miércoles, 9 de agosto de 2017

Oficios que desaparecieron en nuestro pueblo - 2 -



LOS  ANTIGUOS COLCHONEROS





Vareando la lana


    Antes de la entrada del verano las mujeres de la casa hacían una limpieza general de ésta. Limpiaban bien todos los rincones, los cajones de las cómodas, los armarios, fregaban a conciencia los suelos, embarraban las paredes interiores y, sobre todo, hacían de nuevo los colchones que estaban duros, con la lana hecha pelotas de borra, apelmazada y lastimando los riñones de los que dormían en ellos.

    Hubo una época, no demasiado lejana, en la que los colchones eran de lana de oveja, con una funda de tela en forma de saco, unas veces rojiblanca (de ahí el apodo de “colchoneros” a los Atléticos), aunque otras veces eran floreadas. Con el paso del tiempo la lana se iba aplastando o apelmazando y el colchón reducía en volumen y comodidad, por lo que periódicamente, cada dos o tres años, aparecían en las casas del pueblo, previo aviso, los colchoneros.

    El día antes se había deshecho el colchón, lavando la tela si estaba útil, así como la lana en el arroyo, colgando esta última a secar en algún alambre de la era más próxima, como primer paso antes de la llegada del colchonero.

    En nuestro pueblo los colchoneros eran normalmente matrimonios. Había dos matrimonios en San Román dedicados a este oficio hoy desaparecido de colchonero:

- El Sr. Juminiano (que también era músico) y su esposa Argimira.

- El Sr. Teófilo y su esposa Prudencia (padres de Marina).

Los hombres utilizaban una vara, casi siempre de fresno, que se hundía  

    Los hombres utilizaban una vara, casi siempre de fresno, que se hundía en la lana y salía con mechones de lana enganchados a ella.

Varazo tras varazo, golpe tras golpe, las pelotas de lana se rompían, se abrían, se esponjaban. La lana bien vareada se colocaba después sobre una nueva tela del colchón, o aprovechando la anterior si estaba en buen uso, previamente lavada. La colchonera, una vez vareada, la distribuía encima de la tela, la cubría con parte de la tela superior y, sentada al lado de lana y tela, cosía con aguja curva por el costado con habilidad y destreza. Ensartaba con cintas que pasaban por los ojetes que existían en ambas superficies de tela, con el fin de que permaneciese una superficie de colchón, por ambas caras, más o menos uniforme, así como para que la lana no se rodase al mullirlo.

    Hemos de hacer notar que esta actividad se realizaba en el corral de la dueña de los colchones, colocando mantas debajo para evitar el contacto con la tierra. Las que no tenían corrales lo hacían a las puertas de las respectivas viviendas, tratando de buscar empedrados. Casi siempre los colchoneros eran invitados a la comida familiar de ese día.

    Hoy, ante la aparición de los colchones de muelles, fibra o látex, más prácticos y con menos mantenimiento, aunque más fríos en invierno, hemos arrinconado y desechado el colchón de lana, haciendo desaparecer la profesión de los antiguos colchoneros.


 antigua profesión de los antiguos colchoneros.

lunes, 10 de julio de 2017

El pan, complemento de una buena dieta mediterránea.




El pan y sus nutrientes





Pan redondo
    A partir de la expulsión del Paraíso a Adán y a Eva según párrafos bíblicos, y la posterior condena al hombre y a la mujer: “comeréis el pan con el sudor de vuestra frente”, hasta la época actual, el pan ha estado sujeto a distintas contradicciones. Unas veces se le ha considerado elemento principal de la alimentación del mundo occidental y otras se le ha tildado y menospreciado de ser la causa de distintos males en el ser humano, ejemplo la obesidad. Valorado excesivamente su posesión en tiempos de miseria. Recuérdese las dificultades para su adquisición en la pasada postguerra española, que algunos que nos peinamos alguna cana sí recordamos, su adquisición giraba en torno a las cartillas de racionamiento. Afortunadamente, en los pueblos productores de trigo no se daba tal penuria. En algún tiempo si se caía algún trozo al suelo se le recogía dándole un beso reverencial.

    Como no recordar en nuestra niñez, cuando salíamos de la escuela, cogíamos la merienda, un cantero de pan –entonces no conocíamos las barras- acompañado de chocolate o queso y nos íbamos a jugar. Hoy los niños actuales, juegan menos en grupo, y en vez del pan cogen otros derivados de la harina acompañado de diversos azúcares y grasas, que hoy llamamos “bollería industrial” muy perjudicial para la salud.

    Antes, en los pueblos, el pan se elaboraba en las casas. Amasando la harina con agua y sal en grandes artesas. Había familias que poseían horno en sus casas para realizar la cocción, pero los que no tenían acudían a hornos que regentaban otros vecinos. Quiero recordar en nuestro pueblo los hornos de las Sras: Benita, Benedicta, Pacita -a la altura del "Caño Viejo"-, Teresa, Epifania y Petronila - esta última en la "Calle Cerrada" -, posiblemente quedo alguno en olvido. A estos hornos también se llevaban para hornear: bollos, pastas, rosquillas y mantecadas que era costumbre hacer en los Carnavales. El pan, una vez cocido, se guardaba en tinajas o en escriños y allí se iba utilizando durante 8 días, sin ponerse duro. El que compramos hoy no permite aprovecharse al día siguiente por endurecerse a las 24 horas.  

    Encontramos dos razones o factores principales que pueden ser causas de este actual endurecimiento inmediato del pan.
    -La primera podría ser: antiguamente se empleaban en la elaboración del pan levaduras naturales que se elaboraban y conservaban 8 días para su empleo en la próxima cocción, hoy, sin embargo, se utilizan levaduras químicas. Hemos de recordar que el fin de la levadura es conseguir la fermentación del pan y conseguir un pan más esponjoso.
    -La segunda y tal vez la más lógica: actualmente el pan se vende a peso (es decir, una barra de X gramos, un pan de X gramos). Los panaderos cuecen poco el pan, para que así quede un exceso de agua y la barra pese lo mismo pero con menos harina, por lo que producen pan con menos coste de harina y a la vez ahorran energía al acortar el tiempo de cocción. El pan así elaborado expuesto al aire no se endurece porque se seca, sino porque se humedece debido al vapor de agua. Este exceso de agua que contiene hace que el pan se ponga duro muy pronto.
Pan de barra
    Antiguamente sólo se conocía el pan redondo, luego aparecieron las barras, pero según su composición o tipo de harina que se emplee encontramos estos tipos de panes: blanco, integral, de centeno, de maíz, de avena, de molde, sin sal, etc.
El pan no sólo puede ser un plato por sí mismo, sino que puede ser ingrediente de una receta o el acompañamiento ideal de una comida. Es un alimento que incluimos a diario en desayuno, almuerzo, merienda y cena. En definitiva, se trata de un alimento básico, noble y muy nutritivo que, aun así, maltratamos injustamente.

Los nutrientes del pan:
    Su composición básica se desprende de la harina que le da origen, por lo tanto, los panes en general tienen como protagonistas de sus nutrientes los hidratos de carbono. Quizá por ello, muchos creemos erróneamente que el pan engorda, son falsos mitos que existen. Sin embargo, los hidratos de carbono que posee el pan son en su mayoría complejos, es decir, no se trata de azúcares simples, sino que al organismo le lleva un poco de tiempo metabolizarlos. Además, los hidratos de carbono complejos del pan aportan 4 Kcal. por gramo, al igual que los hidratos que posee la fruta o la verdura.

    En definitiva, el pan no engorda y en su versión tradicional, apenas aporta grasa, pues el 80% de las calorías que ofrece derivan de sus hidratos.
    Una porción de pan de unos 30 gramos aporta unas 85 Kcal, igual que un vaso de refresco que sólo aporta azúcar y ninguna vitamina, mientras que el pan, además de hidratos y pocas calorías, nos ofrece buenas vitaminas y minerales para el organismo. Aunque mucho depende de su composición, generalmente el pan es fuente de sodio, potasio, fósforo y calcio, mientras que también ofrece vitaminas del complejo B necesarias para el correcto funcionamiento del sistema nervioso.

    No cabe ninguna duda de que el pan es un alimento con una gran importancia en la cultura mediterránea, y su historia está muy ligada a la historia de las diferentes civilizaciones., experimentando los cambios de la sociedad en los diferentes momentos de la historia. Ha sido considerado un alimento básico en la sociedad mediterránea por su coste económico y por su facilidad para disponer de él.

    Desde los años 60 y con el aumento de nuestro nivel de vida el patrón de consumo de la sociedad española ha cambiado y el pan va cediendo su importancia en nuestra dieta diaria, ligado a una mejora en el nivel de vida. Durante estos años, además, el pan ha experimentado en nuestro país un proceso de industrialización que afectó notablemente a la calidad media del producto.

    A pesar de ello, el pan sigue ocupando un lugar de privilegio en el pensamiento de nuestra sociedad, debido a la tradición milenaria de su elaboración y consumo. En los últimos años, parece que el pan está de moda otra vez y se habla mucho más de pan que en ningún otro tiempo se había hablado, incluso en los años de su mayor consumo.

    Empleemos más nuestros bocadillos hechos con buen pan y mejor jamón y huyamos de tanta comida basura, hoy tan de moda, ejemplo: hamburguesas, sándwiches, etc.

    El pan, alimento básico desde hace siglos en numerosas culturas, está omnipresente en el refranero castellano. Estos son algunos de los dichos populares más conocidos:

"Donde hay hambre, no hay pan duro".
"A falta de pan, buenas son tortas".
"Castellano fino: al pan, pan, y al vino, vino".
"De los olores, el pan; de los sabores, la sal".
"Donde pan comes migas quedan".
"Las penas con pan son buenas".
"Pan caliente, hambre mete".
"Pan ganado sabe a gloria".
"Pan de trigo, leña de encina y vino de parra sustentan la casa".
"Uvas con queso y pan, no hay en el mundo tal manjar."
“Contigo pan y cebolla”.
“A pan duro diente agudo”.
“Dios le da pan al que no tiene dientes”.
“Al buen amigo, dale tu pan y dale tu vino”.
“Con pan y ajo crudo se anda seguro”.
“De tierra de alacranes pocos panes”.
“El pan ajeno hace al hijo bueno”.
“Al pan se arrima el perro”.
“Amigo que no da pan y cuchillo que no corta, aunque se              
pierdan no importa”.
“El pan aunque sea duro, más vale para mí que para ninguno”.
Dame pan y dime tonto”.
“A quien no le sobra pan, no críe can”.
“Cada niño al nacer trae un pan bajo el brazo”.
“Con su pan se lo coma”.
“Come pan y bebe agua y vivirás vida larga”.
“Pan a hartura, vino a mesura”.  
“Pan ajeno, caro cuesta”.  
“No hay peor afán que muchos hijos y poco pan”.
“Pan con pan comida de tontos”.
“Pan de ayer, carne de hoy y vino de antaño, traen al hombre             
sano”.
“Pan de mi alforja, como el no me falte todo me sobra”.
“Pan, pan, muchos lo toman y pocos lo dan.
"Pan candeal, pan celestial”.  
“Pan de centeno, para tu enemigo es bueno”.
“El muerto a la mortaja y el vivo a la hogaza”.
“Con vino añejo y pan tierno se pasa el invierno”.
“Bocado de pan, rajilla de queso y de la bota un beso”.
“Quien no da migas no tendrá amigas”.
“Pan rebanado sin vergüenza es masticado”.
“Pan que sobre, carne que baste y vino que falte”.
“Quien de mano ajena come pan, come a la hora que se lo dan”.
“Llueva o no llueva, pan hay en Orihuela”.
“Con pan y vino se hace el camino”.  
“Eres más bueno que el pan”.
“Más pan y menos manteles”.  
“Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”.
“Más vale pan con amor, que gallina con dolor”.
“Es un manjar exquisito, mojar el pan en huevo frito”.
“Ni mesa sin pan, ni ejército sin capitán”.
“Sin pan y  tocino, el año es dañino”.

viernes, 2 de junio de 2017

Miembros de la Cofradía de Santa Águeda de San Román de Hornija visitan Alcalá de Henares.




Excursión cultural



Calle Mayor y sus soportales
    El pasado sábado, día 27 de mayo, 28 sanromaniegos (24 mujeres y 4 hombres) visitaron Alcalá de Henares en excursión cultural promovida por miembros de la Cofradía de Santa Águeda. Las actividades de dicha Asociación no sólo se limitan al 5 de febrero, festividad de dicha Santa, todos los años realizan una excursión cultural y este año han venido a Alcalá de Henares: ciudad que forma parte del “Camino de la Lengua Castellana” y desde 1998 es ciudad Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO gracias a su legado monumental.

    Me causó gran ilusión ver la presencia de tanto paisano en mi lugar de residencia. Creo que soy el único sanromaniego que vive en Alcalá a pesar de su aumento en población debido a la gran inmigración detectada en los últimos años. Aunque mi pueblo siempre es San Román, Alcalá es mi ciudad de adopción en la que he vivido ya 42 años y en la que he llevado a cabo gran parte de mi vida profesional. Tengo que reconocer que es una ciudad muy acogedora en la que siempre me he sentido cautivado de vivir en ella, tanto a nivel personal como profesional. 

    Visitaron algunos de los monumentos más importantes de esta ciudad complutense:

Plaza de Cervantes
   -Plaza de Cervantes. Al fondo Capilla del Oidor: Antigua Iglesia de Santa María que, a pesar de su incendio, aun conserva su torre, así como una capilla donde se encuentra la pila bautismal donde se bautizó a Miguel de Cervantes. Estatua de Cervantes y a la derecha  el Ayuntamiento. 



Casa de Cervantes

    -Casa de Cervantes: Es un edificio de dos plantas que hace esquina con las calles Mayor y de la Imagen. Recrea los distintos ambientes de la vida cotidiana de una casa acomodada de los siglos XVI y XVII. Este museo está ubicado en el lugar en que, según los estudiosos, nació y vivió Miguel de Cervantes Saavedra durante su infancia.





-La Universidad Cisneriana: fundada por el Cardenal Cisneros en 1499. A
Universidad Cisneriana
pocos pasos de la plaza de Cervantes se encuentra el edificio más famoso: el Colegio Mayor de San Ildefonso, que es el actual rectorado y cuya fachada fue construida en 
1543. Algunos de sus estudiantes más ilustres: Melchor de Jovellanos, Francisco Quevedo, Antonio Nebrija, Calderón de la Barca o Tirso de Molina fueron algunos de los que pasaron por sus clases. Lástima que la Universidad disfrutara de “puertas abiertas” ese sábado y sin acceso a grupos, aunque si a nivel individual, y como consecuencia no pudieron visitar el Paraninfo, joya emblemática de la Universidad “Cisneriana”.

    Merece recordar a esos primeros estudiantes de nuestro pueblo en esta universidad, que ya hemos hablado de ellos en otros artículos de este “blog”, pertenecientes a la familia Barbajero: Joaquín, Justo, Bernardo y Clemente. El primero de ellos llegó a ser obispo  de León y D. Bernardo deán de la Catedral de Madrid. Todos ellos eclesiásticos que llevaron a cabo un gran reto personal: que era traer y dar estudios al sobrino más despierto y con mejores actitudes intelectuales. De esta forma, y durante dos siglos, proliferó dicho apellido en altas jerarquías de la Iglesia.


Monumento: LA FONTANA DE TREVI (Roma)
 Parque de Europa - Torrejón de Ardoz (Gran Grupo
- Gentileza de Mayte Sanz) 
    Por la tarde, a pesar de las altas temperaturas, poco propias del mes de mayo, emprendieron camino a Torrejón de Ardoz donde comieron y por la tarde visitaron “El Parque Europa”. Allí disfrutaron con las reproducciones de los más emblemáticos monumentos de las principales ciudades europeas.

    Dadas las pocas horas que permanecieron en Alcalá de Henares, dejaron para visitar en otra ocasión otros monumentos importantes de esta ciudad, ejemplo: Palacio Arzobispal, Museo Arqueológico Regional, Monasterio de las Bernardas, Palacete Laredo etc. Según el dicho: “El que viene por primera vez a Alcalá vuelve pronto”, esperamos verles pronto, otra vez por aquí, para completar la visita a esta ciudad, cuna del escritor español más importante de todos los tiempos: D. MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA.  
Monumento a D. Quijote y a Sancho



Palacete Laredo



Palacio Arzobispal


Catedral Magistral




miércoles, 3 de mayo de 2017

Aquellas cartas de puño y letra


Declive del lenguaje epistolar







    Los trazos caligráficos se han convertido en una reliquia. Hoy recordamos con nostalgia aquellas cartas escritas de puño y letra, esas que contenían sentimientos trabados en las lomas y los valles de los trazos. Daba igual que los renglones se manifestasen torcidos, lo importante es que reflejaban la personalidad del remitente. El poder de un simple párrafo escrito de puño y letra era fantástico

    Al recibir una carta, aparte de la alegría que te producía su recepción, imaginabas las circunstancias en que te la habían escrito. Cuando pasa el tiempo y vuelves a releer sus líneas en las cuartillas ya amarillentas,  notas aún los latidos del corazón azul de la tinta. La misma sensación que te produciría una flor seca guardada entre las hojas de un libro.  

    Ya casi no se escriben cartas a puño y letra. El teléfono, por su automatismo y popularización, dio un duro golpe a las cartas  Al final la llegada de internet ha terminado dispersando las cuartillas de los escritorios.  Los jóvenes abandonan  este noble medio de comunicación y se dedican  a ejercitar compulsivamente los pulgares sobre los teclados de sus móviles, encriptando el lenguaje con un esqueleto de signos y amparándose en la ley del mínimo esfuerzo. 

    Las cartas tradicionales se revestían de formalismos, de frases hechas que rodeaban como un envoltorio el  contenido del mensaje. La fecha, el saludo introductorio: querido, apreciable, estimado… según grado de afecto y relación. Los dos puntos y aparte y la primera coletilla que se hizo tan popular: “Espero que a la llegada de esta os encontréis bien, nosotros quedamos bien  gracias a Dios”, o similar. El cuerpo o meollo: “sabrás por la presente que ….” y la despedida con la graduación que correspondiera: abrazos, besos o saludos, según los vínculos que nos unieran al destinatario. Para remate, la postdata, esa perchero tras la firma, donde se colgaban los olvidos.
Vivimos en una época en la que prima la celeridad del correo electrónico, Facebook, Twitter o el WhatsApp y sumergirse en las profundidades de una carta manuscrita es casi un viaje antropológico. Nunca renunciaremos a estos nuevos sistemas de comunicación, bien empleados, pero sentimos gran nostalgia ante la desaparición de aquel lenguaje epistolar.

    Una carta es un medio de comunicación escrito por una persona (emisor - remitente) y enviada a otra persona que está lejos (receptor - destinatario).  Es un texto funcional cuya información y diseño facilitan su propósito que generalmente está relacionado con la solución de un problema específico, o la manifestación de unos sentimientos La carta nos sirve para comunicar a otra persona nuestras ideas y pensamientos, contar historias, dar noticias, expresar sentimientos, informar, etc. Con el lenguaje de las cartas se proyectaba la cultura de quien la escribía según su redacción, estilo, ortografía etc.

    Ahora la mayor parte de las cartas que recibimos son comerciales, de bancos, de compañías eléctricas u organismos administrativos. Fríos estándares que anuncian subidas o reclaman cobros con un lenguaje engorroso y sibilina redacción disfrazada de  amenazas. “Por la presente comunico a usted …”.
Las  entrañables son las familiares, las de amor o amistad.  Esas que se guardaban atadas con una cinta y en sus líneas se adivinaban las manos y las miradas de quienes las escribieron. Las que releídas después de muchos años nos siguen evocando momentos inolvidables cuando las circunstancias ya no son las mismas. Allí, entre los renglones de las cuartillas amarillentas por el tiempo, permanecen  unos sentimientos que un día nos conmovieron y que por eso  las  hace únicas e irrepetibles. Prefiero esas cartas de antes escritas a mano, las que  empezaban por la fecha y acababan con la firma. En el centro el conjunto de sentimientos que iban derramándose a través de la tinta. 

    Nadie ignora (mejor dicho: algunos han olvidado) que las cartas manuscritas fueron alguna vez reinas y señoras de la conversación entre ausentes. Aquellas costumbres que el meteórico avance de las nuevas tecnologías parece haber erradicado de nuestras vidas. Un hábito -tan cotidiano en otras épocas- que sirvió para decirse tantas cosas. Según las estadísticas: seis de cada diez españoles no recuerdan la última vez que recibieron una carta manuscrita o postal. En lo personal, amo ambas formas de comunicación. Adoro las nuevas tecnologías –las utilizo a diario y creo que son herramientas altamente democratizadoras- pero también aprecio la tinta y el papel.
    
    Un recuerdo para aquellos carteros de nuestro pueblo, hoy desaparecidos: José Gallego, así como mis primos Vítores Cabezudo y su hermano Luis. Ellos con su presencia en nuestras puertas, en aquellas época, nos aportaron la ilusión y alegría de poder recibir nuestras primeras cartas.

    Y aunque el espacio (si da para más) se despide, por hoy, de ustedes con un cordial saludo este amigo suyo, actualmente “bloguero”, que lo es.
                                                      
Alfio Seco Mozo

domingo, 9 de abril de 2017

Pregón de la Semana Santa 2017 en San Román de Hornija


Con ánimo de vincular y hacer partícipe de nuestra Semana Santa a los sanromaniegos que no asisten a nuestro pueblo por estas fechas y ante la petición de algunos de ellos, tengo a bien transcribir en este blog mi pregón en la Semana Santa de 2017.


¡Buenas tardes a todos!

D. José Antonio, cura párroco, Junta de la Cofradía del Cristo de la Piedad, cofrades y paisanos todos.

    Aunque en un principio pensé que, como consecuencia de adolecer alguna limitación visual, podía ser un inconveniente para conseguir el pregón que vosotros os merecéis, sin embargo, con gran corazón y sentimientos hacía éste, mi pueblo, al que quiero, aquí me tenéis con vosotros ¡Gracias por contar conmigo!
    He de resaltar mi agradecimiento a la Comisión o Junta de esta Cofradía del Cristo de la Piedad, que gracias a su tesón, ilusión y esfuerzo han sabido potenciar nuestra Semana Santa, mediante una vinculación del pueblo a sacar en procesión al Cristo de la Piedad, antes muy venerado por nuestros ancestros, posteriormente un poco olvidado y ahora, al llegar estas fechas, nuestras mentes se llenan de ese Cristo crucificado implorando piedad.

    Tras algún tiempo sin venir al pueblo por esta semana actual, última de cuaresma, he de deciros que me encantó, el pasado año, la procesión del Viernes de Dolores con su Vía Crucis nocturno, salpicado por esa estela de faroles, así como la procesión del Viernes Santo con el Cristo de la Piedad, portado a hombros, a pesar de su peso, como gesto de mortificación y sacrificio. Pero lo que sin duda me impactó fue la presencia tan numerosa de gente en estos actos, motivo de unión del pueblo, así como un arraigo en la fe.   

    Habiéndose ya cerrado las puertas de la cuaresma, el Sol comienza  a escribir en las fachadas y ventanas sus lecciones de primavera, y nos llama a caminar por otra Semana Santa, más tardía este año, pero conmemorando, como otros años, con la misma impotencia y el mismo melancólico silencio, la condena más injusta de todos los tiempos al Dios hecho hombre.

    Hoy, que faltan pocos días para que comience la semana de la Pasión de Jesús, me asomo desde este atril para recordar algo sobre la Semana Santa de nuestro pueblo, que vosotros conocéis tan bien o mejor que yo. ¡Qué gran osadía la mía!

    Esta tarde vamos a fijarnos en el Retablo de “Don Sancho Rojas”, para evocar los momentos de la Pasión de Jesucristo. Habréis visto la imagen de dicho Retablo en la portada del programa de esta Semana Santa 2017. Este Retablo es muy importante para este pueblo, como veremos más adelante.+

    En segundo lugar, reviviré con muchos de vosotros, aquella Semana Santa de nuestra niñez en San Román, que aunque humilde era muy entrañable para nosotros porque era la nuestra.  

    El Retablo de Don Sancho Rojas se encuentra en el ala L de la planta baja del Museo del Prado, catalogado como uno de los mejores retablos de todo el Museo, con una inscripción en la parte inferior que dice: “Retablo de D. Sancho Rojas procedente de la Iglesia de San Román de Hornija”.
    Se cree que su autor fue el pintor castellano Juan Rodríguez y que fue encargado por D. Sancho de Rojas, arzobispo de Toledo, para la Iglesia de San Benito de Valladolid, donde se mantuvo hasta el año 1612 fecha en la que llegó a nuestro pueblo como una donación de San Benito de Valladolid. Aquí presidió el altar mayor de la Basílica del Monasterio hasta el siglo XVIII que, para preservarlo de un fuego, pasó a guardarse en la capilla del antiguo cementerio. Allí permaneció olvidado hasta que en 1929 fue recuperado por el Museo del Prado, pagando éste 20.000 pesetas a nuestra parroquia por tan importante obra.
    El retablo ilustra en sus 19 tablas la vida de Jesús y, dado que nos encontramos en la Semana Santa, he considerado oportuno hablar de las 6 escenas de la Pasión que contiene dicho retablo, que permaneció aquí durante 317 años.
    Os hemos repartido unas fotocopias de dichas imágenes, con el fin de que podamos ir siguiendo todos juntos cada una de las escenas que voy a ir detallando, y así conocer algo mejor este retablo procedente de nuestro pueblo.



EL ECCE-HOMO
LA FLAGELACCIÓN
CRISTO MUERE EN LA CRUZ
JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS
LA QUINTA ANGUSTIA - LA PIEDAD
EL SANTO ENTIERRO











1ª Escena del retablo: El ECCE-HOMO:

    ¡He aquí al hombre! Pilatos presenta a Jesús a los judíos preguntándoles ¿Qué queréis que haga con Él? ¿A quién queréis que suelte a Jesús o a Barrabás? Ante la insistencia del pueblo pidiendo la libertad de Barrabás, Pilatos entrega a Jesús a los soldados para que le azoten y lavándose las manos dijo: ¡No veo en Él ninguna culpa! En esta escena del retablo que contemplamos, el autor nos muestra a Jesús sentado. Pudiera ser antes de la flagelación, y no después, como es más frecuente ver al Ecce-Homo.

2ª Escena del retablo: LA FLAGELACIÓN:
    Fue tan fuerte aquel flagelo, dos sayones con látigos ramificados terminados en punta de plomo y hueso para penetrar en la piel y producir desgarro, que descargaron con toda su fuerza e ira contra el cuerpo de Jesús. Aquel hombre, indefenso, ensangrentado y atado a una columna, en medio de aquel inhumado e impresionante dolor, no da muestras de queja, sólo dio como respuesta la expresión de su mirada.
3ª Escena del retablo: Jesús con la Cruz a cuestas:
    A Jesús, como burla, le colocan una corona de espinas y un cetro en sus manos: ¡Ves ya eres Rey,… un rey de Nazaret! Y lo hacen cargar con una pesada cruz, camino del Monte Calvario donde iba a ser crucificado. En este trayecto, Jesús sufre tres caídas. La pérdida de sangre, y el agotamiento físico, le producen el desfallecimiento. Un soldado lo quiere levantar a latigazos. ¡Ayúdale, Cirineo!, y entre burlas,… ¡Veis, el Rey de los Judíos… sólo es un nazareno!
 4ª Escena del retablo: Cristo muere en la Cruz.
    Y llegado al Monte Calvario, fue clavado en la cruz entre dos malhechores. Jesús, ya derrotado como hombre, sin fuerzas y casi sin vida, dice al Padre: ¿Por qué, me has abandonado? Su Madre, estaba allí, y Jesús la quiere liberar de tanto dolor como madre. No sufras más, y mirándole dijo: ¡Madre, he ahí a tu hijo!  y dirigiéndose a Juán, su discípulo amado, le dice: ¡Juan, he ahí a tu madre!. Pidió Jesús al Padre para sus propios verdugos ¡Padre,… perdónalos, porque no saben lo que hacen! Cuánto amor y caridad, hasta el último aliento de su vida, nos dio Jesús. Quien, mirando al cielo, encomendó al Padre su Espíritu y expiró.
5ª Escena del retablo: La quinta angustia- La Piedad.
    En ella, la Virgen recoge en su regazo al Cristo muerto después de ser desclavado de la cruz. ¡Qué trágico parecido con Belén y con Nazareth! El cuerpo de Cristo muerto vuelve a estar en brazos de Nuestra Señora, dueña de él como de un cuerpo niño. El pintor expresa muy bien el dolor: “Sus ojos, que brillaban como estrellas en el cielo, ahora están apagados. Sus labios, que parecían rosas rojas recién abiertas, están secos, su lengua pegada al paladar y su cuerpo sangrante ha sido tan cruelmente estirado sobre la cruz que pueden contarse todos sus huesos.
6ª Escena y última: El Santo Entierro.
    Cristo es sepultado, ya no sufre pero es Cristo muerto. La Tierra se ha estremecido en terremoto para recibir al Señor. Queda, sí, Nuestra Señora destrozada por el adiós, mártir por no morir, esperanza nuestra y de la Tierra. La pintura se anticipa a lo que debe ser el Sábado Santo: ¡Paz en el sufrimiento!

Recuerdos de nuestra Semana Santa en mi niñez:
    Voy a hablaros de aquellos recuerdos de mi infancia en Semana Santa. Recuerdo aquel olor característico de aquellos días. Ya comenzaba el campo a embellecerse con flores y ese aroma comenzaba a inundar los silencios de aquellos Jueves y Viernes Santos. Eran tiempos de luto: había muerto el Señor. Las emisoras de radio, -aun no había aparecido la televisión-, compartían dichas fechas con una programación especial, sin el “parte de noticias” y emitiendo sólo música sacra. Las campanas que tocaban diariamente a misa y rosario, silenciaban toda su actividad esos dos días.
    
    La gastronomía en aquella época giraba en torno a no comer carne, que era lo preceptivo de la abstinencia, sin embargo nuestras madres nos preparaban aquellos exquisitos “potajes de vigilia”, también llamados “de Cuaresma”. Al potaje no le faltaba de nada: garbanzos, alguna verdura y un poco de “bacalao”. En cuanto a dulces o postres, no eran muy conocidos por nuestro pueblo los huevos de Pascua, muy poco las torrijas, aunque sí las flores y orejas.

    Los monaguillos, y generalmente todos los niños, tocábamos un instrumento muy peculiar de estas fechas llamado “matraca”. Cuando escuchábamos o tocábamos aquellos sonidos tan atronadores, nos olvidábamos que eran un medio para anunciar a la gente del pueblo su asistencia a los actos litúrgicos del Jueves y Viernes Santo. Dentro de aquella inconsciencia infantil, pensábamos que con aquellos sonidos tan estridentes ahuyentábamos a los judíos del pueblo, a los que considerábamos verdaderos culpables de la Pasión de Jesús. Nos sentíamos, aquellos días, un poco héroes. Siempre nos acompañaba en el recorrido del pueblo alguno de los tres hermanos de la familia Mora, que portaba una matraca de grandes proporciones que estaba siempre en la Iglesia.    

    Así mismo recuerdo, aquellos Viernes Santos de mi niñez, cuando  las autoridades del pueblo: alcalde, juez y concejales se disponían a adorar la Cruz descalzos ¡Perdón! en calcetines ¡Eran otros tiempos! Se arrodillaban dos veces durante el trayecto de dicha adoración y de vuelta a su sitio lo realizaban del mismo modo aunque andando hacia atrás. Los niños y niñas de ambas escuelas sentados aquí delante, en aquellos bancos bajos y sin respaldo, observábamos tal formulismo con una actitud expectante y un poco morbosa, ya que siempre esperábamos algún error en la ejecución de dicha adoración o el correspondiente tomate de algún que otro calcetín.

    La procesión más bonita y que hacía volver el pueblo a la normalidad, después de esos dos días de dolor y silencio, era la del día de Resurrección. Salían, ese día, dos procesiones: la de la Virgen cubierta su cabeza con un velo acompañada por mujeres y la del niño Jesús acompañado por hombres y niños. Ambos pasos salían por distintas calles hasta encontrarse en la plaza de la Anchura. Allí se celebraba el encuentro de Cristo resucitado, representado por el niño Jesús, y su madre María. 

    El niño Jesús era llevado por niños que habían hecho la Primera Comunión el año anterior, niños de ocho años que llevaban sobre su ropa, a modo de banda, una toalla bordada que reflejaba el tono de festividad del día, así como las buenas cualidades bordadoras de su madre, tía, o abuela. Aún recuerdo la ilusión que me hizo el año que le llevé: me consideraba parte o protagonista de tal ceremonia. 

    Los portadores de la Virgen iban embozados en una seria capa castellana y después de aquellas venias se quitaba el velo a la Virgen. Era el momento del encuentro del Cristo resucitado con su Madre. La tristeza y el dolor de días anteriores terminaba dando paso a un Cristo resucitado al tercer día, como estaba escrito. Se lanzaba un cohete, las campanas rompían su silencio repicando, los portadores de la Virgen se quitaban las serias capas y quedaban revestidos con otras toallas bordadas que llevaban debajo. Ambos pasos continuaban juntos hasta la Iglesia, dando por terminada la Semana de Pasión. Día de alegría para los cristianos ya que Jesucristo, venciendo a la muerte, resucitaría al tercer día, dando comienzo la Pascua.        

    Dejando aquellos recuerdos de niño, tenemos los cristianos actuales un gran reto que es el de construir entre todos una Iglesia comprometida, valiente y actual. Nosotros también somos Iglesia y no sólo los sacerdotes y obispos. Demos testimonio público de nuestra fe, sin complejos, y hagamos de este siglo XXI el escenario de tanta justicia pendiente.
    
    Que esta hermandad del Cristo de la Piedad no termine su actividad en esta procesión que tanto nos ha unido, sino que el resto del año seamos capaces de dar testimonio de ese Cristo crucificado con actitudes de amor al prójimo, especialmente a los que más nos necesiten.

    En los tiempos de intolerancia e incomprensión que vivimos, debemos ser tolerantes y comprensivos con los que no profesan la fe en Dios y así, recíprocamente, pedirles a ellos la misma tolerancia y respeto. La primera Iglesia de Jesús no contemplaba imponer la fe a base del temor o con medidas de hostigamiento. 
Si pregonar significa decir en voz alta una verdad que a todos conviene saber, qué mejor verdad que recordar y celebrar algo que sucedió hace casi dos mil años y que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue estando de actualidad en estos días.
Por último, yo os digo, con una voz monótona y un poco cascada, pero con toda la rotundidad: todos los poderosos del mundo juntos no han tenido la misma influencia y huella sobre la vida de los seres humanos, que la que tuvo y tiene, dos mil años después, ese hombre: el Hijo de Dios que se hizo hombre para salvarnos.

¡Gracias por vuestra atención!
¡Buena Semana Santa y Feliz Pascua! 
=Alfio Seco Mozo=