro
este pedazo de hierro
de la reja de tu arado.

Decirte que hornos ardientes
fundieron humanas frentes
cuando este hierro ablandaron,
y que en su masa cuajaron
sudores de hermanas gentes.

Ara tranquilo, labriego,
y piensa que no tan ciego
fue tu destino contigo,
que el campo es un buen amigo
y es dulce miel su sosiego,

y es salud el puro día,
y estas bregas son vigor,
y este ambiente es armonía,
y esta luz es alegría...
¡Ara y canta, labrador!




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