Como no recordar aquellas antiguas
faenas agrícolas que se llevaban a cabo en los veranos de nuestro pueblo,
concretamente durante los meses de Julio y Agosto. Toda la actividad de los
labradores giraba en torno a la recolección de los cereales: cebada, trigo y
algo de centeno o avena. Aquella forma de realizar la recolección, que hoy la
analizamos con nostalgia, se realizaba a base de esfuerzo físico y manual por
carecer de la modernidad de las máquinas agrícolas actuales. Los trabajos,
aunque duros y penosos, se realizaban
con mucha ilusión al ver recompensados tales esfuerzos con el fruto o la mies que, según el
comportamiento de la meteorología del año, se manifestaba en buena o mala
cosecha.
Nos proponemos evocar aquel proceso de recolección como
un recuerdo cariñoso a nuestros antepasados, así como para dar a conocer a los
jóvenes de ahora aquellas actividades y esfuerzo de sus abuelos; ahora gracias a las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura
disfrutan de una forma de recolectar el campo más fácil y con menos sacrificio.
Los preparativos: Como toda la actividad principal de la recolección se realizaba en la era, desde la primera
quincena del mes de Julio que se comenzaba a trillar hasta finales de Agosto
que se recogía, había que tener todo previsto y a punto para tal fin con los
siguientes tareas preventivas:
Guadañar
la era: dado que el solar era de hierba había dejar el suelo raso, sin nada
de ésta.
Hacer la chabola: Algunas eras poseían su caseta de mampostería y adobe, pero si carecían de ella se realizaba este pequeño
refugio con palos, cuerdas y manojos. Era el lugar donde se mantenía el agua o
vino fresco y protegido de aquellos vehementes rayos solares de esa época;
también se guardaba en ella algunas herramientas: rastros, tornaderas, escobas etc.
y principalmente el lugar donde se realizaba la merienda familiar. Aquellas
chabolas me han recordado siempre a las de los indios de las películas del
Oeste, sólo que mientras que las de los indios se cubrían con pieles de
animales a estas las cubríamos con manojos, material muy abundante en nuestro
pueblo.
Reponer herramientas propias de la era: Había que hacer un recuento de las herramientas
propias de la era para reponerlas por otras nuevas s¡ era necesario. El 29 de Junio, festividad
de San Pedro y San Pablo, se celebraba en Toro, centro comarcal y comercial por
excelencia, un mercadillo en sus calles donde aparte de la venta de ajos se
vendían todas las herramientas propias para la era: rastros, bieldas, bieldos,
tornaderas, trillos etc. Era el lugar adecuado para la reposición de tales
carencias.
La Ilusión
de los niños: Recuerdo de niño el deseo e ilusión que me hacía el
que mi padre decidiera el día de comenzar la era. Días anteriores le preguntaba
con insistencia ¿Padre, cuándo ponemos
la era? Me daba alegría, ilusión y regocijo todo lo que traía consigo este anual
evento; ya de mayor no detectaba en mi tales sentimientos ya que me sentía más
protagonista de los trabajos tan duros y penosos que conllevaba la actividad de la era.
La siega: La
primera fase de la recolección era la siega. Cuando la espiga cogía un color
entre amarillento y dorado la cuadrilla de segadores con sus hoces bien afiladas llevaban a cabo dicha operación.
El segador iba segando y dejando, de vez en cuando, gavillas que el rapaz
recogía con su cuerno y amontonaba en “morenas”. Antes de la moderna
cosechadora surgió la máquina agavilladora que, movida con una yunta, segaba
por el movimiento de un grupo de cuchillas
y depositaba la mies en forma de grandes gavillas que aquí llamábamos
“maraños”.
(Las siguientes actividades de
recolección giraban en torno a la “era”, lugar donde se realizaban el resto de
actividades)
Acarrear: Era
el traslado por medio de los carros, preparados para tal fin, de la mies desde las "morenas" a las eras. Hemos de aclarar que en San Román de Hornija no se ataba en haces,
acción que realizaban en la mayoría de los pueblos vecinos; cargar un carro, sin atar la mies encerraba ciertas dificultades y algo de arte. La acción de
acarrear se realizaba antes de la salida del sol, casi siempre de madrugada,
con el fin de una mejor recogida, así como para procurar estar descargando en
la era sobre las 9 de la mañana. El madrugar en el acarreo siempre iba en
consonancia con la lejanía de dicha parcela a la era, por lo general se
realizaba entre las 2 y las 3 de la mañana. Sirva de anécdota que muchos jóvenes,
después de haber trasnochado un domingo o festivo, llegaban a su casa y, sin pasar
por la cama, se cambiaban a la ropa de faena para ir a acarrear. Comprendemos el
sueño que soportarían a lo largo de esa jornada. Con la llegada de los
tractores, medio de transporte más rápido, ya no se madrugaba tanto.
Esparramar o Desparramar: Consistía
en repartir la mies, con tornadera de madera de dos picos, por toda la trilla. Se trataba de distribuirla uniformemente por el solar
circular donde el mismo día se realizaría la trilla.
`+ Trillar: Trillar
era la faena agrícola más relevante, larga y significativa que se realizaba en la era. Se trataba de pasar un trillo con
una yunta de animales por un solar circular donde se había distribuido la
mies. El trillo era un instrumento de
madera en forma de tablero abarquillado con el fondo, o parte inferior, armado
con hileras de lascas de piedra de sílex o cuarcita que servía para desgranar
las espigas, así como para triturar la paja. Esta labor era más eficiente si se
realizaba con la ayuda del sol. Quiero recordar la visita por las eras de
aquellos hombres con blusón negro, oriundos de Cantalejo (Segovia), que vendían
trillos nuevos o empedraban los viejos.
Había un suplemento de hierro en forma de cuerno que se aplicaba en la parte trasera del trillo, creo recordar que se llamaba "tornadera de hierro"; admitía dos posiciones según el estado de la trilla, la primera por la mañana, conseguía remover la trilla surcando ésta a modo de un arado, la otra por la tarde y, ya avanzada la trilla, aplicándole a dicho artilugio una chapa en forma de pala. Ambas posiciones perseguían el único objetivo de tornar o remover mecánicamente y así activar la trilla.
Acañizar o Cañizar: Al atardecer terminaba la faena de la trilla. La misma
yunta tiraba de un instrumento en forma de rastro grande o tablero con el que
se recogía la trilla en una parva. El que cañizaba se subía encima de dicho
instrumento para que aumentase el peso de dicho tablero y así en cada pasada recoger
más cantidad de trilla. A los niños nos encantaba subirnos en la cañiza.
Aparvar: Una vez recogido la trilla con la cañiza, en la
proximidad de la parva de días anteriores, se llevaba a cabo la acción de
aparvar. La parva era algo similar a un tejado
alargado a cuatro aguas y rematado por dos pequeños picos en los extremos;
había que elevar la trilla a lo más alto de dicho parva con dos objetivos:
proteger dicha mies de las humedades que pudieran surgir por alguna
tormenta ocasional de verano y para su mejor almacenaje. El tener las eras con las mejores parvas
marcaba el sello artístico del dueño, así como signo de buena cosecha.
Barrer los solares: El espacio donde se trillaba en la era se llamaba
solar y como ya hemos dicho era circular. Cuando se terminada de trillar la cebada
en ese mismo solar se trillaba el trigo y, con el fin de evitar la mezcla de
los granos, se barría dicho solar, actividad en la que participaba toda la familia. Para esta acción se empleaban escobas de
bardas, muy frecuentes en las eras y hechas para este fin, rastros y si era de
mucho contenido la cañiza. Estas barreduras contenían trilla de mala calidad
por contener mucha tierra del suelo y se recogía en un montón llamado
“terreguero”. Este “terreguero” se aventaba un día de aire con el bieldo y
alguna criba. El cereal que se obtenía era de mala calidad y era empleado para pienso de las
gallinas.
Aventar: Es la acción de separar el
grano de la paja. En la antigüedad se realizaba lanzando al aire el cereal con
un bieldo ,pero posteriormente surgieron las máquinas aventadoras, que
curiosamente se fabricaban para toda España en los vecinos pueblos de Casasola
y Pedrosa. Las aventadoras separaban el grano de la paja mecánicamente;
consistía en generar aire mediante un gran ventilador y así se conseguía separar el polvo de la paja gracias al
movimiento de unas cribas. En un principio funcionaban de forma manual, pero a
partir de los años 60 del pasado siglo eran movidas por pequeños motores o mediante
la toma de fuerza de un tractor. La acción de limpiar o separar grano de la paja con
aventadoras tenía dos procesos: despajar y zarandar. El conseguir que
dicha máquina funcionase era a base de la fuerza del hombre que movía todo el
proceso mediante una manivela; el esfuerzo que éste realizaba era tan
considerable que había que turnarse en dicha actividad.
La llegada del motor aplicable a
la aventadora hizo la acción de aventar más llevadera. Una vez limpio el trigo
se amontonaba en un muelo. Recuerdo,
quizás por un excesivo celo en defender la propiedad de aquellos muelos, que durante
las noches se custodiaban dichos montones durmiendo algún miembro de la familia
en la era, especialmente jóvenes, al lado de dicho montón, durante los días que
dicho muelo permanecía en ésta.
“Acostalear”: Llamábamos, en San Román de Hornija, a la acción de envasado del
grano para transportarlo a lugar seguro, casi siempre a un local que existía en
todas casas de labradores llamada panera. Esta acción se realizaba en costales,
de ahí tomaría el nombre tal acción. Los costales eran una especie de sacos, aunque
menos anchos y más altos, siempre confeccionados con lienzo muy fuerte.
La capacidad de los costales era
de 2 fanegas, si se acostaleaba trigo cada costal pesaba 86 Kg. (aproximadamente) cada uno,
por el contrario si las dos fanegas eran de cebada pesaba cada costal sobre 65 kg. A
cada costal se le echaba cuatro veces el contenido de un recipiente de forma trapezoidal (dos caras laterales eran trapezoidales)
llamado media fanega.
Meter la paja: Consistía en almacenar
la paja, una vez separada del grano, en locales llamados pajares. La paja era
un complemento importante en la alimentación de los animales de labranza. Se
transportaba en un armazón que se aplicaba al carro donde colgaban unas redes
que impedían su vertido. Los pajares eran llenados en su totalidad y así cuando
se cerraba la puerta se terminaban de llenar por una ventana llamada bocarón.
Al bocarón se
subía, casi siempre un chico, con el cometido de descongestionar dicho acceso y que cupiese más paja en el habitáculo
¡Qué picor en todo el cuerpo al día siguiente! También se tragaba mucho polvo.
La herramienta que se empleaba para cargar la paja se llamaba bielda. Al
finalizar la acción de meter paja terminaba todo el proceso de recolección y se
barría la era.
Hoy con la mágica
cosechadora de cereales se consigue la siega, la trilla, la limpia, todo a
la vez ¡Ah! sin acarrear, esparramar, tornar, barrer solares, acostalear, etc.
El labrador actual se
olvida en verano de todo lo que conllevaba el entorno de las eras y tiene tiempo
para desarrollar otros cultivos, especialmente los de regadío.
Trigo ya granado, apto para la siega |
Segador |
Bielda y Bieldo |
Gavilladora |
Aventadora |
Tornadera u horca de distintos picos |
Trillo por sus dos caras |