viernes, 15 de octubre de 2021

El analfabetismo en España

 

El analfabetismo virtual

 

Hice las prácticas del servicio militar por IPS el año 1967, en aquella época la mili era obligatoria. en un destacamento cuartel situado en Tarifa (Cádiz) en lo que se llamaba "La Isla de las Palomas", aunque fue isla en su tiempo ya se había hecho un largo puente que la unía a Tarifa. Dada mi profesión me asignaron organizar las aulas de alfabetización, que desde hacía tiempo que no funcionaban por la falta de entendimiento entre el coronel jefe de dicho destacamento y el capellán que las organizaba. Surgieron de entre las distintas compañías muchos analfabetos, casi siempre procedentes de cortijos muy abundantes en dicha región militar. lo que motivo que los distribuyéramos en 3 aulas, según el nivel de cada uno. Regentábamos tales aulas dos maestros que hacían la mili normal y yo que hacía los 4 meses de prácticas, como antes he dicho, de lo que se llamaba entonces "Milicias Universitarias". Nuestra misión era enseñar a leer y escribir a esos grupo de soldados que no leían ni escribían o tenían dificultades para hacerlo. La mili les sirvió para introducirse en un mundo que por circunstancias sociales, económicas o laborales les había sido vetado. Un muro que les privaba no solo del acceso a la cultura, sino que les limitaba la capacidad de comunicación. El analfabetismo es una inhumana mutilación de las personas. 

Cierto día, al terminar la clase, observo a uno de mis alumnos quedarse en actitud de remolón con el objetivo de querer decirme algo a solas. Dirigiéndose a mí me pide, por favor, que si podía escribirle una carta a su esposa porque él tenía serias dificultades para expresar lo que quería decirle.  Por supuesto que sí, le dije, una o las que hagan falta, pero antes de licenciarte tienes que ser tú quien las escriba. Me sentí halagado por la confianza que mostraba hacia mí en un tema tan personal, pero al mismo tiempo sentí una gran pena y rabia por el hecho de que situaciones así pudieran suceder aún en aquel año mil novecientos sesenta y siete. Él me exponía sus sentimientos y deseos y yo les daba forma en aquellas cartas. Percibí en sus ojos esa humillación y vergüenza que le supuso tomar esta decisión que yo traté de solventar con la máxima discreción y el mayor respeto. Detrás de esa carta le escribí algunas más. Él fue perdiendo la vergüenza y consiguió, todo satisfecho, escribir al final, a mi lado, una sencilla carta a su esposa.  

Ateniéndonos a los últimos datos publicados por la UNESCO España tiene en la actualidad una tasa de alfabetización del 98,44%. Su tasa de alfabetización masculina es del 98,93%, superior a la femenina que es del 97,97%. Mirando el ranking de tasa de alfabetización vemos que España está en el lugar 38 del mundo respecto a esa tasa de alfabetización.  

En España hay 669.400 personas analfabetas funcionales de más de 16 años, es decir, el 1,7 por ciento de la población, y de ellos, sólo 12.800 están cursando algún tipo de estudio que les permitirá dejar de serlo.  

Se considera que una persona es "analfabeta funcional" cuando no puede leer y escribir frases simples sobre su vida cotidiana, según refiere el Instituto Nacional de Estadística (INE). Es decir, que es incapaz de utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida y 23.400 jóvenes españoles de entre 16 y 29 años no pueden hacerlo porque son analfabetos.  

Las personas analfabetas no saben leer ni escribir, mientras que los analfabetos funcionales, que son los que contabiliza en España el INE, lo pueden hacer hasta un cierto punto; es decir de manera poco eficiente.  

Según aumenta la edad así aumenta el número de analfabetos y así las personas limitadas por su analfabetismo de entre 30 y 49 años son 94.200. De los que tienen entre 50 y 70, hay 139.300 que son analfabetos funcionales y la cifra asciende a 399.600 entre los mayores de 70 años.  

Es decir, que en España, en los tiempos actuales, casi 700.000 personas no tiene capacidad de resolver de una manera adecuada situaciones de su vida cotidiana como rellenar una solicitud para un puesto de trabajo, entender un contrato o leer el periódico.  

Yo, he conocido a gente mayor que firmaba con huella digital sobre el papel y no por hidalguía, como tenían a gala los señores en la Edad Media.  Otros solo aprendieron a hacer un garabato de su firma y cada vez que tenían que hacerlo les suponía una tortura con sudores de tinta.

En los años cincuenta más del catorce por ciento de la población era analfabeta en España, superando casi en la mitad el número de mujeres al de hombres. Con las campañas de alfabetización de los años 1963 a 1970 descendió al nueve por ciento. Por diversas causas todavía hay cerca de setecientos mil analfabetos funcionales en nuestro país, que es una noción más amplia que la de saber firmar o leer mecánicamente. El concepto de analfabetismo es difícil de precisar y ha variado con el transcurso de los años. Para la UNESCO son analfabetos además de los que no saben leer y escribir, los que no comprenden un texto sencillo ni consiguen exponer de forma elemental hechos de su vida cotidiana

 

Probablemente esta precisión conceptual se ampliará. La evolución vertiginosa de los medios técnicos y la informática así lo exigen. Este tiempo de ordenadores, de teléfonos móviles, de tabletas, de redes sociales ha dejado en fuera de juego a muchos ciudadanos, sobre todo de edades medias y avanzadas. No vale decir que esas son cosas de la juventud cuando a través de ellos podemos acceder a innumerables fuentes de información: pedir cita médica, rellenar formularios, solicitar plazas del IMSERSO, certificados de vida laboral, hacer la declaración de la renta, chatear con amigos y familiares, consultar estado de cuentas bancarias, hacer transferencias, etc. Si no queremos engrosar el número de analfabetos digitales en las próximas estadísticas tendremos que familiarizarnos con esas nuevas tecnologías de ratón y teclado.

viernes, 10 de septiembre de 2021

50 años de vida de la panadería “JOGARI”



Medio siglo horneando


Moises y Elena horneando
Moises y Elena horneando


Allá por 1981 un matrimonio emprendedor de San Román de Hornija: Joselino y Matilde deciden abrir una panadería, así como la elaboración de dulces típicos de su pueblo: mantecadas, bollos y pastas. Arduo proyecto ya que desconocían los pormenores del horno, aunque pronto fueron asimilando dicha labor artesanal y mejorando día a día su proyecto de panadería JOGARI, nombre comercial formado por las dos primeras letras del nombre y los dos apellidos del fundador: JOselino-GArcía-RIco.

Los creadores de esta empresa familiar de panadería ya fallecieron, pero en la actualidad su hijo Moisés y su esposa Elena continúan manteniendo viva la llama de esa antorcha que se encendió en 1981. Siendo acreedores, con merecimiento, del evento por cumplir el presente verano 50 años de historia, medio siglo ¡casi nada!.

Es mucha la proyección comercial que Moisés y Elena han dado a la antigua panadería JOGARI, aparte del pan y los tres típicos dulces “sanromaniegos” que en un principio horneaba su fundador, hoy, elaboran variedad de productos de pastelería: brazo gitano, pasteles, tartas, empanadas, hojaldre, palmeras, cocadas, pelusas etc.  Además su comercialización la realizan a nivel de toda la comarca.

   Como consecuencia de esta onomástica el Ayuntamiento les ha concedido una merecida placa conmemorativa de los 50 años de existencia, así como un agradecimiento del pueblo de San Román, ya que gracias a su trabajo y esfuerzo comemos los "sanromaniegos" pan reciente y de buena calidad, muy lejos del pan que producen las grandes superficies alimentarias horneando masa congelada.

    Hoy, JOGARI continúa luchando por aquello en lo que cree, con la misma pasión como requieren la calidad de sus productos. Después de medio siglo de innovación y compromiso, siempre persiguiendo un reto: la mejora de la calidad de vida alimentaria y saludable de los “sanromaniegos”. Esta empresa familiar, a través de estos 50 años de vida, ha sabido adaptarse a un mundo en permanente transformación y a una clientela cada vez más informada y exigente.

     JOGARI  forma parte de la historia gastronómica de nuestro pueblo y con sus 50 años de vida  es un referente para muchos “sanromaniegos”

Desde este blog, siempre atento a lo que ocurre en nuestro pueblo, nos hacemos eco de esta onomástica felicitando a los actuales propietarios y deseándoles que sigan con ese esfuerzo e ilusión que les caracteriza, para conseguir, día a día, ese espíritu de superación.  


domingo, 15 de agosto de 2021

Aquel estanco de mi pueblo.

 

 Del tabaco picado a los cigarros hechos

 

    La primera vez que me mandó mi padre al estanco fue para comprar un cuarterón de tabaco y un librito de Zig-Zag. Creo que hice ese recado satisfecho, en primer lugar por novedoso y también porque contribuía con ello indirectamente a algo que, en aquella época, era propio su consumo en los hombres, y esta última actitud, aunque un poco machista, no sé porqué, me identificaba con ser un hombre adulto y sentirme ya mayor. ¡Cómo han cambiado las formas a través de los tiempos! Hoy, según estadísticas, el consumo en mujeres ha aumentado considerablemente.

Otro día, con eso de que se decía que los niños éramos un “quitaperezas”, me mandaron otro recado y al mismo lugar a comprar un timbre móvil. Pregunté a mis padres que para qué servía eso, si era otra marca de tabaco. Ya lo verás cuando te lo den. Yo, en principio, también lo asociaba con algún accesorio de bicicleta, pero me dieron un sello sin Franco. Mi padre lo pegó en un papel, mojado previamente por su lengua. Ni sonó ni se movió. Más tarde me enteré que era para dar autenticidad a cualquier documento de entonces.

Había en San Román una única expendeduría de tabacos y timbres de modo oficial. La regentaba un Sr. viudo que se llamaba Dionisio “el estanquero”, ubicada muy cerca de la plaza, en una calle que partía de ésta y se llamaba calle Plaza. Cuando llamabas a la puerta acudía a despacharte a un mostrador de madera situado a la izquierda de un gran portal.

Cuando terminó la guerra civil la concesión de estos establecimientos se realizaba para “amparar a los que habían luchado en los campos de batalla o sufrido más directamente las consecuencias de la guerra. Del bando triunfador, se entiende. Tenían derecho preferente a regentarlas las viudas y huérfanas solteras.  Las transmisiones hasta el año 2005 se hacían solo entre los familiares de tercer grado de parentesco, como máximo. Algunos beneficiarios los arrendaban a terceras personas, aunque esa modalidad no estaba recogida en la ley.

En la posguerra el consumo de tabaco era sometido también al racionamiento. Tenían los fumadores derecho, mediante cupones, a un número limitado de tabaco de picadura. A tal racionamiento no tenían derecho las mujeres, se suponía una actividad mal vista en el sexo femenino. No puedo imaginarme, si alguna mujer hubiera tenido tal vicio, en aquella época, las peripecias que pasaría para su adquisición y consumo, la sociedad la consideraría un ser varonil y deplorable.

El gran fumador que necesitaba más picadura que la ley le permitía en dicho racionamiento, empleaba ciertas mañas o estratagemas, para ello hacía inscribir en tal racionamiento al cuñado, hermano, primo o vecino que no fumaban y así su abastecimiento era compatible con su consumo. Hay que hacer notar que el tabaco de aquella época era más natural que el actual. El tabaco de hoy busca un buen aroma, así como buena combustión a base aditivos y otros componentes como la nicotina y alquitrán; está demostrado que todos ellos son elementos cancerígenos.

A la caída de la tarde cruzaban la plaza en dirección al estanco los hombres que regresaban del campo. Iban en busca del sustento en tabaco para la jornada siguiente. Algunos se presentaban con la ropa de faena, barba incipiente y una larga faja negra o blanca liada alrededor de la cintura. Les servía de abrigo y protección para tantas inclinaciones a la tierra y para mitigar el peso de las cargas y el empuje de los brazos sobre la mancera. Cubrían sus cabezas con sombreros de paja o gorras negras, según la estación. Los colores de sus vestimentas eran oscuros, como mucho grises o marrones, es lo que añadía años a su apariencia de edad. Aquellos hombres, podrían tener cincuenta o sesenta años, a mí, como observador infantil, me parecían ancianos. Compraban tabaco picado y libritos de envolver, algún mechero de mecha o de martillo y piedras para la chispa en forma de pequeños cilindros.

En la actualidad, se compra tabaco ya hecho en cigarrillos y es poca la gente que compra el tabaco en los estancos, casi siempre lo compran en los bares o en las máquinas automáticas situadas en los anteriores con un pequeño incremento sobre su valor oficial. Observamos un consumo mayor entre el género femenino, tal vez sea como consecuencia de una forma de liberarse la mujer en estos tiempos de igualdad de género.

Los cigarrillos y el tabaco sin humo matan a cientos de miles de personas cada año. La nicotina y otras sustancias químicas nocivas causan muchas enfermedades, como problemas cardíacos y algunos tipos de cáncer. Si fumas, te dañas los pulmones y el corazón cada vez que enciendes un cigarrillo. También puede dificultar el flujo de la sangre por el cuerpo; por eso los fumadores a veces se sienten cansados y de mal humor. Cuanto más tiempo fumes, peor será el daño. Fumar es una de las peores cosas que puedes hacerle a tu cuerpo. Sin embargo, todos los días, aproximadamente 3200 niños y adolescentes comienzan a fumar

El 19,8 % de la población española mayor de 15 años ha admitido que consume tabaco a diario. Con ello, desde 2009 es la primera vez que desciende el consumo en un 20 %.  Estos datos aparecen en la Encuesta Europea de Salud en España (EESE) correspondiente a 2020, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La muestra de la encuesta sobre consumo de tabaco se realizó durante 22.000 personas durante un año, desde julio de 2019 hasta julio de 2020. En ese lapso de tiempo se produjo el confinamiento.




domingo, 11 de julio de 2021

Vivencias tristes y alegres de los vecinos de la calle Alhucemas de San Román.

 

Sentimientos opuestos


Los vecinos de la calle Alhucemas de San Román de Hornija vivimos, hace pocos días, escenas de dolor y tristeza por el fallecimiento de Mari Pili, hija de nuestro vecino Justo. La muerte de Mari Pili nos conmovió, así como al resto del pueblo, en primer lugar por su juventud, así como, por no poder llevar a cabo sus proyectos de sacar adelante esa familia que tanto la necesitaba. Desde aquí queremos manifestar nuestro sentimiento de dolor por tal pérdida, así como unirnos en el sentimiento con Justo y familia.

   Por otro lado, en estos días, nuestra calle se alegra de otro hecho antagónico al anterior: nuestro vecino Remigio Celemín cumplió 100 años el pasado jueves día 8. Lo bueno del ser humano es saber conjugar los sentimientos tristes y los alegres que nos depara esta vida. Remigio, aprovechamos desde aquí para felicitarle.

  Remigio me manifiesta que carece de dolor alguno y disfruta de una inmejorable salud física y mental. No todo el mundo llega a esa longevidad centenaria poseyendo esa memoria tan privilegiada. Siempre que yo he querido revivir un hecho remoto sobre nuestro pueblo, que permanecía oscuro y olvidado para otros mayores del pueblo, he acudido a Remigio que con toda fidelidad y detalle me rememora el pasado de su época.

Esa memoria de Remigio también ha quedado manifiesta como aficionado al tute, llevaba la cuenta de todos los tantos y jugadas que proyectaba el juego. Así mismo, me cuenta sus grandes aptitudes como actor. En aquella época de su juventud, San Román poseía un movimiento cultural de amigos y aficionados al teatro. Representaban comedias de grandes dramaturgos españoles en las que él intervenía. Aun recuerda algún diálogo de alguna obra que representó.

También hacemos extensiva esta felicitación a su hija Pilarín, que con cariño y comprensión vela por Remigio estos últimos años. Tal vez, Tina, tu difunta madre, te agradecerá desde el cielo este buen comportamiento con tu padre. 

          

Celebrándolo con su hija y nieta



Anécdota sobre nuestra calle:

Un día me contaba Luis Lobo, vecino que falleció en 1992, poeta y gran humorista, una anécdota a modo de chascarrillo en la que reflejaba a todos los vecinos de la Calle Alhucemas de esta manera. En su recuerdo tengo el placer de constatar:

Alfio y Luis Lobo quieren presentar ante el ayuntamiento un proyecto de mejora de la Calle Alhucemas, pero antes se lo presentan al resto de vecinos que dan su consentimiento así:

¡Vale!

¡Justo!

¡Y si entramos en litigió acudiremos a Remigio!


domingo, 20 de junio de 2021

Las campanas de mi pueblo

 

El tañer de las campanas


Hace pocos días estuve en mi pueblo, no pude escuchar el repique de las campanas, quizá se quedaron roncas de tanto encordar a nacidos del pueblo y fallecidos en otros lugares por la pandemia que venimos sufriendo. Creo que el pueblo y la persona que las toca hace un gran homenaje y recuerdo a todos aquellos que, por distintas circunstancias, no pudieron morir en el lugar que vieron su primera luz.

He oído el tañer de muchas campanas en muchos de los lugares por los que he pasado a lo largo de mi vida, pero las de mi pueblo suenan de forma muy diferente y más entrañables que todas las demás. Es un sonido que desde pequeño te acostumbras a él y te familiarizas llevándolo dentro de ti como algo tuyo.

     Los distintos toques de las campanas son un código o lenguaje para comunicarnos algo entre los ciudadanos. Así había distintos toques según la ocasión.

Para Ir a misa. Se conocen como señales y se dan tres, la primera media hora antes del inicio de la celebración religiosa, la segunda un cuarto de hora antes y la tercera un minuto antes.

     Repicar. Es un toque armónico y continuado que suena constante durante el desarrollo de una procesión, o el primer toque de la misa de un día festivo. También repicaban en las bodas.

Toque de muerto. Anuncia el fallecimiento de una persona. Dos campanas doblan de forma pausada e intercalando sonidos graves y menos graves.  También se tocaban en funerales.

Toque de arrebato o de fuego. Constante y alocado, las campanas suenan rápidas y anuncian una emergencia que solicita la colaboración de los vecinos. Las he oído repiquetear muy deprisa, y angustiadas en el silencio de la noche tocando a asamblea cuando se producía algún incendio. Entonces la gente corría hasta la plaza para informarse, e inmediatamente acudían a la casa que estaba ardiendo con cubos formando una cadena humana desde el pilón o la fuente más próxima.

Toque del fallecimiento de un bebe. En nuestro pueblo se anunciaba con el tañido que producía una campana pequeña que llamábamos “Pascualeja” que emitía un sonido un poco más agudo. En aquellos tiempos rara era la semana que no falleciese algún niño/a. La pediatría no estaba tan adelantada como en la actualidad y los más débiles fallecían al nacer.

Campanas las de nuestro pueblo que saben llorar cuando lloramos, acompañándonos en nuestro dolor, con sonidos lentos y tristes que invitan al sollozo cuando algún ser querido se nos va. Desde la altura de la torre derraman su eco lastimero que el viento hace llevar y mecer hasta los más recónditos rincones de nuestro pueblo ¿Por cuántos habrán doblado o encordado?

Pero lo mejor de nuestras campanas es su sonido alegre y cantarín en las fiestas y celebraciones. Su repiqueteo jubiloso y envolvente vuela raudo entre el aleteo de palomas que huyen despavoridas por el incesante golpear del badajo sobre el bronce, invitándonos con su repique a ser partícipes no sólo de los actos religiosos, sino también de aquellos de divertimento y regocijo como son las fiestas patronales de agosto, “Nuestra Señora. y San Roque”, que los sanromaniegos hacemos gala de saber divertirnos, haciendo partícipes de ello a los  forasteros que nos visitan ya que ese compartir nuestras fiestas forma parte de nuestra idiosincrasia.

Hoy, ya no hay campaneros de badajo, la tecnología también ha llegado a las campanas y ese tañer cotidiano se realiza actualmente de forma electrónica, aunque su toque con sus distintos formatos sigue marcando la vida de nuestro pueblo, avisando con su tañido todos los sentimientos que la vida nos depara.



La torre y sus campanas


jueves, 20 de mayo de 2021

EL Cocido

 

Gastronomía tradicional

 

      ¡Como no recordar el “cocido”!, comida típica del mundo rural en el pasado siglo. Creo que los que nos tocó vivir aquella época no nos podemos olvidar de aquel recurrido y monótono menú del cocido. 

El cocido era el menú principal de las comidas en los pueblos en aquella época, que aprovechaba los recursos que nuestras familias tenían a su alcance. Hay que hacer notar que el mundo rural carecía de los medios de congelación que hoy existen, ni siquiera las tiendas lo tenían, es por lo que había que aprovechar la conservación de los alimentos en salazón, en aceite, o  en tripa con pimentón para embutidos; es decir conservábamos, para todo el año, la primera fuente de alimentación que generaba la matanza del cerdo.

El componente principal del cocido era el garbanzo, legumbre que se sembraba para el consumo familiar. Se trillaba en la era y se aventaba con bieldos. Recuerdo que en cada era se dejaba un rincón de está para él, lejos de la trilla y parva de los demás cereales. La finalidad era protegerle a que fuera pienso de las mulas, muy apreciado por ellas; para ello se alambraba dicha zona impidiendo el acceso de aquellas. La forma de aventarle era en forma artesanal, parece ser que las aventadoras no eran muy propicias para separar su paja, generalmente más dura y gruesa que la de los cereales. Se aprovechaba un día de considerable viento y las mujeres participaban activamente en una segunda limpieza con cribas, para ello volcaban de las cribas lentamente los garbanzos desde la altura que sus brazos permitían, y con la ayuda del aíre separaban de éstos las últimas pajas.  

     Un cocido completo era muy nutritivo y dependía su composición del nivel económico de sus comensales, ya que a los garbanzos se les podía acompañar de chorizo, tocino, espinazo, morcillas y alguna que otra carne fresca como de gallina, oveja y algo de berza, si era su tiempo. En San Román, nuestro pueblo, desconocemos las razones del porqué no se hacían morcillas, tan apreciadas en otros lugares.

El primer plato consistía en una sopa del caldo generado por la cocción de todos sus componentes; en un principio ese caldo se mezclaba con pan migado, más tarde apareció la pasta del fideo que sustituyo al anterior por ser más apetitoso. El segundo plato eran los garbanzos, que en algunas zonas se acompañaban con berza u otras verduras. El tercer plato, y último, lo formaban los productos del cerdo antes mencionados, así como carne fresca de gallina o de oveja. ¡Ah! Se me olvidaba el relleno, a veces sustitutorio de la carne, que a veces escaseaba. En nuestro pueblo era de forma ovalada, en otros lugares tenía forma de bola. Su elaboración llevaba los siguientes componentes: huevos, ajo, aceite, pan rallado o pan duro.        

Esa continuidad diaria del cocido se nos hacía aborrecible. Ahora el día que toca cocido lo celebramos, degustando sus sabrosos platos con gula manifiesta, a pesar de que el actual cocido es realizado en ollas a presión o ultrarrápidas, no siendo comparable su sabor a aquel que se hacía en pucheros de barro y a fuego lento.

       Tres platos que son un goce para los sentidos. La sopa, que ya por sí sola reanima a los desfallecidos, los garbanzos con su dotación de proteínas, vitaminas, minerales y fibras. Y el final de fiesta con chorizo, carne y tocino, de ese que con un leve toque de cuchara se estremecía. 

En España encontramos, según regiones, distintos tipos de cocido: madrileño, maragato,  lebaniego (de Cantabria), castellano, extremeño, puchero andaluz, puchero canario, puchero valenciano, escudella catalana y el bullit mallorquín. Todos ellos solamente varían en cuanto a alguno de sus componentes, que siempre están en función de lo que produce su entorno. Quizá el más original y curioso sea el de la Maragatería leonesa ya que se sirve en sentido inverso, comienza por las carnes y termina con los fideos.  

El cocido es uno de los guisos más tradicionales de nuestra gastronomía. Consiste en cocer en una olla ingredientes como legumbres, verduras, carnes y embutidos, elaborando un plato muy nutritivo e ideal para entrar en calor. Es calórico, no vamos a engañarnos, pero entre sus virtudes está que con sólo una cucharada podemos trasladarnos a esos días de infancia con la familia reunida alrededor de la mesa. Cuando nuestra madre o abuela ponía al fuego su cocido, el frío del invierno se llevaba con más alegría.

.      Si nos remontamos en el tiempo hasta tiempos históricos, podríamos considerar que el primer cocido se preparó ya en la prehistoria, pues una vez que el hombre dominó el fuego decidió cocer carnes y frutos en una olla con agua para hacerlos más comestibles.


Cocido Castellano


       

martes, 20 de abril de 2021

Los buenos y los malignos

 

La distorsión de la realidad

 

    Hagamos una primera definición de "malo", malo: es quien consciente y voluntariamente realiza el mal. Y el mal es, ante todo, causar dolor y sufrimiento a los demás. Como casi todo, el mal tiene grados, causar un pequeño mal no es lo mismo que arruinar la vida a alguien. Ser malo de vez en cuando no es lo mismo que ser un malvado redomado.

Desde niños nos han dividido el mundo en dos partes antagónicas, en buenos y malos. No hay términos medios. Rojos o azules, blancos o negros.

Espartaco fue un insurrecto para los romanos y un líder grandioso para los esclavos, igualmente Viriato que fue un insurrecto para los romanos y un héroe para los lusitanos. 

Los nazis alemanes consideraban terroristas a quienes los combatían desde la resistencia en los países invadidos. Eran héroes, sin embargo, para sus compatriotas.

Las guerras de la antigua Yugoslavia alumbraron líderes en cada uno de los bandos contendientes que eran aclamados por sus partidarios y recriminados por los contrarios. 

En las películas del oeste nos presentan a los vaqueros y pioneros como los valientes y virtuosos y a los indios como salvajes a los que hay que someter. 

Los historiadores partidistas mojan la pluma en el tintero de sus conveniencias, ponen voz a las crueldades ajenas y justifican las propias. Laurel y sordina para los camaradas y condenas para los adversarios.

Los versos de Campoamor que fían la verdad al color del cristal con que se mire tienen parentesco con el moderno concepto de “posverdad”: distorsión deliberada de la realidad, acomodándola a las emociones y a las opiniones personales y alejándolas de la objetividad. La interpretación de los hechos es maleable y se acomoda a lo que deseamos o esperamos que suceda.

Sin embargo, hay un derecho universal fundamentado en la naturaleza humana que reprueba los abusos y diferencia entre el bien del mal. Sirva como ejemplo: un país gobernado por un tirano alzado al poder por un golpe de estado, las críticas o recomendaciones del resto de países en democracia son meras impertinencias para ese dictador ungido y alabado por fanáticos que se atribuyen el papel de salvar a sus conciudadanos sin que nadie se lo haya pedido.

Viene también todo esa bondad o maldad a esas actitudes de los políticos y ciudadanos votantes de la España actual: o tienes empatía hacia ese partido o de lo contrario eres un ciudadano cargado de maldad. Bien es verdad que el circo político español actual está sufriendo una intromisión de partidos extremistas que han desequilibrado, un poco, el escenario político de años atrás. Nos afianzamos en que nuestros pensamientos políticos son los acertados rechazando todo lo que está fuera de nuestras ideas y pensamientos, no respetando otras maneras de pensar que, no solo no compartimos, incluso somos capaces de generar odio hacia esos contrarios que no piensan como nosotros. Es testimonio de ello el circo mediático de nuestros políticos en el Congreso de los Diputados, creyendo que con insultos y falta de respeto hacia el partido contrario son mejores políticos. El buen político siempre se ha caracterizado por una buena oratoria para persuadir y convencer a los demás en la consecución de un fin, pero con respeto, sin insultos y palabras soeces muy propias de gañanes. Esas formas de crispación del comportamiento de los actuales políticos trasciende al pueblo que genera ira y odio al partido contrario al que han votado. En una palabra, llevan la democracia, que creíamos haber alcanzado, por malos derroteros. Otra de las causas de este desconcierto podía ser el mal uso de las actuales redes sociales. "Facebook" ha sido denunciado por "Reporteros sin Fronteras" en Francia por permitir la difusión de desinformación y odio, algo similar se observa en nuestro país. Atravesamos una era de desencanto con las redes sociales, creíamos nacidas como otra libertad de expresión y con frecuencia son transmisoras de bulos con el fin de desacreditar a personas o instituciones. Es necesario contrastar toda noticia que nos llegue por estas redes y así evitamos ser partícipes de esa farsa. Opino que a los españoles aún nos falta un auténtico rodaje político.

sábado, 20 de marzo de 2021

Adinerados e Indigentes

 

Vivir con dignidad



Adinerados e Indigentes

 La foto de cabecera de este escrito es tan conmovedora y expresiva que desvela quién es la persona que está sin ningún recurso y en la clase social más baja de la sociedad, y quienes ya han conseguido escalar las siguientes necesidades como: la de seguridad y protección, la de reconocimiento y estima, y tal vez la última la de autorrealización.

Ahí está el pobre hombre de la foto corriendo al paso de la calesa mendigando con su gorra una limosna, de seguro para comida, mientras que los ocupantes del coche de caballos parecen ignorarlo. Es despreciable el ver como estos “caballeros” parecen absortos y sordos a la súplica del desgraciado. Puede que esta foto esté realizada en el siglo pasado, cuando una parte de la población estaba estacionada en la clase social más baja y cuyo objetivo era poder llenar día a día su estómago. Hoy, aunque debo de admitir que quedan algunos de estos últimos, la mayor parte de nuestra sociedad, aquí en nuestro país, estábamos situados dentro de lo que llamamos familias medias, porque teniendo segura la alimentación, el ser humano busca el siguiente peldaño que es el de la seguridad; la seguridad a un empleo, la de un hogar, además de la de tener recursos disponibles para afrontar cualquier contingencia. El ser humano lucha para mejorar su escalón social. La satisfacción de una necesidad crea otra, las personas van satisfaciendo necesidades, en cuanto logran un escalón o rango social quieren superar éste. Por poner un ejemplo, aquellos que viven en un barrio humilde cambian de inmediato, si su economía se lo permite, a urbanizaciones más lujosas queriendo con ello ganar el reconocimiento, la confianza, y el respeto de los que los rodean. Somos así por naturaleza. 


Las colas del hambre por la pandemia"  

Los tiempos están cambiado para una parte de la sociedad española como consecuencia de la “pandemia”. Se están cerrando empresas y como consecuencia se genera más paro que trae consigo la carestía de aquello imprescindible para todo ser humano que es el comer. Así contemplamos en nuestras ciudades largas colas “llamadas del hambre”, formadas por seres humanos carentes de lo más imprescindible para sobrevivir. Estas ayudas las aportan otros ciudadanos anónimos pero ricos en corazón, siendo canalizadas por organismos como (Cáritas, Banco de alimentos, Cruz Roja, Mensajeros de la Paz etc). 

Como paradójico a lo anterior, observamos también que vivimos en un mundo globalizado, con las últimas tecnologías puestas al alcance del hombre, en las que un puñado de ricos manejan la economía del planeta. No llegan a treinta las personas que poseen el 50% de toda la riqueza del mundo. Son los multimillonarios, los que luchan entre ellos por aparecer ocupando un puesto cada vez más relevante en la revista “Forbes”. Para mí, estos son seres ambiciosos, porque yo a quienes admiro son los ricos solidarios y de buen corazón, esos que van ayudando a cuantas personas necesitadas encuentran en su camino. 

El papa Francisco muchas veces ha manifestado que hay que luchar contra la exclusión social propugnando “una mejor distribución de la riqueza y la creación de fuentes de empleo”. Así manifestó llamando a los participantes en el Foro de Davos, en Suiza, a asumir la ‘responsabilidad’ ante la pobreza y las desigualdades crecientes en el mundo: 

“Es un imperativo moral, una responsabilidad que nos concierne a todos, de crear las condiciones apropiadas para que todos vivan de manera digna”, escribe el papa argentino en un mensaje leído en la inauguración de este foro, el gran encuentro anual de la élite política y económica del planeta. 

“No podemos quedarnos en silencio ante el sufrimiento de millones de personas cuya dignidad está herida, no podemos continuar más hacia adelante haciendo como que la pobreza y la injusticia crecientes no tienen una causa”, añade el papa, quien se asume como portavoz de los más desposeídos y excluidos, incluso en Davos.

Comparto las manifestaciones del papa Francisco y es nuestro deber colaborar entre todos para crear un mundo más justo. Aunque no lo creamos, todos somos navegantes del mismo barco.

Según un estudio de “Cáritas”. La crisis económica de 2006 provocó un aumento de la desigualdad entre españoles, de manera que la diferencia entre las rentas más altas y las más bajas se incrementó en un 30 % desde 2006. En la actualidad, habrá que valorar el incremento de esa diferencia como efecto de la actual “pandemia”.

sábado, 20 de febrero de 2021

BARRER LA PORTADA DE NUESTRAS CASAS

 

El barrido de las calles


Barrer la portada de la casa, así como la acera correspondiente, es todavía una buena costumbre que en nuestro pueblo la siguen practicando los vecinos en las calles sanromaniegas. Es este un hábito muy arraigado en el mundo rural. ¡Como recuerdo a mi pobre madre! una de sus tareas matinales, aparte de ir a por agua al caño, era barrer la portada.

    Tal vez, esta costumbre de barrer el trozo de la calle correspondiente a tu propiedad venga desde muy antiguo, tarea más inexcusable cuando los animales formaban parte de la vida del mundo rural y colaboraban con el hombre en las tareas agrícolas y ganaderas, generando, a su vez, sus excrementos inoportunos. Muchas veces este trabajo de limpieza resultaba estéril dado que algún pastor oportuno pasaba al poco con su rebaño de ovejas sembrando otra vez de “cagalitas” toda la calle. El rebaño, las yuntas o los borricos del que vendía: la fruta, la miel, el chatarrero etc., todos los que pregonaban sus mercancías y las transportaban en un carro o a lomos de un animal. En definitiva, el tránsito de caballerías por las calles dejaba firma y rúbrica en su paso por ellas, es por lo que era muy cotidiano el ver cualquier calle, céntrica o no, ornamentada con “cagajones”, algunos, aun humeantes, recién salidos del horno, mezclados con otros ya secos que evidenciaban que tal portada o calle llevaba tiempo sin limpiarse.

    Hoy escasean los animales en los pueblos, por tanto, ya no abundan los excrementos que ellos difundían por las vías públicas, pero el consumismo actual de sus moradores hace que las calles actuales estén invadidas por envoltorios de plástico que el aire transporta por todo el pueblo o excrementos de perros. Tendría que poner  nuestro ayuntamiento papeleras en determinados sitios clave, así como pedir a nuestros conciudadanos mejores hábitos medioambientales para conseguir entre todos un San Román de Hornija más limpio.

    En mi infancia, recuerdo que las mujeres barrían a diario la puerta de su casa con escobas de palmito  o escobas de bardas -planta silvestre muy común por nuestro pueblo-. Así era muy normal ver a las mujeres barriendo la puerta de su casa ayudándose de un badil metálico para recoger la mugre. Barrían después de que las gentes del campo hubiesen marchado para sus tareas, dado que las caballerías repartían cagajones a diestro y siniestro a su paso por las calles. Ni que decir tiene que este hecho se acentuaba en aquellas calles que servían de arteria para la salida al campo.

    Durante la tarea de limpieza, las vecinas, aprovechaban para ponerse al corriente de cualquier noticia que circulara por el pueblo. Una vez barrida la portada, los excrementos de las caballerías se depositaban en el muladar (en San Román deciamos "mudadal", creo que es una deformación o barbarismo lingüístico de la palabra "muladar", que es la que reconoce la Real Academia de la Lengua Española). Tal vez la expresión tan popular de ese "barre para adentro” surgiría como consecuencia de atesorar en el muladar, situado en el corral de las casas, los excrementos de índole animal. Claro que, en aquella época, estos excrementos eran un bien muy preciado como fertilizante natural que enriquecía las tierras de cultivo.

Actualmente, en nuestro pueblo, existen muchas personas de ambos sexos –las tareas domésticas se reparten ahora por igual-  que velan por la limpieza de su parcela de calle y acera. Un diez para todas ellas, sobre todo, porque en ocasiones tienen que recoger las huellas repelentes del apretón del perrito de turno abandonado, o que su amo miró para otro lado incumpliendo normas de convivencia e higiene, después de que el animal ejerciera ese acto tan natural. 

En la actualidad ya no hay aquellos animales domésticos que colaboraban con el labrador en sus tareas agrícolas, solamente perros mayormente de caza o de compañía. Algunos de estos dejados en plena libertad por las calles y ocasionando con sus excrementos la suciedad de éstas. Otras veces la desidia de nuestros ciudadanos al arrojar papeles y plásticos a la calle. No olvidemos la mala costumbre de arrojar cosas inservibles y hasta animales muertos al arroyo. Creo que la falta de corriente de agua de nuestro Hornija, así como su limpieza debería ser un proyecto urgente a realizar por nuestro Ayuntamiento y así evitar las enfermedades infecciosas que puede causar ese estado de nuestro arroyo; como creo que nos salimos del tema, sería la limpieza del arroyo motivo para tratar en otro artículo. Ciñéndonos a la acción de arrojar lo inservible a nuestras calles o alrededores del pueblo, invito a nuestro Ayuntamiento a fomentar hábitos de limpieza con eslóganes publicitarios tipo de éste:

 Lo que se ama se cuida

     ¡CUIDA TU PUEBLO!    

    Viene como anillo al dedo el recordar dos artículos de aquellas ordenanzas municipales de San Román de Hornija del año 1894, que transcribimos en este blog con fecha 4 de febrero de 2009.

    Art.47. Queda prohibido dejar suelto y abandonados por las calles los perros y toda clase de animales que se reputen dañinos o que conocidamente se sepa que tienen malas costumbres, así como en perros como en reses vacunas bravas que por su condición pudieran hacer daño siendo responsables los dueños de los daños que unos u otros cometan.

    Art. 60. Se prohíbe arrojar a las puertas de ningún vecino ni a las propias que den a la vía pública, materias fecales y otras porquerías debiéndolo hacer cada cual en su corral respectivo.

    Hemos de aclarar la colaboración del Ayuntamiento que. algún día de cada mes, manda a empleados municipales con el cometido de barrer las calles. A pesar de todo, en algo hemos ganado, pues seguro estoy de que aquellos vecinos tan ejemplares que limpian de deposiciones perrunas en las aceras de su puerta ya no “barren para adentro” ¡No faltaría más!


miércoles, 20 de enero de 2021

EL CALENDARIO O ALMANAQUE

Orígenes del calendario


  Los humanos siempre hemos estado obsesionados con el paso del tiempo desde la época de las cavernas. Nuestros ancestros pronto se dieron cuenta de que los ciclos del día y la noche estaban asociados al sol y la luna, así que los primeros calendarios eran tan básicos como contar las veces que se ponía o salía el sol. Se ha encontrado un calendario lunar en Escocia con 8.000 años de antigüedad.

 

    Ahora nuestro calendario es mucho más preciso. Los años duran 365 días, y cada cuatro años se añade un día más. Pero, ¿sabías que el calendario tiene doce meses por culpa del asedio a Numancia, o que en 1582 se tuvieron que eliminar 10 días de octubre para corregir un error de cálculo que descubrió la Universidad de Salamanca? Vamos a echar un vistazo a los secretos y curiosidades del calendario gregoriano.


  Pronto nos dimos cuenta de que los días y las noches no era suficiente ¿La razón? Las estaciones y las cosechas. Hasta la Revolución Industrial, que tuvo lugar hace apenas 250 años, la humanidad ha dependido de los ciclos de las cosechas. Contando las veces que salía el sol no se podía calcular bien cuando empezaba una estación, cuándo emigraban las manadas de animales, o cuándo había que plantar las cosechas, así que idearon calendarios más precisos.


    Puesto que el Sol y la Luna siempre se han relacionado con los dioses y lo divino en las culturas antiguas, la mayoría de los calendarios han sido impuestos por las religiones.

    El calendario maya, por ejemplo, comenzó su cuenta en el año 3114 antes de Cristo, y se repite en ciclos de 52 años. Según su nomenclatura sólo cubría hasta el 21 de diciembre de 2012, de ahí la superstición de que ese día se acabaría el mundo. Algo que, por supuesto, no ocurrió.

    El calendario egipcio es el primer calendario solar conocido. Se comenzó a usar en el año 3.000 a. C. y era sorprendentemente parecido al actual. El año tenía 365 días dividido en 12 meses de 30 días. Los 5 días que faltaban se añadían al final del año. Eso sí, el mes se dividía en tres semanas de 10 días .

    En Europa se utilizaban diferentes calendarios lunares hasta la llegada de los romanos. En cada región tenían diferentes números de meses, y el año no duraba lo mismo. Fueron los romanos los que unificaron los calendarios en su imperio, y finalmente el último de ellos, el calendario gregoriano, es el que se ha mantenido hasta nuestros días.

    El emperador Julio César, obsesionado con su figura y empeñado en perdurar en la Historia, decidió modernizar el viejo calendario romano, vigente durante más de setecientos años, para instaurar el calendario juliano, en el año 46 a. C, y poner su nombre a un mes (Julio). Este calendario se extendió por toda Europa y América, a través de las conquistas españolas, inglesas y portuguesas.

    En el calendario juliano un año duraba 365 días y 6 horas, así que cada cuatro años se añadía un día más. Lo que hacían era repetir el 24 de febrero, y se llamó bisiesto. Aunque fue sustituido por el calendario gregoriano en el siglo XVI. En casi toda Europa, se ha mantenido vigente, sin embargo, en algunos países como Turquía, Grecia o Rusia, no cambiaron del juliano al gregoriano hasta el siglo XX. Grecia se cambió en 1923.

    El calendario juliano, como el egipcio, fijaba un año de 365,25 días, es decir, 365 días y 6 horas. Pero en el siglo XVI astrónomos de la Universidad de Salamanca descubrieron que un año en realidad duraba 365 días, 5 horas, 49 minutos y 12 segundos. Cada año se habían contabilizado 11 minutos de más, durante siglos, lo que provocaba que el cálculo de las estaciones, las cosechas y, especialmente, la festividad cristiana de La Pascua, sufriese un desfase. 

    El papa Gregorio XIII decidió poner orden y, con la autoridad divina que solo el Papa posee sobre la faz de la Tierra, organizó un congreso de sabios para unificar los calendarios de la Cristiandad. Para corregir el error de 11 minutos que se había mantenido durante siglos, tomaron una medida drástica: en el año 1582, octubre tuvo 11 días menos. El día 4 dio paso al día 15.

    Actualmente, cada 4 años añadimos al mes de febrero un día más, y a ese año con febrero de 29 días llamamos bisiesto, entendiendo que de esta manera quedan asumidas prácticamente todas las correcciones. Digo en la práctica porque en la realidad cada año se desajusta 26 segundos. Dentro de 3.300 años, tendrán que añadir un día más para ajustar el calendario ¡Otros lo verán!    

   Olvidándonos de los orígenes del calendario, así como de los cambios que aquellas civilizaciones hicieron de él, veamos la repercusión de éste en el mundo contemporáneo. Ya hace tiempo que también lo llamamos almanaque, palabra que nos dejaron los árabes en sus 8 siglos que permanecieron en España. El calendario casi siempre es anual y se puede dividir bien en los 365 días, en las 52 semanas, o en los 12 meses.

    Atendiendo a su formato el calendario puede ser: de pared, de mesa, de bolsillo, por días, al que vulgarmente llamábamos “taco”. Este último se pegaba en la pared y cada hoja representaba un día que había que cortar o despegar al terminar esté. Solía tener en el anverso pequeñas lecturas curiosas, máximas y anécdotas. Creo que actualmente está, un poco, en desuso. Recuerdo, en mi época escolar de interno, la pugna que teníamos entre los compañeros, al terminar el último estudio del día, por hacernos merecedores de cada hoja diaria.  

   Respecto a su contenido casi todos son santorales, anuncian el santo del día en la parte inferior de este, otros informan la hora de salida y ocaso del sol, algunos informan de las fases de luna etc. Todos resaltan los domingos y festivos en color rojo. 

    En cada casa siempre había alguno de pared y generalmente publicitario, es decir que las tiendas o comercios regalaban uno a cada uno de sus clientes donde constaba el nombre de la tienda y sus especialidades o virtudes, todo con una bonita imagen de fondo apropiada. Había uno de grandes proporciones de “Unión Explosivos Rio Tinto S. A.” cuyas imágenes representaban obras de pintura clásica y era muy solicitado. No poseer un calendario de pared en una casa era faltarle algo. 

    En el colegio anotábamos en los calendarios de bolsillo los días fijados para los exámenes. El nerviosismo aumentaba a medida que se acercaban. Nos parecía que el tiempo pasaba demasiado rápido. Así sucede cuando no se desea o se teme algo.

    No podemos olvidar el “calendario zaragozano”, calendario muy popular en el mundo rural, donde se hacían pronósticos de la meteorología del año, con sus aciertos y errores.

   Recuerdo de niño como se apuntaba en los cuadros de cada día del calendario distintos eventos o curiosidades: el día que la gallina clueca se comenzaba a incubar los huevos para que estuviéramos pendientes sobre los veintiún días y ver la salida de los pollitos (en noches frías, como las que este año estamos pasando, metíamos los pollitos en una caja de cartón y los poníamos al lado del brasero o gloria). También se apuntaba en los almanaques el día de la matanza y el que se ponía el jamón en salazón, comienzo de algún tratamiento médico, el día que se comenzaba la era, los días que duraba la vendimia, el día del casamiento al que nos habían invitado o el del fallecimiento de algún allegado. Hechos pasados y venideros, en una palabra, pequeños mojones dentro de los hitos del tiempo.