Hoy vamos a comentar una leyenda de
Toro, más que leyenda podíamos llamarla historia por hacer alusión y
dar testimonio de ello “El Pórtico de la Gloría” de la famosa Colegiata de Santa
María la Mayor.
Dada la importancia que Toro tiene
para nuestro pueblo, a pesar de ser ciudad que corresponde a otra provincia, es
el centro comercial y de ocio más próximo. Tampoco hemos de olvidar que la
ciudad de Toro fue en su tiempo capital de provincia de la Corona de Castilla,
desde que Dª Elvira heredó Toro de su padre Fernando I “El Magno” hasta el año
1827, sin olvidar la influencia de Toro en la historia de España. Es por lo que
nos hacemos eco de esa leyenda visitando el famoso “Pórtico de La Gloria” de la
no tan famosa Colegiata de Toro, iglesia con cabildo, aunque no catedral por no
ser sede de obispado, y con un estilo arquitectónico románico.
"El Pórtico de la Gloria" trata de
plasmar en
fustes y capiteles, en los que se alternan representaciones figuradas de la
infancia de Cristo, como el Nacimiento, la Adoración de los Magos, la Matanza
de los Inocentes y Jesús entre los doctores, con otros motivos vegetales y
mitológicos, siendo muy expresivo el que muestra una fábula profana, el primero
de la izquierda, con dos personajes empeñados en mover un burro cargado de leña,
tirando uno para el lado de la cabezada y el otro del rabo. Esta representación
en piedra hace alusión a la leyenda: “El
burro rabón de Toro”, y que dice más o menos así:
Se cuenta que un leñador llevaba un borrico cargado de
leña y a la entrada de la ciudad el pobre animal se atolla. Por muchos intentos
que hacía el pobre leñador no le podía sacar del atolladero. Acertó a pasar por
allí uno de los canteros (estamos hablando de los siglos XII-XIII) que estaban
ocupados en la construcción de la Colegiata, y se prestó a ayudarle. Acordaron que el dueño del animal tiraría de la
cabezada y el cantero ayudaría a levantarse la bestia tirando de la cola. Fue
tan considerable el esfuerzo que ambos hicieron, especialmente el cantero, que
el pobre animal salió del atolladero pero quedándose sin rabo. El dueño, viendo
desfigurado al animal, estimó que el cantero había obrado de mala fe y reclamó
daños y perjuicios ante la autoridad competente. La autoridad, oídos los
alegatos de ambas partes, falló que el cantero
pagara el importe del burro a su dueño y que se quedara con el animal hasta que
le creciera el rabo otra vez y cuando estuviera igual le devolvería el burro a
su dueño.
Escena representada en el primer capitel de la izquierda
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Os invito a contemplar tal escena en una de tantas visitas que hacéis a lo largo del año a Toro, observando con curiosidad tal Pórtico. Dicha escena se encuentra en uno de los 14 capiteles, 7 a cada lado, de la parte inferior del Pórtico, exactamente en el primero de la izquierda.
A su vez, pensando en la procedencia del
leñador ¿Por qué no podría ser un vecino de nuestro pueblo? Desde siempre San Román ha
abastecido a Toro cisco y leña para
cocinar, así como para mitigar los duros inviernos de esta zona.
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