martes, 16 de junio de 2015

Aquellos veranos de antaño en nuestro pueblo.



La recolección de los cereales


    Como no recordar aquellas antiguas faenas agrícolas que se llevaban a cabo en los veranos de nuestro pueblo, concretamente durante los meses de Julio y Agosto. Toda la actividad de los labradores giraba en torno a la recolección de los cereales: cebada, trigo y algo de centeno o avena. Aquella forma de realizar la recolección, que hoy la analizamos con nostalgia, se realizaba a base de esfuerzo físico y manual por carecer de la modernidad de las máquinas agrícolas actuales. Los trabajos, aunque duros y  penosos, se realizaban con mucha ilusión al ver recompensados tales esfuerzos  con el fruto o la mies que, según el comportamiento de la meteorología del año, se manifestaba en buena o mala cosecha.

    Nos proponemos evocar aquel proceso de recolección como un recuerdo cariñoso a nuestros antepasados, así como para dar a conocer a los jóvenes de ahora aquellas actividades y esfuerzo de sus abuelos; ahora gracias a las nuevas tecnologías aplicadas a la agricultura disfrutan de una forma de recolectar el campo más fácil y con menos sacrificio.

    Los preparativos: Como toda la actividad principal de la recolección  se realizaba en la era, desde la primera quincena del mes de Julio que se comenzaba a trillar hasta finales de Agosto que se recogía, había que tener todo previsto y a punto para tal fin con los siguientes tareas preventivas:

    Guadañar la era: dado que el solar era de hierba había dejar el suelo raso, sin nada de ésta.

    Hacer la chabola: Algunas eras poseían su caseta de mampostería y adobe, pero si carecían de ella se realizaba este pequeño refugio con palos, cuerdas y manojos. Era el lugar donde se mantenía el agua o vino fresco y protegido de aquellos vehementes rayos solares de esa época; también se guardaba en ella algunas herramientas: rastros, tornaderas, escobas etc. y principalmente el lugar donde se realizaba la merienda familiar. Aquellas chabolas me han recordado siempre a las de los indios de las películas del Oeste, sólo que mientras que las de los indios se cubrían con pieles de animales a estas las cubríamos con manojos, material muy abundante en nuestro pueblo.

    Reponer herramientas propias de la era: Había que hacer un recuento de las herramientas propias de la era para reponerlas por otras nuevas s¡ era necesario. El 29 de Junio, festividad de San Pedro y San Pablo, se celebraba en Toro, centro comarcal y comercial por excelencia, un mercadillo en sus calles donde aparte de la venta de ajos se vendían todas las herramientas propias para la era: rastros, bieldas, bieldos, tornaderas, trillos etc. Era el lugar adecuado para la reposición de tales carencias.

    La Ilusión de los niños: Recuerdo de niño el deseo e ilusión que me hacía el que mi padre decidiera el día de comenzar la era. Días anteriores le preguntaba con insistencia  ¿Padre, cuándo ponemos la era? Me daba alegría, ilusión y regocijo todo lo que traía consigo este anual evento; ya de mayor no detectaba en mi tales sentimientos ya que me sentía más protagonista de los trabajos tan duros y penosos que conllevaba la actividad de la era.   

    La siega: La primera fase de la recolección era la siega. Cuando la espiga cogía un color entre amarillento y dorado la cuadrilla de segadores con sus hoces bien afiladas llevaban a cabo dicha operación. El segador iba segando y dejando, de vez en cuando, gavillas que el rapaz recogía con su cuerno y amontonaba en “morenas”. Antes de la moderna cosechadora surgió la máquina agavilladora que, movida con una yunta, segaba por el movimiento de un grupo de cuchillas  y depositaba la mies en forma de grandes gavillas que aquí llamábamos “maraños”.


    (Las siguientes actividades de recolección giraban en torno a la “era”, lugar donde se realizaban el resto de actividades)

    Acarrear: Era el traslado por medio de los carros, preparados para tal fin, de la mies desde las "morenas" a las eras. Hemos de aclarar que en San Román de Hornija no se ataba en haces, acción que realizaban en la mayoría de los pueblos vecinos;  cargar un carro, sin atar la mies encerraba ciertas dificultades y algo de arte.  La acción de acarrear se realizaba antes de la salida del sol, casi siempre de madrugada, con el fin de una mejor recogida, así como para procurar estar descargando en la era sobre las 9 de la mañana. El madrugar en el acarreo siempre iba en consonancia con la lejanía de dicha parcela a la era, por lo general se realizaba entre las 2 y las 3 de la mañana. Sirva de anécdota que muchos jóvenes, después de haber trasnochado un domingo o festivo, llegaban a su casa y, sin pasar por la cama, se cambiaban a la ropa de faena para ir a acarrear. Comprendemos el sueño que soportarían a lo largo de esa jornada. Con la llegada de los tractores, medio de transporte más rápido, ya no se madrugaba tanto.

    Esparramar o Desparramar: Consistía en repartir la mies, con tornadera de madera de dos picos, por toda la trilla. Se trataba de  distribuirla uniformemente por el solar circular donde el mismo día se realizaría la trilla.
`+    Trillar: Trillar era la faena agrícola más relevante, larga y significativa que se realizaba en la era. Se trataba de pasar un trillo con una yunta de animales por un solar circular donde se había distribuido la mies.  El trillo era un instrumento de madera en forma de tablero abarquillado con el fondo, o parte inferior, armado con hileras de lascas de piedra de sílex o cuarcita que servía para desgranar las espigas, así como para triturar la paja. Esta labor era más eficiente si se realizaba con la ayuda del sol. Quiero recordar la visita por las eras de aquellos hombres con blusón negro, oriundos de Cantalejo (Segovia), que vendían trillos nuevos o empedraban los viejos.

    Tornar: Se paraba de trillar, al menos dos o tres veces por jornada, para “tornar”. Consistía esta acción en cambiar o remover, con una tornadera (horca) de madera de dos o cuatro picos, la parte menos superficial de la trilla y así se trillaba todo uniformemente y así recibía por igual el efecto de los rayos solares.
Había un suplemento de hierro en forma de cuerno que se aplicaba en la parte trasera del trillo, creo recordar que se llamaba "tornadera de hierro"; admitía dos posiciones según el estado de la trilla, la primera por la mañana, conseguía remover la trilla surcando ésta a modo de un arado, la otra por la tarde y, ya avanzada la trilla, aplicándole a dicho artilugio una chapa en forma de pala. Ambas posiciones perseguían el único objetivo de tornar o remover mecánicamente y así activar la trilla. 
    
    Acañizar o Cañizar: Al atardecer terminaba la faena de la trilla. La misma yunta tiraba de un instrumento en forma de rastro grande o tablero con el que se recogía la trilla en una parva. El que cañizaba se subía encima de dicho instrumento para que aumentase el peso de dicho tablero y así en cada pasada recoger más cantidad de trilla. A los niños nos encantaba subirnos en la cañiza.


    Aparvar: Una vez recogido la trilla con la cañiza, en la proximidad de la parva de días anteriores, se llevaba a cabo la acción de aparvar. La parva era algo similar a un tejado alargado a cuatro aguas y rematado por dos pequeños picos en los extremos; había que elevar la trilla a lo más alto de dicho parva con dos objetivos: proteger dicha mies de las humedades que pudieran surgir por alguna tormenta ocasional de verano y para su mejor almacenaje. El tener las eras con las mejores parvas marcaba el sello artístico del dueño, así como signo de buena cosecha.  

    Barrer los solares: El espacio donde se trillaba en la era se llamaba solar y como ya hemos dicho era circular. Cuando se terminada de trillar la cebada en ese mismo solar se trillaba el trigo y, con el fin de evitar la mezcla de los granos, se barría dicho solar, actividad en la que participaba toda la familia. Para esta acción se empleaban escobas de bardas, muy frecuentes en las eras y hechas para este fin, rastros y si era de mucho contenido la cañiza. Estas barreduras contenían trilla de mala calidad por contener mucha tierra del suelo y se recogía en un montón llamado “terreguero”. Este “terreguero” se aventaba un día de aire con el bieldo y alguna criba. El cereal que se obtenía era de mala calidad y era empleado para pienso de las gallinas.        

    Aventar: Es la acción de separar el grano de la paja. En la antigüedad se realizaba lanzando al aire el cereal con un bieldo ,pero posteriormente surgieron las máquinas aventadoras, que curiosamente se fabricaban para toda España en los vecinos pueblos de Casasola y Pedrosa. Las aventadoras separaban el grano de la paja mecánicamente; consistía en generar aire mediante un gran ventilador y así se conseguía separar el polvo de la paja gracias al movimiento de unas cribas. En un principio funcionaban de forma manual, pero a partir de los años 60 del pasado siglo eran movidas por pequeños motores o mediante la toma de fuerza de un tractor. La acción de limpiar o separar grano de la paja con aventadoras tenía dos procesos: despajar y zarandar. El conseguir que dicha máquina funcionase era a base de la fuerza del hombre que movía todo el proceso mediante una manivela; el esfuerzo que éste realizaba era tan considerable que había que turnarse en dicha actividad.

    La llegada del motor aplicable a la aventadora hizo la acción de aventar más llevadera. Una vez limpio el trigo se amontonaba en un muelo. Recuerdo, quizás por un excesivo celo en defender la propiedad de aquellos muelos, que durante las noches se custodiaban dichos montones durmiendo algún miembro de la familia en la era, especialmente jóvenes, al lado de dicho montón, durante los días que dicho muelo permanecía en ésta.   

    “Acostalear”: Llamábamos, en San Román de Hornija, a la acción de envasado del grano para transportarlo a lugar seguro, casi siempre a un local que existía en todas casas de labradores llamada panera. Esta acción se realizaba en costales, de ahí tomaría el nombre tal acción. Los costales eran una especie de sacos, aunque menos anchos y más altos, siempre confeccionados con lienzo muy fuerte.  
La capacidad de los costales era de 2 fanegas,  si se acostaleaba trigo cada costal pesaba 86 Kg. (aproximadamente) cada uno, por el contrario si las dos fanegas eran de cebada pesaba cada costal sobre 65 kg. A cada costal se le echaba cuatro veces el contenido de un recipiente de forma trapezoidal (dos caras laterales eran trapezoidales) llamado media fanega. 

    Meter la paja: Consistía en almacenar la paja, una vez separada del grano, en locales llamados pajares. La paja era un complemento importante en la alimentación de los animales de labranza. Se transportaba en un armazón que se aplicaba al carro donde colgaban unas redes que impedían su vertido. Los pajares eran llenados en su totalidad y así cuando se cerraba la puerta se terminaban de llenar por una ventana llamada bocarón. Al  bocarón  se subía, casi siempre un chico, con el cometido de descongestionar dicho acceso y que cupiese más paja en el habitáculo ¡Qué picor en todo el cuerpo al día siguiente! También se tragaba mucho polvo. La herramienta que se empleaba para cargar la paja se llamaba bielda. Al finalizar la acción de meter paja terminaba todo el proceso de recolección y se barría la era.


    Hoy con la mágica cosechadora de cereales se consigue la siega, la trilla, la limpia, todo a la vez ¡Ah! sin acarrear, esparramar, tornar, barrer solares, acostalear, etc.


     El labrador actual se olvida en verano de todo lo que conllevaba el entorno de las eras y tiene tiempo para desarrollar otros cultivos, especialmente los de regadío.


Trigo ya granado, apto para la siega
Segador




Bielda y Bieldo


Gavilladora

Aventadora

Tornadera u horca de distintos picos


Trillo por sus dos caras



viernes, 22 de mayo de 2015

Exposición Gráfica “La Tauromaquia a través del papel” de Manolo Torres Gómez


 Exposición de Manolo Torres


El Autor en su exposición


Hoy nos hacemos eco de la exposición que, nuestro buen amigo y paisano Manolo Torres Gómez, lleva a cabo en la sala de exposiciones del Teatro Zorrilla de Valladolid. El tema de la exposición gráfica es “La Tauromaquia a través del papel”. Se trata de una  colección de carteles, litografías, fotografías coloreadas y programas, entre otros objetos, que datan desde mediados y finales del siglo XIX hasta los años 60 del siglo XX. Es una recopilación o colección, hecha con mucho cariño y esfuerzo, de temas taurinos obtenidos como fuente: revistas especializadas (españolas y americanas), libros de historia de la tauromaquia, emisiones de sellos, catálogos de propaganda y de exposiciones etc.

Manolo Torres, colaborador de este blog, es un hombre entusiasta por todo lo antiguo, por nuestras raíces, gran aficionado taurino y me consta que es muy amante de su pueblo. Aprovecha cualquier espacio vacacional para acercarse a él y disfrutar de su entorno. La afición taurina, como él dice, le viene de su padre, que fue quien le vinculó en ese gusanillo del mundo de los toros. Su padre, Honorino (q.e.p.d.) ¡Como celebraría esa exposición de su Manolo! Quizás disfrute de ella, a través de una mirilla, desde la otra vida. Creo que le habrá tenido muy presente en esa labor recopiladora sobre temas taurinos.

La exposición tiene un gran valor etnológico, ya que las 30 imágenes reflejan la transición de los ritos de la tauromaquia durante estos dos últimos siglos, así como la influencia, vínculo y comportamiento de dicha fiesta en las demás naciones donde se manifiesta: Francia, Portugal e Hispanoamérica.

La fiesta de los toros, que ha participado siempre de los momentos festivos en casi todos los rincones de España y ha traspasado nuestras fronteras aceptada por los países antes mencionados, lamentablemente, ahora tiene algunos detractores, unas veces para desmarcarse del resto del estado manifestando hipocresía e independentismo político, otras por gente intolerante del modo de pensar de los demás. Lo que nos debería quedar claro a todos los ciudadanos es que, si no nos gusta el fútbol o los toros, lo más cómodo es no asistir a tales espectáculos y respetar a los aficionados que se sientan identificados con ellos. Si los aficionados que asisten pagan y costean esos espectáculos respetémoslos.

Manolo, desde aquí te damos una cordial enhorabuena por tu exposición y que sigas luchando hacia todo aquello que te marquen tus aficiones y sentimientos.

lunes, 11 de mayo de 2015

El río Hornija es río Comunero por excelencia.



Olvidado río Hornija




    Creo que los ríos, aparte de obsequiarnos con tantos recursos por donde pasan, influyen poderosamente en el carácter y forma de vida de los habitantes de aquellos pueblos a los cuales bañan con sus aguas. El discurrir de las aguas de un río es semejante al de la vida humana. Desde su origen hasta su desembocadura su curso se despliega, crece, se enriquece, apoya o rechaza los proyectos de los hombres, abre cauces a la Historia o destruye con sus riadas esperanzas y realizaciones, como el ser humano con guerras e invasiones. Los grandes cursos de agua han constituido siempre materia inagotable de meditación, aventuras y estudios. Su paso con fuerza irresistible ha cambiado las tierras por donde transcurrían, han transformado terrenos, antes áridos, en fértiles riberas.

    Nos llena de nostalgia nuestro río Hornija, aquel arroyo de nuestro entorno que, con un caudal más regular que en la actualidad, era fuente de recursos en nuestra vida cotidiana. Hoy, con muy poco caudal como consecuencia de los riegos abusivos en cursos altos de dicho valle. No comprendemos ¿Cómo unas concesiones de agua de otros tiempos pueden tener validez ahora en tiempo de escasez? Las aguas del Hornija ya no tienen aquel monótono rumor o murmullo que ofrecían a su paso por San Román. El río era el testigo del quehacer diario de sus habitantes.

    En un rincón de La Mudarra llamado “Fuente Porras” comienza la vida de este río vallisoletano modesto. Después de La Mudarra sus aguas bañan Peñaflor de Hornija, Torrelobatón, Villasexmir, San Salvador, Gallegos de Hornija, Vega de Valdetronco, Marzales, Villalar de los Comuneros y desemboca en el Duero en San Román de Hornija, con un recorrido de 64 Km. desde su nacimiento. En San Román, nuestro pueblo, nos manifiesta las vivencias del paso por esos pueblos antes citados, testimoniándonos el buen o mal trato recibido de ellos, así como evocando alguna página amarga de nuestra Historia. Un poco antes de la llegada al río Duero recibe las aguas de otro río humilde llamado Bajoz y en su desembocadura  forma un entorno o ecosistema muy particular en fauna y flora.

    Hoy parece que el hombre da la espalda a sus ríos, permitiendo que aquellas aguas cristalinas que antes conducían se hayan convertido en aguas sucias y muchas veces contaminadas. Esta desidia del hombre actual por su entorno tendrá duras consecuencias para futuras generaciones ¡Es preocupante el paso de este río por nuestro pueblo! Se encuentra sucio de maleza todo su cauce, lo que impide una buena conducción del escaso caudal que lleva en invierno.

    Tenemos próximos a nuestro pueblo el río Bajoz, así como el importante Duero, pero ninguno nos es tan familiar y afectivo como el Hornija, porque aparte de su proximidad al pueblo y darle su nombre, forma parte de nuestro entorno e historia por las siguientes razones:
    - En el río Hornija se instalaron los primeros molinos de agua para la transformación del trigo en harina.
    - En él lavaban penosamente nuestras madres y abuelas la ropa, por carecer durante aquella época de agua corriente y de las modernas lavadoras actuales.
    - La fauna de sus aguas fue recurso alimenticio de sus habitantes: cangrejos, peces etc.
    - El cauce, entonces regular de sus aguas, fomentó los primeros regadíos.
    - Por los pueblos de su valle se llevaba a cabo la salida comercial de nuestros productos agrícolas: uva, vino, manojos etc.
    - Por último, este río tan carismático es llamado: “Hornija Comunero”. Comuneros fueron aquellos labradores castellanos que hicieron frente al emperador Carlos V, al que acusaban de anteponer las necesidades alemanas a las españolas, y en defensa de sus libertades. En febrero de 1521 los Comuneros se hicieron con la fortaleza del Castillo de Torrelobatón, hasta que en el mes de Abril, acosados por circunstancias adversas, salieron en busca de la libertad siguiendo el cauce del río hasta Villalar. Allí se produjo la derrota y a orillas del Hornija fueron ejecutados miles de comuneros junto a sus caudillos: Padilla, Bravo y Maldonado. Cuenta una leyenda en San Román, obtenida por esa transmisión oral de abuelos a nietos a través de las distintas generaciones, que en esas fechas las aguas del río Hornija bajaban rojas por el color de la sangre de los valientes comuneros ejecutados. 
 
    Algunos poemas sobre este río le simbolizan como “Río Comunero” y han sido musicalizados en su momento por el grupo “Candeal”:
 
    «Prodigalidad de la luz.
 La Mudarra se hace rito
 entre palomares y encinas
 va naciendo el caserío.
 Hornija tiene por nombre,
 pobre de cuna nacido
 entre tapiales y huertos,
 mimbreros y algún molino.
 
    Chopos en oración lenta,
 pastores, labriegos, niños
 son de tu andadura.
 
Soles de inviernos frío
 entre berrazas y berros
 sigues en tu curso digno,
 arroyuelo más que arroyo,
 austero cual peregrino».
 

    El siguiente poema está sacado de “Amapolas comuneras": Dejo constancia de mi llanto:
    La Fundación Villalar-Castilla y León, coincidiendo con los actos del día del libro, ha editado los romances de Godofredo Garabito Gregorio titulado “Amapolas Comuneras”, una composición poética en la que su autor despliega ante el lector todo un retrato del sentir castellano, matizado y filtrado por el crisol singular que supuso la ejecución de los comuneros tras la batalla de Villalar: "Si los encinares y robledales fueron testigos, a través de los montes de Torozos, de no pocas traiciones, la columna vertebral fue el cauce del Hornija, río comunero por excelencia":


     «Desde mi ventana noble
 tres palomares son vistos,
 unos huertos en desmedro,
 altos chopos y negrillos
 y el manantial que da nombre
 al Hornija, canto y río».


Nacimiento en la Mudarra
Puente y castillo en Torrelobatón


Puente en Villalar de los Comuneros


Puente en San Román de Hornija

viernes, 10 de abril de 2015

Epitafio de Chindasvinto a la muerte de su amada Reciberga



Distintas versiones del Epitafio



EPITAFIO
    En la pared de la actual Iglesia de San Román cuelga un mármol negro con un epitafio dedicado por el octogenario Rey visigodo Chindasvinto a su joven esposa Reciberga, que traducido de un latín antiguo ha dado lugar a distintas versiones e interpretaciones de dicho epitafio. Publicamos hoy las cinco versiones de su traducción encontradas. Aunque  difieren por la manera de interpretar la traducción de ese latín antiquísimo, todas recogen la pena de un rey octogenario por la pérdida de su joven esposa, cuando cumplía ésta 22 años y 8 meses. Nos llama la atención cómo este hombre octogenario pudo casarse con una niña de 15 años.

    Respecto a la controversia de si Chindasvinto fue enterrado o no en San Román de Hornija, citemos a la “Historia de los Reyes Godos”, de San Ildefonso, que dice: “Chindasvinto fuera de Toledo murió en paz, en el Monasterio de San Román de Hornija, junto al Duero, que él mismo edificó desde sus fundamentos; Fue sepultado dentro de la propia iglesia, en un gran monumento con cuernos en las cuatro esquinas”. El dato concreto de las cuatro esquinas “cornutas” dota de veracidad esta frase e incluso podemos aventurar que el autor fue un testigo presencial. Chindasvinto, había fallecido el 30 de septiembre de 653 mientras que Reciberga murió el 18 de octubre de 646.

    Se cree que Eugenio Tercero de Toledo en nombre de Chindasvinto escribió este bello epigrama sepulcral. Aunque representa el dolor del rey, no creemos que Chindasvinto, un rudo guerrero, poseyese dicha cultura literaria.



 Primera versión del Epitafio:
 (Este verso sobrecogedor, también figura en el archivo toledano)


     “Si se pudiese evitar la muerte dando joyas y oro
  ningún mal podría acabar con la vida de los reyes.
  pero, como la suerte golpea por igual a todos los mortales, ni el dinero salva a los reyes, ni el llanto a los pobres.
  

    Desde aquí, esposa, porque no pude vencer al destino,
concluido tu funeral, te encomiendo a la protección de los santos, para que, cuando el fuego voraz venga a abrasar la tierra, resurjas unida a ellos.
   Y ahora, amada mía Reciberga, ¡adiós!  mientras prepara el féretro tú amado rey Chindasvinto.

    Solo me resta evocar brevemente el número de años
que duraron tu vida y nuestra unión:
el lazo de nuestro matrimonio duró apenas siete años,
y tu vida: “veintidós años y ocho meses”


    Segunda versión del Epitafio:
   

     “Si valiese dar por la muerte oro y piedras preciosas
 ningunos males pudieran acabar las vidas de los reyes
 más, pues una misma suerte derriba todas las cosas   mortales.

      Ni el premio puede rescatar a los reyes de muerte,
ni el lloro a los pobres, por esto, no puedo más que
encomendarme a los santos, que te amparen para que,  cuando la cruel llama viniera el día del juicio a quemar  el mundo, resucites confiada en compañía de ellos.

       Queda, pues, con Dios, mi muy amada Reciberga,
y recibe de buena voluntad este entierro
que yo el rey Chindasvinto te doy”.


        Tercera versión del Epitafio (bella traducción):

       
Si la vida con oro se comprara
 jamás se le atrevería a un Rey la muerte,
 más como a todos rige igual suerte,
 ni el precio al Rey, ni el llanto al pobre ampara.

     Así vencido al hado esposa cara,
 mi espíritu a los santos se convierte,
 porque resucitada puedo verte,
 al lado de ellos refulgente y clara.

         ¡Adiós pues Reciberga! Siete años
   dulce vivir hiciste a Chindasvinto,
   y otros tantos te di al nombre de esposa,
   más ya llorar me toca a desengaño,
   y a orillas del Ornisga en un recinto,
   a quienes Dios junto, cubra una losa. 



          
Cuarta versión del Epitafio:
 
         

           Si el oro, y las joyas alcanzaran
   a contener la muerte
   ¿Quién cortara la vida de los Reyes?
   Mas siendo una ley
   común para todos los mortales.
   ni al Rey le libra el oro,
   ni el pobre se libra por el llanto.

       Por esto yo, oh consorte.
   ya que no puedo contener la parca,
   te encomiendo a los santos
   para que cuando la llama abrasadora
   venga a quemar la tierra
   resucites mezclada entre sus coros.

       Adiós mi querida Reciberga.
   Recibe este sepulcro
   que yo Rey Chindasvinto te presento.
    Resta decir los años
    que vivió, y se mantuvo mi consorte:
    casi siete la tuve por esposa,
    veinte y dos y ocho meses fue su vida.



            
             Quinta versión del Epitafio:

         Si con joya y oro
     pudiéramos redimirnos de la muerte,
     no habría mal en el mundo
     que deshiciese la vida de los reyes;
           
     pero como todos los mortales
     estamos sujetos al mismo destino
     y no pueden las riquezas
     redimir a los reyes ni las lágrimas a los pobres.
            
     por eso, oh mujer mía,
     no habiendo podido librarte de la muerte,
     encomiendo tu alma a los santos
     para que resucites en nombre de ellos
     cuando venga la llama devoradora
     a consumir las tierras.
 
             Adiós mi amada Reciberga.
     Acepta de buena gana este lecho de muerte
     que te prepara el rey Chindasvinto
      después de haberte llorado largamente.

          Fáltame agora decir los años que vivió la reina
      y los que estuvo en mi compañía.
      casi siete estuvo casada y los de su vida
      fueron veintidós y ocho meses.