viernes, 8 de diciembre de 2017

Aquellas mujeres de mi pueblo


Desde la atalaya del tiempo


    Nací en un lugar de cuyo nombre sí quiero acordarme: San Román de Hornija. En los años de mi niñez, algo de mi adolescencia y juventud, que pude vivir en el pueblo, me permitieron conocer cómo eran las mujeres sanromaniegas de aquella época, concretando, nuestras madres, nacidas a principios del siglo XX. Creo que era tan grande su papel en aquellas familias de entonces que bien merecen este humilde recuerdo. 

    Quizá en aquellos años, hablo de los años de la posguerra, no era yo consciente del carácter, de la fuerza de aquellas mujeres curtidas en acero, quizás tampoco era sabedor de los valores que por sí mismas portaban y transmitían.

    Hoy, desde el recuerdo en la atalaya del tiempo, me percato de la gran misión que cumplieron con creces nuestras madres y que paso a enumerar:

    1,_Eran las auténticas responsables de la crianza de los hijos, y así, compartiendo con el padre, inculcaban un respeto hacia los demás, especialmente hacia los mayores, así como otros valores de los que hoy carecemos.

    2._Las que guardaban y transmitían la tradición y costumbres del pueblo en lo relativo a cocinar con las recetas heredadas de sus madres y abuelas: la forma de preparar la chacina para poder hacer aquellos maravillosos chorizos y salchichones, así como aquellos bollos, pastas, mantecadas y flores, tan típicos en carnavales.

    3._Muy temprano, iban con cántaros a por agua al caño para el consumo doméstico. En invierno llevaban garlochas para surcar por aquellas calles del pueblo llenas de barro, sin alcantarillado ni aceras. Entonces no había agua corriente y desconocían toda la noción de lo que era un grifo.

    4._Trajinaban en las faenas de la casa sin los adelantos de los electrodomésticos actuales: lavadoras, lavaplatos y aspiradoras que hacen más llevaderas dichas tareas domésticas. Lavaban la ropa en el arroyo, a pesar de la temperatura que llevaría el agua en aquellos inviernos, a veces partiendo el carámbano que cubría dicho arroyo. Otras veces lo hacían en los corrales por medio de recipientes de madera llamadas artesas.

    5._A pesar de la dureza de las tareas domésticas, antes mencionadas, eran las encargadas de dar de comer a los animales: gallinas, cerdos, conejos, así como la limpieza de pocilgas y gallineros.

    6._Tomaban parte activa en la matanza, elaborando la comida de los participantes llamada “chanfaina”, lavado de tripas, elaboración de la chacina, llenado de chorizos y salchichones, elaboración de conservas de lomo.

7    ._Confeccionaban, como habían aprendido de sus madres, casi toda la ropa interior de los miembros de la familia, así como las camisas, jerséis, bufandas, calcetines, además de coser y remendar la usada. Hoy la ropa se encuentra confeccionada y al alcance de todo los bolsillos según calidades.

    8._Ayudaban en las faenas del campo en: vendimias, barrido de solares en las eras, limpia de garbanzos, espigado; sin olvidarnos del cosido de cebaderas, mantas, sacos y demás útiles agrícolas.

    9._Participaban en el cuidado y recogida de los ascendientes de ambas partes. La mujer soportaba con resignación, cariño y buen trato la recogida de dichos abuelos.

    10._ Por último, carecían de falta de colaboración de nuestros padres en las tareas domésticas. Entonces estaba mal visto el hombre que ayudara y colaborara en tales tareas. En la actualidad, afortunadamente, ha quedado superada tal inhibición paterna y ahora vemos a los jóvenes de ambos sexos, dentro del matrimonio,  repartirse ambas tareas. 

    Por todas las razones expuestas, desde este "blog" y con el presente artículo, quiero rendirles un sentido homenaje a aquellas mujeres de nuestro pueblo de esa época. Me invade el recuerdo, cómo no, de mi madre Leocricia (Leo) y de todas las demás madres de entonces que bien merecen un recuerdo y consideración, con las que siempre estaremos en deuda porque fueron la esencia de nuestras vidas.

    Ellas levantaron esta España, ellas, mujeres de negro, mujeres siempre con mandil limpio y toquilla, de alpargatas raídas y manos agrietadas con eterno olor a lejía. Ellas merecen todo el calor, todo el reconocimiento y todos los homenajes. Ellas, que acabaron sus días, como sus vidas, solas, en silencio, sin esperar nada a cambio, ni un gesto de gratitud y consideración que hubiera recompensado tanta entrega. Madres y abuelas anónimas a las que tanto debemos. Se nos han ido muriendo llevando con ellas su memoria y reconocimiento. Urge que cada cual haga un archivo en su memoria sobre las mujeres de aquella generación del sacrificio, mujeres duras en aquella época de limitaciones, pues de ese modo podremos, poco a poco, reconstruir toda una época de tiempos difíciles para aquellas mujeres de la sonrisa eterna.

    No quiero, con este artículo, deslumbrar la gran labor de las madres actuales, parte principal, junto al padre, de la responsabilidad de educar a los hijos, difícil tarea en estos tiempos en los que no es fácil ser padres, así como ser maestros. Madres que en la actualidad han roto los roles de sus madres y abuelas trabajando fuera de casa.

    Hoy, 8 de Diciembre de 2017 publico el presente artículo, coincidencia intencionada con el anterior “Día de la Madre”. Desde el año 1965 dicho evento, tal vez, por motivos comerciales y de consumo, dejo de coincidir con el día de la Inmaculada Concepción, para ser trasladado al primer domingo de Mayo.

Alfio Seco Mozo



domingo, 12 de noviembre de 2017

La Docena en el sistema duodecimal

El admirado número 12


    El sistema duodecimal se usó en España para contar hasta que en el año 1871 se adoptó el Sistema Métrico Decimal. Cuya unidad principal es el metro, que es la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano terrestre.



Reloj

Signos del Zodiaco














    Era habitual usar fanegas: un cahiz eran 12 fanegas, una fanega tenía 12 celemines, una libra es igual a 12 onzas, una gruesa que era igual a 12 docenas, un año tiene doce meses, el día tiene dos veces 12 horas. 12 también fueron los Apóstoles, 12 las tribus de Israel, 12 los signos del zodiaco, 12 los animales de la astrología China y 12 las labores de Hércules.
    El doce sigue estando hoy vigente en pulgadas y millas, en todo el sistema horario y en las muchas cosas que se venden por docenas o se adocenan en los almacenes, es decir se embalan o empaquetan por docenas o medias docenas. El verbo adocenar cambió de significado para pasar a significar que alguien se vuelve mediocre, vulgar o de muy escaso mérito. Y con los doce puntos del carnet de conducir el doce vuelve de nuevo a la más rabiosa actualidad. La Dirección General de Tráfico apostó por el sistema duodecimal. 

    La docena fue, durante mucho tiempo, uno de los sistemas de medida. Era una medida de fácil fracción, lo que permitía comprar media docena, un tercio de docena, una cuarta de docena y hasta una sexta; lo que nos proporcionaría seis, cuatro, tres y dos huevos. Frente a la precaria descomposición del 10 = 2 x 5, por lo que solamente nos permite partir una cantidad en su mitad y su quinta parte, igualmente está la riqueza de factores del 12 = 12 x 1 = 6 x 2 = 4 x 3, lo que permitía que en  la antigua vara de medir dividida en 12 partes iguales quedaran marcadas las fracciones: 1/4, 1/2, 3/4, 1/3, 2/3 y tratándose de medir, las operaciones de dividir por mitades o por terceras partes, son esenciales en la práctica. 
    Platón fue un ferviente admirador del número doce por estas razones. En geometría el doce aparece en algunas figuras y propiedades espaciales. Sin despreciar el polígono de doce lados, dodecágono, resplandecen con luz propia el cubo y el octaedro con doce aristas cada uno, el dodecaedro con doce caras pentagonales y el icosaedro con doce vértices. Parece que el doce tiene especial relevancia en el mundo de los poliedros regulares. También el rombododecaedro con sus doce caras rómbicas y su capacidad de llenar el espacio se apunta a la doce-manía.
    Sabemos que la palabra docena se refiere al conjunto de 12 cosas. Sin embargo, para referirse al número 13, en cuestión de medidas, aludimos a aquel que busca un mayor beneficio para sí que para los demás o al que toma más de lo que le pertenece. 
    Su origen se atribuye al fraile que fue a comprar huevos y le dijo a la dependienta: “Quiero una docena de huevos, pero como  son para diferentes personas, me los vas a poner por separado. Para el abad me pones media docena; para el padre prior un tercio de docena; y para mí, sólo, un cuarto de docena”. Es decir, que separó la mitad de doce, o sea, seis huevos; después un tercio de doce, cuatro huevos; y finalmente un cuarto de doce, tres huevos. En total sumaban, como puede verse, trece huevos. 6 + 4 + 3 = 13. Con prontitud el fraile pagó la docena y se llevó, en cambio, trece huevos. 
Cuando marchó, la huevera, que en cuestión de huevos entendía un rato, algo mosca, hizo las cuentas, y vio que el pícaro fraile la había engañado. Al cabo de una semana volvió el fraile a la huevería con el mismo cuento y ella, la moza, le estaba esperando y al despacharle le espetó: “Señor fraile, le pongo justa la docena de huevos y por el camino ya hará usted el reparto”. Se ve que la zagala, aparte de lista conocía el dicho, ése que dice: “Si me engañas una vez la culpa es tuya, pero si me engañas dos veces, entonces, la culpa es mía” 

    No pretendo aburrir con este artículo, simplemente lo hago para estimular la curiosidad de la gente, estudiar las medidas de nuestros ancestros y por último hacer ver que la historia de las matemáticas es amena