viernes, 5 de octubre de 2012

La bodega de Laurentino


La bodega familia "Prieto-Lete"
 

    De paseo por la senda de las bodegas después de visitar la mía, como suelo hacer todos los años, y ya de regreso a casa, me encuentro con Laurentino Prieto Barrocal que me invita a visitar su modesta bodega. Hay en esta bodega una admiración a su propietario que me anima a realizar el presente artículo. Soy consciente que hubiera sido para mí más fácil haber realizado un artículo sobre bodegas grandiosas, que las hay en San Román con todos los servicios complementarios: gran estancia, grandes cubas; sin embargo esta pequeña, coqueta, y tal vez cómoda bodega encierra en su interior la laboriosidad, abnegación y esfuerzo de su propietario. 
    Laurentino Prieto Barrocal, como efecto de la emigración de los años 60 marcha al norte de España buscando trabajo y allí reside desde entonces, concretamente en Placencia de las Armas (Guipúzcoa). Desde su marcha siempre ha aprovechado sus vacaciones para venir a su pueblo y en la actualidad está jubilado.

    Hablemos de la bodega y todas las connotaciones que encierra. Laurentino se la compra el año 1986 a una familia de San Román, siempre había anhelado poseer una. Podíamos decir que no compra una bodega, compra restos de una pequeña cueva con el techo hundido, la puerta de entrada caída y llena de humedades. Con la ayuda de su esposa y la de algún familiar consiguen sacar la tierra al exterior.  Laurentino sigue viniendo al pueblo en vacaciones y para él no hay otro tipo de ocio que cumplir los objetivos que se propuso respecto a su bodega. Así, un año repara el techo, el siguiente hace una cocina chimenea, el otro mete el agua, otro la luz solar, el siguiente decora las paredes incrustando en ellas botelleros etc.  Al final, ahora jubilado, ese esfuerzo realizado en vacaciones anteriores ha dado fruto y ha tenido recompensa. Se han cumplido sobradamente los objetivos que se propuso de poseer una bodega.
Botellero
    Le ha quedado una bodega con dos cuerpos o habitáculos: uno de estancia y otro de almacenamiento; en resumen, una bodega pequeña pero muy confortable para poder pasar allí buenos ratos en compañía de su familia y amigos. 

    Regresamos o bajamos juntos al pueblo dejando el recinto de las bodegas, Laurentino me sigue hablando. Observo en él que es una persona muy locuaz y carismática, a veces en su monólogo deja de andar, se para y me mira, tratando de reforzar con rotundidad y autenticidad lo que me está diciendo. Laurentino es un ejemplo de laboriosidad, perseverancia y esfuerzo.