Han pasado pocos días desde que termina la
guerra, esa guerra que nunca tenía que haber empezado, ya que trajo consigo el
enfrentamiento encarnizado de unos españoles contra otros, habiéndose olvidado
todos, lejos del odio, de dialogar y sintonizar pacíficamente en la comprensión
de los problemas de España y su resolución.
Es el día 23 de Abril de 1939, y se vuelve evocar y celebrar en las escuelas el día del Libro, o el día de las letras, coincidiendo con el día de la muerte de Miguel de Cervantes, el exponente más importante de la literatura española de todos los tiempos. Ya en otra ocasión, en otro artículo y con otra protagonista, hablamos de la restauración de esta conmemoración, que había estado en dique seco durante los tres años de contienda.
Es el día 23 de Abril de 1939, y se vuelve evocar y celebrar en las escuelas el día del Libro, o el día de las letras, coincidiendo con el día de la muerte de Miguel de Cervantes, el exponente más importante de la literatura española de todos los tiempos. Ya en otra ocasión, en otro artículo y con otra protagonista, hablamos de la restauración de esta conmemoración, que había estado en dique seco durante los tres años de contienda.
Esta
vez la protagonista es una niña de 12 años llamada Adelia Álvarez Fernández, llena de ilusión por haber sido elegida,
dado su buen rendimiento escolar, para leer un tema relativo a dicha
celebración desde los balcones del Ayuntamiento de San Román de Hornija. Hay
representantes de las cuatro escuelas del pueblo, ella representa la escuela de
la maestra Dª Manuela. No dudamos de la buena expresividad y
entonación lectora que haría en tal acto, pero valoramos más la buena
presentación y limpieza que hace en su cuaderno del contenido de lo que ha
leído, así como la redacción que realiza posteriormente reflejando tal evento.
Adelia, a pesar de haber transcurrido ya casi
74 años, conserva ese cuaderno de
recuerdos escolares como una joya, haciendo partícipe de ello a hijos y nietos.
Hoy en este artículo tratamos de insertar fotocopias de las hojas de ese
cuaderno. Dado que son fotocopias de un original muy antiguo, disculpen que no
sea tan legible como deseáramos.
Creemos que con esta publicación cumplimos
dos objetivos, primero: mediante este recuerdo escolar revivimos una página de
la historia de España y segundo: honramos la memoria de Adelia Álvarez, aquella
niña presumiblemente feliz, a pesar de las vicisitudes y secuelas propias de
aquellos años de posguerra.
Agradecemos a su hija Luci, así
como a su nieto Alberto por la recopilación y escaneo de tales documentos.
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