Es posible que muchos, sobre todo los de menos edad, no
sepan lo que es “un muladar”. La palabra muladar
ha caído prácticamente en desuso y especialmente los más jóvenes no conocen
cuál es su significado. Pues bien, acudimos al Diccionario de la Real Academia
de la Lengua: Muladar es el “Sitio,
fuera de los muros de la villa, donde se echa el estiércol y la basura”. Los muladares se
encontraban extramuros, por lo que el origen de la palabra puede estar en el
término muradal, para pasar
posteriormente a la palabra muladar. El uso y utilización que
hacíamos de estos muladares en San Román de Hornija es lo que voy a tratar de
explicar:
Antes, la basura no se recogía en bolsas ni se llevaba
a los contenedores como en la actualidad, sino que en cada casa, en el corral,
existía un lugar donde se iba depositando toda la mugre que diariamente se
generaba. La mayoría de las casas eran de labranza, las cuales albergaban una
cuadra para las caballerías, así como la pocilga donde se guardaban los cerdos,
que en nuestro pueblo decíamos siempre “marranos”. Cuando se limpiaban las
defecaciones de tales animales, así como los restos de comida de los moradores
de la casa y otras suciedades, todo ello se depositaba en una parte del corral
que llamábamos “muladar”, donde las
gallinas merodeaban picoteando y dando buena cuenta de lo aprovechable para
ellas. (Echamos de menos aquellos huevos de las gallinas de antaño, diferentes
a los de ahora por tener la yema de un color casi rojizo y sabían mejor que los
actuales). Por otra parte las casas no poseían inodoros y como consecuencia las
defecaciones humanas iban también al corral y a la parte de éste que llamábamos
el “muladar”.
Todos los desperdicios se iban amontonando en el
corral, y gracias a la lluvia y a los
cambios de temperatura se iba compactando y a la vez descomponiendo, hasta que se
sacaba del corral llevándolo a una zona del pueblo dedicada para este fin.
Cuando las faenas agrícolas remitían se aprovechaba esos periodos inactivos
para sacar, con los carros, los muladares de los corrales. En San Román dicha
basura, casi siempre, se depositaba en las inmediaciones del “Camino Ancho”.
Allí cada labrador tenía su montón o muladar, que seguía descomponiéndose esperando
la próxima sementera. Este depósito de residuos en extramuros era, según
diccionario, el auténtico muladar, aunque en San Román dábamos también ese
nombre al almacenamiento en corrales.
Antes de la preparación de la siembra se esparcía basura por
las tierras, enriqueciéndose éstas con ese abono de materia totalmente
orgánica. El labrador actual, ante la ausencia de animales y como consecuencia de
la escasez de aquella basura, se ve obligado a enriquecer las tierras con otros
fertilizantes, más industriales, llamados abonos minerales.
Nos resulta curioso que en las Ordenanzas Municipales
de San Román de Hornija del año 1908, publicadas en otro artículo de este blog,
en el Capítulo Segundo, Sección Primera sobre higiene, limpieza y ornato
público, dice al respecto en los siguientes artículos de tales Ordenanzas:
Art. 51. Los que no tengan corral donde colocar el estiércol, ceniza ni otras
materias pestilentes, podrán colocarlas provisionalmente en sitios a propósito
y apartados de la vía pública donde no ensucien ni perjudiquen a los
transeúntes.
Art. 58. Se prohíbe depositar en las calles, plazas, servicios públicos y caminos,
animales muertos y toda clase de inmundicias que sean perjudiciales a la salud
y al ornato público.
Art. 60. Se prohíbe arrojar a las puertas de ningún vecino ni a las propias que
den a la vía pública, materias fecales y otras porquerías debiendo lo hacer
cada cual en su muladar del corral respectivo.
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