Otro año más llega la Navidad, esa conmemoración de la
humilde llegada del Mesías. Fechas entrañables en las que entra en nuestros corazones ese espíritu navideño. Ha transcurrido otro año en
nuestra vida, esta vida que se asemeja a una montaña rusa con subidas y
bajadas, momentos de alegría en esas subidas y otros más tristes en las
bajadas, porque la vida es un proyecto de búsqueda de felicidad, que unas veces
lo conseguimos y otras veces no encontramos ese aditivo y proyectamos en
nosotros momentos tristes. Lo importante es que esas caídas no dejen huella en
nosotros y volvamos, con perseverancia, a conseguir esas subidas que nos
proporcionan los momentos felices que tanto anhelamos.
Cada uno siente el espíritu de la
Navidad de forma diferente. Para mí significa hacer feliz a los míos y echar,
dentro de mis posibilidades, una mano a quienes lo necesitan. En definitiva, dar sin esperar nada a cambio.
Esa sensación de hacer algo por los demás es muy gratificante y hace que nos
olvidemos de que somos el centro del mundo para volcarnos en otras personas. Creo que estas Navidades, más que nunca, por la difícil
situación que atraviesa la sociedad, debemos aportar nuestro granito de arena. No es cuestión de dinero. Todos
tenemos la capacidad de pintar una sonrisa en el rostro de nuestros semejantes.
El pincel para hacerlo lo dejo a vuestra elección.
Desde este blog os deseo:
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