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martes, 15 de julio de 2025

Retazos de la biografía de Chindasvinto. 2

 

Segunda Parte


      

(Continuación)

    Chindasvinto reforzó la administración, emprendió la tarea de crear un nuevo código de derecho que aunara en sus páginas una ley única por la que juzgar a todos los súbditos sin que los jueces tuvieran que compaginar el Breviario de Alarico y el Código de Leovigildo, y aunque fue bajo su hijo Recesvinto cuando se concluyó tan magna obra y se publicó, en el año 654, buena parte del trabajo fue realizado bajo la autoridad y supervisión del incansable e inflexible anciano de hierro.

     En este código y en las leyes atribuidas a Chindasvinto se observa una fuerte influencia bizantina en lo concerniente a la militarización de la administración o, mejor dicho, a la reunión en una sola mano de poderes civiles y militares. Así al igual que en Bizancio, los duques, turmarcas en Oriente, asumieron no solo la responsabilidad de la defensa, sino también la de buena parte de la administración de las provincias del Reino en cuestiones fiscales, de hacienda y justicia, quedando a ellos subordinados los condes de las ciudades y los demás oficiales. Es harto curioso que sea bajo Chindasvinto cuando la Crónica albeldense coló que la llamativa noticia del acogimiento en la corte, de un noble bizantino que, por su nombre, es sin duda alguna, de origen armenio, persoarmenio o, en todo caso, iranio, Ardabasto.

     Este noble bizantino seria el padre del futuro rey Ervigio y Chindasvinto le honró casándolo con una de sus sobrinas y otorgándole tierras y un papel activo en el gobierno. ¿Qué impacto pudo tener dicho personaje? Es difícil de evaluar, pero si tenemos en cuenta el éxito de su hijo, Ervigio, es indudable que Ardabasto no fue un mero «asilado» en la corte de Chindasvinto, sino un actor principal y que su previa experiencia en Bizancio, de donde fue expulsado por el emperador Constante II, tuvo que repercutir en sus acciones en Hispania.

     La rapacidad expropiatoria de Chindasvinto y, en consonancia con ella, su generosidad a la hora de repartir lo confiscado entre su círculo de fieles y en especial entre sus “fideles regis” de nuevo cuño, a menudo aventureros y exiliados como el ya citado Ardabasto, pero también libertos y conversos que, mediante el servicio incondicional al rey ascendían a la nobleza y se enriquecían sin medida, llevo a que en el VIII Concilio de Toledo del 653, ya bajo su hijo Recesvinto, se criticara a Chindasvinto por haber acumulado riquezas sin freno y confundir su patrimonio personal con el tesoro real. Algo parecido ocurrió con sus fieles y familiares, que ocuparon los puestos principales como duques, condes y demás altos cargos y, sin duda, esta política, que combinaba la casi destrucción de la vieja nobleza con la implantación de una nueva que se debía por completo al nuevo régimen y que por ser fiel sin medida al mismo parecía quedar fuera de cualquier censura, seria causa primera y principal de la progresiva confusión entre lo privado y lo público que comienza a observarse no bien se relajaron un tanto las medidas represivas de Chindasvinto y la vigilancia de sus sucesores.

     En el VII Concilio de Toledo, celebrado en octubre del 646, con tan solo 30 obispos como asistentes, Chindasvinto logró la sanción conciliar a su política de belicoso, control de la nobleza y militarización del gobierno, a pesar de que dicha política se había conjugado con un control asfixiante de la propia Iglesia. El VII Concilio de Toledo consintió y respaldó sus actos endureciendo las penas a aplicar a cualquiera que se alzase contra el Rey e incluso contra los clérigos que no le prestasen apoyo.

       La maniobra de Chindasvinto en el VII Concilio estuvo precedida de un trabajo previo de presión e influencia en el que tuvo papel el sabio y obispo más influyente del momento: Braulio de Zaragoza, discípulo de san Isidoro y maestro de Julián de Toledo. En una de sus cartas vemos a Braulio solicitando al rey que asociara al trono a su hijo Recesvinto. La en apariencia espontánea y bienintencionada petición del obispo de Zaragoza, no lo era tanto y sin duda estuvo motivada por el propio Chindasvinto que, de esta manera, al exhibir la carta del prestigioso obispo, podía usarla como «palanca de voluntades» con otros obispos y nobles. Tras este refrendo, en enero del 649, asocio al trono a Recesvinto, su hijo. Juntos gobernarían cuatro años y nueve meses. Cuando el terrible anciano murió con noventa años ya cumplidos, dejaba tras de si y como dice la Crónica albeldense , «una Espana tranquila». Un reino fuerte dotado de un tesoro bien provisto, una poderosa administración y un ejército potente. Pero, aunque resulte paradójico, también dejaba tras de sí una poderosa siembra de odios y ambiciones desmedidas con cuyos frutos tuvo que lidiar su hijo Recesvinto.

     Chindasvinto, consciente del clima que se estaba formando, se vio obligado a promulgar una ley por la que el acusador, en caso de que se demostrase la falsedad de la acusación o la mala fe, sufriría la misma pena que hubiera sufrido el acusado.

   Recesvinto fue de hecho el monarca de los visigodos con menos oposición, así como con menos levantamientos, ya que su padre había sofocado signo de ello. El anciano Rey Chindasvinto instauró la monarquía hereditaria al asociar al trono a su hijo Recesvinto mediante una proclamación realizada el 20 de enero del 649. Muere Chindasvinto el 18 de octubre del año 653, a los 90 años.

       A pesar de ser Chindasvinto implacable en sus actos políticos, todo en su vida no fue maligno. Es recordado como gran benefactor de la Iglesia, a la cual hizo grandes donaciones y dio grandes privilegios, saneó la hacienda pública gracias a las confiscaciones de bienes a los rebeldes, dio orden y tranquilidad nunca antes conocida en la España visigoda, implantó un sistema recaudatorio más efectivo y justo y promulgó multitud de leyes referidas a aspectos políticos, económicos y sociales.

       Durante sus últimos años de vida se dedicó a realizar actos de piedad y beneficencia, actos en los que podemos encontrar la fundación del monasterio de San Román de la Hornija para que a su muerte sus restos reposasen en un sepulcro junto a los de su esposa Riciberga.

Son muchas las preguntas que se hacen los historiadores sobre la decisión de Chindasvinto de enterrarse en este paraje entre ríos. Lo natural es que reposasen sus restos en un gran mausoleo de la gran ciudad del reino Toledo, donde tomo posesión de la corona. Nos hace pensar que, la decisión de su enterramiento, en lo que fuera más tarde nuestro pueblo, fue llevado a cabo muy en secreto y con desconocimiento total de la nobleza y clero de aquella época, fruto del temor a una profanación de su sepulcro, como acto de venganza y resentimiento, dada la gran cantidad de enemigos que generó en vida. Tal profanación no fue llevada a cabo en aquellos años por sus enemigos, sin embargo. En  siglos posteriores, el monasterio y su sepulcro fueron saqueados por Abderramán II, allá por el año 826 y más tarde Almanzor, en el año 992, saquea y destruye la casi totalidad del monasterio. Por otra parte, los restos de Chindasvinto y su esposa Reciberga han tenido mejor suerte que los de otros dos reyes visigodos: Recesvinto ( su hijo), y los de Wamba, que se depositaron provisionalmente el año 1845 en la Catedral de Toledo y llevan ya 180 años a la espera de un destino definitivo, a causa de que los franceses, en plena guerra de la Independencia demolieran, también en Toledo, la cripta de Santa Leocadia, donde estaban sus restos y profanaron sus tumbas.


Relación cronológica des los reyes visigodos en España.
Cr


sábado, 15 de abril de 2023

Canciones para aprender ._1

 RÍO DUERO

 

    El “padre Duero” es el río vertebrador de Castilla y León, en su recorrido desde los Picos Urbión en Soria, hasta las Arribes del Duero en Zamora y Salamanca, atraviesa varios de los lugares más importantes de Castilla y León. Con esta canción aprendemos geografía, ya que nos ayuda a conocer las ciudades más importantes que baña en su recorrido.

 

 

Comienza el Duero su paso

en Duruelo de la Sierra

atravesando pinares

camino de Cobaleda.

 

En busca de Soria va

dejando a un lado Vinuesa

donde remansa sus aguas

el Embalse de la Cuerda.

 

Por Garray y por Numancia

la de la brava defensa,

llega hasta Soria, tan pura

tan castellana y tan bella.

 

donde como dijo un día

el mejor de los poetas

trazan sus aguas solemnes,

una curva de ballesta.

 

Ya camino de Almazán

su corriente se sosiega,

y por Berlanga discurre

en busca de San Esteban.

 

aquel lugar en que el río,

bajo su puente de piedra,

de Rodrigo, el de Vivar,

las aventuras recuerda.

 

Sigue por tierras de Uxama

en busca de la meseta,

llega hasta Langa de Duero,

que es pueblo de la ribera.

  

esa tierra donde el vino

hecho de sol y paciencia

se convierte en otro río

de amistad y convivencia.

 

Peñaranda, Aranda, Roa,

y Peñafiel y Pesquera

son hijas de agua y de vino,

hijas del Duero y las cepas.

 

Camino de Tordesillas,

ya dejada atrás Valbuena,

envuelve el río en sus aguas,

la memoria comunera.

 

Y allá arriba, en Santa Clara,

las noches de luna llena

dicen que el rumor del agua

aún canta para la reina.

 

Que la reina doña Juana,

-quien sabe si loca o cuerda-.

oyó a las aguas del Duero

susurrarle sus endechas…

 

Y después de Castronuño

hacia Toro se endereza,

que ya Zamora a lo lejos

sobre su alcor alborea.

 

Desde el Duero se divisa

Zamora, la bien cercada,

donde las aguas se aquietan

abrazando sus murallas.

  

En él la ciudad se espeja,

al igual que se espejaran

en sus aguas las traiciones

y también las esperanzas.

 

                                           Zamora de los romances

la tierra mejor cantada,

por la que el Duero suspira

abriendo sus brazos de agua.

 

  Al abandonar Zamora

se vuelve agreste su andar.

Entre Sayago y Aliste,

el Tormes sus aguas le da.

 

En las Arribes del Duero

entre paredes se encaja,

y saluda a Portugal

el arrullo de sus aguas.

 

                                            Al final de su camino,

con Oporto va a brindar,

y el viejo Duero, tranquilo,

echa sus aguas al mar.

 

 

 


ROMANCE DEL RÍO DUERO

        Al hablar del río Duero nunca debemos olvidar el Romance que Gerardo Diego le dedicó. Emplea la personificación para expresar sus sentimientos de admiración y cariño hacia este río, también nos habla de la soledad, ya que los ciudadanos de la ciudad de Soria, donde residió unos años como profesor de Instituto, no le prestaban la atención que el río merecía.


Río Duero, río Duero,

nadie a acompañarte baja,

nadie se detiene a oír

tu eterna estrofa de agua.

 

Indiferente o cobarde

la ciudad vuelve la espalda.

No quiere ver en tu espejo

su muralla desdentada.

 

Tú, viejo Duero, sonríes

entre tus barbas de plata,

moliendo con tus romances

las cosechas mal logradas.

 

Y entre los santos de piedra

y los álamos de magia

pasas llevando en tus ondas

palabras de amor, palabras.

 

Quien pudiera como tú,

a la vez quieto y en marcha,

cantar siempre el mismo verso

pero con distinta agua.

 

Río Duero, río Duero,

nadie a estar contigo baja,

ya nadie quiere atender

tu eterna estrofa olvidada,

 

sino los enamorados

que preguntan por sus almas

y siembran en tus espumas

palabras de amor, palabras.

sábado, 13 de noviembre de 2021

Los pueblos de la provincia de Valladolid (1895). Autor: D. José Ortega Rubio.

 

Datos históricos sobre San Román 

    

       D. José Ortega Rubio (1846-1921) fue un historiador de prestigio que vivió en los pasados siglos XlX y XX. Regentó la catedra de Historia de la Universidad de Valladolid y más tarde la de la Universidad Central de Madrid. Entre su abundante fondo editorial que publicó se encuentra: “Los pueblos de la provincia de Valladolid” (1895). En él refleja, con buena fuente investigadora, la historia de algunos pueblos de la provincia. Una vez en mi poder dicho libro, tengo a bien compartir con los lectores de este blog su contenido, así como algunos hechos históricos que desconocíamos de nuestro pueblo.

 Transcripción de lo relativo del libro a San Román de Hornija:

     Tocando con la provincia de Zamora, en un valle árido donde crecen algunos álamos, chopos y negrillos, se halla dicha villa que dista de Valladolid 52 k. y 934 m., y tiene 1068 almas.

El rey visigodo Chindasvinto comenzó a reinar el año 642 y dejó la corona a su hijo Recesvinto el 649, muriendo el 653. En tierras de su patrimonio y junto a la confluencia del río Hornija con el Duero, no lejos de Villalar, edificó un monasterio donde descansasen los huesos de su mujer Reciberga, que murió el 646, y también los suyos. Afírmase por algunos cronistas que el monasterio, dedicado a San Román, monje de la orden de San Benito, fue fundado por San Fructuoso, con el favor y ayuda del rey Chindasvinto.

"El monasterio de San Román, dice el cronista citado, tiene su asiento a dos leguas distante de la ciudad de Toro, llamada en la antigüedad Sarabis, cabe un arroyo pequeño, cuyo nombre es Ornisga, que va a entrar en el Duero, allí vecino; por eso este monasterio tomó el nombre de Ornisga, y corrompiéndose el vocablo, le llaman ahora Ornija.

Más adelante añade: "De la fundación y de que el rey Chindasvinto lo eligió para su sepultura hay expreso testimonio de San Ildefonso, y es el que describe la fábrica antigua, diciendo que el rey se enterró dentro de la iglesia en un gran sepulcro que está cuadrado por todas partes. Hoy se ven gran crucero, con cuatro brazos iguales, las cuales tienen entre si harta proporción y representan haber sido una cosa grandiosa. En el crucero se conservan muchas columnas de diversos géneros de mármoles que se trajeron de partes muy distantes. El rey Chindasvinto entiendo estuvo enterrado en este crucero; pero como después se desbarató la forma de esta iglesia, y para ensanchar la capilla mayor se dio otra traza, pusieron al rey en una capilla pequeña, pero muy devota, donde se ve una reja de extraña y antigua labor, y unos pilares de jaspe torneados, que todo muestra ser reliquias de la riqueza y primor que debió de tener en un tiempo el sepulcro; pero ahora no hay más en aquella capilla, sino lo dicho y una sepultura de mármol blanco (que no tiene inscripción al presente) donde está el rey depositado.. Ambrosio de Morales escribe lib. XII, capitulo XVIII, que en un libro gótico antiguo (que él vio) del secretario Miguel Ruiz de Azagra, estaban los epitafios del rey y de la reina llamada Reciberga, su mujer, que falleció muy joven el año 646. El epitafio, dice otro escritor, que se puso en el sepulcro de esta Reina, se atribuye en un libro gótico a San Eugenio el Segundo: pudo ser que lo compusiese el mismo rey, porque su afecto a los libros y estudios es argumento de que era versado en ellos.

En la primera capilla del Cristo de la Red, hoy de San Roque, aparece una tumba, y encima la siguiente inscripción: Si daré pro morte gemmas licuisset et aurum, Nulla mala poterant Regum dissolvere vitam; Sed quia sors una cuneta mortalia quassat, Nec pretium redimit reges, nec fletus egentes. Hinc ego te, conjux, quia vincere fata nequivi, Funere perfunctam sanctis commendo tuendam. Ufc cum flamma vorax veniet comburere térras, Coetibus ipsorum mérito soeiata resurgas. Et ñuño cara müú jara Reciberga valeto Quodque paro feretrum Rex Chindavintus, amato, Annorum breviter restat edioere summam,Qua tenuit vitara simul et connubia nostra. Foedera conjugii septern feré duxit in annos, Undecies binis sevum cum raensibus octo. Pervetustum hoc epitaphium in membrana olim insoriptum, ao in frustula scissum, lapide polito, amore Patrise ductus, feoit insculpe re Joachim Barbagero.

Aunque Chisdasvinto murió en Toledo, se mandó enterrar en dicho monasterio al lado de Reciberga, y los huesos que se descubren en la tumba se reputan de Chindasvinto y de su mujer.

El monasterio con sus tierras y habitantes se agregó por Alfonso III el Magno, en el año 894 al de Tuñón (Asturias). La iglesia conservó mucho tiempo, según cuentan, su primitiva forma de cruz griega; pero luego sufrió diferentes reformas, construyéndose por completo á mediados del último siglo, y por cierto que en su fábrica no dio pruebas de su talento artístico el lego Fr. Juan Ascondo: Algunos fragmentos, incrustados en la nueva obra, permiten apreciar el carácter y belleza de la primitiva fundación, como son algunos capiteles y una pila para el agua bendita. "En el soportal de la antigua casa, dice el Sr. Cuadrado, en la sacristía, en la columnita que sostiene el pulpito, además de varias basas, observase magníficos y elegantes capiteles muy semejantes a los corintios, con diversas series de hojas y acanaladas fibras, en que todavía no se descubre muy degenerado el arte del Bajo Imperio al paso que en algunos fustes campean las estrías en espiral tan aceptas a las construcciones latino-godas.

Dos preciosas y antiguas urnas del relicario están adornadas con guerreros a caballo, águilas, leones coronados, liebres, cigüeñas etc. El retablo del altar mayor es sencillo, admirándose en él un cuadro que representa a San Román, Mártir. Se halla firmado por Felipe Gil, Año de 1797. Los otros retablos, como también las esculturas v pinturas, son medianos. En la parte exterior de la capilla de San Roque he visto dos lápidas con su correspondiente inscripción; pero su contenido no se puede leer, porque las letras se encuentran muy gastadas por la injuria del tiempo.

Trasladaré aquí lo que escribía el Sr. García Somolinos en el año 1849. "Destruido hoy casi en su totalidad el monasterio, sólo se conserva parte de la iglesia, y en ella, una pequeña capilla con el sepulcro donde se hallan los restos mortales de los fundadores. En lo antiguo, y cuando ocupaba el medio de la nave mayor de la iglesia, ostentaba magnificencia y grandeza: hoy está en la capilla llamada del Santo Cristo de la Red, sin otro recuerdo que el escudo y urna que representa la lámina. Unos tableros dados toscamente de blanco, ocultan una gran urna de alabastro sencilla, que guarda las cenizas de los Reyes; sobre ella se ve un paño negro, de vara y media de largo y una de ancho: en el centro un escudo con el fondo blanco, y en él nueve estrellas en tres órdenes; tres azules, tres blancas, y las tres restantes de uno y otro color, rematando en una corona al parecer ducal. A los lados del escudo hay dos pequeñas tarjetas también blancas, con letras pajizas, bastante deslucidas; en la del lado derecho se lee: Reciberga Regina. Requiescat in pace. Amen; en la del izquierdo dice lo mismo con sólo la diferencia del nombre que es del rey Chindasvinto. Sobre el paño negro hay un marco grande de madera dorado, contiene un tarjetón de pergamino, y en el mal latín que se lee, sin haberlos alterado en nada, los siguientes versos escritos en letra gótica. En el mismo marco, en su parte inferior, se lee que fue renovado en 1820 por uno de los monjes. Nueve años después de la descripción del Sr. García Somolinos, el Ilmo. Sr.  D. Joaquín Barbajero, obispo de León, mandó quitar la urna, el escudo y las tarjetas, sustituyéndolo todo con una hermosa lápida de mármol, y en ella la inscripción latina de que ya se dio noticia.

       La mencionada iglesia se levantó en el sitio que estaba el monasterio. Añade el Sr. Cuadrado: "Una pila del agua bendita parece excavada en la venerable lápida de la dedicación del templo, la cual, copiada por Morales, dice así: Hic sunt reliquise numero sanctorum, sancti Romani monacbi, sancti Martini episcopñ sanctse Marinee virginis, sancti Petri apostoli, sancti Johannis Baptistse, sancti Aciscli, et aliorum numero sanctorum,,. 'Recuerdos y bellezas de España, pág. 182. Ed. de 1861.

     ¿Dónde se halla el tarjetón de pergamino? Cuando el autor de este libro estuvo en la villa, 5 de Octubre de 1891, no pudo encontrarlo, y los vecinos del pueblo ignoraban la reforma que hizo el Sr. Barbajero, hijo preclaro de San Román.

Debo a la amabilidad del Sr. D. Teodosio Torres, arquitecto provincial, que en el mes de Junio de 1894 visitó la villa, los siguientes datos: "Los antiguos restos artísticos que pertenecen a la primitiva fábrica del monasterio, aunque separados completamente de la edificación, son seis capiteles de mármol blanco. Dos de 0m90 de lado en el cimacio, unidos por sus collares, forman la actual pila de agua bendita: el de abajo invertido hace de peana, y en el de arriba se ha vaciado la taza; cuyo vaciado, según cuentan, se llevó a cabo por uno de los propietarios del monasterio en la época de la desamortización. El capitel superior es una imitación del corintio de los romanos; la disposición de las hojas, tallos y volutas es la misma, aunque en el conjunto faltan la armonía, gracia y movimiento del original: el inferior es de las mismas dimensiones, y en el adorno del tambor faltan las volutas y tallos de donde arrancan, estando simétricamente revestido por tres filas de hojas de acanto, que, como las del primero, son más abultadas que las del modelo, tanto en el picado como en los nervios y penachos de sus extremos. Las dimensiones de dichos capiteles y lo selecto del material son prueba evidente de la importancia de la fábrica. Otros tres capiteles, que vienen a tener próximamente la mitad del tamaño de los dos primeros, sirven de sostén, con fustes también de mármol a las carreras y zapatas de un pequeño soportal inmediato a la iglesia. Varía la original estructura y decoración de ellos, dejando de ser una imitación de los romanos: sólo uno conserva algún rudimento de las volutas; pero en lugar de estar formadas con hojas y tallos, son una especie de cables retorcidos. El sexto capitel es el más pequeño, viniendo a ser, como los primeros, una reproducción del corintio, y el fuste, destinado a sostener el púlpito, lo adornan estrías espirales que cambian de dirección a la mitad de su altura: esta forma de estrías se conservó en la arquitectura cristiana de las monarquías asturiana y leonesa. Estos restos artísticos y arqueológicos son muy escasos, pues en Castilla sólo se conservan los capiteles de las iglesias de Santa Leocadia en Toledo y los de San Juan de Baños en la provincia de Palencia.

El haberse encontrado únicamente capiteles y fustes de columna indica que la iglesia de San Román debió construirse conforme al tipo de las basílicas de Roma, que a su vez fueron imitación de los templos paganos. Como es sabido, estas construcciones constan de tres naves paralelas, sin crucero, sostenidas por arcadas sobre columnas, las cuales, con los capiteles correspondientes, constituyen la única decoración y el miembro más importante. Los mencionados primeros capiteles, con algunos que se han perdido, debieron emplearse en la edificación de una iglesia latina, no teniendo por tanto la forma de cruz griega, según opinan reputados escritores, entre otros, el doctor Morales, el cual ya describió un templo diferente al primitivo. Cuéntase también que este monasterio sobrevivió a la invasión sarracena; pero no existe en España una sola fábrica de los godos, incluso la iglesia de San Juan de Baños, ya mencionada, única que pudiera ofrecer alguna duda.

Por mi parte diré que en el cementerio he visto la llamada capilla, la cual no es otra cosa sino una habitación grande y construida hace poco tiempo: en ella se encuentra un antiguo retablo. Aunque se halla deteriorado e incompleto, las 14 tablas del frente y las dos de cada uno de los lados, merecían ocupar puesto preferente en la iglesia del pueblo.

En el archivo de la pobre casa consistorial solamente se conserva una escritura del año 1587, habiendo desaparecido todos los documentos antiguos del pueblo de San Román, edificado bajo el amparo y protección del monasterio, se sabe muy poco. Durante el reinado de Alfonso X el Justiciero, pertenecía al conde Álvaro Núñez. "Et porque este conde Alvar Núñez había alcanzado muy gran tesoro de los tiempos que hubo de ver la hacienda del Rey, y lo tenía todo ayuntado en el castillo de Oterdefumos, y en el lugar de San Román que era suyo del Conde, el Rey fue a Oterdefumos, y envió a San Román, y fallaron que tenía grandes cuantías de oro y de plata y de dinero y se lo trajeron todo al rey. Y en cuanto el Rey estaba en Oterdefumos mandole que le trajesen y el Conde Alvar Núnez fue condenado a muerte,, ocurrió este hecho en el año 1327, y todos los bienes del conde Álvaro Núñez pasaron a ser realengos. En el año 1354 se hallaban en San Román, preparándose a la lucha con Pedro I el Cruel, los infantes D. Fernando y D. Juan de Aragón; y en la iglesia del pueblo se encontraba depositado el cadáver de D. Juan Alonso de Alburquerque.

Durante la guerra de sucesión, los Reyes Católicos, cuando pusieron formal bloqueo a Toro, en la famosa batalla del mismo nombre, entre partidarios de Isabel la "Católica" y Juana "La Beltraneja", mandaron que se situase en San Román el capitán Pedro de Velasco con alguna fuerza.

Por último, una partida absolutista que se levantó en la villa el 20 de Noviembre de 1848, fue deshecha al poco tiempo.

Carece de importancia un molino de harinas que hay en el pueblo.