miércoles, 28 de octubre de 2015

LA LLEGADA DEL PRIMER TELEVISOR A NUESTRO PUEBLO





La televisión en San Román

   

    No sé exactamente la fecha que la televisión llegó a nuestro pueblo, pero puede que fuese en el año sesenta y dos o sesenta y tres. El Bar de Teo fue el primer televisor que se instaló en San Román de Hornija. Su cuñado era experto en electrónica y un día se lo instaló.

    Recuerdo que dicho bar se convirtió en un continuo peregrinar de los que íbamos a ver a aquél invento, tanto los asiduos, como los que nunca acostumbraban a pasar por tal establecimiento. Era tal la curiosidad que nos embargaba tal ingenio que todo eran manifestaciones de júbilo y alegría el ver en nuestro pueblo tal adelanto. Claro que, como todas innovaciones también tenía sus detractores, como siempre, los más mayores que la hacían culpable de problemas de visión, ya que, cuando aquella principiante y recién germinada televisión emitía unas horas al día, en blanco y negro con un chisporroteo de nieve incesante, hacía que las imágenes no se vieran con nitidez  Era el complemento perfecto de la radio, ya que el sonido se complementaba con imágenes y así se podía visualizar en directo tanto un partido de fútbol como una corrida de toros. En Madrid, no en el resto de España, habían comenzado las emisiones regulares el 28 de Octubre de 1956. (Hoy día 28 de Octubre de 2015, día que publicamos el presente artículo, cumple 59 años).

    El problema de su implantación en el pueblo era el precio de coste de aquellos primeros aparatos ¿Quién podía pagar aquél dineral? Sólo lo podían comprar los económicamente fuertes, de ahí que al principio de los sesenta, según cuentan, el número de televisores en España era de unos cincuenta mil. Pero poco a poco su valor adquisitivo fue bajando, y ante precios más asequibles fueron introduciéndose, poco a poco, en nuestros hogares.

    Quiénes compraban un televisor, por aquél entonces, demostraban con ello dar a entender que eran poseedores de dinero, y este signo externo de riqueza se transformaba además en ejemplo de modernidad, y también de ser personas que estaban a la moda con las nuevas tecnologías. Y así, pronto, en cada una de nuestras calles o barrios había al menos un televisor, y la casa del amigo o vecino poseedor de tal aparato se convertía en una especie de teleclub donde íbamos a ver los partidos de fútbol sentados en el suelo, ya que la sala se llenaba de gente; mientras, sus padres aguantaban pacientemente el griterío, sin protestar, compensados con una solapada y más que evidente presunción, la cual se manifestaba en sus rostros sin disimulo alguno.

    Quiero recordar que, en aquellos veranos en San Román, cuando se comenzaron a televisar, en directo, las primeras corridas de toros, dada la afición taurina de casi todos sus habitantes, se paralizaba toda la actividad agropecuaria y todos volvían al pueblo a disfrutar de tal invento, casi siempre a costa de trabajar las horas de siesta y así compensar esas horas de asueto. Eran los tiempos de “Paco Camino” y del “Cordobés”, ídolos contrapuestos en estilo y que ocasionaban ciertas discusiones, a veces acaloradas, entre los afines o detractores de cada uno de ellos.

    Así, la televisión se fue metiendo en nuestros hogares, cambiando nuestra forma de vida y de convivencia. Hoy, con más de cincuenta años desde su aparición, hemos convertido a la televisión en un miembro más, aunque material, de la familia.

    Los programas que se emitían en un principio no eran tan diferentes de lo presentes, aunque las técnicas han variado mucho (mejores sistemas de transmisión, emisión en color, alta definición). Las cadenas difundían producciones extranjeras, largometrajes y series como “Bonanza”, “Los Intocables”, “Los Vengadores”, “El Fugitivo” etc. Programas de variedades como “Gran Parada” (primer gran éxito de la televisión española) y “Salto a la Fama” que se programaban, por lo general, los viernes y sábado por la noche. Como hoy, eran presentados por una pareja de hombre y mujer. Existían también programas culturales, concursos de preguntas y respuestas como “Cesta y Puntos”, “Un millón para el mejor” y “Un, dos, tres, responda otra vez” etc. Al principio existía la Primera de TVE, luego apareció la Segunda y en la actualidad estamos invadidos de privadas, así como de locales y autonómicas.

    Creo que, desde aquel primer televisor que se instaló en San Román y su posterior proliferación por casi todos los hogares del pueblo, la televisión ha dejado gran influencia en sus habitantes. Gracias a esa ventana mágica el mundo rural ha salido de aquel aislamiento que tenía con el resto del Mundo y a veces ha influido culturalmente en sus habitantes.

    No todo es positivo con la llegada de la televisión. Hemos de hacer constar, la mala influencia que, a veces por su mala utilización, ésta aporta a los hogares tanto rurales como urbanos y que señalamos a continuación:
    - Cuando estamos dispuestos a ver todos los programas que nos ponen, sin una previa elección o selección del que nos interesa, estamos cayendo en una adicción a dicho medio.
    - Rompe con una unión y convivencia familiar. Con la televisión dialogan menos las familias y como consecuencia no se hace frente a la resolución de los problemas que les afectan.
    - Por culpa de la televisión se leen menos libros. Gracias a la lectura se consigue expresarse oral o por escrito mejor, así como obtener una buena ortografía. 
    - Fomenta, por la publicidad que emite, hábitos consumistas.
    - Determinados programas generan violencia en el televidente.

    A pesar de este mal uso que damos a la televisión, hemos de reconocer este gran invento del olvidado escocés: John Logie Baird, que en 1928 emitió por este medio las primeras imágenes.

    Así, desde que vimos aquellas primeras imágenes el Bar de Teo hasta nuestros días, este gran medio de información ha hecho palpitar nuestros sentimientos, algunas veces de alegría como la llegada del primer hombre a la Luna o la caída del Muro de Berlín y otras de tristeza al presenciar catástrofes naturales, accidentes o actos terroristas como el de  las Torres Gemelas, los trenes de cercanías de Atocha en Madrid; pero ahí sigue, este medio audiovisual, prestando una puntual información y mejorando cada día en calidad y fidelidad.
 

viernes, 25 de septiembre de 2015

La vendimia


Tiempos de vendimia






    El verano ha dado ya sus últimos coletazos, apagándose lentamente esa intensidad de calor que ha proyectado el presente año. Las mañanas y las noches son ya frescas como consecuencia de la reciente llegada de la nueva estación. Los campos se visten de rojo, amarillo, marrón y demás tonos multicolores que anuncian la caída de aquella hoja verde que acompañaba a los frutos en verano. Las calles adquieren un olor especial a uva estrujada ¡Es que ha llegado el Otoño! ¡Estamos en tiempos de vendimia! Ahora corresponde recolectar esa uva madura que la madre naturaleza ha depositado en las cepas y de la que se sacarán ricos vinos jóvenes y mejores crianzas.
 
    No debemos dudar que la vendimia de hoy día ha mejorado, respecto a la de antes, en cuidados especiales, delicadeza y limpieza a la que se somete la uva en su recogida. Antes valorábamos más el factor cuantitativo, olvidándonos de aquellos elementos nefastos que acompañaban a la uva en su recogida: como la tierra que se adhería en la base de los cestos y cuévanos de mimbre, así como las hojas que también iban al lagar ocasionado una pérdida de calidad de aquellos caldos que entonces se elaboraban. Hoy los enólogos hacen un seguimiento, días antes de la vendimia, del estado del racimo para llevar a cabo la recolección en el momento idóneo de madurez, glucosa, acidez, etc. En una palabra, se realiza la vendimia de una manera más sofisticada.       

    Recordamos, aun siendo niños, aquellas vendimias de entonces llenas de ilusión y alegría. Se empleaba como medio de transporte los carros llenos de cestos de mimbre y vendimiadoras. Para aposentar al personal se tumbaban cestos en la parte delantera del carro que hacían de asiento a las personas. Había cierto pique, pero sano, entre las cuadrillas de los distintos carros. Cuando los conductores de éstos eran jóvenes había competición por adelantarse en aquellos caminos que conducían a las viñas. Durante las horas de recogida se manifestaba la alegría cantando. Era muy popular la pelea de chicos y chicas por hacerse lagarejos, que consistía en estrujar un gajo o racimo de uvas en la cara del otro; pero todo sin ofenderse, con mucha alegría y mejor humor.

    Cada fila de cepas, que aquí llamábamos líneo, era vendimiado por una pareja que portaba, cada uno por su asa, el correspondiente cuévano que una vez lleno de uvas se vaciaba en cestos de mimbre de mayor capacidad. Esta actividad siempre era realizada a hombros de algún varón; mientras, las vendimiadoras, a falta de tal recipiente, seguían cortando racimos y echándolos en su mandil.   

    La siguiente fase era de elaboración y se realizaba en las bodegas. Se pisaban los racimos de uva en algún lagar o prensa para transformarlos en mosto. Ese mosto era trasladado a las cubas por medio de recipientes llamados odrinas y gracias al fenómeno de la fermentación ese azúcar de la uva se transformaba en alcohol y como consecuencia en vino. Durante esos días, el paraje de las bodegas tomaba un olor o aroma característico, como efecto de esas fermentaciones que se estaban produciendo en las distintas cuevas o bodegas, así como al orujo que esperaba su conversión en aguardiente. 

    Si vendimiar es la acción de cortar uvas, no podemos olvidarnos de aquellos “uveros” de San Román, que vendían la uva de albillo, como fruta, por los pueblos de esta comarca. Llevaban el fruto en banastas y con ayuda de burros, carros y romanas emprendían tal actividad comercial bien de madrugada. 

    La vendimia era una actividad, en aquellos tiempos, eminentemente alegre, familiar y social.   



POEMAS A LA VENDIMIA:


Ya dio alegre el fresco otoño
la señal de la vendimia,
y a su voz redobla el eco
por los valles  y colinas.
¡Los cestos, pues, se preparen!
¡Avísese a las cuadrillas!
y al campo salir gritando:
¡Honor al Dios de las viñas!

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¡Pero mirad qué alegres
mozos y mozas
invaden los viñedos
desde la aurora!
¡Ver qué alegría
pregonan los cantares
de la vendimia!