domingo, 6 de mayo de 2012

Oficios que desaparecieron en nuestro pueblo - 1 -

Oficios que desaparecieron en San Román



    Las costumbres van cambiando, y cada día nueva tecnología inunda nuestro entorno, relegando al olvido profesiones y oficios que antaño fueron esenciales. Algunos, solamente han cambiado de nombre, como fueron los antiguos bañeros, que ahora todo el mundo se refiere a ellos como socorristas; Otros, perdieron su puesto en la sociedad sustituidos por una máquina, o a causa de un sistema económico que les hizo imposible competir en precios para ganarse el sustento.


    En este artículo, intentaré recordar algunos de esos oficios perdidos o en desuso, para mantener en el recuerdo los que alguna vez fueron imprescindibles. Lógicamente me ceñiré a los oficios desaparecidos en el mundo rural y específicamente a los desaparecidos en San Román de Hornija (Valladolid), que es mi pueblo.




1.- El Pregonero:

Bovina del pregonero
    El pregonero era otra de las profesiones más populares en los pueblos de España. Su origen se remonta a tiempos del Imperio Romano, y durante siglos fue el medio de comunicación y publicidad más eficiente. Llegaba con su corneta a las distintas partes del pueblo, que previamente le había señalado el Ayuntamiento, y allí después del previo toque de corneta, anunciaba avisos municipales u otros eventos. Se me pasa por la cabeza algunos eventos muy peculiares y por curiosos merece la pena recordarles: Se hace saber que: ¡Esta tarde a las 9 horas (oficiales no solares) habrá cine en el salón del Sr. Tirso y se pondrá la película “ ………………..” con un bonito NO-DO de toros! Otros anunciaban la pérdida de alguna herramienta útil del campo, el extravío de alguna manta o prenda de vestido, la presencia en el Ayuntamiento del recaudador de la Contribución, el corte de agua del canal de riego etc; pero había uno muy peculiar y simpático que no se me olvida y decía: ¡Se hace saber la presencia en el pueblo del capador de cerdos de Bercero, el que necesite sus servicios se ruega pase por la plaza del Ayuntamiento!

    ¿Quien, de los que hace ya tiempo realizamos la primera comunión, no recuerda algún pregonero/a de San Román?: La Sra. Trini (viuda) y algunas veces sustituida por su hermano el Sr. Ausencio (ya mencionado en otro artículo de este blog) y como no recordar al último pregonero Sr. Auteliano, (“Aute”) personaje muy carismático, simpático y popular de San Román.
    He de hacer constar que en la actualidad, sustituyendo al personaje del pregonero, desde el Ayuntamiento se emiten avisos por megafonía mediante altavoces situados en la torre de la Iglesia. La alguacila, aprovechando las nuevas tecnologías de audio, creo que en mensaje previamente gravado, anuncia o avisa también de eventos; la corneta es sustituida por un pasodoble previo, dada nuestra afición taurina, pero in situ, sin el recorrido callejero y entrañable que realizaban los  anteriores pregoneros.   

2._ El Herrero:
    El oficio de herrero era el de un artesano que debía unir la fuerza, el ingenio y la destreza para dar, a golpe de martillo
El herrero
sobre un yunque, la forma deseada y el temple adecuado a las piezas que se forjaban en su fragua. En aquellos años era la experiencia y la habilidad propias las que determinaban la calidad de su trabajo. El mundo rural necesitaba antes al herrero para aguzar las herramientas especialmente las rejas del arado; también asumía las funciones propias de cerrajero, viéndose comprometido a hacer cerraduras, llaves, bisagras y pequeños herrajes en los que predominaba el trabajo de ajustado con la lima. Colaboraba con el carretero en la construcción de los carros.

    La fragua era también un lugar de tertulia para hombres. Tenía cierta semejanza con la taberna o la barbería, locales en los que se daba rienda suelta a las opiniones, críticas y bromas. El hecho de estar permanentemente abierta la convertía en lugar de encuentro de los labradores. Había un refrán que reflejaba bien este encuentro: “Con nieve o agua taberna o fragua”
    Para los niños, la fragua era un lugar misterioso que ejercía una atracción no exenta de peligro. Nos asombraba ver el hierro candente, admirábamos las habilidades del Sr. Tasio, con mandil de cuero, envuelto entre chispas que saltaban de su yunque y nos fascinaba hacer funcionar el inmenso fuelle para conseguir reavivar las llamas de la fragua.
    Con el tiempo llegó la mecanización del campo y los adelantos modernos. En pocos años las yuntas de animales fueron sustituidos por tractores. Los antiguos carros por remolques. Los arados romanos por los nuevos artilugios de varias vertederas. En los hogares dejaron de necesitarse trébedes y útiles semejantes. Los enrejados para las ventanas se hacían en talleres especializados. El Sr. Tasio no cambió la forja por la  reparación de maquinaria agrícola y tuvo que  cerrar la fragua años antes de su jubilación.
    En San Román conocí dos fraguas la del Sr. Tasio y la del Sr. Manolo. Esta última a su jubilación tuvo continuidad con su sobrino Arcadio que había nacido en Torrelobatón. A ambos herreros no se les nombraba por su nombre y apellidos, ejemplo Tasio García, sólo añadíamos a su nombre la palabra herrero, así: Tasio “el herrero”, Arcadio “el herrero”, tal vez porque esta profesión imprimía aparte de chispas mucho carisma. La fragua del Sr. Arcadio ha tenido continuidad por la buena transformación o cambio de la forja a la reparación de maquinaria agrícola, regentada en la actualidad por su hijo político.
    Recordamos la personalidad del Sr. Tasio, sólo serio en su trabajo relacionado con su fragua. Personaje muy carismático en San Román, especialmente en la época que se celebraban los carnavales; cada día de éstos encarnaba un personaje distinto, que con buen humor causaba admiración a sus convecinos en dichas celebraciones.     

 
3._ EL Carretero:
    El de Carretero, era un oficio que el Diccionario lo define como “Constructor de carros y carretas”. Este trabajaba la madera, y para fabricar un carro, necesitaba la estrecha colaboración del herrero, pues necesitaba de él todos los elementos metálicos
Herramientas del carretero
que el carro llevaba, como eran las llantas metálicas de las ruedas y el resto de herrajes para hacer más sólida su construcción. Cuando era necesario poner las llantas a las ruedas, se unían ambos, carretero y herrero, y con la ayuda de sus oficiales (porque era una operación trabajosa y arriesgada), hacían una gran hoguera para calentar la llanta hasta que se ponía casi incandescente y así se conseguía su dilatación para acoplarla más fácilmente a la rueda. Una vez colocada la llanta, para conseguir su rápido enfriamiento, se le echaba agua en abundancia, así no se quemaba la madera y la unión quedaba sólida, y se terminaba la operación colocando los pasadores entre hierro y madera. De esta manera concluía la fabricación del carro.
    Este oficio de carretero, al aparecer los remolques (que primero se hicieron para mulas y luego para tractores), le fue dando paso al taller de carpintería metálica, por lo que, igual que ocurrió con el herrero, desapareció en pocos años.
     Los últimos carreteros que hubo en San Román: Justino Gil (trasladó su actividad a la ciudad de Toro), Melquiades Bajón y Ángel Bajón fueron convirtiendo sus talleres de carros y demás aperos en carpintería metálica.

4._ El barbero:
    Recuerdo que en nuestro pueblo existían al menos 3 barberos y se dedicaban a este oficio complementándolo con las faenas del campo; podíamos decir que no eran profesionales, casi siempre 
Utensilios del barbero
eran barberos porque también lo habían sido sus padres. Arreglaban el pelo e iban por las casas una o dos veces por semana para afeitar a sus clientes. Ahora las generaciones actuales manejan para su afeitado maquinillas  y cuchillas con grandes prestaciones y con una seguridad que evita accidentes en cortes. En los pueblos pequeños, como el nuestro, ha desaparecido dicha profesión y el corte de pelo se realiza en las poblaciones grandes donde si hay peluqueros profesionales que a veces se dejan llamar “estilistas”.
    Los tres últimos barberos del pueblo eran estos: el Sr. Pablo, el Sr. Mariano y el Sr. Eustasio, siempre acompañado de ese apellido profesional. "el barbero". Al Sr. Eustasio le apodaban “Patena”, tal vez fuese por la pulcritud y limpieza que manifestaba en los afeitados.    

5._ EL Carbonero (Cisquero):
    Eran muchas familias que en San Román de noviembre a marzo se dedicaban al oficio de hacer carbón vegetal que en nuestro pueblo se llamaba “cisco”. Era un recurso más de supervivencia. Los cisqueros compraban encinas y las ramas de
El carbonero o cisquero
la poda de estas en el monte próximo de Cubillas, donde se quemaban haciendo grandes cumbres formando los hornos que llamaban “cisqueras” Para evitar la total combustión empleaban a veces agua y tierra que luego cribaban antes de envasarlo en sacos. Los sacos con cisco los vendían en Toro, como combustible que se empleaba en los braseros.   
Los tiempos cambian y han surgido otros combustibles, más limpios y al alcance de todos, como la electricidad, el gasóleo, el gas y sus derivados etc.,  que han traído la decadencia del carbón vegetal. ¡Ah! En Toro han dejado de llamarnos el pueblo de los “cisqueros”.
                                                                                                                                       
6._ El sastre:
    Dentro de los oficios artesanales, el de sastre era quizás el más reconocido socialmente y el que implicaba de forma directa a casi todos los miembros de la familia. La especialización que
Material de una sastrería
requería hacía necesaria, además, la presencia de aprendices, casi siempre mujeres, El taller, ubicado por lo general en una dependencia de la misma casa, acentuaba aún más el sentido fraternal de una relación de trabajo, presidida por la confianza.
Las prendas demandadas eran, sobre todo, abrigos, chalecos, chaquetas y pantalones. Las telas más comunes, el paño, la pana y el dril. Con la estandarización en el vestir y la mejora de la ropa confeccionada y al alcance de todos los bolsillos, el oficio de sastre casi ha desaparecido en nuestros días, ya que sobreviven muy pocos talleres localizados sólo en grandes poblaciones.
    Hemos de recordar a dos sastrerías que funcionaban en San Román, la de Gustavo Muñoz y la de su hermano Chencho Muñoz. Recuerdo que era costumbre, todos los años, en las fiestas patronales estrenar traje, siempre confeccionado por alguno de estos dos artesanos.

7._ El pescador de río
    San Román, como pueblo próximo al río Duero y bañado en su proximidad por el río  Hornija, ha habido personas que hacían
Barbos de río
de su profesión la acción de pescar peces en el río, oficio que aprovechaba los recursos alimenticios que la fauna fluvial contenía: barbos carpas, boas, cangrejos etc.


    Hoy, desgraciadamente, el mal trato que el hombre ha dado a este medio ha traído consigo la desaparición de esta actividad y todo lo que conllevaba dicho oficio. Las aguas del 90 % de los ríos españoles están contaminadas y los peces no aptos para la alimentación humana.
Barcas de pescadores
Los pescadores poseían una barca, que se  movida por la acción de un varal que picaba en el fondo, y la debida autorización para la pesca con red. Los peces eran antes muy apreciados y sabrosos y los pescadores los vendían por las casas del pueblo o pueblos próximos, llevándolos en grandes cestas.      
    Hemos de recordar la familia de “Los Valerios” dedicada generacionalmente a este oficio de la pesca, su último representante fue el Sr. Tasio “Valerio”. Otro pescador del que tenemos constancia se llamaba el Sr. Bertilio.

8._ El segador:
El segador
    Allá por finales de julio, los trigos y las cebadas ya estaban en sazón y suficientemente dorados y secos sus granos, era hora de recolectar esa cosecha, buena o mala según los años. La primera fase de esta recolección era la acción de la siega y la realizaban unos hombres entregados a ese trabajo de extrema dureza, que se les llamaba segadores. Comenzaban su  tarea muy pronto, antes de que saliera el sol y cantaran los pájaros. Como todos los trabajos del campo, segar precisaba habilidad y no todos valían.
    Su única herramienta era la hoz en buenas condiciones de filo y por seguridad en la mano izquierda llevaban unos dediles, no en todos los dedos, con el fin de protegerse  éstos de la proximidad de la hoz que manejaba la otra mano. Los dediles eran casi siempre de cuero duro y solían estar atados a la muñeca. Al estar tantos días metidos en aquellos receptáculos, los dedos se volvían tan blancos que parecían de otra mano.
    Solían ir en cuadrillas que ajustaban la siega a los labradores a un precio estimado y acordado por fanega, con la una condición de que  la comida cocinada y el vino corriera a cuenta del propietario de la mies. Segaban de sol a sol protegiéndose de éste por anchos sombreros. Paraban a comer y a veces por falta de árboles, que proyectaran sombra, se protegían del sol con las albardas de sus burros. Cuando su herramienta no cortaba lo suficiente, el calor y cansancio del segador se hacía irresistible, paraban en el “hato” para afilar la hoz y beber un trago de vino con que mitigar el calor y recuperar fuerzas para terminar la jornada.    
    Hemos de recordar, en todas las cuadrillas de segadores, la presencia de un personaje infantil de 9 ó 10 años que recibía el nombre de “rapaz”. El rapaz realizaba tareas de colaboración con la cuadrilla y estaba siempre atento a lo que aquellos le encomendaban: ir a por la bebida, acercarse, a mediodía al pueblo, a por una olla que contenía el cocido, que había preparado la esposa del dueño de la siega. También el rapaz poseía un palo, a modo de cuerno, que le ayudaba a coger brazados de mies para componer las “morenas”. Esta acción se llamaba atropar. El rapaz se olvidaba de los juegos propios de su edad para convertirse en aprendiz de futuro segador y, con ese esfuerzo tan precoz, colaboraba a sustentar la economía de su familia.   
    La palabra “morena” a gente ajena a nuestro pueblo puede que le suene a chino. Se trataba de que en nuestro pueblo, singular en la comarca, no ataba haces de mies y por lo tanto dicha mies la colocaba en gavillas formando “morenas”. La buena  colocación de esas gavillas formando morenas protegía la mies ante tormentas, vientos etc.
    Llegaron nuevos tiempos que terminaron con la siega a hoz y los esforzados segadores. Apareció, sobre los años 50, una
Máquina agavilladora
máquina llamada agavilladora, que movida por tracción animal y mediante un corte móvil de cuchillas y rastros segaba depositando la mies, a voluntad del operario, en “maraños”. Años más tarde surgió la actual máquina “cosechadora, que con un mecanismo sofisticado se olvidaba de “morenas”, “maraños”, trillos, aventadoras etc. Consiguiendo, al mismo tiempo, segar, trillar y aventar, llevándose en el día el grano para casa.        
    Desde aquí honramos la memoria de aquellos esforzados segadores y rapaces que hubo en San Román de Hornija.



miércoles, 1 de febrero de 2012

La predicción del tiempo en San Román de Hornija


La predicción del tiempo en San Román
 

    El mundo rural siempre ha tenido gran inquietud por saber el tiempo que pueda hacer en su entorno. Las tareas agrícolas de siembra, cultivo y recolección han estado sujetas y dependientes del comportamiento del tiempo. La lluvia y su manifestación en un tiempo determinado trae consigo que sea un buen año de cosecha o malo por la escasez de ella. Es decir, que la agricultura tenía, más que ahora por los riegos, una dependencia casi total de la meteorología.
    En casi todos los pueblos había una persona que entendía, o intrusos “chamanes” que  querían tomar el pelo a los demás, en la predicción del tesoro tan anhelado como era la lluvia. Se dice que los pastores eran  grandes expertos en la materia, basándose en la observación y comportamiento de sus ovejas.

    En la actualidad los medios de comunicación: radio y televisión nos proporcionan una predicción muy certera del tiempo que va a hacer,  hasta con semanas de antelación, gracias a los datos que suministran los nuevos satélites llamados “meteosat”.

    Antes, sin los satélites citados, la predicción del tiempo se hacía casi siempre por la observación del comportamiento de: el Sol, la Luna, las estrellas, los vientos, las  plantas y animales, tipo de nubes y lugar de su aparición etc.

    Recuerdo que durante mi infancia en San Román de Hornija, ante esa aptitud de mirar al cielo para predecir el tiempo del día siguiente, siempre surgían algunos simpáticos personajes que alardeaban de tal presunción. Uno de ellos era el Sr. Ausencio, soltero y con fama de deformar, algunas veces la realidad, que ostentaba tener conocimiento en tal materia. Presumía de ser un gran observador de aquellos tranquilos y apacibles atardeceres que acaecían en aquel mundo rural. La gente le preguntaba, casi siempre con ironía:
    - ¡Qué, Ausencio! ¿Va a llover mañana?
    Siempre daba una aseveración rotunda diciendo:
    - ¡Ni gota!,  o por el contrario ¡Va a llover a cántaros!
    Cuando acertaba, alguna vez, salía por el centro del pueblo, ostentando admiración y a la espera de que la gente le hablase sobre dicho tema. Él, muy airoso decía:
    - ¡Si es que no me quieren hacer caso!.
    Cuando, la mayoría de las veces, defraudaban sus inciertas predicciones no salía de casa. Años después, algún meteorólogo adscrito a la televisión española, se equivocaba en sus predicciones y continuaba al día siguiente con su programa.  

    Otro experto en la materia, pero a nivel más tecnócrata, era el Sr. Dimas. Este Sr. había estado en la guerra de Cuba y al terminar trajo, acompañando su desolación, un sencillo artilugio que predecía el tiempo para jactancia de sus convecinos. En San Román, a dicho utensilio le llamábamos “El fraile del Sr. Dimas", ya que un fraile barbudo, tal vez franciscano, era el protagonista de dichos eventos.
    "El fraile del Sr Dimas" era un higrómetro más que barómetro,  artilugio muy común en esa época, que se basaba en dos cabellos sujetos  al cuerpo del fraile. Uno de los extremos sujeto a una capucha  y el otro extremo a una mano con puntero señalizador. La presión atmosférica y la humedad
Fraile del Sr. Dimaspara predecir el tiempo
relativa hacían dilatarse o encogerse los citados cabellos y así el primero al encogerse tiraba de la capucha para cubrir su cabeza y el otro señalizaba  el tiempo venidero en una escala graduada: Seco – Revuelto – Viento - Inseguro – Ventoso - Lluvioso.


    El artilugio tenía que colocarse en lugar seco y ventilado, para que sus predicciones pudieran funcionar en perfecta armonía con las variaciones atmosféricas del exterior.


    Así, mucha gente angustiada preguntaba al Sr. Dimas.
    - ¿Qué dice el fraile, Sr. Dimas, dice que va a llover?
    Y él contestaba con actitud colaboradora y de servicio:
    - ¡Sigue sin ponerse la capucha, así que de lluvia nada!

    Algunos años, llegaba el mes de abril y mayo y el fraile del Sr Dimas no lograba encapucharse. La gentes, piadosas y creyentes, insinuaban al Sr. Cura, ante una catástrofe agrícola inminente, sacar la imagen de San Isidro y a veces la del Cristo de la Piedad, en procesión por el campo, en forma de Rogativas. Consistían éstas, en plegarias comunitarias dirigidas por el sacerdote,  invocando y rogando la presencia de la lluvia. Asistíamos también los niños de la escuela a dicha procesión, que partía de la Iglesia y casi siempre llegaba hasta San Martín.  

    NOTA: Los personajes, ya desaparecidos, que figuran en el presente artículo,  fueron reales y figuran con sus nombres que tuvieron: El Sr. Dimas vivió en San Román durante el siglo XIX y XX, y el Sr. Ausencio durante el siglo XX. Desde el presente artículo han sido tratados con suma simpatía y respeto; pero si algún familiar descendiente, considera oportuno que debemos omitir sus nombres lo haremos o asignaremos nombres ficticios. Desde “San Román de Hornija en el tiempo" los recordamos y honramos su memoria.


  

sábado, 7 de enero de 2012

El Saltapozas de mi padre


“El Saltapozas”

    Allá por los años 60, mi padre, con un espíritu innovador,  compró en Nava del Rey una vieja tartana con ruedas de goma y ballestas que llamaban “saltapozas” y un caballo adiestrado para el tiro de dicha calesa. Nunca lo quiso dar el uso de su anterior propietario, que era salir al campo  para ver su hacienda y sus asalariados; nada de eso concurría en mi padre, no era ningún hacendado, le tocaba estar al tajo igual que los asalariados que cogía.

  Jamás comprendí el nombre de “Saltapozas”.  La verdad sea dicha que mi padre nunca lo empleó para acción tan acrobática, pero sí para transportar cómodamente a 4 ó 5 mujeres que, en aquella época, realizaban la cava y entresaque de la remolacha, cultivo por excelencia y rentable en el San Román de aquella época.

    Era curioso el aire que le daba aquel caballo al citado carromato con ruedas de goma. Era un caballo pequeño, noble y adiestrado para ir constantemente al trote.         Los ocupantes disfrutaban de una ida y vuelta al trabajo sumamente cómoda y rápida.  No entiendo la no proliferación, en el pueblo,  de tan práctico artilugio.  Aun en mi casa queda algún accesorio de tan singular vehículo. Lamento que por dificultades de espacio no se haya conservado aquel confortable "saltapozas", también es lástima que no exista de él ninguna foto que le recuerde.    

miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL CABALLO DE ESQUETE


El caballo de Esquete




Caballo de  Pepe Esquete  en la exposición

    Ya hace tiempo que sentí la tentación de incorporar a mi blog un artículo sobre este equino símbolo de Toro y su comarca. Al principio me detuvo su publicación al considerarlo un icono de Toro y fuera de los límites de San Román que es lo que más nos preocupa. Hoy reconsideramos el tema y tenemos las siguientes razones muy poderosas en cuanto su inclusión aquí:
    1._ De índole geográfico: El caballo de Esquete, no solamente fue un símbolo para Toro también para su comarca. Allí se hacían arreos de tiro y monturas para todos los pueblos limítrofes, incluido San Román.
    2._ La vinculación de sus propietarios a nuestro pueblo: Pepe Esquete se casa en San Román con Milagros Gil Seco, nacida en nuestro pueblo, que a la muerte de Pepe decide su donación a la Fundación González Allende.
    3._ Honrar la memoria de José Esquete, último propietario de dicho caballo, personaje carismático y de buen humor.


 PEPE ESQUETE (1921-2002)

    Antes de hablar del famoso caballo lógicamente hablaremos sobre su último propietario Pepe: Guarnicionero en tercera generación, realizaba todo tipo de aperos de labranza, así como todos los accesorios en cuero que requería un buen caballo bien enjaezado.
Pepe y su caballo
Persona muy popular y querida en Toro, su pueblo. Había sido jugador de fútbol en la mítica UDT. Fue un hombre de muy buen humor. Recuerdo, en mi etapa estudiantil en Toro, la visita familiar a su  tienda–taller; allí se respiraba siempre un ambiente de buen humor: chistes y anécdotas propiciaban un ambiente distendido y agradable, siempre presidido por el majestuoso corcel, que tal vez actuaba como un incitamiento a ese ambiente. Son muchos los chascarrillos y anécdotas que él contaba, sirvan de ejemplo las siguientes:
    Un día, al entrar en su tienda, llegó una señora de San Román con sus dos hijas y le dice a Pepe Esquete:
    - Esta es la pequeña y esta es la mayor.
Pepe la responde.
    -  Pues mire, aquí a la mayor la llamamos“Colegiata”.
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    Otras veces se ponía a la puerta de su tienda y cuando pasaba gente por la otra acera les decía:
-  ¡Oiga! ¿Me puede decir cuál es la acera de enfrente? Es que me tienen loco, los de allí me dicen que es esta y los de esta que aquella.


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    Otra mañana le preguntaron gente que venía de un pueblo:
- ¿Hoy abren las tiendas en Toro?
Él respondíó:
    - No, pero yo si la voy a abrir. Lo que pasa es que los de este pueblo, como son muy envidiosos, en cuanto vean la mía abierta ya verá como abren todos.


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    Ha protagonizado infinidad de anécdotas y bromas, aunque el blanco de sus inocentadas  o bromas casi siempre era su esposa Milagros: hacerla subir al famoso caballo, en el escaparate de la tienda, encender la luz y dejarla allí encima, a la hora que las familias paseaban por la puerta del Mercado. 
    O el timo o engaño a que la sometió: apareció en casa con una torre de cazuelas diciéndola que le habían tocado en una tómbola y más tarde su esposa se percata que eran las de su cocina, que él previamente había bien atado por tamaños, etc.

    HISTORIA DEL CABALLO:

    De cartón piedra y tamaño normal, esta imitación equina fue heredada por José Esquete de su padre, y su padre de su abuelo. Una familia del gremio de guarnicioneros, oficio hoy desaparecido  por causa  de la mecanización en las tareas agrícolas. La tracción animal ha dado paso a modernos tractores. Los animales de tiro han desaparecido, sin embargo el caballo de Esquete continúa recordando con nostalgia otra época y otros gremios ya desaparecidos.
    El célebre caballo de Esquete llego a Toro, hace aproximadamente un siglo, procedente de una guarnicionería de Valladolid.    De hecho, el popular “caballo de Esquete”,  una figura de bulto redondo y tamaño natural, de 198 por 240 centímetros, y crin y cola
Pepe con su caballo en su primitivo taller.
de cerdas naturales, fue utilizada por José Esquete Ucero y su padre como expositor de monturas y demás aperos de monta en la tienda taller que tan acreditados guarnicioneros regentaron en la calle Puerta del Mercado de Toro, llegándose a convertir en el símbolo de dicho establecimiento.

    Talla ecuestre tan popular desfiló en las carrozas de las fiestas de San Agustín de los años 50. Antiguamente todos los 10 y 25 de cada mes había en Toro famosas ferias de ganado y la familia Esquete sacaba a la puerta de la tienda el famoso maniquí equino, perfectamente enjaezado con  monturas realzadas con repujados preciosos.

    Participó en las antiguas ferias del Campo de Madrid, exponiendo artículos de monta. Contaba Esquete que montura que se le ponía, se vendía al momento.  
 
    El paso del tiempo trae la pérdida de distintas profesiones y esto le ha ocurrido a la guarnicionería de la saga “Esquetes”. Pepe y Milagros, comerciantes muy avispados, supieron sobreponerse a este fenómeno y la tienda de aperos para la labranza la transformaron en juguetería.     Tal trasformación dejaba también en desuso y sin sentido el famoso equino de cartón. Cuenta su esposa Milagros que fueron muchos los coleccionistas que acudieron a Toro ofreciéndoles buenas ofertas, pero Pepe siempre quiso que el caballo se quedara en su ciudad, sobre todo por los niños, porque no creo que haya quedado ningún niño de Toro sin haberse subido a tan singular cabalgadura.
 
    La popularidad del caballo ha hecho que los toresanos siempre le han puesto de punto de referencia de muchas expresiones y modismos populares. Así se dice:
    “Comes menos que el caballo de Esquete"  
     “Es más lento que  el caballo de Esquete …. “ 
    "Hace reír hasta al caballo de Esquete “
    Todo ello hizo que Pepe Esquete, antes de morir, mostrara su intención de regalar a Toro este entrañable caballo para los toresanos.  
    LOCALIZACIÓN ACTUAL DEL “CABALLO DE ESQUETE
    Milagros Gil Seco, viuda de D. Jose Esquete, cumpliendo con los deseos de su esposo, decidió donar esta escultura a la Fundación González Allende que promovió y costeó su restauración. La Fundación González Allende se comprometió y así lo ha cumplido a exponer esta escultura en «un local adecuado», precisamente en el palacio de los Marqueses de Castrillo, sede de la Fundación.
    .La escultura del famoso caballo se muestra al público con una cartela en la que se identifica como 'caballo de Esquete' y se hace constar que ha sido donada por Milagros Gil Seco en el año 2008,   cumpliendo así los deseos de su esposo. Además, el presidente de la Fundación, José Navarro Talegón, se comprometió a «preservar, restaurar y mostrar al público tan respetable obra, en atención a su significación popular y a su interés etnográfico»

 
La cartela dice:

CABALLO DE ESQUETE

    PAPELÓN, ESTOPA Y ESCAYOLA PINTADOS, OJOS VIDRIO, CRINES NATURALES Y REFUERZOS NATURALES DE HIERRO Y MADERA. ADQUIRIDO A FINES DEL SIGLO XIX POR DON FULGENCIO ESQUETE DÍEZ COMO EXPOSITOR DE MONTURAS PARA LA TIENDA-TALLER QUE TAN ACREDITADA FAMILIA DE GUARNICIONEROS TUVO EN PUERTA DEL MERCADO,NÚMERO 49, DE ESTA CIUDAD.
DONADO A LA FUNDACIÓN GONZÁLEZ ALLENDE EN 2008 POR DOÑA MILAGROS GIL SECO, VIUDA DE DON JOSÉ ESQUETE UCERO, SECUNDANDO LOS DESEOS DE SU MARIDO.
RESTAURADO EN LA VIGÉSIMA CAMPAÑA PARA SALVAGUARDAR EL PATRIMONIO CULTURAL DE TORO, PROMOVIDA EN 2009 POR LA MISMA FUNDACIÓN, Y LLEVADA A CABO POR LA ESCUELA SUPERIOR DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES, DE MADRID.