jueves, 27 de septiembre de 2018

Leyenda de Toro


El burro rabón de Toro


    Hoy vamos a comentar una leyenda de Toro, más que leyenda podíamos llamarla historia por hacer alusión y dar testimonio de ello “El Pórtico de la Gloría” de la famosa Colegiata de Santa María la Mayor.

    Dada la importancia que Toro tiene para nuestro pueblo, a pesar de ser ciudad que corresponde a otra provincia, es el centro comercial y de ocio más próximo. Tampoco hemos de olvidar que la ciudad de Toro fue en su tiempo capital de provincia de la Corona de Castilla, desde que Dª Elvira heredó Toro de su padre Fernando I “El Magno” hasta el año 1827, sin olvidar la influencia de Toro en la historia de España. Es por lo que nos hacemos eco de esa leyenda visitando el famoso “Pórtico de La Gloria” de la no tan famosa Colegiata de Toro, iglesia con cabildo, aunque no catedral por no ser sede de obispado, y con un estilo arquitectónico románico.

Pórtico de la Gloria

    "El Pórtico de la Gloria" trata de plasmar en fustes y capiteles, en los que se alternan representaciones figuradas de la infancia de Cristo, como el Nacimiento, la Adoración de los Magos, la Matanza de los Inocentes y Jesús entre los doctores, con otros motivos vegetales y mitológicos, siendo muy expresivo el que muestra una fábula profana, el primero de la izquierda, con dos personajes empeñados en mover un burro cargado de leña, tirando uno para el lado de la cabezada y el otro del rabo. Esta representación en piedra hace alusión a la leyenda: “El burro rabón de Toro”, y que dice más o menos así:
     
    Se cuenta que un leñador llevaba un borrico cargado de leña y a la entrada de la ciudad el pobre animal se atolla. Por muchos intentos que hacía el pobre leñador no le podía sacar del atolladero. Acertó a pasar por allí uno de los canteros (estamos hablando de los siglos XII-XIII) que estaban ocupados en la construcción de la Colegiata, y se prestó a ayudarle. Acordaron  que el dueño del animal tiraría de la cabezada y el cantero ayudaría a levantarse la bestia tirando de la cola. Fue tan considerable el esfuerzo que ambos hicieron, especialmente el cantero, que el pobre animal salió del atolladero pero quedándose sin rabo. El dueño, viendo desfigurado al animal, estimó que el cantero había obrado de mala fe y reclamó daños y perjuicios ante la autoridad competente. La autoridad, oídos los alegatos de ambas partes, falló que el cantero pagara el importe del burro a su dueño y que se quedara con el animal hasta que le creciera el rabo otra vez y cuando estuviera igual le devolvería el burro a su dueño.

Escena representada en el primer capitel de la izquierda
                                                                
    Parece ser que otro de los escultores presenció el juicio y quiso plasmar con su cincel la escena del leñador, el burro y el cantero.. Era muy común en las fachadas platerescas o pórticos de catedrales encontrar algún detalle que quedaba fuera del proyecto principal, parece ser que la personalidad de los canteros les hacía reflejar algún hecho ocasional o anecdótico. Recordemos también la “rana” que se encuentra en la fachada de la Universidad de Salamanca. 

    Os invito a contemplar tal escena en una de tantas visitas que hacéis a lo largo del año a Toro, observando con curiosidad tal Pórtico. Dicha escena se encuentra en uno de los 14 capiteles, 7 a cada lado, de la parte inferior del Pórtico, exactamente en el primero de la izquierda.

    A su vez, pensando en la procedencia del leñador ¿Por qué no podría ser un vecino de nuestro pueblo? Desde siempre San Román ha abastecido a Toro cisco y leña para cocinar, así como para mitigar los duros inviernos de esta zona.


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