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jueves, 27 de septiembre de 2018

Leyenda de Toro


El burro rabón de Toro


    Hoy vamos a comentar una leyenda de Toro, más que leyenda podíamos llamarla historia por hacer alusión y dar testimonio de ello “El Pórtico de la Gloría” de la famosa Colegiata de Santa María la Mayor.

    Dada la importancia que Toro tiene para nuestro pueblo, a pesar de ser ciudad que corresponde a otra provincia, es el centro comercial y de ocio más próximo. Tampoco hemos de olvidar que la ciudad de Toro fue en su tiempo capital de provincia de la Corona de Castilla, desde que Dª Elvira heredó Toro de su padre Fernando I “El Magno” hasta el año 1827, sin olvidar la influencia de Toro en la historia de España. Es por lo que nos hacemos eco de esa leyenda visitando el famoso “Pórtico de La Gloria” de la no tan famosa Colegiata de Toro, iglesia con cabildo, aunque no catedral por no ser sede de obispado, y con un estilo arquitectónico románico.

Pórtico de la Gloria

    "El Pórtico de la Gloria" trata de plasmar en fustes y capiteles, en los que se alternan representaciones figuradas de la infancia de Cristo, como el Nacimiento, la Adoración de los Magos, la Matanza de los Inocentes y Jesús entre los doctores, con otros motivos vegetales y mitológicos, siendo muy expresivo el que muestra una fábula profana, el primero de la izquierda, con dos personajes empeñados en mover un burro cargado de leña, tirando uno para el lado de la cabezada y el otro del rabo. Esta representación en piedra hace alusión a la leyenda: “El burro rabón de Toro”, y que dice más o menos así:
     
    Se cuenta que un leñador llevaba un borrico cargado de leña y a la entrada de la ciudad el pobre animal se atolla. Por muchos intentos que hacía el pobre leñador no le podía sacar del atolladero. Acertó a pasar por allí uno de los canteros (estamos hablando de los siglos XII-XIII) que estaban ocupados en la construcción de la Colegiata, y se prestó a ayudarle. Acordaron  que el dueño del animal tiraría de la cabezada y el cantero ayudaría a levantarse la bestia tirando de la cola. Fue tan considerable el esfuerzo que ambos hicieron, especialmente el cantero, que el pobre animal salió del atolladero pero quedándose sin rabo. El dueño, viendo desfigurado al animal, estimó que el cantero había obrado de mala fe y reclamó daños y perjuicios ante la autoridad competente. La autoridad, oídos los alegatos de ambas partes, falló que el cantero pagara el importe del burro a su dueño y que se quedara con el animal hasta que le creciera el rabo otra vez y cuando estuviera igual le devolvería el burro a su dueño.

Escena representada en el primer capitel de la izquierda
                                                                
    Parece ser que otro de los escultores presenció el juicio y quiso plasmar con su cincel la escena del leñador, el burro y el cantero.. Era muy común en las fachadas platerescas o pórticos de catedrales encontrar algún detalle que quedaba fuera del proyecto principal, parece ser que la personalidad de los canteros les hacía reflejar algún hecho ocasional o anecdótico. Recordemos también la “rana” que se encuentra en la fachada de la Universidad de Salamanca. 

    Os invito a contemplar tal escena en una de tantas visitas que hacéis a lo largo del año a Toro, observando con curiosidad tal Pórtico. Dicha escena se encuentra en uno de los 14 capiteles, 7 a cada lado, de la parte inferior del Pórtico, exactamente en el primero de la izquierda.

    A su vez, pensando en la procedencia del leñador ¿Por qué no podría ser un vecino de nuestro pueblo? Desde siempre San Román ha abastecido a Toro cisco y leña para cocinar, así como para mitigar los duros inviernos de esta zona.


viernes, 23 de febrero de 2018

FRASES HECHAS EN EL LENGUAJE COLOQUIAL


Comodines lingüísticos


    En nuestro lenguaje coloquial y social  recurrimos  a frases hechas, tópicos, latiguillos o retazos lingüísticos, que son expresiones  aceptadas convencionalmente y reiterativas ante situaciones similares; así en los pésames por fallecimientos utilizamos ante los familiares más cercanos los siguientes tópicos a modo de consuelo: “en paz descanse” o “le acompaño en su sentimiento” o  “siento mucho tal pérdida”. Nos evitan tener que recurrir a otras formas de expresión, pensando en ser originales, cuando ya disponemos de estos comodines que nos ayudan a solventar, sin más dificultades, tal situación. Los detractores de estos comodines lingüísticos alegan: que con estas frases hechas estandarizamos los comportamientos humanos, olvidándonos de las reacciones personales de cada individuo, ante tales situaciones, según el calor de sus sentimientos. En una palabra, despersonalizan a toda una sociedad, sin tener en cuenta la forma de expresarse o manifestarse como fiel reflejo del dictado de los sentimientos.

    “Salud para criarlo” les decimos a los recientes padres, que nos responden complacidos “y tú que lo veas”.

    Antes en nuestro pueblo, cuando alguien se acercaba a la puerta de la calle con la intención de ser recibido, gritaba desde el umbral: ¿Quién vive? La respuesta que venía de dentro no podía ser más lógica: ¡Adelante! Podrían haber respondido con otra también lógica: ¡Quien no ha muerto! Había otra costumbre, poco común, que empleaban casi siempre dos hermanos, ya fallecidos, de San Román: El Sr Tarsicio y el Sr. Trifino Velázquez, y que a mí de niño me causaba gran asombro, se trataba en llamar a la puerta de las casas diciendo: ¡Deo Gracias! Era una costumbre muy cristiana de agradecer a Dios el ser recibido. Saludo hoy ya en desuso, fiel reflejo de unos comportamientos inculcados por los padres de aquellos hermanos Velázquez. Valores que hoy, por desgracia, se han ido perdiendo.

    Podríamos añadir muchas más situaciones variadas que todos conocemos: Al llegar, en una visita inoportuna, a una casa cuando estaban cenando y saludar acompañando ¡Qué aproveche! Y los anfitriones responden ¿Si gustas? Esa inoportuna visita se solía dar en las cenas, pues la comida de mediodía se regía por un horario más uniforme para todo el pueblo. Se comía casi siempre a la una de ese mediodía.

    Tampoco podemos olvidar, ante situaciones de éxito, cambios de estado o resto de situaciones felices: ¡Enhorabuena! La connotación que sacamos de tal expresión es el deseo de que tal situación aporte al interesado los mejores momentos de felicidad.

    ¡Feliz Navidad! o ¡Feliz Año Nuevo! Ante las pasadas fiestas navideñas era la frase característica, emitida oralmente y también por escrito en aquellos crismas que hoy han quedado en desuso, sustituidos por el correo electrónico, WhatsApp, facebook y demás redes sociales.

    Con las redes sociales "facebook" se ha generalizado el : “Me gusta”, que se ha convertido en la muletilla digital por antonomasia. Además de significar que te guste la foto, el texto o la ocurrencia del autor, se utiliza para que quede constancia de que has visto lo expuesto como un cumplido parecido al rutinario “buenos días”. A cada respuesta recibida le añadimos como rúbrica el consabido "me gusta”, no porque necesariamente guste determinado proyecto o colaboración, sino como un gesto de cortesía por haber participado en dicha visión o lectura.

    El verbo gustar y su familia de palabras es de las más prolíficas y utilizadas en diversos contextos sociales fuera de la red: "Con mucho gusto"“El gusto es mío”, “esa chica me gusta”, “qué poco gusto tiene para vestir”, “qué gustoso está ese niño”, “¿Te gusta, María?”, “pues yo creo que tú le gustas a ella” -ocurrencias de aquella lejana edad de la adolescencia-. De los cinco sentidos, el del gusto ha traspasado su campo sensorial del sabor de los alimentos y se ha extendido a  los demás sentidos. No sólo nos gusta la comida (sabor) sino una película (vista), una canción (oído), tocar una piel ajena (tacto), el olor de una flor (olfato) y por supuesto el genérico y síntesis de todos: ¡Qué gusto! Yo le propondría a los directivos de "facebook" que, para diluir y descargar de tanta responsabilidad decisoria a esa monótona cantinela, cambiaran a otra opción que sustituyera al repetitivo “me gusta” por: “Con mucho gusto".





domingo, 8 de febrero de 2015

Canciones de otra época


Canciones de nuestros mayores


    Cuando el ser humano quiere transmitir un mensaje o trata de expresar sus sentimientos, de acuerdo con un tono musical definido, decimos que está cantando. Sin importar nuestra entonación todos tenemos la habilidad de cantar, es un deseo que habita en el alma humana y en el espíritu de cada persona; sin embargo, no todos lo hacemos siguiendo un patrón musical definido o de una forma más o menos armoniosa.

    Hoy trato de resucitar aquellas canciones antiguas que algunas oía por boca de mi difunta madre. Creo que encierran un gran valor y trato de recopilarlas para que no se pierdan. Desconozco, al no existir la radio por esa época, como pudieron llegar estas canciones al pueblo de San Román. Me hace pensar que dicha transmisión se realizaría por algún juglar que acudiera al pueblo. Invito a que me mandéis más canciones, nanas, retahílas etc. de vuestras madres y abuelas y así,  guardando el mayor número posible en este blog, evitamos su desaparición y olvido.


EL MUÑEQUITO:

Un muñequito quise comprarme,
muy caprichosa me fui a un bazar
y un guapo mozo al despacharme
¿Qué va señora a querer comprar?


Comprar quisiera un muñequito,
un muñequito para jugar.
Y yo Señora ¿Le serviría?
¡Jesús que cosas hay que escuchar!


Sus ojitos se cerraban
y sus labios sonreían,
manos que me acariciaban,
su boquita que no hablaba,
parece que me decía:

¿De qué te asombras mujer?
Si es que tienes tú razón.
Es que no acabas de ver,
que en brazos de una mujer,
los hombres muñecos son.



EL LEÑADOR:

Estando un día en el monte
cortando leña pude observar
que un cazador desde lejos
me hacía señas con mucho afán.

Yo seguí cortando leña
y él, atrevido, se acercó a mí.
Me agarra de la toquilla
Y sonriendo me dijo así:

No cortés más leña,
linda leñadora,
que tú podrás ser
una gran señora.

Desprecia esta triste vida
porque no ganas para comer,
a mi lado comerás los ricos manjares
que pueda haber.

Preciado de tu belleza
toda la vida estaría yo,
¡Oh! Que dichosa sería,
Si tú me amaras de corazón.

Desde el momento en que te conocí,
tengo el pensamiento puesto en ti,
yo te quiero a ti aunque seas pobre,
como si tú fueras la hija de un conde.

También gastarás reloj de pulsera
y todas las tardes irás a la verbena.
Cásate conmigo, cásate conmigo
y no cortarás más leña de este monte.



LA PANDERETA:

Desde que veo los mozos
no me dejan de mirar,
ojos de granja tienen
pero no me han de pescar.

Si quieres tocarla, se la dejaré
pero con cuidado, no la rompa usted,
que mi pandereta es tan especial
que cuando la tocas se vuelve cristal.


LOS AMORES DEL MAÑICO:

Un baturro de una maña se prendó,
y desde aquellos momentos se querían con pasión.
El baturro le decía lleno de felicidad:
—Purita como la Virgen al altar te he de llevar—.

Ya pasaron varios días, llegó la casualidad;
que un rico a la maña fue y la pretendió.
Pero ella le ha dicho, le ha dicho que no:
—De ti tengo que vengarme, me cueste lo que me cueste,
y tú me vendrás a buscar, el dinero es el que vence—.

Los amigos del mañico no lo podían convencer
que se viera cara a cara delante del ricachón,

Una noche silenciosa vino la fatalidad,
el pobre le dijo al rico:  —Ya te puedes preparar,
es la tuya o es la mía, uno tiene que acabar—.

Y los dos lucharon y el rico murió
de una puñalada que el maño le dio.

—Adiós, mañica del alma;
 a la cárcel voy por ti,
adiós mañica del alma,
algún día volveré,
y sí es verdad que me quieres,
contigo me casaré—.


(Recuerdo, que mi abuelo Leopoldo me cantaba algunas veces esta canción)


Divino Antonio precioso,
suplícale al Dios inmenso,
que por su Gracia divina,
alumbre mi entendimiento.
Para que mi lengua,
refiera el milagro,
que en el huerto obraste,
de edad de ocho años.

Desde niño fue criado
con mucho temor de Dios,
de sus padres estimado,
y del mundo admiración.
Fue caritativo y perseguidor,
de todo enemigo, con mucho rigor.

Su padre era un caballero,
cristiano, honrado y prudente,
que mantenía su casa
con el sudor de su frente.
Y tenía un huerto en donde cogía
cosecha y su fruto que el tiempo traía.

Por la mañana un domingo,
como siempre acostumbraba,
se marchó su padre a Misa,
cosa que nunca olvidaba.
Y le dijo:"
Antonio,
ven aquí, hijo amado,
escucha que tengo
que darte un recado."


"Mientras que yo estoy en Misa,
gran cuidado has de tener,
mira que los pajaritos
todo lo echan a perder.
Entran en el huerto,
comen el sembrado,
por eso te digo
que tengas cuidado."


Cuando se ausentó su padre,
a la Iglesia se marchó,
Antonio quedó cuidando,
y a los pájaros llamó:
"¡Venid pajaritos,
dejad el sembrado,
que mi padre ha dicho
que tenga cuidado!

Para que mejor yo pueda
cumplir con mi obligación,
voy a encerraros a todos,
dentro de esta habitación."

A los pajaritos entrar les mandaba,
y ellos muy humildes
en el cuarto entraban.

Por aquellas cercanías
ningún pájaro quedó,
porque todos acudieron
como Antonio les mandó.
Lleno de alegría San Antonio estaba,
y los pajaritos alegres cantaban.

Al venir su padre luego,
les mandó a todos callar,
llegó su padre a la puerta
y comenzó a preguntar:
"¿Dime hijo amado, qué tal Antoñito,
has cuidado bien de los pajaritos?"


El niño le contestó:
"Padre, no tengas cuidado,
que para que no hagan mal,
todos los tengo encerrados."

El padre que vio milagro tan grande,
al señor Obispo trató de avisarle.

Acudió el señor Obispo
con gran acompañamiento,
quedando todos confusos
al ver tan grande portento.
Abrieron ventanas, puertas a la par,
por ver si las aves se quieren marchar.

Antonio les dijo a todos:
"Señores, nadie se alarme,
los pájaros no se marchan
hasta que yo se lo mande."

Se puso en la puerta y les dijo así:
"¡Vaya, pajaritos, ya podéis salir!

Salgan cigüeñas por orden,
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y avutardas,
lechuzas, mochuelos, grajas.
Salgan las urracas, tórtolas, perdices,
palomas, gorriones, y las codornices.

Salga el cuco y el milano,
burlapastor y andarríos,
canarios y ruiseñores,
tordos, jilgueros y mirlos.
Salgan verderones y las cardelinas,
y las cogujadas y las golondrinas.


Al instante que salieron
todas juntitas se ponen,
escuchando a San Antonio
para ver lo que dispone.
Antonio les dijo:
"No entréis en sembrados,
marchad por los montes,
por riscos y prados."


Al tiempo de alzar el vuelo,
cantan con dulce armonía,
despidiéndose de Antonio
y su dulce compañía.
El señor Obispo al ver tal milagro,
por diversas partes mandó publicarlo:

"Árbol de grandiosidades,
fuente de gran caridad,
depósito de bondades,
padre de inmensa piedad."




(En cada región española se oye un trabalenguas, nanas,  retahílas o “preferencia en juegos” distintos, trato de reflejar sólo aquellos que se oían en nuestro pueblo).

 NANAS (Canciones de Cuna)

Ron, ron,
que tu padre fue a León
a comprarte unos zapatos
de pellejo de ratón
ron, ron.



 RETAHILAS:

 -¿De dónde vienes, ganso?
-De tierra de garbanzo.
-¿Qué traes en el pico?
-Un cuchillito.
-¿Dónde lo has afilado?
-En un cantito.
-¿Dónde está el cantito?
-La tiré al agua.
-¿Dónde está el agua?
-La bebieron los bueyes.
-¿Dónde están los bueyes?
-Por leña al monte.
-¿Dónde está la leña?
-La escarbaron las gallinas.
-¿Dónde están las gallinas?
-Poniendo huevos.
-¿Dónde están los huevos?
-Los comieron los frailes.
-¿Dónde están los frailes?
-Diciendo misa.
-Corre, corre, Mariquita, que te quita la camisa.
-Corre, corre; Maricón, que te quita el camisón.

  
TRABALENGUAS:
El cielo está enladrillado
¿Quién lo desenladrillará?
El buen desenladrillador
Que lo desenladrille
Buen desenladrillador será.

 PREFERENCIA EN JUEGOS:
    (En realidad se trataba de sortear, dentro del grupo de participantes, quién, como decíamos en San Román: "velaba". En otras zonas de España se decía: quién la "ligaba" etc. Hemos de aclarar que el verbo "velar", con el significado que le dábamos en San Román, no lo contempla el Diccionario  actual de la Real Academia de la Lengua)

Din, don, bacalón,
vacas vienen de Léón,
de León a Benavente.
Que din, que don
que las once son.



Don Melitón:
Don Melitón tenía tres gatos
que los hacía bailar en un plato,
por las noches les daba turrón.
¡Que vivan los gatos de don Melitón!


viernes, 16 de enero de 2009

Anécdotas escuchadas en San Román de Hornija

Anécdotas escuchadas en San Román de Hornija

    Encontramos en nuestro pueblo “anécdotas” que han ocurrido a personajes típicos y que han llegado a nosotros, algunas veces contadas por nuestros abuelos. Invitamos a nuestros paisanos a que nos envíen más y así nos enriquecemos con todo lo que es nuestro. Las tres primeras han originado una “frase hecha”, que sólo entendemos su sentido en San Román, ejemplo: ¡Darles pa el pajeo!
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¡Arsa caballero!
Cuéntase, de una dama de San Román que el día de su noche de bodas, después de haber cumplido su marido ampliamente en su amor toda la noche, emitió muy satisfecha la siguiente frase: ¡Arsa caballero!
Hacemos votos para que las sanromaniegas actuales, aunque sólo sea en su foro interno, sigan también pronunciando esa frase.

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¡Caballo candao!

    Hace ya casi 50 años y por las meriendas en honor a San Juan, un joven de esta localidad acuerda, la noche anterior con su cuadrilla, ir de merienda a los plantíos con caballos, como era costumbre.
    Llega a casa, ya casi de madrugada, y sin haber comunicado tal pretensión a sus padres y para consolidar dicho proyecto no se le ocurre otra cosa que poner un candado a la cadena del caballo, así evitar que dicho animal sea llevado a arar con las otras mulas y él disfrutar de dicha montura en las meriendas.
    Llega el obrero bien de madrugada a casa, hombre buena persona aunque con muy mala vocalización al hablar, y a la hora de enganchar los animales, para una jornada de arada, le sorprende el no poder desatar al caballo. Para resolver tal situación llama al dueño, padre del joven sanjuanero, diciéndole:
¡Caballo candao! .. ¡caballo candao! ....
    Ante la falta de comprensión de la frase, el dueño acude personalmente a la cuadra y resuelve tal situación quitándole la cabezada al animal y poniéndole otra y mandando al obrero engancharle a la yunta.
    Al levantarse el joven se quedó desconsolado. Encontró sobre el pesebre amarrados: candado, cadena y cabezada pero no caballo. A los plantíos asistió de merienda pero llevando como cabalgadura el burro.
    Moraleja:
    "Si a San Juan quieres ir bien montado dialoga antes, para evitar el candado"
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¡Darles pa el pajeo!
    Se cuenta que en los encierros de San Roque por el campo, un vecino de San Román viendo próximo a su melonar los toros y todo lo que rodea a dicho encierro, gritaba despavoridamente a los caballistas:
    ¡Darles pa el pajeo! ¡Darles pa el pajeo!
    De esta manera evitó el atropello que hubiera sufrido su melonar, fuente de alimentación y celo de todo el verano.

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    Hace y
a muchos años un padre tenía una hija estudiando en Zamora bachillerato. Una vecina, cuando terminó el curso, con algo de morbo, le pregunta:
    ¿Qué tal ha quedado tu hija en los exámenes? ¿Ha salido bien?
    El padre adulando y alabando excesivamente a su hija la responde empleando la siguiente terminología taurina:
- ¡Ha quedado también en los exámenes que los catedráticos la han sacado a hombros por todo el patio del Instituto!
    Tristemente, ante el poco rendimiento y mal aprovechamiento, tuvo pronto que cortarse la “coleta” como estudiante.

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    Cuentan, que un hombre muy célebre de San Román, pregunta, un día, a un amigo suyo lo siguiente:
- ¡Oye......! ¿Qué te parece mi hija ..., es guapa o fea?
    El amigo responde:
- ¡No digamos que digamos!
    Llega a casa se acuesta en la cama y no puede dormir. Está sumamente preocupado de lo que le ha dicho el amigo sobre su hija. A las tres de la mañana, ni corto ni perezoso acude a casa del amigo. Por supuesto que está en la cama. Le hace levantarse, éste abre la puerta y le pregunta:
- ¿Qué quieres a estas horas....?
- Es que no se lo que me quisiste decir sobre mi hija cuando dijiste: ¡No digamos que digamos!
    El amigo le aclara:
- Hombre yo te quería decir que tu hija no es guapa ni fea, es del montón.
- ¡Ah! ¡Vale! Entonces ¡Hasta mañana!

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    Cuentan que no encontrado vaquero para cuidar el ganado de la “Requejada”, los ganaderos que se beneficiaban de dicho pasto acudieron a otro pueblo, donde encontraron un vaquero muy mentiroso y como dice el refrán :¡Al mentiroso se le coge antes que a un cojo!

    Un día, en el bar, éste se vanagloriaba de sus grandes actitudes nadadoras y decía:
- ¡Yo, antes iba a trabajar a una finca y tenía que cruzar un río todas las mañanas nadando!
A esto que un escuchante le pregunta:
- ¿Y qué hacías con la ropa?
    El mentiroso no sabiendo que decir respondió:
- ¡Volvía luego a por ella!

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    El dueño de un rebaño de ovejas buscó un pastor en otro pueblo donde no conocían el ferrocarril.

    El primer día de pastoreo va con sus ovejas por un camino y se dispone a pasar él y su ganado las vías del ferrocarril. En esto que viene un tren y le mató 15 ovejas. Vuelve para casa del propietario del ganado y se lo cuenta a éste. El ganadero le llama la atención por no haber tenido cuidado y precaución. A lo que el pastor responde:
¡Menos mal Sr. ...... que ese vehículo negro, de hierro y que echaba humo venía a la larga, que si viene atravesado me lleva por delante a mí y a todo el rebaño!

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    Se cuenta que un vecino de nuestro pueblo, y con hijas casaderas, se vanagloriaba cierto día ante sus amigos, de su buena situación económica de esta manera:

- Yo tengo un arca tan lleno de billetes que para cerrarlo me tengo que sentar encima.
    Afortunadamente, nunca se oyó que fuera dicho arca pretensión e interés de ningún ingenuo ladrón.

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    El maestro de nuestro pueblo realizó a cierto alumno la siguiente pregunta:

- ¿ A ver, ........ sabrías decirme lo que es un cadáver?
    El alumno sin pensarlo mucho le responde:
- Un cadáver es la yegua del tío Lucio.
    El maestro admirado por tal respuesta le increpa diciéndole:
- ¿Quién te ha dicho a ti que una yegua puede ser un cadáver?
    El alumno le responde:
- Sí Sr. Maestro, mi padre, como es vaquero de la “Requejada”, siempre está diciendo: ¡la yegua del tío Lucio está hecha un cadáver!

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    En la primera época de emigraciones en San Román, se cuenta que un hijo partió para Barcelona dejando a sus padres muy desconsolados. Madre muy poco ducha en lectura recibió una carta de su hijo con está frase: Aquí está el
“pancaro” y no nos deja vivir. La madre muy preocupada, ante la falta de interpretación de lo que le decía su hijo, se fue al Sr. Tendero a que le aclarase tal situación.
- He recibido carta de mi hijo en la que me dice que hay en Barcelona un bicho que se llama “pancaro” que debe estar atacándole ¿Qué bicho puede ser ese?
    El tendero lee la carta y la consuela interpretando la falta ortográfica de su hijo:
- Allí no hay bicho alguno señora, su hijo la quiere decir que el precio del pan está allí muy alto y eso hace que la vida esté más cara.


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    Una madre mandó a la tienda a su hijo de 6 años, diciéndole:
- Ve a al tienda y le dices: Sr. Vitorino me de un Kilo de tocino.
    El niño por el recorrido a dicha tienda repetía sin cesar, para evitar su olvido:
- ¡Sr. Vitorino me de un Kilo de tocino! ¡Sr Vitorino me de un kilo de tocino! ..
    Llegó a la tienda y el Sr. Vitorino le pregunta:
¿Qué quieres chico?
    El niño responde:
- Que me de Sr. Tocino un Kilo de vitorino.

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    Se cuenta que uno de San Román muere y se cuela en un despiste de San Pedro en el cielo. San Pedro que se percata de ello, pregunta por él de San Román a todo el que pasa por los alrededores. En esto que pasa por alli uno de Castronuño y le dice a San Pedro:

-  ¿Si Ud. quiere le localizo al de San Román enseguida para sacarle del cielo?
    San Pedro le deja entrar al de Castronuño que, con la ayuda de dos cencerros, comienza a tocarlos dirigiéndose hacia la puerta;  al momento aparece el de San Román corriendo con una vara. San Pedro le da el alto y consigue sacarle de lugar tan privilegiado.


    Esta anécdota, un poco surrealista, pone de manifiesto la gran afición de la gente de nuestro pueblo a todo lo taurino.



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jueves, 15 de enero de 2009

Celebraciones y homenajes: Quintos 1948 - 1998

Celebraciones y homenajes: Quintos 1948 - 1998

Últimamente, con buena costumbre y criterio, se reúnen y celebran durante un día, todos que habiendo nacido en el pueblo cumplieron 50 años de edad. Dicha celebración consta de una misa y más tarde todos se reúnen alrededor de una mesa.
Eloy Pérez, uno de los homenajeados en la celebración del año 1998, durante la citada comida sorprende a todos, haciendo gala de sus buenas cualidades poéticas, con la poesía siguiente. En ella, con la buena sensibilidad que le caracteriza, relata las vicisitudes, alegrías, costumbres y vivencias de ese San Román entre 1948-1998. “San Román en el tiempo” agradece y se enriquece con esta colaboración.


1._POESÍA DE SAN ROMÁN
QUINTOS 1948 -1998.
COSTUMBRES Y AFANES 50 AÑOS

Al final de los cuarenta
de este siglo que se va
este grupo de personas
nacimos en San Román.

Años duros para nacer
de hambre y privaciones
fuimos saliendo adelante
con muchas limitaciones.

El siglo iba avanzando
muchos cambios conocimos
por eso nunca olvidamos
el pueblo donde nacimos.

En los años de niñez
el pueblo se transformaba
vimos llegar un tractor¡
en él Radillo trillaba.

La llegada del tractor
puso en moda esta canción:

A lo loco, a lo loco;
hay que ver cómo trilla Radillo.
A lo loco, a lo loco;
hay que ver cómo mueve los trillos.
A lo loco, a lo loco, a lo loco;
A lo loco se trilla mejor.

Un canal se construía
a marchas aceleradas
dando trabajo a destajo
a todas estas comarcas.

Este pueblo castellano
subsistía con ardor
oficios varios tenía
aparte de labrador.

“Cuadrillas” de segadores
vimos salir a segar,
con el burro y aguaderas
y por supuesto el rapaz.

A las dos de la mañana
ya iban carros a acarrear
para transportar la mies
que luego se ha de trillar.

Oficios duros había
que les vamos a contar
en las viñas el peor
era el ir a sobacar.

En el monte los cisqueros
trabajaban sin descanso
olivando las encinas,
cavando el monte bajo.

Los uveros y hortelanos
en burros con canastillos
pregonaban en Pedrosa
las lechugas y el albillo.

Había ganadería
dando trabajo al pastor
y en los meses de verano
también al esquilador.

Industrias también había
sastres, cesteros, herreros,
la fábrica del aguardiente
y también zapateros.

Hubo varios panaderos
que nos amasaban la harina
que antes habían obtenido
en los molinos que había.

Los músicos alegraban
todas fiestas de guardar
los novillos en San Roque
y los días de carnaval.

Los adobes de las eras
hechos con aire gentil
servían para dar trabajo
al muy sufrido albañil.

Existía un tejar
en la cuesta las bodegas
y de recuerdo quedaron
varias casas solariegas.

Eran pura artesanía
los carros y los aperos
que construían con sus manos
los artistas carpinteros.

Los hábiles carniceros
que dio este hermoso lugar
ofertaban de menú ...
hoy oveja pa comer, oveja para cenar.

Los chicos aquí crecían
con alegría y contentos
tenían de educadores
al cura y los maestros.

En las tiendas, comerciantes
en los bares, camareros
y vísperas de San Roque
salían los colchoneros.

Muy cerca de las bodegas
antes de ver las tinajas
había un triste negrillo
del cual caían navajas.

Los sábados por la tarde
el barbero se mudaba
visitando a sus clientes
que con esmero afeitaba.

y ésta es la historia señores
de un pueblo trabajador
que fue quedando vacío
por culpa de la emigración.

Cerramos pues estos versos
con pena y con alegría
sigamos recordando
el resto de nuestros días.

Ah, que se nos olvidaba .
tenemos cincuenta ya;
dentro de otros cincuenta
volveremos a invitar.

ELOY PEREZ

. "Cuando éramos niños veíamos muy elegantes a los mozalbetes peinados a "SOFOCO".

sábado, 10 de enero de 2009

Vocabulario típico de San Román

VOCABULARIO TÍPICO DE SAN ROMÁN

En este rincón de esta provincia de Valladolid, donde dicen que mejor se habla castellano, paradójicamente observamos algunos vocablos o expresiones unas veces vulgarismos, otras pertenecientes a un lenguaje muy antiguo trasmitido de generación en generación. Aunque lejos de ser admitidos por la Real Academia de la Lengua serian muy dignas de estudio por algún lingüista. Como creemos que existen más, dicho vocabulario podía ir completándose con las que enviéis.



Acañizar: Palabra antes muy empleada cuando se trillaba en las eras. Al final de la jornada de trilla se recogía la mies trillada y se amontonaba. Esta acción se realizaba con un artilugio en forma de rastra muy grande enganchada a la yunta. Por supuesto este artilugio no era de caña, ateniéndonos a su etimología, por el contrario era un grueso y pesado tablón de madera.
¡Amuélale! (fastídiale)
Atabalero:
Dícese de la persona chapuza, liante o un poco follonero. Etimológicamente "tabal" en nuestra lengua es un tambor grande. Se desconoce la causa del significado que le damos los sanromaniegos.
Bobo neto: (Bobo en sumo grado)
¡Comer un cacho!
Por comer algo. Especialmente merendar en la bodega.
¡Cojo el dos! (voy andando)
Coplero: (pamplinero)
¡Chacho! por (muchacho)
Chalina: (bufanda)
Chanfaina: Plato principal de las matanzas compuesto principalmente de: sangre, mollejas etc. del cerdo.
Chisquero: (mechero, encendedor)
¡De pistón! Ironizando a algo no muy bien hecho.
Echar a habar: Cuando, el día anterior, ponían en agua los garbanzos para que se remojaran y ablandaran.
Embarrar: Por blanquear las paredes. Enjalbegar.
Encetar: (empezar o comenzar el pan, el queso, etc...)
Entoñar:
Por enterrar, hundir. Aunque es admitida por la Real Academia de la Lengua, sin embargo su utilización, excepto en San Román, ha quedado en desuso.
Espalancar: Dejar puertas o ventanas abiertas de par en par. Vocablo oriundo del gallego. 
El papel: (el periodico)
El fresquero: (el pescadero)
¡Jolines!: (expresión que evita otra que suena peor)
Jeríngale: (sinónimo de amuélale)
¡Maldito de cocer!: (Expresión de asombro ante la actitud de otra persona.
Mancar: (dañar)
Majo: (guapo)
Méndigo: (y no mendigo sin tilde). Olvidándonos de la acepción de la Real Academia de la Lengua y de la acción de mendigar. En San Román se entiende por “méndigo” el que anda de la “ceca a la meca” y no trabaja.
Molano:
Canto grande, especialmente del "Monte Viejo". De niños, tal vez como recurso para defendernos de otro más mayor, cogíamos un "molano" y decíamos: ¡Qué te arreo un molanazo! Ese "te arreo" daba más sensación de seguridad y certeza en la puntería. Al final todo quedaba en meras amenazas.
¡No tiene mal alma! (descalificación de algo sobrevalorado)
¡Pállaro, pállaro! (el estudiante que no contesta a nada)
Perdigacho: (por gastador o perdido)
Poder con la torre: (estar fuerte)
¡Pos! (pues)
Puerta espalancada: Puerta abierta del todo, de par en par.
¡Pues luego! Expresión afirmando algo.
Sabino-a: (por llorón o llorona)
sobacar: (socavar las viñas)
Sobrao: (desván)
¡To! (exclamación de sorpresa)
¡Tócale el violo! (sinónimo de amuélale o jeríngale)
Tonto de remate: (tonto también en sumo grado)
¡Velay! (por ¡ve ahí!)
Zacapella: Decimos; "Me llevas a la zacapella", tratando de decir que me llevas muy deprisa. Se cuenta que un matrimonio iba subiendo a buen paso la cuesta de las bodegas, y le dice la mujer al marido: ¡Maldito de cocer, me llevas a la zacapella!

miércoles, 7 de enero de 2009

San Román origen de algunos refranes

San Román origen de algunos refranes

Para el Diccionario de la Real Academia el refrán es: "Un dicho agudo y sentencioso de uso común". Casares en su obra Introducción a la lexicología moderna, lo define con mayor amplitud: "Una frase completa e independiente, que en un sentido directo o alegórico y por lo general en forma sentenciosa y elíptica, expresa un pensamiento a manera de juicio, en el que se relacionan por lo menos dos ideas". Kleiser en su estudio preliminar afirma: "Hechos por el pueblo y sancionados por el pueblo. Al correr de los años, se nos ofrecen los refranes como verdaderos monumentos del idioma. La Fundación Joaquín Díaz, en su revista “Folklore”, recopila unos refranes sobre el tema animales de origen vallisoletano, situando el pueblo de origen de cada refrán. Dada su extensión incorporamos los de origen de San Román de Hornija y algún que otro pueblo próximo:

1._ El BURRO mal esquilado a los quince días igualado. (San Román de Hornija)

2._ El BURRO tropezando y el asno cayendo y ellos irán aprendiendo. (San Román de Hornija)

3._ El que tiene BURRO y alforjas, callandito hace las cosas. (San Román de Hornija)

4._ ASNO de muchos, lobos lo comen. (Villalar)

5._ ASNO lerdo, tú dirás lo tuyo y después lo ajeno. (Villalar)

6._ CABALLO que vuela no quiere espuela.(Villalar)

7._ Al BUEY ladino, el pelo le reluce. (Casasola de Arión)

8._ LA buena mano, de ROCIN hace caballo; y la ruin, de caballo hace rocín. (Casasola de Arión)

9._ La buena MULA en el establo se vende. (Tordesillas)

10._ El hijo del ASNO, dos veces rebuzna al día. (Nava del Rey)

11._ Si las orejas sacude la BURRA, agua segura. (Bercero)

12._ Amor de ASNO, coz y bocado. (Pedrosa del Rey)

13._ A la MULA con badajo; y al caballo con adajo. (Torrecilla)

14._ Al BURRO viejo, cincha amarilla. (Torrelobatón)

15._ BORRIQUILLO nuevo, ocho días sin estaca. (Medina del Campo)

16._ El que desprecia la YEGUA se la lleva. (Medina del Campo)

17._ No se hizo la miel para la boca del ASNO. (Mayorga de Campos)

18._Muchos BURROS van al mercado, unos con albarda y otros desalbardados. (Fresno)

19._ Para subir la cuesta quiero a mi BURRO, que cuesta abajo yo me la subo. (Fresno)

20._ La MULA buena sólo da coces a los de fuera. (Mojados)

21._ ASNO para polvo, caballo para lodo, macho para todo. (Castroverde)

domingo, 4 de enero de 2009

La rebotica de San Román de Hornija

LA REBOTICA DE SAN ROMÁN DE HORNIJA

La siguiente publicación la realizó el mismo autor en los años “90” en el Norte de Castilla. Dada la magnífica descripción, desde los recuerdos de un niño de 1925, de personajes y anécdotas de nuestro pueblo, la consideramos de gran valor para los objetivos que nos proponemos en “San Román de Hornija en el tiempo”. Así mismo, aprovechamos desde este humilde “blog” para dar a D. PRISCILO DEL PALACIO LÓPEZ (1915-2001) un homenaje póstumo. Docente, con toda su vida profesional en tierras catalanas, aunque siempre con el corazón y el cariño puesto en su pueblo.


PRISCILO DEL PALACIO LÓPEZ

Hay en mi memoria re­cuerdos del pasado que se hacen girones de se­quedad en la tierra grave de Castilla y clavan mi alma en la nostalgia de otros días más felices.
Había en San Román de la Horni­ja un boticario, natural de Olmedo, que se llamaba don Valentín, Don Valentín tenía una pierna ortopédi­ca, que alguna vez había visto yo en la herrería de mi padre, para arre­glar un remache o limar un roce, Yo la miraba y la tocaba con respeto, ca­si con más respeto que al resto de la persona del boticario. La botica es­taba situaba en la Plaza Mayor, no lejos de la escuela, y en frente mis­mo de la botica, al otro lado de la plaza, tenía don Valentín una casu­cha donde guardaba un burrito pe­queño, cano, con el que se desplaza­ba por el campo a la caza con recla­mo de la perdiz.
Al lado de la botica, con sus ca­chorros y mostrador con balanza de platillos dorados, estaba el comedor, donde se reunían con el boticario el cura don Timoteo; el médico don ]u­ventino; el veterinario don Eulogio; el «hidalgo» don Manuel Cepeda y algún que otro rato el maestro don Faustino, natural de un pueblo de Avila.
En la rebotica, se hablaba de todo y sobre todo de política, pero cuan­do más se caldeaba el ambiente, era cuando estaba en el pueblo don Martín Gómez, al que habían distinguido con el don por aquello de vivir en Valladolid y pasar sólo tempora­das en el pueblo. Era don Martín po­lítico nato y albista vehemente, de quien se decía por el pueblo, que se paseaba por Valladolid del brazo de don Santiago Alba. Por aquel enton­ces don Santiago Alba vivía exiliado en París por causa de la dictadura de Primo de Rivera.
Manuel Cepeda también era al­bista, o más bien liberal «abstracto», y por su indumentaria era una espe­cie de hidalgo castellano, trasnocha­do y arrogante, un marqués de Bra­domín, “valleinclanesco”
Vestía, Manuel Cepeda, botines y pantalón rayado y chaqueta oscura que en ocasiones sustituía por levita, de mejores tiempos, poblada barba blanca que apenas le dejaba entrever la corbata. Su estampa era de un auténtico hidalgo castellano venido a menos, con escudo sobre arco de piedra de su casa y viviendo de lo que ganaban sus hermanas que co­sían para la gente y enseñaban a co­ser. También vivía en aquella casa otro hermano muy bajito y menudo, casi enano, empleado de la luz, a quien de vez en cuando veíamos con una caña deshaciendo enredos y los chicos llamábamos «Pitirús».
Un día, que el sol agobiante de abril castellano, entraba por la ventana de la escuela, después del re­creo de la mañana, se oyó un griterío que venía de la plaza. El maestro se asomó a la ventana y salió corriendo hacia la puerta. Todos los chicos nos subimos sobre los pupitres, para es­cudriñar curiosos lo que ocurría fue­ra. Alguien de los mayores gritó de pronto: ¡Hala! Manuel Cepeda con la escopeta quiere matar al cura don Timoteo. Las mujeres han salido de casa con sus mandiles puestos y le gritan. ¡Qué valiente es el cura, ni corre ni se ha escondido!
El maestro trataba de quitarle la escopeta que llevaba con el brazo en alto gritando «a mí curitas no, que yo tengo la mejor escopeta de Espa­ña». Don Timoteo, plantado frente a Cepeda, le miraba desafiante, en plan de reto, sin moverse. Todo se convirtió en agua de borrajas, Voce­ría mujeril, sonrisas irónicas en la re­botica y cada uno para su casa.
Otro día, que se celebraba la se­sión de la rebotica al sol, a la puerta del boticario, un hijo de don Martín Gómez, funcionario provincial del fiel contraste de pesas y medidas, mi tío Federico, como yo le llamaba, porque así era, ya que su padre don Martín era hermano de mi abuela paterna, tras de una discusión de esas de política que se tramaban en la rebotica, con el secretario del Ayuntamiento, don Segundo, que era de Siete Iglesias, un poco primo­rriverista y un mucho «coñón», le propinó un par de «sopapos», como se decía por Valladolid, que sonaron a «h ... » como se decía por San Ro­mán.
Yo he aprendido aquí, en Catalu­ña, a sentir un poco de estimación por esa conciencia regional e integradora que sólo se me había manifestado en los majestuosos silencios de los atardeceres de mi pueblo y' en el amago de explosión intelectual sentido en tiempos anteriores a los aciagos días de la Guerra Civil, cuando sentíamos el común orgullo de haber tenido como hijos del pue­blo a un Dean de Madrid que hizo construir unas escuelas católicas pa­ra pobres. Un vicecónsul de España en Veracruz (Méjico). Un catedráti­co de la Sorbona de París y una plé­tora de estudiantes, quizá no iguala­da por ningún otro pueblo de ese número de habitantes, diezmados por la bárbara contienda: Un abogado recién salido de la Universidad con el número uno, muerto en el Alto de los Leones; un ingeniero agrónomo, fusilado en Madrid; dos estudiantes de Medicina, hermanos, muertos en el frente de Segovia; dos maestros fusilados por los nacionales; un ofi­cial de Telégrafos muerto de la mis­ma manera. Y los que tuvimos la suerte de quedar vivos: un capellán del Ejército, un capitán médico, un teniente militar y algún otro insigni­ficante como yo, que también disfru­tamos del pequeño privilegio de ha­ber sido un día estudiantes de San Román y profesionales en cualquier parte de la geografía de España.
No debemos olvidar, creo yo. que un muy ilustre pensador español contemporáneo, dijo: «En Castilla todo es pueblo y lo que el pueblo no ha podido hacer, se ha quedado sin hacer»