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sábado, 2 de febrero de 2013

Murga de Carnavales - 5 -



Murga de los Carnavales de 1945


    Hace unos años, concretamente en 1997, un grupo de mujeres se reunía un día a la semana en el Aula de Cultura de San Román de Hornija, dirigidas por una monitora que patrocinaba la Diputación. El tema del curso era: “Un pueblo y su pasado” y cada participante trataba de aportar alguna “murga”o “relación” que recordase. Así editaron un cuadernillo con todo lo que recopilaron.

    Creemos que hicieron una labor loable, fructífera y admirable. Dado que los objetivos que perseguimos en este blog son idénticos, trataremos de publicar algunas relaciones o murgas que consideremos interesantes, con el fin de ponerlas al alcance de todos nuestros lectores y así mantener vivo nuestro pasado.

          La canción del Cohete

         
          Atención, a todos pedimos,
          vecinos de San Román
          escuchen los chascarrillos
          de esta cuadrilla ideal
           No faltamos a nadie
           le diremos la verdad,
           porque entre mozos y mozas,
           siempre hay algo que contar.

           Por eso señores pueden perdonarnos,
           si alguien hay presente que aquí le faltamos
           no creo que nadie tenga que tachar,
           pues somos chavales de conformidad.

           Estos corren de ligero
           como es justo y natural,
           de echarse pronto pareja,
           no llegar a Navidad.

           Olvidando los regueros,
           que entre todos echamos,
           por una maldita bomba
           ha habido quien ha velado.

           Ahora que nosotros no nos enfadamos,
           aunque de pareja hayamos cambiado
           y lo que pedimos es mucha hermandad,
           humor y alegría para este carnaval.

           Después de la Nochebuena,
           como todo el mundo sabe,
           se preparan la jaranas
           a fuerza de beber jarabe.

           Suministramos merienda,
           dirección a las bodegas,
           y con repuesto de cohetes,
           sobrantes de bellotera.

           Así que nosotros con mucha armonía,
           tiramos un cohete no con picardía,
           pero el fulminante se nos disparó,
           té cayo al suelo y luego no explotó

           Seguimos nuestra ruta,
           sin pedir explicaciones.
           y sin meternos con nadie
           en busca de buen licor.

            Entonces sentimos voces,
            de una casa con bravura,
            faltándonos mucho el dueño,
            por la misma cerradura.

           Salimos con furia sin perder el paso,
           en busca de la jarra y también el vaso,
           cuando regresamos al amanecer,
           en casa, los padres estaban otra vez.

           Aquí vengo a reprenderos!
           nos decía con tesón
           que no toquéis a mi puerta,
           que no es ningún acordeón.

           Entonces ya nuestros padres,
           que ignoraban lo ocurrido,
            -¡cuéntanos lo que ha pasado!
            les damos un recorrido.

           Después ya nosotros no le hicimos caso,
           nos conceptuaron un poco borrachos,
           a pesar de todo se portó muy mal,
           llamamos a casa para deslindar.

           Después de estar en su casa,
           todos están reunidos,
           le dicen al buen señor
           -¡díganos lo sucedido!

           El hombre se vino a buenas
           con muchísima humildad,
           por tratarse de quien sois
           no he querido denunciar.

           Así que nosotros las gracias les damos
           y anden por cuidado por si algún descarado,
           no sea que tengan mucho que sentir,
           les dejamos solos ya por no reñir.

           Dejemos este relato,
           le pedimos que no vuelva
           y verán lo que pasó
           en una tierra de muelas.

           Una mañana temprano
            y hermosa de primavera,
            le pillaron a un fulano
            llenando la cebadera.

           El duende corría, el amo volaba,
           con estaca en mano le amenazaba,
           hasta que, de último, un palo le dió,
           que a los dos segundos del macho cayó.

           Cuando estaba en el suelo,
           puso cara de vejez
           y el amo le repetía:
           vas de cocote en “cal” el juez.

            Ya se vienen para casa,
            sin dejarle un paso atrás,
            se encuentran con un cuñado,
            que venía de azufrar.

             El cuñado entonces muy disimulado,
             no pregunta al otro por lo que ha pasado,
             hasta que después se vino a enterar
             que pagó las mulas a estilo azafrán.

              Cuando entran en “cal” juez
              estas palabras le dijo:
              “Yo no lo siento por mi,
              pero si por la mujer y mi hijo”.

            Se presentó su mujer
            un poco atemorizada:
            ¡ay! no le procesen
            que seré una desgraciada.
  
             La mujer dijo al marchar:
             -no quiero que ésto vuelva a pasar,
             porque si así ocurre le saldrá muy mal,
             le dejaremos sólo aquí en San Román.

            Pasamos a otra historia,
            más chocante que ninguna:
            dos mozalbetes del pueblo
            se perdieron con las mulas.

            Y era en el mes de Abril,
            día claro, por fortuna,
            salieron desde los “Hoyos”
             a dar agua a la “Laguna”.

            En el monte se despistaron,
            y todos corrieron y agua no encontraron,
            hasta que por suerte vieron un pastor,
            que les puso en el camino con discreción.

            Dirección a los majuelos,
            regresaron sin dar agua,
            por el temor de su hermano
            que al más bajo le pegara.

            Tú temerás a tu hermano,
            y yo temeré a mi padre,
            pues lo más fácil será
            que estrenemos los ramales.

            Pero estos muchachos ya no volverán
            a dar agua al monte sin necesidad
            porque en toda la tarde pudieron enganchar
            y llevaron mal rato a fuerza de llorar.

            Aquí ya nos despedimos
            del pueblo alegre y formal,
            nos darán el bollo y vino
            que se seca el paladar.

            Las gracias damos al espectador
            y si hemos faltado, pedimos perdón.
            ¡Viva esta cuadrilla y su buen humor!
            ¡Que viva la copla y su director!


Letra: Clementina Cabezudo (q.e.p.d.)

Año que se cantó: 1945


sábado, 27 de octubre de 2012

RELACIÓN DE CINTAS - 3 -

  


Relación de carnavales de 1954

    Hoy tratamos de incluir otra de las relaciones de carnaval, concretamente una del año 1954. Observamos que fue creada por Manuel Abad Mora y dicha o declamada por Fructuoso Rodríguez, ambos ya desaparecidos.

    Nos llama la atención la alegría que manifestaban nuestros paisanos en aquella época, no conocían esas palabras que tanto nos remachan en la actualidad: crisis económica, prima de riesgo, intervención económica y si me apuran, desconocían el índice de paro de España de entonces y eran bien felices, a pesar de aquella carencias que tenían que soportar y aquel nivel de vida y bienestar tan ínfimos y precarios.

    También observamos buenas cualidades creativas y comunicativas en el campo de las “relaciones” del letrista Manuel Abad. Aunque a veces le cuesta esa construcción de la estrofa, vemos que emplea vocabulario y adjetivos de un lenguaje culto y poco coloquial (henchido,  enervada, etc..); lo que nos demuestra que, dentro de su sencillez de jornalero del campo, era un hombre con inquietudes por la lectura.
Valoramos positivamente los elogios que hace a su maestro y al mío: D. Bernardo Asensio. La anécdota que cuenta, pone en evidencia que en la escuela de D. Bernardo Asensio, de aquella época, se educaba para el amor, la comprensión y la no violencia.


      RELACIÓN:

      Pueblo querido:
      Escuchad con atención
     el corto tema literario,
      de mi humilde relación.

      Con un saludo cordial,
      de amor fraternal henchido,
      os brindo pueblo querido,
      en esta tarde ideal,
      un saludo que brota,
      de lo hondo de mi entraña,
      a la noble autoridad,
      a toda la vecindad,
      a San Román y a España.

      No esperéis noble auditorio,
      de mi humilde oración,
      ningún discurso notorio,
      sólo la buena intención
      de agradar este momento
      que a honrarme con vuestra presencia,
      prestos y con diligencia,
      llegasteis a este aposento.

      En esta tarde de alegría,
      de carnaval y alboroto,
      no es todo en mi pecho gozo,
      resplandor y lozanía,
      hay algo en el alma mía,
      que en medio de este barullo,
      no tiene color de arrullo
      y siente melancolía,
      y es que esperaba conmigo,
      en vos gratos momentos,
      laberintos e inciertos,
      la presencia de un amigo,
      y con él os contaría,
      en diálogos graciosos,
      cuentos y chistes jocosos
      con la mayor alegría.

      La causa habéis conocido
      y justificada su ausencia,
      a Dios pedirle clemencia
      que Dios así lo ha querido,
       pero aunque ausente se halle,
       de nuestra vida privada,
       en la infancia comenzada,
       os contaré algún detalle.

      Hay algo en este instante,
      cruza veloz en mi mente,
      un recuerdo, y creo prudente
      mencionarle.

      Es importante, no parezca
      cosa rara, pues recuerdo claramente,
      cuando siendo colegiales,
      nos pegamos, solamente,
      por si era aquí, o era allí
      la coma en los decimales.

      Nos dimos un puñetazo,
      Don Bernardo que nos vio,
      el arresto que nos dio,
      fue darnos un abrazo.

      ¡Vaya castigo gracioso!
      ¡vaya juez inteligente!
      pues aunque parezca jocoso,
      no lo fue precisamente,
      pues nos causó más reparo,
      delante la clase entera abrazarnos,
      que, si dos tortas nos diera,
       y logró con sus castigos,
       hacernos buenos amigos.

      ¡Pobre maestro!
      como sabía fundir los corazones,
      con que paciencia labraba
      nuestra mente erial y enervada,
      con consejos y razones,
      con que calma repetía
      las lecciones, “sed constantes”,
      -nos pedía-, “jamás perder un instante,
      que el tiempo es oro” -nos decía-,
      y consiguió con su trabajo,
      laboriosidad y anhelo,
      a pesar de las desgracias
      que para él,
      “destino el Cielo”
      unos alumnos modelos,
      porque a él se lo debemos.

      Recuerdo el día de su despedida,
      con honda pena lloraba,
      treinta y un año llevaba,
      en esa escuela querida,
      donde tanto ha trabajado,
      donde tanto ha padecido,
      donde a tantos ha instruido,
      y tanto ha fructificado.

      El homenaje merecido,
      que cultamente le hicimos,
      fue una prueba que le dimos
      de lo mucho que ha valido.

      A cuyo nombre inmortal,
      bendicen hoy con cariño,
      del más viejo, al más niño,
      el pueblo de San Román.

      Y voy a cambiar de tema
      haciendo nuevo relato,
      para agradarles el rato,
      y continuar mi poema.

      Algo les voy a decir,
      a las jóvenes hermosas,
      que compuestas y graciosas
      a oírme quisieron venir
      y esto es lo que más me alegra,
      siento el piropo y tengo tanta ilusión,
      que igual se le hecho a una suegra.

      ¡Olé el mundo y el salero!
      reparadlas con cuidado,
      que cuadro mejor pintado
      no lo vio Julio Romero.

      Con las mejillas de grana,
      con el rímel en los ojos,
      con sus finos labios rojos ...
      la cosa es por la mañana,
      ¡Oh! Que preciosa doncellas,
      como capullos de rosas,
      las manolas más hermosas,
      las labradoras más bellas,
      las más hermosas verdades,
      las caras más sonrosadas
      que en el Hornija lavadas
      parecen divinidades.

      Y si alguien me pregunta
      entre rubias peligrosas,
      morenitas muy garbosas,
      blancas como la azucena,
      ¿Cuál los sentidos me llena?
      al punto le contestara:
      “No me pongas esa cara”,
      al no entender de colores,
      la dueña de mis amores,
      le puedo decir que es Carmen,
      labradora sencilla,
      que es gallarda y colorada
      como luz de la alborada,
      pura, clara y sin mancilla.

      Tú eres mi reina, mi encanto,
      tu cara un ángel parece,
      que una corona merece
      como la Virgen del Canto.

      Vaya una perla oriental,
      con “galas” de plata y oro,
      guardada para este moro
      en vitrina de cristal.

      Perdón por mi lengua desatinada,
      la mujer es tierna rosa,
      que perfumada y hermosa,
      bien cerca tiene la espina.

      Esta es la pura razón,
      pero hablando a las mujeres
      se dicen las cosas que quieres,
      sin sentirlo el corazón,
      si la cosa es bien sencilla,
      no creo que valga tanto,
      ni Dios diera tal encanto
      si la hizo de una costilla.

      Algo le diré al cajón,
      que otea tan silencioso,
      tan adornado y hermoso,
      cual majestuoso pendón,
      eres alma, de la fiesta,
      que al sol proyectas destellos,
      con tus colores tan bellos,
      presidiendo nuestra gesta.

      Eres español de entraña,
      pues como a cualquier patriota
      en tu corazón se nota
      la enseña de nuestra España.

      No presumas altanero,
      con tus cintas elegantes,
      pues todas han de arrancarte,
      estos punzones de acero,
      y, después irán unidas
      a la gracia y al salero,
      en el talle sandunguero
      de nuestras nenas queridas.

      Ahora en la terminación,
      con la idea más sincera,
      cuando pase en su carrera
      mi corcel bajo el cajón,
      sacaré con mi punzón
      una cinta muy bonita,
      que lucirá mi mocita,
      prendida en su corazón.

      Por la cinta que te ofrezco
      y ser para mi distinguida,
      “tú serás mi prometida”,
      -mas dime- “si te merezco”,
      te callas, pero -te entiendo-,
      que si llegara primero,
      algún señor de dinero.

      No hay claros, ¡está lloviendo!,
      y lo que decirme quieres
      a nadie coge de susto,
      pues sabemos que ese gusto,
      tenéis todas las mujeres.

      Perdonad mi indiscreción,
      pues lo que pienso no es eso,
      que ya sabéis débil sexo,
      que os amo de corazón,
      con la distinción sincera
      de querer a quien me quiera.

      Ahora noble auditorio,
      me mostraré agradecido,
      como cualquier bien nacido
      en este caso notorio.

      El silencio y la atención
      con que me habéis escuchado
      os honra, pues habéis dado
      la prueba de educación.

      Gracias a la autoridad,
      gracias a la senectud,
      y a toda la vecindad.

      Si os he agradado el rato,
      esa era mi intención,
      faltando esta petición,
      “perdón” para mi relato.

      Paso – por favor les pido -,
      para mi caballo, ligero,
      mientras preparo el acero,
      y con esto me despido.

      ¡Que viva el pueblo y su fiesta,
      lo moderno y la mujer
      y para mayor placer
      -Por favor- toque la orquesta!


        Fecha: San Román de Hornija 28/02/1954 (carnavales)