miércoles, 18 de mayo de 2016

Los adobes en la antigua construcción de San Román.



La construcción con tierra cruda


    Repasando mis recuerdos, hoy trato de evocar el adobe, aquel material de construcción tan propio y genuino de tierras castellanas y muy empleado en otros tiempos en nuestro pueblo: San Román de Hornija. Era una arquitectura tan popular y tan nuestra que bien merece un rincón en este blog.
    Al carecer de piedra de canteras en esta tierra -lo máximo que hay son cantos, algunos de buenas proporciones en algunos pagos de nuestro término, muy aptos para la cimentación- el adobe se convirtió en la necesaria solución para la construcción de la vivienda rural y sus dependencias: corrales, cuadras, pocilgas, pajares etc.. El adobe frágil y humilde posee algunas cualidades que no se deben despreciar y que carecen los modernos materiales.
    El empleo del barro en la construcción data de tiempos prehistóricos, bien en forma de tapial o en forma de adobe. Con la llegada de los españoles a América también llevaron consigo la costumbre de construir con “tierra cruda” Sin embargo, esta técnica constructiva ya había sido empleada por lo nativos americanos desde mucho antes de la llegada de cualquier europeo. En ese sentido destacan los yacimientos arqueológicos prehispánicos de Paquimé y la cultura denominada Casa Grandes en Chihuahua (México) que utilizaban los adobes y el tapial.

El tapial y el adobe.
TAPIAL
    El tapial o tapia es un muro macizo constituido por barro apilado y prensado. Para darle la forma de muro al barro y evitar que este se desmorone, así como para facilitar el prensado, se empleaba una cajonera denominada tapial. Una vez colocado el tapial sobre el cimiento, se vertía el barro en su interior y se prensaba. Cuando estaba formado la tapia o muro se retiraba la cajonera y se dejaba secar al aire libre.


Pared de  adobes
     Los adobes son bloques de barro elaborados con un molde, de un tamaño un poco mayor al de un ladrillo. Para conformar muros, se apilan los adobes de la misma forma como se hace con los ladrillos y para unirlos entre si se usa arcilla o cal y arena.
    El adobe tiene la ventaja sobre el tapial que, al ser más manejable, se puede manipular cómodamente en las construcciones de altura, es más fácil su utilización en el relleno de los entramados, y único para la fabricación de arcos, bóvedas, cúpulas, falsas cúpulas, etc. Yo he conocido el empleo del adobe en aquella construcción rural, sin embargo, nunca vi el empleo del tapial, aunque dan testimonio de tal construcción distintas tapias, locales y hasta viejas casas realizadas por tal procedimiento en nuestro pueblo.
    La elaboración de los adobes, actividad eminentemente artesanal, se hacía después de acabar las eras y antes de que llegara el invierno, para que pudieran secarse bien. Se elegía, casi siempre, la tierra de las orillas de nuestro arroyo Hornija, aprovechando la proximidad del agua como elemento principal en su elaboración. Una vez extraída la tierra se cavaba bien y se la dejaba lo más molida posible. A continuación se recogía la tierra en un montón y se hacía un pozo en el centro donde se echaba el agua necesaria para hacer la masa. Para que ésta compactara se le ponía paja trillada, a poder ser de centeno, y se amasaba bien con los pies hasta que estaba a punto para moldear.
El molde era de madera y se llamaba adobera. Era una especie de cajón alargado del que sobresalían un poco las tablas de dos lados para poder levantar la adobera y que saliera bien el adobe. Tenía aproximadamente unas medidas de 20 x 15 x 10 cm. Medidas que variaban de una región a otra de España. Para moldear se cogía la adobera y se la mojaba para que no se pegara la masa. Esta operación había que repetirla cada vez que se llenaba la adobera de barro. Para que el adobe saliera bien de la adobera, era necesario apretar con los puños por las cuatro esquinas.
Según se iban sacando los adobes de la adobera se iban tendiendo al sol para que se secaran. Se dejaban unos días y se les daba la vuelta para que se secaran también por el otro lado. Una vez secos, se apilaban y, si no se iban a emplear inmediatamente, se ponían haces de bardas o de espadaña encima con el fin de protegerlos del aire y, sobre todo, de la lluvia. En San Román se empleaba el adobe para todo tipo de construcción: casas, corrales, pajares etc. porque la piedra era más difícil de obtener.
Los segadores que habían terminado la siega y como no había paro en aquellos tiempos, se dedicaban, como una forma de llevar los garbanzos a casa, a la labor artesanal de hacer adobes; más tarde los vendían a quien los necesitaba. Podíamos decir que dicha actividad artesanal era eminentemente social, un recurso más de supervivencia.  

Ventajas de la construcción con “tierra cruda”
    La tierra cruda presenta una serie de importantes ventajas con respecto a los materiales de construcción de naturaleza industrial actuales, entre ellas destacamos:
    Gran capacidad como aislante térmico: El material del que está constituido el adobe y el tapial es un buen aislante térmico. El interior de una casa construida con este material requeriría un uso mucho menor de sistemas de climatización que en una convencional de materiales industriales. Las casas construidas con barro resultan frescas en verano y cálidas en invierno logrando fácilmente un agradable bienestar térmico.

    Gran capacidad como aislante sonoro: El adobe y el tapial resultan ser también muy buenos aislantes acústicos. Las viviendas construidas con tierra cruda quedan más aisladas de los ruidos exteriores, resultando más silenciosas que otras construidas con materiales industriales convencionales.

    Ahorro energético en climatización: La capacidad de aislante térmico del los muros construidos con tierra reduce o incluso evita el uso de sistemas de climatización, lo que supone un ahorro económico, energético y de emisiones de CO2. Una vivienda construida en adobe o tapial en países fríos y que contase con alguna técnica ecológica de climatización, como por ejemplo la energía solar pasiva, podría llegar a prescindir totalmente de sistemas de calefacción que consuman combustibles.

    Fabricación de bajo impacto ambiental: Para la fabricación y procesado de los adobes o para la conformación de los muros de tapia, se empleaba mucha menos energía que la necesaria para fabricar otros materiales actuales. Para la fabricación de ladrillos o de bloques de hormigón, así como de los cementos, se recurre a la quema de combustibles fósiles para obtener las altas temperaturas necesarias en su procesado industrial. En cambio, el adobe y el tapial se hacen a mano y con la ayuda del Sol.

    Reintegración a la naturaleza: El adobe y el tapial, por estar constituidos por materiales locales y presentes naturalmente en el medio, pueden tener una reintegración total a la naturaleza una vez que el edificio ya ha pasado su vida útil. En cambio el ladrillo, el hormigón y el cemento no se reintegran a la naturaleza una vez que el edificio ha perdido su función, quedando como escombros y provocando un impacto ambiental mucho mayor.

    Resistencia del material: Aunque la resistencia de estos materiales puede ser inferior a otros industriales existentes como el ladrillo, a escala humana resulta suficiente. Un edificio de adobe y tapial correctamente construido y mantenido puede llegar a superar fácilmente los 100 años de vida útil en buen estado. En teoría y con el mantenimiento adecuado, un edificio de adobe podría resistir de manera indefinida.

    Resistencia al fuego: Debido a su naturaleza físico-química, la tierra cruda presenta una gran estabilidad y resistencia al fuego, resultando ésta claramente superior a otros industriales como el acero, el ladrillo u otros materiales sintéticos e inflamables.

Desventajas del adobe y el tapial con respecto a otras técnicas constructivas:
    Limitación en altura: La construcción con tierra cruda, debido a la resistencia del material, limita a dos alturas el número de pisos con que se puede construir un edificio

    Vulnerabilidad ante el agua: El agua produce sobre el adobe y el tapial, un efecto erosivo similar al ejercido sobre el suelo sin vegetación. No obstante existen diversas técnicas que la cultura popular ha desarrollado en diferentes partes del mundo para solventar este problema. Para evitar el efecto negativo del agua de lluvia que se acumula en el suelo en momentos de precipitación intensa, los edificios construidos con tierra se sustentan sobre cimientos de piedra, o de cualquier otro material resistente al agua. Las paredes exteriores se las puede cubrir con modernos productos para conseguir gran capacidad de impermeabilización.

    Debilidad sísmica. Debido a la naturaleza mecánica del material, las estructuras de adobe y de tapial son más vulnerables al efecto de los temblores y de los terremotos.

Conclusiones:
    La construcción con este material, además de ser de sencilla y económica, presenta otras muchas ventajas que la hacen atractiva para lograr viviendas ambientalmente responsables. Se trata este de un material que se ha usado desde hace milenios (como poco desde entorno a los 8.000 años a. C.) en diversas partes del mundo donde se daban las condiciones para ello. Aún hoy día es muy usado en muchas partes del mundo.
    En las últimas décadas, este material ha sufrido un injusto descrédito ante la llegada de los materiales de construcción industrial pasando a considerarse como arcaico. Afortunadamente en la actualidad vuelve a renacer un interés por la técnica de la “tierra cruda”, formando parte de los estudios arquitectónicos más vanguardistas del Mundo, a raíz de sus magnificas propiedades para conseguir unas edificaciones medioambientalmente más responsables, complementando, y sin descartar totalmente, los nuevos materiales.

    Aprovechamos, desde aquí, para rendir un homenaje a aquellos antiguos albañiles y adoberos de nuestro pueblo, hoy desaparecidos, que hicieron de su vida y profesión un desarrollo de  aquella cultura de la “tierra cruda” 

sábado, 9 de abril de 2016

Adquisición de la Casa Prioral por el Ayuntamiento de San Román de Hornija - 5 -



Iniciativas para la restauración de la Casa Prioral


    
     Con gran satisfacción nos hacemos eco de la noticia que nos ha llegado recientemente: la adquisición por parte del Ayuntamiento de San Román de Hornija de la antigua casa Prioral. Desde aquí felicitamos al Sr Alcalde y a la Corporación Municipal por tal decisión. Es lamentable el estado de abandono que manifiesta tal monumento, en régimen de propiedad privada desde la desamortización de Mendizábal (siglo XIX).      




    Ya habíamos denunciado, varias veces desde este blog, tal atropello cultural que mantenía escépticos a todas las autoridades; hasta la fecha, ningún organismo con responsabilidad se ha interesado en frenar ese deterioro. De nada había servido aquel Decreto del Ministerio de Cultura 49/1999 de 11 de Marzo, en el que se declaró la iglesia de San Román de Hornija y el antiguo monasterio adjunto “bienes de interés cultural”.  

    La desprivatización puede dar curso a una restauración de la estructura, fachada, balconada, mantenimiento de sus 5 columnas y sus correspondientes capiteles de considerable valor artístico. El interior, sin premura,  se podría dedicar a algún servicio público o social, como podría ser un Tanatorio Municipal (consiguiendo, de una vez por todas, poder velar a nuestros familiares fallecidos en su propio pueblo), una Residencia Día para nuestros mayores, Biblioteca, etc.

    La historia de nuestro pueblo viene muy unida a este monumento. El Monasterio de San Román de Hornija, fue fundado en el siglo VII por San Fructuoso, gracias al mecenazgo del rey godo Chindasvinto y perteneció a la orden de San Benito hasta la desamortización de Mendizábal. A la sombra de este monasterio, como ocurrió en muchos otros de la geografía española, surgió y nació el pueblo, construyéndose casas como población de servicios alrededor a dicho monasterio. Posiblemente llegaron gentes de otros asentamientos, como los residentes en las cuevas no lejanas, hoy las actuales bodegas. Creo que podíamos afirmar que San Román nace gracias a la idea de Chindasvinto de construir dicho Monasterio, para enterramiento de él y de su esposa Reciberga. Esta es otra poderosa razón para mantener en pie nuestras raíces y nuestro patrimonio representado en este pórtico de aquella casa Prioral de aquel Monasterio.  

    Esperemos que esta iniciativa protagonizada por nuestro Ayuntamiento, encuentre, mediante un enfoque correcto las subvenciones oportunas para cumplir dichos objetivos, tanto de organismos provinciales, autonómicos o nacionales.   


jueves, 10 de marzo de 2016

LOS ENTIERROS Y LOS LUTOS EN MI NIÑEZ


Los entierros y el luto


    Tener que tocar este tema, en principio, me sobrecoge y entristece, pero nada más real que la muerte con todas las connotaciones que encierra dicha palabra. Todos somos conscientes de que el trance de la desaparición de este Mundo a todos nos afectará más pronto o más tarde, por tanto ¿por qué hemos de rehusar el hablar de ella? Todos los pueblos, desde la antigüedad, han tenido distintos comportamientos ante ésta. Yo sólo quiero recordar aquí las impresiones y recuerdos de la muerte y todo lo que conllevaba, vistas por un niño en los albores de su infancia, tiempos atrás, en su pueblo (San Román de Hornija).

    Recuerdo la cantidad de entierros de niños que había; era muy frecuente, la mayoría lactantes que morían ante el más mínimo problema infeccioso o por cualquier otra enfermedad o epidemia. Hemos de aclarar que aun no se utilizaba la “penicilina” en España y menos en aquel mundo rural. Su utilización fue el antídoto para la curación de todo proceso infeccioso en la etapa infantil. Me resultaba muy triste ver aquellos diminutos ataúdes blancos portados, casi siempre, por otros niños de 7 ó 8 años desde el domicilio, iglesia y el cementerio. El anuncio de tal fallecimiento se llevaba a cabo por medio de unas campanas diminutas que llamábamos “Pascualejas”, situadas y orientadas al sur de aquella torre campanario, que tañían un sonido menos grave y triste que las que anunciaban la muerte o desaparición de adultos. No terminaba de entender, como la desaparición de un niño podía ser menos triste que la de un adulto. A mí me afloraban sentimientos de pena el ver que una vida, recién iniciada, fuera sesgada irremediablemente a causa de sus pobres y pequeñas defensas.  

    El tiempo que el difunto permanece entre nosotros, antes de su entierro, lo llamamos velatorio. La finalidad del velatorio del difunto es acompañar y reconfortar a los más allegados de éste. Solía durar de 24 a 48 horas y, entonces en los pueblos no se llevaba a cabo en las salas especiales actuales que llamamos “tanatorios”; por el contrario, se realizaba en el domicilio donde había vivido el difunto. Acudir al velatorio era un acto importante e inexcusable ante los familiares del finado. Sólo la presencia ya era un gesto muy honrado y valorado. Allí se acostumbraba a dar el pésame y acompañar a la familia próxima del difunto. Su visita servía para reconfortar a la familia y acompañarla.

    Durante el velatorio, los hombres estaban separados de las mujeres. Las mujeres ocupaban la habitación donde permanecía la caja abierta conteniendo al finado, rodeando a éste las más allegadas y en actitud plañidera; es decir, exteriorizando los sentimientos de dolor mediante llantos, acompañados de frases de lamentación ante tal pérdida. Los hombres, por el contrario, permanecían en una habitación distinta y, sin exteriorizar tal dolor, daban rienda suelta a conversaciones sobre distintos temas que daba de sí la noche de velatorio. Ya entrada la madrugada sólo quedaban en la vivienda los más allegados.

    Dada la gran concurrencia de personas que acudían a cada velatorio, ¡asistía casi todo el pueblo! las vecinas, a modo de solidaridad, aportaban sillas y taburetes para conseguir que todo acompañante dispusiese de asiento ¿Qué casa podía disponer de tantos asientos para acoger tal concurrencia a dicho domicilio? Así mismo, dichas vecinas, traían algún caldo o café para reconfortar en calorías a la familia más afectada y cercana al difunto.

    Era costumbre que, al acompañamiento del cadáver hasta la iglesia y después al cementerio, sólo asistiesen los hombres. Las mujeres permanecían en casa del difunto rezando y suavizando los llantos.

    Al frente del cortejo fúnebre marchaba siempre un monaguillo portando una cruz. Otro acólito caminaba al lado del sacerdote llevando el hisopo de metal metido dentro de un recipiente con asa que contenía el agua bendita (creo se llamaba “acetre”). El sacerdote iba revestido con ornamentos negros. Les seguían el féretro a hombros de allegados jóvenes y en primera fila iba la familia más directa del finado, a continuación el resto de acompañantes. Al terminar la inhumación, todo el cortejo se dirigía a la puerta del finado para dar la mano a los familiares varones, en señal de pésame. En la actualidad el citado pésame se da en la Iglesia. Una vez oficiados los ritos religiosos, toda la familia directa al finado, incluidas mujeres, se sitúa a la altura del altar para recibir el pésame de los acompañantes; pero ahora con una nueva fórmula llamada vulgarmente “el cabeceo”; que consiste en desfilar, a una distancia prudencial, todos los acompañantes haciendo un gesto de cabeza que se interpreta como una afirmación de unión a la familia ante tal pérdida. Formula más rápida y llevadera que la anterior.

    Los enterramientos se hacían en tierra y cuando la fosa comenzaba a ser cubierta de tierra por el enterrador, era costumbre que, muchos de los asistentes al entierro se acercaran a echarle un puñado de tierra, previamente besada. Nunca supe el porqué, ni el origen de esta costumbre, pero pienso que esta actitud emana de aquella séptima “Obra de Misericordia Corporal”, que era la de “Enterrar a los muertos”. Encima de las respectivas fosas se ponía una losa y una cruz, o una cruz sola, aunque no en todas. La costumbre de los panteones familiares surgió mucho después en nuestro pueblo.


    Y después el luto… Luto según el diccionario de la Lengua: Es todo signo exterior de pena y duelo en ropas, adornos y otros objetos, por la muerte de una persona y que se manifiesta en el uso de ropa negra y determinados objetos y adornos. Los lutos se establecían también por categorías. Así pues, dependiendo de la edad del difunto y del grado de parentesco, el luto podía ser riguroso, o medio-luto. En ambos casos, para salir a la calle, era costumbre en las mujeres cubrirse la cabeza con un velo o pañuelo negro anudado al cuello; pero en los lutos rigurosos las mujeres aprovechaban para salir a la calle solo a deshora y en caso de muy extrema necesidad. 

    Así pues, era muy común ver siempre a las mujeres vestidas totalmente de negro, mientras que en los hombres se observaba el luto en la chaqueta, la cual ostentaba un galón negro de unos ocho centímetros, cosido y dándole la vuelta a una manga. Otros, en cambio, llevaban una chalina negra al cuello, una corbata negra o un botón en la solapa, por supuesto negro.

    Mientras duraba el luto se establecía una especie de cuaresma o penitencia entre los habitantes de la casa, hasta tal punto, que las salidas quedaban restringidas a sólo lo imprescindible, como también era norma de obligado cumplimiento el no acudir a las fiestas o lugares públicos de diversión como a bares, bailes, bodas, bautizos, o cualquier otro tipo de eventos o acontecimientos. Así mismo, el blanqueo de la casa “embarrado” quedaba pospuesto a la fecha en que se pasara al medio luto, cuando transcurrieran, al menos, dos o tres años. En las casas donde había radio se quitaba de la vista de las posibles visitas llevándola al sobrado o cámara y cubriéndola con un paño negro. Al paso de las procesiones o festejos la casa se cerraba, incluidas todas las puertas, ventanas y balcones, dando señal de que los deudos del difunto no estaban para celebraciones. Así mismo, se prescindía de macetas o tiestos que ornamentaran ventanas o balcones. Recuerdo ver talar un joven árbol que había en la portada de una casa por tales circunstancias. Estos comportamientos eran una lucha y oposición a todo aquello que pudiera reconfortar a los dolientes un ápice de alegría.   

    Afortunadamente, hemos superado aquella España en blanco y negro del luto. Esa rigurosidad del luto ha ido remitiendo y no por ello se sigue sintiendo menos dolor ante la pérdida de un ser querido, ya que el dolor es algo intrínseco en todo ser humano y que se manifiesta en sentimientos internos y no sólo en aquellas apariencias externas. El doliente actual ha ido rompiendo las formas y patrones que le vinculaban con aquel luto de antes, que muchas veces eran manifestaciones y comportamientos “cara a la galería” y al temor a aquella dura censura y reprobación de algunas gentes del pueblo.

lunes, 1 de febrero de 2016

Noches de invierno, chimenea y calor en aquellos hogares


Alrededor de la lumbre


    Todos los que estuvimos alrededor del calor de una lumbre en un hogar sabemos lo que esto significa, así como los recuerdos que nos trae aquella lumbre encendida. Toda la vida de los hogares, en el mundo rural, giraba en torno a la cocina y más concretamente de la lumbre. Recuerdos imborrables de las familias sentadas alrededor de la lumbre, contando historias, quizás algunas, mil veces recordadas. Recuerdo como los hombres, las mujeres entonces no fumaban, encendían los cigarrillos cogiendo con las tenazas un tizón incandescente, los “chisporroteos” que rápidamente se esfumaban, así como acercar las manos a la lumbre y retirarlas frotándolas vigorosamente para calentarlas.

    Aquella lumbre era el único recurso para combatir aquel frío intenso de entonces. Aun recuerdo, en tiempo de estudiante, aquellas vacaciones de Navidad pasadas con mi familia en San Román. Empezabas éstas con los chupetes de hielo que colgaban de los tejados, terminaba la Navidad y aun permanecían inflexibles acompañando a aquellos tejados casi siempre blancos de aquella época.  

    La cocina era el centro neurálgico de nuestra vida social y familiar en aquella época, con la lumbre en el suelo y una chimenea ennegrecida por el humo. Era el sitio más importante de la casa. Allí pasábamos mucho tiempo, se recibían las visitas, se jugaba a las cartas, se comía, se contaban atractivas historias y cuentos, y uno se olvidaba de que fuera de allí la vida transcurría. En torno a la lumbre se hablaba de las faenas del campo y de lo que pasaba por el pueblo. A veces oíamos el zumbido del viento soplar por la chimenea, un escalofrío por la espalda nos corría y rápidamente atizábamos la lumbre con las tenazas. En la lumbre, donde se quemaban manojos y cepas de vid, siempre había en un lado un pote de hierro lleno de agua que se calentaba para uso cotidiano de ésta en el hogar. Toda la familia se sentaba alrededor del fuego en escaños, sillas bajas y los niños en banquetas muy pequeñas que llamábamos tajuelas. Se procuraba dejar en los lugares preferentes a nuestros abuelos.

    En esa lumbre se cocían las alubias, los garbanzos, patatas etc. siempre en pucheros de barro y lentamente, lo que hacía que tales cocidos adquiriesen un sabor inigualable. Las trébedes” se colocaban encima de la llama para freír en sartenes lo que fuese. Colgado de algún clavo siempre se encontraba el fuelle” que servía para avivar el fuego, así mismo, algunas veces, colgaba de la chimenea alguna ristra de chorizos o algún jamón, quizás con el  objetivo de que ese ambiente de calor y humo acelerasen su curación. En la pared opuesta al fuego la “alacena” o “vasar”, rudimentarios armarios con anaqueles en el que se colocaban los cubiertos, los platos, fuentes y alguna jarra. Sobre la fregadera, pileta hecha generalmente de cemento, se asentaba un escurreplatos.

    Durante las largas noches de invierno los abuelos nos contaban leyendas o hechos que habían ocurrido en el pueblo o limítrofes y que se transmitían de generación en generación. Los niños, ante tales relatos, nos manteníamos absortos y con la mirada puesta en esa llama imaginaria y misteriosa que generaba la lumbre.

    Por las mañanas, para combatir el frío en la escuela, los niños llevábamos braserillas. Se trataba de unos recipientes pequeños que, a modo de brasero, portaban brasas con ceniza que nuestras madres extraían de la lumbre. Las “braserillas” de los niños eran muy rudimentarias ya que consistían en una lata grande de sardinas que nuestras madres pedían vacía en la tienda. Nuestros padres ponían un alambre, a modo de asa, cuyos extremos conectaban a dos agujeros realizados en la lata cilíndrica antes citada. Las de las niñas eran más sofisticadas, coquetas y elegantes, se las compraban en alguna ferretería de Toro. Eran de hierro y con forma de caja y con tapadera. Hay que hacer notar que los hijos cuyos padres trabajaban en el monte traían mejores “braserillas” que los hijos de los labradores, ya que los primeros tenían más a su alcance la encina, que producía mejor brasa que la de sarmiento o cepa de estos últimos.

    A modo de anécdota: al salir de la escuela y con la “braserilla” casi siempre apagada, la girábamos circularmente con ayuda del asa y, como consecuencia de esa velocidad circular que generábamos, no caíamos nada de su contenido. Tal experimento nos llenaba de gran satisfacción.

    Ahora, los inviernos ya no son tan fríos y disfrutamos de mejores y eficientes métodos de calefacción y cocción de los alimentos, sin embargo, añoramos aquella convivencia y calor familiar que se vivía en torno a la lumbre.

    Estrofas sobre la lumbre en un Poema de Federico García Lorca:
"En la amplia cocina, la lumbre"

 En la amplia cocina, la lumbre
pinta todas las cosas de oro.
— ¡Ay qué triste es el cuento, abuelito!

—Abuelito, ¿Cómo iba vestida
esa del cuento
hermosa madrina?

— Con el manto
del dolor tan solo,
que es un manto muy negro y muy feo.
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martes, 12 de enero de 2016

Los Muladares de entonces



EL MULADAR
  
    
    Es posible que muchos, sobre todo los de menos edad, no sepan lo que es “un muladar”. La palabra muladar ha caído prácticamente en desuso y especialmente los más jóvenes no conocen cuál es su significado. Pues bien, acudimos al Diccionario de la Real Academia de la Lengua: Muladar es el “Sitio, fuera de los muros de la villa, donde se echa el estiércol y la basura”. Los muladares se encontraban extramuros, por lo que el origen de la palabra puede estar en el término muradal, para pasar posteriormente a la palabra muladar. El uso y utilización que hacíamos de estos muladares en San Román de Hornija es lo que voy a tratar de explicar:
    
    Antes, la basura no se recogía en bolsas ni se llevaba a los contenedores como en la actualidad, sino que en cada casa, en el corral, existía un lugar donde se iba depositando toda la mugre que diariamente se generaba. La mayoría de las casas eran de labranza, las cuales albergaban una cuadra para las caballerías, así como la pocilga donde se guardaban los cerdos, que en nuestro pueblo decíamos siempre “marranos”. Cuando se limpiaban las defecaciones de tales animales, así como los restos de comida de los moradores de la casa y otras suciedades, todo ello se depositaba en una parte del corral que llamábamos “muladar”, donde las gallinas merodeaban picoteando y dando buena cuenta de lo aprovechable para ellas. (Echamos de menos aquellos huevos de las gallinas de antaño, diferentes a los de ahora por tener la yema de un color casi rojizo y sabían mejor que los actuales). Por otra parte las casas no poseían inodoros y como consecuencia las defecaciones humanas iban también al corral y a la parte de éste que llamábamos el “muladar”.

    Todos los desperdicios se iban amontonando en el corral, y gracias a  la lluvia y a los cambios de temperatura se iba compactando y a la vez descomponiendo, hasta que se sacaba del corral llevándolo a una zona del pueblo dedicada para este fin. Cuando las faenas agrícolas remitían se aprovechaba esos periodos inactivos para sacar, con los carros, los muladares de los corrales. En San Román dicha basura, casi siempre, se depositaba en las inmediaciones del “Camino Ancho”. Allí cada labrador tenía su montón o muladar, que seguía descomponiéndose esperando la próxima sementera. Este depósito de residuos en extramuros era, según diccionario, el auténtico muladar, aunque en San Román dábamos también ese nombre al almacenamiento en corrales.  

    Antes de la preparación de la siembra se esparcía basura por las tierras, enriqueciéndose éstas con ese abono de materia totalmente orgánica. El labrador actual, ante la ausencia de animales y como consecuencia de la escasez de aquella basura, se ve obligado a enriquecer las tierras con otros fertilizantes, más industriales, llamados abonos minerales. 

    Nos resulta curioso que en las Ordenanzas Municipales de San Román de Hornija del año 1908, publicadas en otro artículo de este blog, en el Capítulo Segundo, Sección Primera sobre higiene, limpieza y ornato público, dice al respecto en los siguientes artículos de tales Ordenanzas:

    Art. 51. Los que no tengan corral donde colocar el estiércol, ceniza ni otras materias pestilentes, podrán colocarlas provisionalmente en sitios a propósito y apartados de la vía pública donde no ensucien ni perjudiquen a los transeúntes.
    Art. 58. Se prohíbe depositar en las calles, plazas, servicios públicos y caminos, animales muertos y toda clase de inmundicias que sean perjudiciales a la salud y al ornato público.
    Art. 60. Se prohíbe arrojar a las puertas de ningún vecino ni a las propias que den a la vía pública, materias fecales y otras porquerías debiendo lo hacer cada cual en su muladar del corral respectivo.

 

viernes, 11 de diciembre de 2015

Navidad 2015


¡Feliz  Navidad y próspero 2016!


    Otro año más llega la Navidad, esa conmemoración de la humilde llegada del Mesías. Fechas entrañables en las que entra en nuestros corazones ese espíritu navideño. Ha transcurrido otro año en nuestra vida, esta vida que se asemeja a una montaña rusa con subidas y bajadas, momentos de alegría en esas subidas y otros más tristes en las bajadas, porque la vida es un proyecto de búsqueda de felicidad, que unas veces lo conseguimos y otras veces no encontramos ese aditivo y proyectamos en nosotros momentos tristes. Lo importante es que esas caídas no dejen huella en nosotros y volvamos, con perseverancia, a conseguir esas subidas que nos proporcionan los momentos felices que tanto anhelamos.

    Cada uno siente el espíritu de la Navidad de forma diferente. Para mí significa hacer feliz a los míos y echar, dentro de mis posibilidades, una mano a quienes lo necesitan. En definitiva, dar sin esperar nada a cambio. Esa sensación de hacer algo por los demás es muy gratificante y hace que nos olvidemos de que somos el centro del mundo para volcarnos en otras personas. Creo que estas Navidades, más que nunca, por la difícil situación que atraviesa la sociedad, debemos aportar nuestro granito de arena. No es cuestión de dinero. Todos tenemos la capacidad de pintar una sonrisa en el rostro de nuestros semejantes. El pincel para hacerlo lo dejo a vuestra elección.

Desde este blog os deseo:
    ¡Felices Navidades y que en el próximo año 2016 predominen los momentos felices!





domingo, 29 de noviembre de 2015

Las tres últimas generaciones de españoles



Haciendo historia


    En el presente artículo se trata de presentar el estilo de vida de las tres últimas generaciones de españoles en tres pasos.
A saber:

    1ª.Generación, desde… hasta los años 1970

    2ª Generación, desde los años 1970 hasta 1990

    3ª Generación, desde los años 1990 hasta…
    A la 1ª generación la podríamos llamar como la que construyó  España.
    A la 2ª generación la podríamos calificarla como los que han gastado aquello que sus padres consiguieron con tanto sacrificio.
    A la 3ª generación la vamos a llamar la de los endeudados por encima de sus posibilidades.

    “Siempre que se analiza lo que ocurre en una empresa o una sociedad, debemos buscar las causas que provocan su situación, porque sólo trabajando sobre las causas, puedes cambiar los efectos”.

    No tengo duda de que una de las principales causas de la prosperidad que vivimos en los años pasados fue la actitud de la generación de nuestros padres. Y una de las principales causas de la crisis, es haber perdido esa actitud “.

    La 1ª generación, en la actualidad,  tenemos en torno de 70 a 80 años, y nuestros idearios  han sido siempre un ejemplo de trabajo, honradez, austeridad, previsión y generosidad. Pertenecemos a una generación a la que nos tocó lo peor: De jóvenes trabajamos para nuestros padres y de casados, lo hemos hecho para nuestros hijos.
    Esta 1ª generación éramos gente que veíamos el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que nos llevaba a un futuro mejor, y nos entregamos a ello en condiciones muy difíciles. Somos una generación que compraba las cosas cuando podíamos y del nivel que nos podíamos permitir, que no pedíamos prestado más que por estricta necesidad, que pagábamos las facturas con celo, y ahorrábamos un poco “por si pasaba algo”. Que gastábamos en ropa y lujos lo que la prudencia nos aconsejaba. Nos bañábamos en ríos cercanos, disfrutábamos de la tortilla de patatas y embutidos, en los domingos veraniegos con familia y amigos. Y tan sensatos, prudentes y trabajadores éramos que constituimos un gran número de las grandes empresas que hoy conocemos, y que dan trabajo a la mayoría de los españoles. Sabíamos que el esfuerzo tenía recompensa y la honradez formaba parte del patrimonio de cada familia. Se podía ser pobre, pero nunca dejar de ser honrado
    Para nosotros la democracia significaba libertad, posibilidades y seguir viviendo en armonía y respeto. Pero cometimos los dos peores errores imputables a nuestra generación:
    1º. ¡Que mis hijos no trabajen tanto como trabajé yo! Con esta forma de pensar, nos cargamos la cultura del esfuerzo y del mérito de un plumazo convirtiendo el trabajo en algo a evitar.
    2º. Como teníamos unos ahorrillos ¡Hijo, tu gasta, que para eso estamos nosotros, tus padres! Y entonces, con esa manera de pensar surgió la segunda generación.

    Años 70 a 90 (Segunda generación)

- La generación de los nuevos ricos.

- Los pelotazos.

- Del gasto continuo.

- De la especulación,

- De la ingeniería financiera,

- De la exhibición del derroche,

- De lo quiero todo y lo quiero ya,

- La de: “ papá dame ”…

    Y todos se volvieron “ricos” (en apariencia); todos se convirtieron  en gastadores empedernidos.
    ¿Os acordáis de cuando nuestros padres y abuelos iban a Toro, por supuesto en burro? Siempre llevaban su talega con la fiambrera de rigor y el barril de vino, para comer en la posada o en un parque próximo. Hacer eso hoy te tacharían de paleto, ahora se sale a cenar a restaurantes todos los fines de semana ¿Y qué decir del vino? Pasaron del Don Simón con Casera, al Vega Sicilia. El vino a granel ya no está “bueno”, ahora el embotellado y mejor si es de "crianza" tiene mejores matices y mejores sabores por su convivencia con el roble. Esto, por supuesto, a golpe de docenas de euros, ¡Y es que pocas cosas cuestan tanto, como ocultar la ignorancia!

    Pertenecen a la 3ª generación, los que aspiran a endeudarse para demostrar que son ricos. Increíble pero cierto.
    - ¡Si sólo debes 100.000 € es que eres un cutre! ¡Mira, nosotros debemos ya 300.000 y nos están estudiando una operación por otras 300.000 más por la compra de un chalet en la Sierra!.
    - ¡Vosotros sí que sabéis sacar provecho al sistema… Ojalá yo algún día pueda deber esas cantidades!.
-¡Cuánto envidio tus préstamos!
  En Alemania no daban abasto a fabricar Mercedes, Audi, BMV para los españoles, con créditos, claro está. Irrumpió Europa en nuestras vidas y llegó en forma de infraestructuras que producían comisiones para todos los involucrados.
    Irrumpió en la escena de sus vidas Mario Conde, mito a seguir por los jóvenes del momento, que veían en él una persona inteligente con dotes especiales para llegar a ser rico en poco tiempo
    ¡¡¡Viva el pelotazo, Viva la especulación y viva la corrupción!!!
    Se llenó España de innumerables corrompidos, oportunistas y sinvergüenzas, fueran políticos, empresarios o banqueros… ¡¡¡Todo vale con tal del enriquecimiento rápido, aunque fuera a costa de los demás !!!

    ¡Ah! y no podemos olvidar otra irrupción, entre las dos últimas generaciones, nos referimos a "Rumasa" que tocaba todos campos empresariales, que si, luchaba contra el paro ¡pero a que costa!. Cuando le parecía daba liquidez a las empresas dejándolas arruinadas, con grandes deudas a la Seguridad Social, paro que costeábamos todos los españoles y la obligación del estado de hacerlas viables a base de dinero público; no sin antes enviar, como ha quedado demostrado, todos los beneficios a bancos suizos. Pasaban unos años y regresaba sucumbiendo "de mártir", por  los mismos derroteros: creando nuevas empresas con la denominación de "Rumasa 2" y  ocurrió lo mismo, pero aun más agravante ya que afecto a pequeños ahorradores; esta vez creaba depósitos llamados "Rumasinas" para ahorradores fieles o avariciosos que,  engañados por los desorbitados rendimientos que ofrecía, al cerrarse el circo todo lo perdieron. Podíamos decir que era un gran fraude de guante blanco. Esperemos que no vuelva a surgir "Rumasa 3".

    ¿Y qué decir de los especuladores del ladrillo?
Construían pisos por valor de 10, los vendían por 20 y a los dos años o antes, el comprador de ese mismo piso lo revendía por 40. Más de dos décadas de verdadera locura inmobiliaria. Principales causas del endeudamiento de los españoles a través de las hipotecas.

    Llovían las subvenciones desde Europa; nos daban una fortuna por plantar viñas y luego a los dos años otra fortuna por arrancarlas. Llegaba un momento en el que los viticultores no sabían si tenían que plantar o arrancar.
Por supuesto que todos estamos de acuerdo que esto es imposible que se sostenga así, pero… hay que empezar a recortar por el vecino, que lo mío son todo derechos.

    Y de la 3ª generación (desde 1990 en adelante), jóvenes y adolescentes de hoy, mejor no hablar porque… Esa es la generación de la que dice el aforismo español: ¡Serás pobre, por ser nieta de ricos! Que sólo con que nos descuidemos un poquito más, les vamos a dejar a nuestros hijos o nietos un protectorado chino, donde serán unos esclavos endeudados y tendrán unas historias legendarias sobre la prosperidad que crearon sus abuelos, empeñaron sus padres y son incapaces de imaginar los nietos…

    No nos olvidemos de la corrupción de la clase política actual. Hemos perdido un poco el horizonte de nuestras vidas. Ahora consideramos como principal premisa de vida “el dinero” y nos movemos a su alrededor con ese nuevo estilo de vida de todo por aquél. Todos sabemos que el dinero es necesario para hacer frente a todas nuestras necesidades, que no son pocas en época de crisis, pero nos referimos a ese afán de algunos por enriquecerse fácilmente. Estos comportamientos crean una dependencia hacia el dinero, que los individuos que lo sufren no se sacian nunca y en consecuencia se convierten en infelices y esclavos de él, olvidándose de otros valores más humanos: dignidad, solidaridad, respeto, amistad etc.


    ¡Ah! y no hablemos del nuevo Estatuto de los Trabajadores que permite contratar a un trabajador por 3 ó 4 horas diarias, y todos sabemos que trabaja más horas, pagado con dinero negro. Otro fraude al alcance de empresarios con poca conciencia.

    Demos las gracias a nuestros padres y a toda esa generación que nos regaló un país próspero, que nos hemos encargado de arruinar, entre todos, porque todos hemos aplaudido la locura”.

    ¡¡¡CUIDADO!!! Estamos  a tiempo  de  cambiar el rumbo del barco que está a punto de naufragar. Si somos incapaces de volver a los valores con los que se construye una sociedad sostenible, nos hundiremos. Antes valorábamos más la honradez. la previsión y el esfuerzo. Que nadie me considere  retrógrado al enaltecer tanto los valores de nuestros mayores, no dejo de reconocer que la actual calidad de vida de los españoles es muy superior a la anterior; sin embargo aquellos pusieron los cimientos para esta mejora y nosotros hemos de tratar, corrigiendo nuestros comportamientos, dejar a nuestros hijos y nietos una sociedad más justa y con una calidad de vida, al menos, igual o mejor que la que nos encontramos.