D. José Ortega Rubio (1846-1921) fue un
historiador de prestigio que vivió en los pasados siglos XlX y XX. Regentó la
catedra de Historia de la Universidad de Valladolid y más tarde la de la
Universidad Central de Madrid. Entre su abundante fondo editorial que publicó se
encuentra: “Los pueblos de la provincia de Valladolid”
(1895). En él refleja, con buena fuente investigadora, la historia
de algunos pueblos de la provincia. Una vez en mi poder dicho libro, tengo a
bien compartir con los lectores de este blog su contenido, así como algunos hechos históricos
que desconocíamos de nuestro pueblo.
Transcripción de lo relativo
del libro a San Román de Hornija:
Tocando con la
provincia de Zamora, en un valle árido donde crecen algunos álamos, chopos
y negrillos, se halla dicha villa que dista de Valladolid 52 k. y 934 m., y
tiene 1068 almas.
El rey visigodo
Chindasvinto comenzó a reinar el año 642 y dejó la corona a su hijo Recesvinto
el 649, muriendo el 653. En tierras de su patrimonio y junto a la confluencia
del río Hornija con el Duero, no lejos de Villalar, edificó un monasterio donde
descansasen los huesos de su mujer Reciberga, que murió el 646, y también los
suyos. Afírmase por algunos cronistas que el monasterio, dedicado a San Román,
monje de la orden de San Benito, fue fundado por San Fructuoso, con el favor y
ayuda del rey Chindasvinto.
"El monasterio de
San Román, dice el cronista citado, tiene su asiento a dos leguas distante de
la ciudad de Toro, llamada en la antigüedad Sarabis, cabe un
arroyo pequeño, cuyo nombre es Ornisga, que va a entrar en el Duero, allí
vecino; por eso este monasterio tomó el nombre de Ornisga, y corrompiéndose el
vocablo, le llaman ahora Ornija.
Más adelante añade:
"De la fundación y de que el rey Chindasvinto lo eligió para su sepultura
hay expreso testimonio de San Ildefonso, y es el que describe la fábrica
antigua, diciendo que el rey se enterró dentro de la iglesia en un gran
sepulcro que está cuadrado por todas partes. Hoy se ven gran crucero, con
cuatro brazos iguales, las cuales tienen entre si harta proporción y
representan haber sido una cosa grandiosa. En el crucero se conservan muchas
columnas de diversos géneros de mármoles que se trajeron de partes muy
distantes. El rey Chindasvinto entiendo estuvo enterrado en este crucero; pero
como después se desbarató la forma de esta iglesia, y para ensanchar la capilla
mayor se dio otra traza, pusieron al rey en una capilla pequeña, pero muy
devota, donde se ve una reja de extraña y antigua labor, y unos pilares de
jaspe torneados, que todo muestra ser reliquias de la riqueza y primor que
debió de tener en un tiempo el sepulcro; pero ahora no hay más en aquella
capilla, sino lo dicho y una sepultura de mármol blanco (que no tiene
inscripción al presente) donde está el rey depositado.. Ambrosio de Morales
escribe lib. XII, capitulo XVIII, que en un libro gótico antiguo (que él vio)
del secretario Miguel Ruiz de Azagra, estaban los epitafios del rey y de la
reina llamada Reciberga, su mujer, que falleció muy joven el año 646. El
epitafio, dice otro escritor, que se puso en el sepulcro de esta Reina, se
atribuye en un libro gótico a San Eugenio el Segundo: pudo ser que lo
compusiese el mismo rey, porque su afecto a los libros y estudios es argumento
de que era versado en ellos.
En la primera capilla
del Cristo de la Red, hoy de San Roque, aparece una tumba, y encima la
siguiente inscripción: Si daré pro morte gemmas licuisset et
aurum, Nulla mala poterant Regum dissolvere vitam; Sed quia sors una
cuneta mortalia quassat, Nec pretium redimit reges, nec fletus
egentes. Hinc ego te, conjux, quia vincere fata nequivi, Funere perfunctam
sanctis commendo tuendam. Ufc cum flamma vorax veniet comburere térras,
Coetibus ipsorum mérito soeiata resurgas. Et ñuño cara müú jara Reciberga
valeto Quodque paro feretrum Rex Chindavintus, amato, Annorum breviter restat
edioere summam,Qua tenuit vitara simul et connubia nostra. Foedera conjugii
septern feré duxit in annos, Undecies binis sevum cum raensibus octo.
Pervetustum hoc epitaphium in membrana olim insoriptum, ao in frustula scissum,
lapide polito, amore Patrise ductus, feoit insculpe re Joachim Barbagero.
Aunque Chisdasvinto
murió en Toledo, se mandó enterrar en dicho monasterio al lado de Reciberga, y
los huesos que se descubren en la tumba se reputan de Chindasvinto y de su
mujer.
El monasterio con sus
tierras y habitantes se agregó por Alfonso III el Magno, en el
año 894 al de Tuñón (Asturias). La iglesia conservó mucho tiempo, según
cuentan, su primitiva forma de cruz griega; pero luego sufrió diferentes reformas,
construyéndose por completo á mediados del último siglo, y por cierto que en su
fábrica no dio pruebas de su talento artístico el lego Fr. Juan Ascondo:
Algunos fragmentos, incrustados en la nueva obra, permiten apreciar el carácter
y belleza de la primitiva fundación, como son algunos capiteles y una pila para
el agua bendita. "En el soportal de la antigua casa, dice el Sr. Cuadrado,
en la sacristía, en la columnita que sostiene el pulpito, además de varias
basas, observase magníficos y elegantes capiteles muy semejantes a los
corintios, con diversas series de hojas y acanaladas fibras, en que
todavía no se descubre muy degenerado el arte del Bajo Imperio al paso que en
algunos fustes campean las estrías en espiral tan aceptas a las construcciones
latino-godas.
Dos preciosas y
antiguas urnas del relicario están adornadas con guerreros a caballo, águilas,
leones coronados, liebres, cigüeñas etc. El retablo del altar mayor es
sencillo, admirándose en él un cuadro que representa a San Román, Mártir. Se halla
firmado por Felipe Gil, Año de 1797. Los otros retablos, como
también las esculturas v pinturas, son medianos. En la parte exterior de la
capilla de San Roque he visto dos lápidas con su correspondiente inscripción;
pero su contenido no se puede leer, porque las letras se encuentran muy
gastadas por la injuria del tiempo.
Trasladaré aquí lo que
escribía el Sr. García Somolinos en el año 1849. "Destruido hoy casi en su
totalidad el monasterio, sólo se conserva parte de la iglesia, y en ella, una
pequeña capilla con el sepulcro donde se hallan los restos mortales de los
fundadores. En lo antiguo, y cuando ocupaba el medio de la nave mayor de la
iglesia, ostentaba magnificencia y grandeza: hoy está en la capilla llamada del
Santo Cristo de la Red, sin otro recuerdo que el escudo y urna que representa
la lámina. Unos tableros dados toscamente de blanco, ocultan una gran urna de
alabastro sencilla, que guarda las cenizas de los Reyes; sobre ella se ve un
paño negro, de vara y media de largo y una de ancho: en el centro un escudo con
el fondo blanco, y en él nueve estrellas en tres órdenes; tres azules,
tres blancas, y las tres restantes de uno y otro color, rematando en una
corona al parecer ducal. A los lados del escudo hay dos pequeñas tarjetas
también blancas, con letras pajizas, bastante deslucidas; en la del lado
derecho se lee: Reciberga Regina. Requiescat in pace. Amen;
en la del izquierdo dice lo mismo con sólo la diferencia del nombre
que es del rey Chindasvinto. Sobre el paño negro hay un marco grande de madera
dorado, contiene un tarjetón de pergamino, y en el mal latín que se lee, sin
haberlos alterado en nada, los siguientes versos escritos en letra gótica. En
el mismo marco, en su parte inferior, se lee que fue renovado en 1820 por uno
de los monjes. Nueve años después de la descripción del Sr. García Somolinos,
el Ilmo. Sr. D. Joaquín Barbajero, obispo de León, mandó quitar la
urna, el escudo y las tarjetas, sustituyéndolo todo con una hermosa lápida de
mármol, y en ella la inscripción latina de que ya se dio noticia.
La
mencionada iglesia se levantó en el sitio que estaba el monasterio. Añade el
Sr. Cuadrado: "Una pila del agua bendita parece excavada en la venerable
lápida de la dedicación del templo, la cual, copiada por Morales, dice así: Hic
sunt reliquise numero sanctorum, sancti Romani monacbi, sancti Martini episcopñ
sanctse Marinee virginis, sancti Petri apostoli, sancti Johannis Baptistse,
sancti Aciscli, et aliorum numero sanctorum,,. 'Recuerdos y
bellezas de España, pág. 182. Ed. de 1861.
¿Dónde se
halla el tarjetón de pergamino? Cuando el autor de este libro estuvo en la
villa, 5 de Octubre de 1891, no pudo encontrarlo, y los vecinos del pueblo
ignoraban la reforma que hizo el Sr. Barbajero, hijo preclaro de San Román.
Debo a la amabilidad
del Sr. D. Teodosio Torres, arquitecto provincial, que en el mes de Junio de
1894 visitó la villa, los siguientes datos: "Los antiguos restos
artísticos que pertenecen a la primitiva fábrica del monasterio, aunque
separados completamente de la edificación, son seis capiteles de mármol blanco.
Dos de 0m90 de lado en el cimacio, unidos por sus collares, forman la actual
pila de agua bendita: el de abajo invertido hace de peana, y en el de arriba se
ha vaciado la taza; cuyo vaciado, según cuentan, se llevó a cabo por uno de los
propietarios del monasterio en la época de la desamortización. El capitel
superior es una imitación del corintio de los romanos; la disposición de las
hojas, tallos y volutas es la misma, aunque en el conjunto faltan la armonía,
gracia y movimiento del original: el inferior es de las mismas dimensiones, y
en el adorno del tambor faltan las volutas y tallos de donde arrancan, estando
simétricamente revestido por tres filas de hojas de acanto, que, como las del
primero, son más abultadas que las del modelo, tanto en el picado como en los
nervios y penachos de sus extremos. Las dimensiones de dichos capiteles y lo
selecto del material son prueba evidente de la importancia de la fábrica. Otros
tres capiteles, que vienen a tener próximamente la mitad del tamaño de los dos
primeros, sirven de sostén, con fustes también de mármol a las carreras y
zapatas de un pequeño soportal inmediato a la iglesia. Varía la original
estructura y decoración de ellos, dejando de ser una imitación de los romanos:
sólo uno conserva algún rudimento de las volutas; pero en lugar de estar
formadas con hojas y tallos, son una especie de cables retorcidos. El sexto
capitel es el más pequeño, viniendo a ser, como los primeros, una reproducción
del corintio, y el fuste, destinado a sostener el púlpito, lo adornan
estrías espirales que cambian de dirección a la mitad de su altura: esta forma
de estrías se conservó en la arquitectura cristiana de las monarquías asturiana
y leonesa. Estos restos artísticos y arqueológicos son muy escasos, pues
en Castilla sólo se conservan los capiteles de las iglesias de Santa Leocadia
en Toledo y los de San Juan de Baños en la provincia de Palencia.
El haberse encontrado
únicamente capiteles y fustes de columna indica que la iglesia de San Román
debió construirse conforme al tipo de las basílicas de Roma, que a su vez
fueron imitación de los templos paganos. Como es sabido, estas construcciones
constan de tres naves paralelas, sin crucero, sostenidas por arcadas sobre
columnas, las cuales, con los capiteles correspondientes, constituyen la única
decoración y el miembro más importante. Los mencionados primeros capiteles, con
algunos que se han perdido, debieron emplearse en la edificación de una iglesia
latina, no teniendo por tanto la forma de cruz griega, según opinan reputados
escritores, entre otros, el doctor Morales, el cual ya describió un templo
diferente al primitivo. Cuéntase también que este monasterio sobrevivió a la
invasión sarracena; pero no existe en España una sola fábrica de los godos,
incluso la iglesia de San Juan de Baños, ya mencionada, única que pudiera
ofrecer alguna duda.
Por mi parte diré que
en el cementerio he visto la llamada capilla, la cual no es otra cosa sino una
habitación grande y construida hace poco tiempo: en ella se encuentra un
antiguo retablo. Aunque se halla deteriorado e incompleto, las 14 tablas del
frente y las dos de cada uno de los lados, merecían ocupar puesto preferente en
la iglesia del pueblo.
En el archivo de la
pobre casa consistorial solamente se conserva una escritura del año 1587,
habiendo desaparecido todos los documentos antiguos del pueblo de San Román,
edificado bajo el amparo y protección del monasterio, se sabe muy poco. Durante
el reinado de Alfonso X el Justiciero, pertenecía al conde
Álvaro Núñez. "Et porque este conde Alvar Núñez había alcanzado muy gran
tesoro de los tiempos que hubo de ver la hacienda del Rey, y lo tenía todo
ayuntado en el castillo de Oterdefumos, y en el lugar de San Román que era suyo
del Conde, el Rey fue a Oterdefumos, y envió a San Román, y fallaron que tenía
grandes cuantías de oro y de plata y de dinero y se lo trajeron todo al rey. Y
en cuanto el Rey estaba en Oterdefumos mandole que le trajesen y el Conde Alvar
Núnez fue condenado a muerte,, ocurrió este hecho en el año 1327, y todos los
bienes del conde Álvaro Núñez pasaron a ser realengos. En el año 1354 se
hallaban en San Román, preparándose a la lucha con Pedro I el Cruel, los
infantes D. Fernando y D. Juan de Aragón; y en la iglesia del pueblo se
encontraba depositado el cadáver de D. Juan Alonso de Alburquerque.
Durante la guerra de
sucesión, los Reyes Católicos, cuando pusieron formal bloqueo a Toro, en la
famosa batalla del mismo nombre, entre partidarios de Isabel la "Católica" y
Juana "La Beltraneja", mandaron que se situase en San Román el
capitán Pedro de Velasco con alguna fuerza.
Por último, una
partida absolutista que se levantó en la villa el 20 de Noviembre de 1848,
fue deshecha al poco tiempo.
Carece de importancia
un molino de harinas que hay en el pueblo.