Barrer la portada de la casa, así como la acera correspondiente, es todavía
una buena costumbre que en nuestro pueblo la siguen practicando los vecinos en
las calles sanromaniegas. Es este un hábito muy arraigado en el mundo
rural. ¡Como recuerdo a mi pobre madre! una de sus tareas matinales, aparte de
ir a por agua al caño, era barrer la portada.
Tal vez, esta costumbre de barrer el trozo de la calle
correspondiente a tu propiedad venga desde muy antiguo, tarea más inexcusable cuando los
animales formaban parte de la vida del mundo rural y colaboraban con el hombre
en las tareas agrícolas y ganaderas, generando, a su vez, sus excrementos
inoportunos. Muchas veces este trabajo de limpieza
resultaba estéril dado que algún pastor oportuno pasaba al poco con su rebaño
de ovejas sembrando otra vez de “cagalitas” toda la calle. El rebaño, las
yuntas o los borricos del que vendía: la fruta, la miel, el chatarrero etc.,
todos los que pregonaban sus mercancías y las transportaban en un carro o a
lomos de un animal. En definitiva, el tránsito de caballerías por las calles
dejaba firma y rúbrica en su paso por ellas, es por lo que era muy cotidiano el
ver cualquier calle, céntrica o no, ornamentada con “cagajones”, algunos, aun
humeantes, recién salidos del horno, mezclados con otros ya secos que
evidenciaban que tal portada o calle llevaba tiempo sin limpiarse.
Hoy escasean los animales en los pueblos, por tanto, ya
no abundan los excrementos que ellos difundían por las vías públicas, pero el
consumismo actual de sus moradores hace que las calles actuales estén invadidas
por envoltorios de plástico que el aire transporta por todo el pueblo o
excrementos de perros. Tendría que poner nuestro ayuntamiento
papeleras en determinados sitios clave, así como pedir a nuestros conciudadanos
mejores hábitos medioambientales para conseguir entre todos un San Román de
Hornija más limpio.
En mi infancia, recuerdo que las mujeres barrían a
diario la puerta de su casa con escobas de palmito o escobas de
bardas -planta silvestre muy común por nuestro pueblo-. Así era muy normal ver
a las mujeres barriendo la puerta de su casa ayudándose de un badil metálico
para recoger la mugre. Barrían después de que las gentes del campo hubiesen
marchado para sus tareas, dado que las caballerías repartían cagajones a
diestro y siniestro a su paso por las calles. Ni que decir tiene que este hecho
se acentuaba en aquellas calles que servían de arteria para la salida al campo.
Durante la tarea de limpieza, las vecinas, aprovechaban
para ponerse al corriente de cualquier noticia que circulara por el pueblo. Una
vez barrida la portada, los excrementos de las caballerías se depositaban en el
“muladar” (en San Román deciamos "mudadal", creo que es una deformación o barbarismo lingüístico de la palabra "muladar", que es la que reconoce la Real Academia de la Lengua Española). Tal vez la expresión tan popular de ese "barre
para adentro” surgiría como consecuencia de atesorar en el muladar, situado en el corral de las casas, los excrementos de índole animal. Claro que, en aquella época, estos
excrementos eran un bien muy preciado como fertilizante natural que enriquecía
las tierras de cultivo.
Actualmente, en nuestro pueblo, existen muchas personas de ambos sexos –las
tareas domésticas se reparten ahora por igual- que velan por la
limpieza de su parcela de calle y acera. Un diez para todas ellas, sobre todo,
porque en ocasiones tienen que recoger las huellas repelentes del apretón del
perrito de turno abandonado, o que su amo miró para otro lado incumpliendo
normas de convivencia e higiene, después de que el animal ejerciera ese acto
tan natural.
En la actualidad ya no hay aquellos animales domésticos que colaboraban con
el labrador en sus tareas agrícolas, solamente perros mayormente de caza o de
compañía. Algunos de estos dejados en plena libertad por las calles y
ocasionando con sus excrementos la suciedad de éstas. Otras veces la desidia de
nuestros ciudadanos al arrojar papeles y plásticos a la calle. No olvidemos la
mala costumbre de arrojar cosas inservibles y hasta animales muertos al arroyo.
Creo que la falta de corriente de agua de nuestro Hornija, así como su limpieza
debería ser un proyecto urgente a realizar por nuestro Ayuntamiento y
así evitar las enfermedades infecciosas que puede causar ese estado de nuestro arroyo; como
creo que nos salimos del tema, sería la limpieza del arroyo motivo para tratar
en otro artículo. Ciñéndonos a la acción de arrojar lo inservible a nuestras
calles o alrededores del pueblo, invito a nuestro Ayuntamiento a fomentar
hábitos de limpieza con eslóganes publicitarios tipo de éste:
Lo que se ama se cuida
¡CUIDA TU PUEBLO!
Viene como anillo al dedo el recordar dos artículos de
aquellas ordenanzas municipales de San Román de Hornija del año 1894, que
transcribimos en este blog con fecha 4 de febrero de 2009.
Art.47. Queda prohibido dejar suelto y
abandonados por las calles los perros y toda clase de animales que se reputen
dañinos o que conocidamente se sepa que tienen malas costumbres, así como en
perros como en reses vacunas bravas que por su condición pudieran hacer daño
siendo responsables los dueños de los daños que unos u otros cometan.
Art. 60. Se prohíbe arrojar
a las puertas de ningún vecino ni a las propias que den a la vía pública,
materias fecales y otras porquerías debiéndolo hacer cada cual en su corral
respectivo.
Hemos de aclarar la colaboración del Ayuntamiento que. algún día de cada
mes, manda a empleados municipales con el cometido de barrer las calles. A
pesar de todo, en algo hemos ganado, pues seguro estoy de que aquellos vecinos
tan ejemplares que limpian de deposiciones perrunas en las aceras de su puerta
ya no “barren para adentro” ¡No faltaría más!
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