jueves, 22 de enero de 2009

El Día de la matanza




El ritual de la matanza






    Para los que tuvimos la suerte de pasar la infancia en pueblos de Castilla, llevamos grabado en lo más hondo de la memoria imágenes que configuran una parte esencial e indivisible de aquel niño que fuimos. Una de las imágenes imborrables es la que nos produjo la primera “Matanza”

    El ritual de las matanzas comenzaba por los comienzos del invierno. Ya el día anterior los niños éramos los emisarios de tal acontecimiento. Nuestros padres, nos encomendaban el cometido de avisar e invitar a todos nuestros tíos y demás familia a tal acontecimiento, lo realizábamos con esta sencilla frase ¡Tío, de parte de mi padre que mañana matamos¡ Muchos eran los placeres que nos acompañaban el día de la matanza. De un lado, se tenía la disculpa familiar de no ir a la escuela, de otro que la comida que nos esperaba, además de abundante, era variada, lo que constituía un contrapunto nada desdeñable con el sempiterno y monótono cocido.
Ese día tan señalado se sacrificaba el cerdo o los cerdos, según los recursos de cada familia, y era día de convivencia entre amigos y familiares prestando ayuda y alegría ante tal 
evento. El desconsolado y pacifico animal había sido cebado durante unos 8 o 9 meses. Ha sido el momento de que dichos sacrificios se vean correspondidos. Las paneras habían quedado disminuidas, pero se llenaban las resentidas despensas. Esta principal fuente de alimentación rural es motivo de alegría de propios y extraños, porque el sustento para el próximo año está resuelto: chorizo, tocino, coscarones, manteca, hígado, morcillas, espinazo, manitas, orejas, costillas, vísceras, sangre, careta y jamón para los días de fiesta ¿Hay quién de más, que este benefactor y tan poco llorado animal?
Comenzaba el acto con una copa de aguardiente para los mayores y para los niños algún chupito de ponche a escondidas. Todo ya estaba dispuesto para el sacrificio: Los cuchillos bien afilados, las bardas en buen estado de combustión, la tajuela, lugar de lucha contra la muerte del guerrero, el baño etc. Los más fuertes penetraban en la pocilga a la búsqueda del animal. Los niños nos manteníamos expectantes hasta que la fuerza del hombre le izaba hasta la tajuela. A partir de ese momento, ayudábamos morbosamente al sacrificio sujetando el rabo, o tal vez compartiendo alguna pata con un adulto. Una mujer aproximaba un baño de barro, exclusivo para este fin, tratando de que una vez penetrado el cuchillo, el borbotón de sangre se proyectara a tal recipiente y después llegase a formar parte del primer plato típico del día.
    Los gruñidos intensos del cerdo van languideciendo hasta convertirse en los últimos quejidos de una muerte que anuncia súbita. Los niños que habíamos estado presenciando toda la tragedia, resoplamos tranquilos y recuperamos el susto que nos ha mantenido sobrecogidos. Una vez muerto le descienden de la tajuela para chamuscarle sus pelos o cerdas con teas de bardas, luego un lavado con agua el cuero de su piel, para terminar colgándole, abierto a canal, de una alta viga. Cuando se ha extraído de su cuerpo todas sus vísceras termina la primera jornada del rito, especialmente para los hombres. Las mujeres se afanan en preparar el menú, con el que más tarde se festejará. El almuerzo consta de un plato vulgarmente llamado "chanfaina", realizado con patatas sangre e hígado cocido y de un segundo plato de mollejas. Todo ello regado de un buen vino de la tierra y clausurado con un postre de gajos de naranjas en azúcar.

    Los hombres tomaban café y la sobremesa era amenizada con una partida de cartas, para ser más exactos de "julepe" hasta bien entrada la tarde. Las mujeres carecían de todo tipo de ocio. Se afanaban en las tareas de cocina, y también en ir al arroyo a lavar las tripas. El llenar los chorizos requería de unas tripas limpias para la mejor conservación de la carne.
La sobremesa nuestra, de los niños, solía ser un partido de fútbol con un balón especial de ese día. Consistía en inflar con aire y golpes la vejiga urinaria del cerdo, acondicionada previamente por la mujer encargada de lavar las tripas ¿Qué mejor material deportivo podíamos disfrutar en aquellos tiempos de escasez? Cuando la matanza era de dos cerdos, en el segundo tiempo jugábamos con nuevo balón, abandonando el primero fofo por falta de aire; o por desdicha encolado en algún tejado, a la espera de ser exquisito aperitivo para algún gato.
Una vez caía la tarde, los niños realizábamos la última actividad social del ritual. Consistía en repartir entre amistades y parientes algún presente de matanza que podía contener un plato, aunque por protección de tapadera llevábamos otro. El contenido de este modesto y humilde obsequio era: sangre, hígado y algún que otro trozo de molleja.     Los menores hacíamos satisfechos y encantados tal faena, porque esto era una fuente de ingresos para nuestras humildes economías. La señora que recibía el obsequio, como prueba de agradecimiento, ponía en nuestras manos algunas perras "gordas". Recuerdo la disputa que manteníamos los repartidores por querer ir todos a la casa de la señora que tenía más fama de generosa.
    A
l día siguiente, después de pasar toda la noche colgado y al sereno se deshacía el cerdo. Consistía en ir troceándole procurando sacar las partes enteras, para este cometido se necesitaba mucha práctica y habilidad, pues de lo contrario se destrozarían los lomos, los solomillos o los jamones. Después de haberlo destazado se separaban las partes que se iban a picar para hacer chorizos, los huesos, el espinazo, patas, el tocino, la manteca y los “coscarones”, llamados en otros pueblos “chicharrones”.




La carne que se iba a dedicar a hacer chorizos la picaban con una máquina con cuchillas muy afiladas y que se movía por una manivela. Había que tener cuidado con dichas cuchillas. 
    Nos contaban los mayores que hubo algún niño que perdió la falange de algún dedo por aproximar dicha mano a la entrada de la carne.
    Una vez que la carne era picada, se amasaba en baños a los que se les añadía sal, ajos, pimentón, cebollas y orégano. La proporción idónea de estos componentes y especias influía poderosamente en la calidad del futuro embutido. Ya todo estaba en óptimas condiciones para "llenar" chorizos y salchichones. El llenado se realizaba en las tripas del mismo cerdo, previamente lavadas en el arroyo por nuestras madres. Algunas veces, cuando no había suficientes, se empleaban otras compradas en el comercio de material sintético y de peor calidad de conservación. Se realizaba con la misma maquina de picar pero acondicionada para tal fin. La salida de la carne terminaba en un embudo donde iba conectada la tripa que recibía el futuro embutido. Dicha tripa al salir se ataba a determinadas distancias y se perforaba con alguna aguja para evitar bolsas de aire. Está tripa ya tomaba el nombre de “ristra de chorizos” y se colgaba en los techos de cocinas y sobrados para su posterior curación.

    Si el estudio de las fiestas, ritos y costumbres ancestrales nos ayuda a conocer la etnología de un pueblo. La matanza, aparte de impactante en los recuerdos de un niño, es fuente de vivencias para conocer mejor los recursos y forma de vida de cualquier pueblo de Castilla.

viernes, 16 de enero de 2009

La antigua estación de ferrocarril de San Román de Hornija



RECUERDOS DE LA INFANCIA 1

    Hoy trato de reflejar, en este y en el siguiente artículo, los sentimientos actuales a unos recuerdos de la infancia que me dejaron huella y aun flotan en mi mente.


    La hoy desaparecida estación de ferrocarril:



Antigua estación de San Román. hoy derruida








    Este año he visitado la estación de ferrocarril de mi pueblo. La anterior carretera pedregosa y polvorienta se ha convertido en otra pobremente asfaltada y en mal estado, con un trazado que hace imperceptibles los dos anteriores desmontes. Ya aproximándome al recinto percibo un ambiente de soledad y abandono.
    iQué sensación de tristeza al acercarme a ella! Del
núcleo principal del edificio sólo se conserva el suelo en cemento, que marca la superficie y los aposentos de que disponía. Todo rodeado de una vegetación que ha surgido por generación espontánea: plantas silvestres, arbustos y algún que otro brote de los árboles que aún existen.
    El pozo aparentemente en su estado anterior pero sin soga, caldero, ni polea. Edificio anejo del personal de obras sin puertas o destruidas vandálicamente. Antiguo almacén de facturación, en otros tiempos en plena actividad comercial, con inscripciones en sus paredes de algún nombre o fecha y alguna mancha de carbonilla, como testigo del anterior combustible del ferrocarril. Recuerdo la actividad de facturación de los años 50, gran parte generado por la distribución de maquinas aventadoras. Algunos fabricantes de Pedrosa del Rey y Casasola de Arión tenían a bien distribuirlas desde esta estación a otros puntos de España.

Placa informativa de altitud
 Al otro lado de la vía, donde antes existían viñas y pinares, grandes máquinas perforan el subsuelo devorando todo tipo de vegetación. Dicen que extraen graba con un grave e irrecuperable deterioro del anterior entorno natural.
    Busco sin conseguirlo, por todos los escombros, restos
de aquella placa, de forma elíptica, que rezaba: DIRECCIÓN GENERAL DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO Y ESTADÍSTICO – 658,8 m. - ALTURA SOBRE EL NIVEL MEDIO DEL MEDITERRÁNEO EN ALICANTE, y que se encontraba en la fachada principal de la estación.  Desconozco el lugar donde se hallará dicha placa. Se me ocurre que, se podría tratar de localizar y poder situarla en la pared principal del Ayuntamiento. Así se conseguirían dos objetivos: un recuerdo de aquella estación y un dato cultural geográfico de nuestro pueblo.
    ¿Cómo, si no ha sido consecuencia de un acto bélico, puede tan nostálgico edificio quedar tan maltrecho? ¿Por qué el paso de los tiempos puede borrar el único medio de locomoción que este pueblo rural tuvo y que era el orgullo de todos los colindantes?
    No comprendo como los convecinos podemos olvidar los sentimientos que albergaba tan singular edificio, punto de partida de los que buscaban nuevos horizontes, quizás en tierras lejanas. Lágrimas reprimidas en adioses a seres queridos y alegrías en llegadas. Lugar de encuentro y ocio de la juventud en aquellos domingos de cuaresma sin baile. Creo que, ante aquellas prohibiciones del baile, en aquellos tiempos de “nacional-catolicismo”, la juventud se aproximaba a la estación, tal vez como una válvula de escape de acercamiento a otros mundos más comprensivos y tolerantes.
    Recuerdo que cuando éramos niños, aproximábamos los oídos a los raíles y un continuo y penetrante ruido nos hacía pensar en un más allá de este pueblo, un lenguaje lejano que nos imaginaba nuevos horizontes, otras culturas y otras gentes.
    He meditado tristemente, y no es que las gentes de mi pueblo seamos crueles e ingratos al desvincularnos de ella en tan poco tiempo, todo ha sido efecto de la llegada del fenómeno automóvil y como consecuencia la falta de viajeros que ha acusado este medio.

    Las mejores formas de vida que nos ofrecen estos tiempos modernos nunca podrán desvanecer los recuerdos que, para algunos, aporta este paraje.

Anécdotas escuchadas en San Román de Hornija

Anécdotas escuchadas en San Román de Hornija

    Encontramos en nuestro pueblo “anécdotas” que han ocurrido a personajes típicos y que han llegado a nosotros, algunas veces contadas por nuestros abuelos. Invitamos a nuestros paisanos a que nos envíen más y así nos enriquecemos con todo lo que es nuestro. Las tres primeras han originado una “frase hecha”, que sólo entendemos su sentido en San Román, ejemplo: ¡Darles pa el pajeo!
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¡Arsa caballero!
Cuéntase, de una dama de San Román que el día de su noche de bodas, después de haber cumplido su marido ampliamente en su amor toda la noche, emitió muy satisfecha la siguiente frase: ¡Arsa caballero!
Hacemos votos para que las sanromaniegas actuales, aunque sólo sea en su foro interno, sigan también pronunciando esa frase.

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¡Caballo candao!

    Hace ya casi 50 años y por las meriendas en honor a San Juan, un joven de esta localidad acuerda, la noche anterior con su cuadrilla, ir de merienda a los plantíos con caballos, como era costumbre.
    Llega a casa, ya casi de madrugada, y sin haber comunicado tal pretensión a sus padres y para consolidar dicho proyecto no se le ocurre otra cosa que poner un candado a la cadena del caballo, así evitar que dicho animal sea llevado a arar con las otras mulas y él disfrutar de dicha montura en las meriendas.
    Llega el obrero bien de madrugada a casa, hombre buena persona aunque con muy mala vocalización al hablar, y a la hora de enganchar los animales, para una jornada de arada, le sorprende el no poder desatar al caballo. Para resolver tal situación llama al dueño, padre del joven sanjuanero, diciéndole:
¡Caballo candao! .. ¡caballo candao! ....
    Ante la falta de comprensión de la frase, el dueño acude personalmente a la cuadra y resuelve tal situación quitándole la cabezada al animal y poniéndole otra y mandando al obrero engancharle a la yunta.
    Al levantarse el joven se quedó desconsolado. Encontró sobre el pesebre amarrados: candado, cadena y cabezada pero no caballo. A los plantíos asistió de merienda pero llevando como cabalgadura el burro.
    Moraleja:
    "Si a San Juan quieres ir bien montado dialoga antes, para evitar el candado"
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¡Darles pa el pajeo!
    Se cuenta que en los encierros de San Roque por el campo, un vecino de San Román viendo próximo a su melonar los toros y todo lo que rodea a dicho encierro, gritaba despavoridamente a los caballistas:
    ¡Darles pa el pajeo! ¡Darles pa el pajeo!
    De esta manera evitó el atropello que hubiera sufrido su melonar, fuente de alimentación y celo de todo el verano.

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    Hace y
a muchos años un padre tenía una hija estudiando en Zamora bachillerato. Una vecina, cuando terminó el curso, con algo de morbo, le pregunta:
    ¿Qué tal ha quedado tu hija en los exámenes? ¿Ha salido bien?
    El padre adulando y alabando excesivamente a su hija la responde empleando la siguiente terminología taurina:
- ¡Ha quedado también en los exámenes que los catedráticos la han sacado a hombros por todo el patio del Instituto!
    Tristemente, ante el poco rendimiento y mal aprovechamiento, tuvo pronto que cortarse la “coleta” como estudiante.

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    Cuentan, que un hombre muy célebre de San Román, pregunta, un día, a un amigo suyo lo siguiente:
- ¡Oye......! ¿Qué te parece mi hija ..., es guapa o fea?
    El amigo responde:
- ¡No digamos que digamos!
    Llega a casa se acuesta en la cama y no puede dormir. Está sumamente preocupado de lo que le ha dicho el amigo sobre su hija. A las tres de la mañana, ni corto ni perezoso acude a casa del amigo. Por supuesto que está en la cama. Le hace levantarse, éste abre la puerta y le pregunta:
- ¿Qué quieres a estas horas....?
- Es que no se lo que me quisiste decir sobre mi hija cuando dijiste: ¡No digamos que digamos!
    El amigo le aclara:
- Hombre yo te quería decir que tu hija no es guapa ni fea, es del montón.
- ¡Ah! ¡Vale! Entonces ¡Hasta mañana!

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    Cuentan que no encontrado vaquero para cuidar el ganado de la “Requejada”, los ganaderos que se beneficiaban de dicho pasto acudieron a otro pueblo, donde encontraron un vaquero muy mentiroso y como dice el refrán :¡Al mentiroso se le coge antes que a un cojo!

    Un día, en el bar, éste se vanagloriaba de sus grandes actitudes nadadoras y decía:
- ¡Yo, antes iba a trabajar a una finca y tenía que cruzar un río todas las mañanas nadando!
A esto que un escuchante le pregunta:
- ¿Y qué hacías con la ropa?
    El mentiroso no sabiendo que decir respondió:
- ¡Volvía luego a por ella!

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    El dueño de un rebaño de ovejas buscó un pastor en otro pueblo donde no conocían el ferrocarril.

    El primer día de pastoreo va con sus ovejas por un camino y se dispone a pasar él y su ganado las vías del ferrocarril. En esto que viene un tren y le mató 15 ovejas. Vuelve para casa del propietario del ganado y se lo cuenta a éste. El ganadero le llama la atención por no haber tenido cuidado y precaución. A lo que el pastor responde:
¡Menos mal Sr. ...... que ese vehículo negro, de hierro y que echaba humo venía a la larga, que si viene atravesado me lleva por delante a mí y a todo el rebaño!

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    Se cuenta que un vecino de nuestro pueblo, y con hijas casaderas, se vanagloriaba cierto día ante sus amigos, de su buena situación económica de esta manera:

- Yo tengo un arca tan lleno de billetes que para cerrarlo me tengo que sentar encima.
    Afortunadamente, nunca se oyó que fuera dicho arca pretensión e interés de ningún ingenuo ladrón.

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    El maestro de nuestro pueblo realizó a cierto alumno la siguiente pregunta:

- ¿ A ver, ........ sabrías decirme lo que es un cadáver?
    El alumno sin pensarlo mucho le responde:
- Un cadáver es la yegua del tío Lucio.
    El maestro admirado por tal respuesta le increpa diciéndole:
- ¿Quién te ha dicho a ti que una yegua puede ser un cadáver?
    El alumno le responde:
- Sí Sr. Maestro, mi padre, como es vaquero de la “Requejada”, siempre está diciendo: ¡la yegua del tío Lucio está hecha un cadáver!

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    En la primera época de emigraciones en San Román, se cuenta que un hijo partió para Barcelona dejando a sus padres muy desconsolados. Madre muy poco ducha en lectura recibió una carta de su hijo con está frase: Aquí está el
“pancaro” y no nos deja vivir. La madre muy preocupada, ante la falta de interpretación de lo que le decía su hijo, se fue al Sr. Tendero a que le aclarase tal situación.
- He recibido carta de mi hijo en la que me dice que hay en Barcelona un bicho que se llama “pancaro” que debe estar atacándole ¿Qué bicho puede ser ese?
    El tendero lee la carta y la consuela interpretando la falta ortográfica de su hijo:
- Allí no hay bicho alguno señora, su hijo la quiere decir que el precio del pan está allí muy alto y eso hace que la vida esté más cara.


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    Una madre mandó a la tienda a su hijo de 6 años, diciéndole:
- Ve a al tienda y le dices: Sr. Vitorino me de un Kilo de tocino.
    El niño por el recorrido a dicha tienda repetía sin cesar, para evitar su olvido:
- ¡Sr. Vitorino me de un Kilo de tocino! ¡Sr Vitorino me de un kilo de tocino! ..
    Llegó a la tienda y el Sr. Vitorino le pregunta:
¿Qué quieres chico?
    El niño responde:
- Que me de Sr. Tocino un Kilo de vitorino.

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    Se cuenta que uno de San Román muere y se cuela en un despiste de San Pedro en el cielo. San Pedro que se percata de ello, pregunta por él de San Román a todo el que pasa por los alrededores. En esto que pasa por alli uno de Castronuño y le dice a San Pedro:

-  ¿Si Ud. quiere le localizo al de San Román enseguida para sacarle del cielo?
    San Pedro le deja entrar al de Castronuño que, con la ayuda de dos cencerros, comienza a tocarlos dirigiéndose hacia la puerta;  al momento aparece el de San Román corriendo con una vara. San Pedro le da el alto y consigue sacarle de lugar tan privilegiado.


    Esta anécdota, un poco surrealista, pone de manifiesto la gran afición de la gente de nuestro pueblo a todo lo taurino.



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jueves, 15 de enero de 2009

Celebraciones y homenajes: Quintos 1948 - 1998

Celebraciones y homenajes: Quintos 1948 - 1998

Últimamente, con buena costumbre y criterio, se reúnen y celebran durante un día, todos que habiendo nacido en el pueblo cumplieron 50 años de edad. Dicha celebración consta de una misa y más tarde todos se reúnen alrededor de una mesa.
Eloy Pérez, uno de los homenajeados en la celebración del año 1998, durante la citada comida sorprende a todos, haciendo gala de sus buenas cualidades poéticas, con la poesía siguiente. En ella, con la buena sensibilidad que le caracteriza, relata las vicisitudes, alegrías, costumbres y vivencias de ese San Román entre 1948-1998. “San Román en el tiempo” agradece y se enriquece con esta colaboración.


1._POESÍA DE SAN ROMÁN
QUINTOS 1948 -1998.
COSTUMBRES Y AFANES 50 AÑOS

Al final de los cuarenta
de este siglo que se va
este grupo de personas
nacimos en San Román.

Años duros para nacer
de hambre y privaciones
fuimos saliendo adelante
con muchas limitaciones.

El siglo iba avanzando
muchos cambios conocimos
por eso nunca olvidamos
el pueblo donde nacimos.

En los años de niñez
el pueblo se transformaba
vimos llegar un tractor¡
en él Radillo trillaba.

La llegada del tractor
puso en moda esta canción:

A lo loco, a lo loco;
hay que ver cómo trilla Radillo.
A lo loco, a lo loco;
hay que ver cómo mueve los trillos.
A lo loco, a lo loco, a lo loco;
A lo loco se trilla mejor.

Un canal se construía
a marchas aceleradas
dando trabajo a destajo
a todas estas comarcas.

Este pueblo castellano
subsistía con ardor
oficios varios tenía
aparte de labrador.

“Cuadrillas” de segadores
vimos salir a segar,
con el burro y aguaderas
y por supuesto el rapaz.

A las dos de la mañana
ya iban carros a acarrear
para transportar la mies
que luego se ha de trillar.

Oficios duros había
que les vamos a contar
en las viñas el peor
era el ir a sobacar.

En el monte los cisqueros
trabajaban sin descanso
olivando las encinas,
cavando el monte bajo.

Los uveros y hortelanos
en burros con canastillos
pregonaban en Pedrosa
las lechugas y el albillo.

Había ganadería
dando trabajo al pastor
y en los meses de verano
también al esquilador.

Industrias también había
sastres, cesteros, herreros,
la fábrica del aguardiente
y también zapateros.

Hubo varios panaderos
que nos amasaban la harina
que antes habían obtenido
en los molinos que había.

Los músicos alegraban
todas fiestas de guardar
los novillos en San Roque
y los días de carnaval.

Los adobes de las eras
hechos con aire gentil
servían para dar trabajo
al muy sufrido albañil.

Existía un tejar
en la cuesta las bodegas
y de recuerdo quedaron
varias casas solariegas.

Eran pura artesanía
los carros y los aperos
que construían con sus manos
los artistas carpinteros.

Los hábiles carniceros
que dio este hermoso lugar
ofertaban de menú ...
hoy oveja pa comer, oveja para cenar.

Los chicos aquí crecían
con alegría y contentos
tenían de educadores
al cura y los maestros.

En las tiendas, comerciantes
en los bares, camareros
y vísperas de San Roque
salían los colchoneros.

Muy cerca de las bodegas
antes de ver las tinajas
había un triste negrillo
del cual caían navajas.

Los sábados por la tarde
el barbero se mudaba
visitando a sus clientes
que con esmero afeitaba.

y ésta es la historia señores
de un pueblo trabajador
que fue quedando vacío
por culpa de la emigración.

Cerramos pues estos versos
con pena y con alegría
sigamos recordando
el resto de nuestros días.

Ah, que se nos olvidaba .
tenemos cincuenta ya;
dentro de otros cincuenta
volveremos a invitar.

ELOY PEREZ

. "Cuando éramos niños veíamos muy elegantes a los mozalbetes peinados a "SOFOCO".

sábado, 10 de enero de 2009

Vocabulario típico de San Román

VOCABULARIO TÍPICO DE SAN ROMÁN

En este rincón de esta provincia de Valladolid, donde dicen que mejor se habla castellano, paradójicamente observamos algunos vocablos o expresiones unas veces vulgarismos, otras pertenecientes a un lenguaje muy antiguo trasmitido de generación en generación. Aunque lejos de ser admitidos por la Real Academia de la Lengua serian muy dignas de estudio por algún lingüista. Como creemos que existen más, dicho vocabulario podía ir completándose con las que enviéis.



Acañizar: Palabra antes muy empleada cuando se trillaba en las eras. Al final de la jornada de trilla se recogía la mies trillada y se amontonaba. Esta acción se realizaba con un artilugio en forma de rastra muy grande enganchada a la yunta. Por supuesto este artilugio no era de caña, ateniéndonos a su etimología, por el contrario era un grueso y pesado tablón de madera.
¡Amuélale! (fastídiale)
Atabalero:
Dícese de la persona chapuza, liante o un poco follonero. Etimológicamente "tabal" en nuestra lengua es un tambor grande. Se desconoce la causa del significado que le damos los sanromaniegos.
Bobo neto: (Bobo en sumo grado)
¡Comer un cacho!
Por comer algo. Especialmente merendar en la bodega.
¡Cojo el dos! (voy andando)
Coplero: (pamplinero)
¡Chacho! por (muchacho)
Chalina: (bufanda)
Chanfaina: Plato principal de las matanzas compuesto principalmente de: sangre, mollejas etc. del cerdo.
Chisquero: (mechero, encendedor)
¡De pistón! Ironizando a algo no muy bien hecho.
Echar a habar: Cuando, el día anterior, ponían en agua los garbanzos para que se remojaran y ablandaran.
Embarrar: Por blanquear las paredes. Enjalbegar.
Encetar: (empezar o comenzar el pan, el queso, etc...)
Entoñar:
Por enterrar, hundir. Aunque es admitida por la Real Academia de la Lengua, sin embargo su utilización, excepto en San Román, ha quedado en desuso.
Espalancar: Dejar puertas o ventanas abiertas de par en par. Vocablo oriundo del gallego. 
El papel: (el periodico)
El fresquero: (el pescadero)
¡Jolines!: (expresión que evita otra que suena peor)
Jeríngale: (sinónimo de amuélale)
¡Maldito de cocer!: (Expresión de asombro ante la actitud de otra persona.
Mancar: (dañar)
Majo: (guapo)
Méndigo: (y no mendigo sin tilde). Olvidándonos de la acepción de la Real Academia de la Lengua y de la acción de mendigar. En San Román se entiende por “méndigo” el que anda de la “ceca a la meca” y no trabaja.
Molano:
Canto grande, especialmente del "Monte Viejo". De niños, tal vez como recurso para defendernos de otro más mayor, cogíamos un "molano" y decíamos: ¡Qué te arreo un molanazo! Ese "te arreo" daba más sensación de seguridad y certeza en la puntería. Al final todo quedaba en meras amenazas.
¡No tiene mal alma! (descalificación de algo sobrevalorado)
¡Pállaro, pállaro! (el estudiante que no contesta a nada)
Perdigacho: (por gastador o perdido)
Poder con la torre: (estar fuerte)
¡Pos! (pues)
Puerta espalancada: Puerta abierta del todo, de par en par.
¡Pues luego! Expresión afirmando algo.
Sabino-a: (por llorón o llorona)
sobacar: (socavar las viñas)
Sobrao: (desván)
¡To! (exclamación de sorpresa)
¡Tócale el violo! (sinónimo de amuélale o jeríngale)
Tonto de remate: (tonto también en sumo grado)
¡Velay! (por ¡ve ahí!)
Zacapella: Decimos; "Me llevas a la zacapella", tratando de decir que me llevas muy deprisa. Se cuenta que un matrimonio iba subiendo a buen paso la cuesta de las bodegas, y le dice la mujer al marido: ¡Maldito de cocer, me llevas a la zacapella!

viernes, 9 de enero de 2009

Murga de los Carnavales - 1 -

Murga de los Carnavales de 1968

Entendemos por “MURGA” a toda manifestación anecdótica de lo que ocurría durante el año en nuestro pueblo y se cantaba en carnavales de modo desenfadado y con buen humor. Esa es la intención que perseguimos. Si con la publicación de éstas herimos la sensibilidad o molestamos a alguien, no dude en comunicárnoslo y al instante anularemos las estrofas aludidas. “San Román en el tiempo” con este “blog” huye de todo que pueda desunir o entorpecer una buena convivencia entre “sanromaniegos”.

MURGA DE SAN ROMÁN DEL 1.968


Letrista: Eloy Pérez
Cantan la murga: Eloy y su cuadrilla

Aquí venimos nosotros
aunque les parezca extraño
a cantarles una murga
como lo hacían antaño.

Con permiso del alcalde
y de toda autoridad
les cantaremos los casos
que ocurrieron en San Román.

Pues aunque digan ustedes
que esto ya se va perdiendo
nosotros lo que queremos
es renovar esos tiempos.

Nos resultará difícil
nos hemos hecho modernos
nos gustan las minifaldas
y quedarnos largo el pelo.

(ESTRIBILLO)

Empezamos estos casos
con una cosa sencilla
de una cuadrilla de mozos
que se fueron a Sevilla.

Y viniendo de Zamora
en el camino decían
dejaremos una esquela
que vamos a Andalucía.

A la mañana siguiente
tocaron a trabajar
y los padres preocupados
los salieron a buscar.

Al bar de Cayo llegaron
se encontraron con Julián
que por Mario preguntaba
pues no estaba en San Román.

Y siguieron calle abajo
hasta casa de Demetrio
donde encontraron la nota
que allí dejaron los diestros.

Y se fueron bien provistos
de chorizo y salchichón
y no pensaba ninguno
en el lío y el follón.

Porque follón fue, señores,
lo que hubo por el pueblo
y el lío bastante grande
al estar los gallos muertos

A las ocho de la mañana
dejaron señales de vida
poniendo una conferencia
para toda la familia.

De Cáceres para allá,
camino de Andalucía
no pensaban nada más
que llegar a la corrida.

Cuando llegan a Sevilla
y les vieron el andeo.
toda la gente decía
estos parecen de pueblo.

Antes de entrar en la plaza
el atrevido de Alfredo
cogió un carro de barquillos
y los vendió en el paseo.

Estando en la Maestranza
se sintieron muy toreros
y después de la corrida
varios bajaron al ruedo.

Al terminar la corrida,
Mario, Benito y Alfredo,
se bajaron al tendido
y cogieron al torero.

Ese día por la noche
no encontrando alojamiento
fueron todos a dormir
a los bancos de un convento.

El miércoles por la noche
llegaron a San Román
con la cartera vacía
y con ganas de cenar.

(ESTRIBILLO)

Y como todos los años
les contaremos el caso
que nos ha ido a pasar
con los dichosos cacharros.

Como es costumbre en el pueblo,
aunque no guste a alguna gente,
hemos tirado un cacharro
a un empleado de la Renfe.

La puerta estaba cerrada
y entreabierto el ventanal
hemos tirado el cacharro
y hemos roto el mueble-bar.

A la mañana siguiente
el run-run anda por el pueblo
de que han tirado un cacharro
por la ventana de Alberto.

El señor muy indignado
por esta gran avería
nos ha llevado al Juzgado
a pagar la fechoría.

Nos sacaron cinco duros
por romper el mueble-bar
pero nunca se acordaron
que estamos en carnaval.

El Juzgado equivocado
Creyendo que éramos tres
A los tres ha denunciado
Y pagamos entre diez.

Así que todos decimos
con mucha cordialidad
que para evitar cacharros
las puertas hay que cerrar.

(ESTRIBILLO)

Y hablamos de cazadores
o escopeteros del pueblo
les contaremos el caso
que le ha ocurrido a Carmelo.

Pués se encontraba “Punzón”
arando en el caserío
y vio una liebre encamada
a la abrigada un tomillo.

Para más seguridad
a Carmelo fue a avisar
para que fuera con él
si sabía disparar.

Carmelo muy agitado
a Vicente le contesta
no tengo aquí la escopeta
la he dejado en la despensa.

Se ha venido a San Román
en busca de la escopeta
y no pensaba nada más
que comerla en las bodegas.

Cuando llega al caserío
el pobre muy ilusionado
diciendo que va a comer
esta noche un buen guisado.

Y Vicente le decía
no lo asegures así
no nos vaya a pasar
lo que le pasó a Fermín.

Por fin llegaron los dos
hasta el punto de partida
y Vicente le animaba
que disparará enseguida.

Carmelo bien colocado
a la liebre ha disparado
y se ha quedado señores
con las ganas del guisado.

Cuando vio su puntería
a Vicente le decía
dame cuatro o cinco tiros
a sino me tiro al río.

Y Vicente le contesta
yo no cometo homicidio
pues lo único que pienso
es parlarlo en el casino.

Ese día por la noche
ya se sabía en el pueblo
y la gente se reía
del pobrecito Carmelo.

Y cuando llegó al casino
con la cara avergonzada
toda gente le decía
te quedaste con las ganas.

Pues no se crean señores
que disparar es tan fácil
que como para todas las cosas
hace falta aprendizaje.

Y no se rían señores
de este pobre caballero
porque este pueblo señores
es un poco rutinero.

(ESTRIBILLO)

Y ya para terminar
hablaremos de las chicas
que son todas muy bonitas
al menos para bailar.

Las chicas son muy ye-yes
y les gusta el baile suelto
llevas botos, minifaldas
y quedarse el pelo suelto.

Les gustan los forasteros
y muy poco los del pueblo
porque bailan el ye-ye
que nosotros no sabemos.

En el baile todas chicas
prefieren a los mayores
porque dicen que ellos tienen
mejores conversaciones.

Pues los que bailan con ellas
no van con otro interés
más que el reírse de ellas
y de pasárselo bien.

Así que a todas decimos
que tengan mucho cuidado
porque estos mozos mayores
son todos muy veteranos.

Y no se enfaden señores
si a alguno le hemos faltado
nosotros lo que queremos
es recordar el pasado.

Y nos perdonen ustedes
si esto no está muy bien sacado
el poeta que tenemos
ha sido un aficionado.

Lo último que decimos
con mucha sinceridad
es que se pasen ustedes
un alegre Carnaval.

(ESTRIBILLO)
Esta cuadrilla de chicos
que venimos a cantar
y recordar esos tiempos
del antiguo Carnaval.

miércoles, 7 de enero de 2009

Personajes Ilustres (2) - D. Aurelio Viñas Navarro

Personajes Ilustres.2 - D. Aurelio Viñas Navarro

Hoy recogemos, en “San Román de Hornija en el tiempo”, unos cuadernos de viaje que en 1989 escribió Bernardo Víctor Carande, visitando San Román en busca de testimonios de nuestro ilustre paisano: Aurelio Viñas Navarro, profesor de la Universidad de Valladolid y más tarde también profesor de la “Sorbona” de París. Es el eterno desconocido en San Román pero fue una gran figura de la Historia, Filosofía y de las letras. Escribió muchos libros entre los que destacamos: “Lecturas Históricas españolas” con su gran amigo Sánchez Albornoz. Hacemos compromiso de publicar aquí en su día su biografía. Agradecemos la colaboración de Manuel Torres que nos manda este artículo. Nos consta, que Manolo, como testimonio del amor que profesa a su pueblo, recopila todo que se publica de San Román y llega a sus manos. Ese cariño hacía su pueblo se acrecienta poniéndolo al alcance y compartiéndolo con los demás en este humilde “blog” ¡Gracias! ¡Ya no hay quien les olvide! 

BERNARDO VICTOR CARANDE A ellos (Aurelio Viñas, Blas Ramos Sobrino, Galo Sánchez..…), porque están olvidados, pasa el tiempo, y los que los pudieran recordar ya no existen. Un poco así como a sorprender este olvido he llegado hasta el Duero y he subido al Carrión, pues lo que queda, casi -pese a todos los desmanes, o pese a ellos- es el paisaje. Antes de comer en 4 Calzadas ya tarde -¿cuatro calzadas a dónde?- sobre la cresta de la meseta, tras Fresno Alhándiga y Beleña, despedí temprano, al salir de casa, al manquito matutino, al manquito jubilado que todas las mañanas sale a orearse de su pueblo, La Albuera, y se cruza conmigo. Hoy voy más lejos; "Subo a los orígenes. También crucé el Pantano de Alcántara sequísimo, y hasta estuve en Hervás. Las cosechadoras -estamos ya en mayo -descienden hacia el Sur. En Cuatro Calzadas, “Restaurant” hay mucha carne. El castellano se bajó de la cornisa, a donde lo replegaron los moros, hambriento. Todavía no ha empezado el viaje para mí. A la altura de Alaejos tomaré hacia Toro para llegar a San Román de Hornija. ¿Cómo será la patria de Aurelio Viñas? El no estará, pero ya estoy acostumbrado. Ni la bibliotecaria de Hervás (palentina ella) ni el delegado municipal de Cultura (que me pidió un original) estaban. Tampoco logro hablar por teléfono con el Archivo de Simancas, que Simancas está lejísimo... de Hervás, ni con el Bar Chinarro del muelle de Barcarrota. ¿A quién se le ocurre llamar por teléfono, éstos tiempos, de Extremadura a Extremadura? Hay paso, por el Duero, de Castronuño a San Román, me dicen en aquel pueblo que no engaña, primero -seguro- fue castro (romano, cartaginés, íbero, celta, hacia atrás...), por su situación estratégica, sobre el Duero aquí, en la curva amplia, majestuoso y plácido... y luego de Nuño, Don Nuño, el cristiano, felón o no. Que se dedicó, tras la reconquista precisa, a la vid. Es pueblo minado de bodegas que, como tantos de Castilla, se quedó sin viñas, «pero el vino se trae; lo que no se puede mudar es la bodega ...», me explica un amable interlocutor, regador él con manguera (y agua del padre Duero) de un mirador ajardinado sobre el acantilado fluvial. A la delantera de la iglesia de hoy, la que limpian las señoras del pueblo que el domingo hay comuniones, que ayer sólo era ermita. La iglesia -los datos tienen la misma procedencia- estaba donde la escuela (que tampoco es nueva, tiene por lo menos 40 años) pero la terminaron, por lo vieja que estaba, de derruir. «Si -me reconoce- se puede ir a San Román de Hornija (de donde también viene vino, que aún quedan viñas) por ahí -y me señala el puente de la presa- y por un camino, no bueno, pero hacedero... que llegará usted a San Román, si no se sale». Si no se sale. No se me van sus palabras. Estos castellanos son cómo son. Prudencia. Me tomo un té en «El Triángulo» (de Castronuño). A su puerta los pensionistas de inerte tertulia. El sol calienta atormentado. Se hacen y deshacen nubarrones. Un tractor Same Mercury 85 a la puerta, y dos coches alemanes, el uno con matrícula de Valladolid, el otro de Badajoz -dejé atrás Salamanca hace ya tiempo- y una fila de chalets adosados en construcción. Como unos 1.400 habitantes y ahora -mayo aún- muchas casas vacías, que se habitarán al verano. Pasé como dije, por la ermita-iglesia, guiado por una señora local y afectiva, me tutea, «por ahí no llegarás, da la vuelta... hasta luego». Tiene, lo único, los dientes feos. Y en la ermita aseo, fregona y escoba en mano, como conté. Bajo una nube de polen que no abandonará del Duero al Carrión, proveniente, a la fecha, del chopo canadiense. La presa, que existe, represa. No sólo agua, de ahí la magnificencia fluvial anterior, también porquería (que la presa funciona) y peces, que la porquería debe ser muy buena para ellos. Hay muchos pescadores y existe el camino, al igual de asfaltado que bacheado (o sea, por bachear) hasta San Román. Encinas por la vega, pinos, riegos y hasta toros bravos. San Román, no es Castronuño. Estoy parado ante la iglesia, también en parte) románica. A su lado un caserón de adobe y mirador, antiguo convento. Seguro que allí se celebraban, si no lanzas, capeas. Se hunde. Un niño ha salido de la iglesia y se sienta a la puerta. En lá fachada los aros de baloncesto. En San Román a quien conocen es a don Bernardo Barbajero, deán que fue de la Catedral de Madrid (1918), a cuyo nombre están las «Escuelas católicas gratuitas». Lo de Aurelio -Aurelio Viñas Navarro- les suena, pero poco. Acaso quede algún Navarro. Me informan, poco pero amabilísimamente, una señora transeúnte con su bastón, que malluguea algo, y el panadero. El panadero, helo aquí, vende diariamente -mañana lo comprobaré- sus panes y dulces en Palencia. En la nueva plaza de abastos -no en la metálica que inauguró ni abuelo don Manuel cuando era teniente de alcalde-, Avenida de Santander, 26. Los toros que he visto son de un salamanquino, de Aldeanueva, que arrendó pastos al Ayuntamiento. También se queja, y amargamente, el panadero, de la sequía, «unos trigos que tengo... yo también siembro...». San Román está por los 540 habitantes, pero va para adelante, «nadie se va...» Y, por cierto, en la iglesia hay dos piedras que un arqueólogo sevillano vino desde Sevilla, nada menos, por lo importantes que eran, a verlas. Voy a entrar. No puedo. La iglesia está cerrada y no quiero volver a molestar, dado que es el mismo panadero -a lo mejor resulta que también es el alcalde- quien tiene la llave, según me indica un niño rubio -Aurelio Viñas de niño- con pulcritud y castellanía. Así que me voy a Toro. Las tormentas a la derecha. Son las siete de la tarde. En Toro, a donde llego no como don Nuño y sus mesnadas, sino por un inapropiado bacié, hay una estatua a Fray Diego de Deza, una fundación cultural González Allende, otra, Villachica, y un ciclo de cine de aventuras. Eso de lo moderno que de lo antiguo lo mejor, no se podría contar, es irlo a ver. Y está, cuando vuelvo al coche, como queriéndose poner a llover. Desde la cabina, antes, le conté el casó (Castronuño, Viñas, San Román, .Toro ...) a mi madre. A Sevilla.