El pesimismo es
una actitud o enfoque mental que tiende a aparecer en los aspectos negativos de
la vida, esperando lo peor en cada situación y teniendo una visión generalmente
desfavorable del futuro. Las personas pesimistas suelen tener una perspectiva
sombría y creen que las cosas tienden a salir mal, que no hay esperanza de
mejora y que los problemas son insuperables. El pesimismo puede surgir de
diversas fuentes, como experiencias negativas pasadas, creencias arraigadas,
tendencias cognitivas negativas o influencias ambientales negativas. Algunas
personas pueden adoptar una mentalidad pesimista como una forma de protección o
autodefensa, para evitar decepciones o dolores futuros.
La incertidumbre, la vulnerabilidad y el dolor, durante los años de
pandemia, no cabe la menor duda que nos dejaron marcados. Esa
amenaza para nuestras vidas, esa impotencia ante la gravedad palpable de los
primeros meses, los cuales fueron los más duros, entonces, en aquellos
momentos dejamos relegados los problemas cotidianos que la sociedad vivía como
podían ser el paro, la economía, o el cambio climático, por poner un ejemplo, y
dimos paso a algo que a su vez nació con mucha virulencia, algo muy contagioso
que se instaló en muchos de nosotros y que se resiste a desaparecer, me
refiero al pesimismo.
No caigamos en el pesimismo, pero en especial las personas mayores.
Nuestros padres y abuelos tenían razones más que sobradas para desmoralizarse,
y sin embargo aguantaron estoicamente los tremendos embistes que la vida les
regaló. Me imagino a aquél jornalero que iba a buscar un jornal para
el sustento de la familia y pasaban días y días sin que nadie le contratara, y
sin embargo, tal vez en su casa se le oyera desde la calle cantar algún
fandango, aunque fuese un martinete, del que cuentan los entendidos en cante
que es uno de los palos más tristes. En condiciones como aquellas, la ansiedad,
la depresión, y el estrés todavía no estaba inventados.
Sin embargo, el
pesimismo tiene muchos efectos negativos. Nos puede llevar a sentimientos de
desesperanza, ansiedad y depresión, y puede dificultar el disfrute de la vida y
la búsqueda de soluciones a los problemas. Además, el enfoque negativo puede
afectar las relaciones personales y la capacidad de superar los desafíos o
retos.
Es importante
destacar que el pesimismo no es una forma fija de ser. Las personas pueden
aprender a adoptar una mentalidad más optimista a través de cambios en sus
pensamientos y perspectivas
En última
instancia, el pesimismo y el optimismo son formas de interpretar y afrontar la
vida. Si bien es natural tener momentos pesimistas en ciertas situaciones, es
importante mantener un equilibrio y buscar una visión más equilibrada y
constructiva de la realidad. Esto no implica negar los desafíos y obstáculos,
sino buscar soluciones y mantener la esperanza en un futuro mejor.
Tengamos esperanza y no seamos pesimistas. Practiquemos un hobby, seamos
más comunicativos relacionándonos más de lo que habitualmente lo hacemos. Esa
cervecita con los amigos, o ese café en animada charla siempre será un estímulo
para ese decadente estado de ánimo. No busquemos penas, que esas vienen solas. Me despido hasta septiembre, con los mejores deseos de unas felices fiestas de Nuestra Señora y de San Roque para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario