miércoles, 14 de septiembre de 2011

EL CABALLO DE ESQUETE


El caballo de Esquete




Caballo de  Pepe Esquete  en la exposición

    Ya hace tiempo que sentí la tentación de incorporar a mi blog un artículo sobre este equino símbolo de Toro y su comarca. Al principio me detuvo su publicación al considerarlo un icono de Toro y fuera de los límites de San Román que es lo que más nos preocupa. Hoy reconsideramos el tema y tenemos las siguientes razones muy poderosas en cuanto su inclusión aquí:
    1._ De índole geográfico: El caballo de Esquete, no solamente fue un símbolo para Toro también para su comarca. Allí se hacían arreos de tiro y monturas para todos los pueblos limítrofes, incluido San Román.
    2._ La vinculación de sus propietarios a nuestro pueblo: Pepe Esquete se casa en San Román con Milagros Gil Seco, nacida en nuestro pueblo, que a la muerte de Pepe decide su donación a la Fundación González Allende.
    3._ Honrar la memoria de José Esquete, último propietario de dicho caballo, personaje carismático y de buen humor.


 PEPE ESQUETE (1921-2002)

    Antes de hablar del famoso caballo lógicamente hablaremos sobre su último propietario Pepe: Guarnicionero en tercera generación, realizaba todo tipo de aperos de labranza, así como todos los accesorios en cuero que requería un buen caballo bien enjaezado.
Pepe y su caballo
Persona muy popular y querida en Toro, su pueblo. Había sido jugador de fútbol en la mítica UDT. Fue un hombre de muy buen humor. Recuerdo, en mi etapa estudiantil en Toro, la visita familiar a su  tienda–taller; allí se respiraba siempre un ambiente de buen humor: chistes y anécdotas propiciaban un ambiente distendido y agradable, siempre presidido por el majestuoso corcel, que tal vez actuaba como un incitamiento a ese ambiente. Son muchos los chascarrillos y anécdotas que él contaba, sirvan de ejemplo las siguientes:
    Un día, al entrar en su tienda, llegó una señora de San Román con sus dos hijas y le dice a Pepe Esquete:
    - Esta es la pequeña y esta es la mayor.
Pepe la responde.
    -  Pues mire, aquí a la mayor la llamamos“Colegiata”.
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    Otras veces se ponía a la puerta de su tienda y cuando pasaba gente por la otra acera les decía:
-  ¡Oiga! ¿Me puede decir cuál es la acera de enfrente? Es que me tienen loco, los de allí me dicen que es esta y los de esta que aquella.


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    Otra mañana le preguntaron gente que venía de un pueblo:
- ¿Hoy abren las tiendas en Toro?
Él respondíó:
    - No, pero yo si la voy a abrir. Lo que pasa es que los de este pueblo, como son muy envidiosos, en cuanto vean la mía abierta ya verá como abren todos.


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    Ha protagonizado infinidad de anécdotas y bromas, aunque el blanco de sus inocentadas  o bromas casi siempre era su esposa Milagros: hacerla subir al famoso caballo, en el escaparate de la tienda, encender la luz y dejarla allí encima, a la hora que las familias paseaban por la puerta del Mercado. 
    O el timo o engaño a que la sometió: apareció en casa con una torre de cazuelas diciéndola que le habían tocado en una tómbola y más tarde su esposa se percata que eran las de su cocina, que él previamente había bien atado por tamaños, etc.

    HISTORIA DEL CABALLO:

    De cartón piedra y tamaño normal, esta imitación equina fue heredada por José Esquete de su padre, y su padre de su abuelo. Una familia del gremio de guarnicioneros, oficio hoy desaparecido  por causa  de la mecanización en las tareas agrícolas. La tracción animal ha dado paso a modernos tractores. Los animales de tiro han desaparecido, sin embargo el caballo de Esquete continúa recordando con nostalgia otra época y otros gremios ya desaparecidos.
    El célebre caballo de Esquete llego a Toro, hace aproximadamente un siglo, procedente de una guarnicionería de Valladolid.    De hecho, el popular “caballo de Esquete”,  una figura de bulto redondo y tamaño natural, de 198 por 240 centímetros, y crin y cola
Pepe con su caballo en su primitivo taller.
de cerdas naturales, fue utilizada por José Esquete Ucero y su padre como expositor de monturas y demás aperos de monta en la tienda taller que tan acreditados guarnicioneros regentaron en la calle Puerta del Mercado de Toro, llegándose a convertir en el símbolo de dicho establecimiento.

    Talla ecuestre tan popular desfiló en las carrozas de las fiestas de San Agustín de los años 50. Antiguamente todos los 10 y 25 de cada mes había en Toro famosas ferias de ganado y la familia Esquete sacaba a la puerta de la tienda el famoso maniquí equino, perfectamente enjaezado con  monturas realzadas con repujados preciosos.

    Participó en las antiguas ferias del Campo de Madrid, exponiendo artículos de monta. Contaba Esquete que montura que se le ponía, se vendía al momento.  
 
    El paso del tiempo trae la pérdida de distintas profesiones y esto le ha ocurrido a la guarnicionería de la saga “Esquetes”. Pepe y Milagros, comerciantes muy avispados, supieron sobreponerse a este fenómeno y la tienda de aperos para la labranza la transformaron en juguetería.     Tal trasformación dejaba también en desuso y sin sentido el famoso equino de cartón. Cuenta su esposa Milagros que fueron muchos los coleccionistas que acudieron a Toro ofreciéndoles buenas ofertas, pero Pepe siempre quiso que el caballo se quedara en su ciudad, sobre todo por los niños, porque no creo que haya quedado ningún niño de Toro sin haberse subido a tan singular cabalgadura.
 
    La popularidad del caballo ha hecho que los toresanos siempre le han puesto de punto de referencia de muchas expresiones y modismos populares. Así se dice:
    “Comes menos que el caballo de Esquete"  
     “Es más lento que  el caballo de Esquete …. “ 
    "Hace reír hasta al caballo de Esquete “
    Todo ello hizo que Pepe Esquete, antes de morir, mostrara su intención de regalar a Toro este entrañable caballo para los toresanos.  
    LOCALIZACIÓN ACTUAL DEL “CABALLO DE ESQUETE
    Milagros Gil Seco, viuda de D. Jose Esquete, cumpliendo con los deseos de su esposo, decidió donar esta escultura a la Fundación González Allende que promovió y costeó su restauración. La Fundación González Allende se comprometió y así lo ha cumplido a exponer esta escultura en «un local adecuado», precisamente en el palacio de los Marqueses de Castrillo, sede de la Fundación.
    .La escultura del famoso caballo se muestra al público con una cartela en la que se identifica como 'caballo de Esquete' y se hace constar que ha sido donada por Milagros Gil Seco en el año 2008,   cumpliendo así los deseos de su esposo. Además, el presidente de la Fundación, José Navarro Talegón, se comprometió a «preservar, restaurar y mostrar al público tan respetable obra, en atención a su significación popular y a su interés etnográfico»

 
La cartela dice:

CABALLO DE ESQUETE

    PAPELÓN, ESTOPA Y ESCAYOLA PINTADOS, OJOS VIDRIO, CRINES NATURALES Y REFUERZOS NATURALES DE HIERRO Y MADERA. ADQUIRIDO A FINES DEL SIGLO XIX POR DON FULGENCIO ESQUETE DÍEZ COMO EXPOSITOR DE MONTURAS PARA LA TIENDA-TALLER QUE TAN ACREDITADA FAMILIA DE GUARNICIONEROS TUVO EN PUERTA DEL MERCADO,NÚMERO 49, DE ESTA CIUDAD.
DONADO A LA FUNDACIÓN GONZÁLEZ ALLENDE EN 2008 POR DOÑA MILAGROS GIL SECO, VIUDA DE DON JOSÉ ESQUETE UCERO, SECUNDANDO LOS DESEOS DE SU MARIDO.
RESTAURADO EN LA VIGÉSIMA CAMPAÑA PARA SALVAGUARDAR EL PATRIMONIO CULTURAL DE TORO, PROMOVIDA EN 2009 POR LA MISMA FUNDACIÓN, Y LLEVADA A CABO POR LA ESCUELA SUPERIOR DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES, DE MADRID.

martes, 2 de agosto de 2011

Manuscritos sobre San Román en el siglo XIX




Manuscritos curiosos del siglo XIX



    Un manuscrito (del latín "manu scriptus", que significa escrito a mano) se trata de un documento que contiene información escrita a mano sobre un soporte flexible y manejable, en este caso papel), con materias como la tinta de una pluma, de un bolígrafo o simplemente el grafito de un lápiz. El manuscrito no tiene que ser necesariamente antiguo; una carta es un ejemplo de manuscrito moderno.

    La semana pasada, en mi visita a San Román, hablé con mi amigo Andrés Martín Gómez, aunque residente desde hace varios años en Valencia, siempre ha estado muy interesado y vinculado a todo lo relativo a su pueblo San Román y sus raíces, como lo demuestra un libro que guarda como un tesoro, escrito en manuscrito por su bisabuelo: Severiano Cabezudo en las postrimerías del siglo XIX. Se trata de todas las anotaciones de la actividad propia de un labrador y reflejadas  con un lenguaje personal y más o menos culto para esa época.        En él trata y anota con sumo detalle: la cosecha en fanegas de sus tierras o cantaros de vino que elabora, la contratación o ajuste de criados, vendimiadoras, podadores, sovacadores y todas las actividades y eventos que se realizan en el pueblo en esa época. Entre todos los asentamientos, que realiza puntualmente y a modo de diario, hay dos muy curiosos y dignos de estar en nuestro “blog” ya  que dan testimonio de actividades o hechos históricos que nos ayudan a conocer mejor nuestro pueblo en dicha época, “San Román en el tiempo” agradece a Andrés su interesante aportación. 

    El segundo trata de una actividad nada frecuente ahora. La instalación de la viga en un lagar llamado de “los Villares” del que es copropietario con otros tres vecinos del pueblo. Nos enteramos al detalle de que la viga procede de Castronuño y la transportan Duero abajo los barqueros hasta las Peñas, donde en carro es llevada al lagar. Cuenta todos los detalles que rodean dicho evento, así como las aportaciones económicas y personales que realiza cada copropietario:




    El tercer manuscrito hace referencia a la guerra de Cuba y su repercusión en San Román. Se nombra una comisión que postula entre los vecinos aportaciones económicas voluntarias para sufragar los gastos de aquella guerra infructuosa, que marca la decadencia de la hegemonía colonial de España con la pérdida de la última de nuestras colonias: Cuba.








domingo, 17 de julio de 2011

San Román de Hornija en el Códice Calixtino



El Códice Calixtino habla de nuestro pueblo



    La Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional investiga la misteriosa desaparición el martes de la joya de la Catedral de Santiago.


    El Códice Calixtino, considerado una de las joyas de la identidad gallega, desapareció misteriosamente el martes, día 5 de Julio del presente año, de la Catedral de Santiago de Compostela.     La obra, que recoge la tradición de las peregrinaciones y la Ruta Jacobea, estaba custodiada en el Archivo catedralicio.
    El delegado del Gobierno en Galicia ha evitado hablar por el momento de robo y, al respecto, ha subrayado que "el hecho es que no está" y ha confirmado que no existen "signos de violencia", pese a que, según ha explicado, el Códice se encontraba "en teoría en una caja fuerte o en un armario acorazado".
    Según informa El Correo Gallego en su edición digital, el Códice fue robado en la basílica compostelana sin que nadie reparara en ello. Su falta se descubrió el martes a última hora de la tarde, y desde entonces, por mucho que han buscado y rebuscado en la Catedral de Santiago, no lo han encontrado.
    El 'Codex Calistinus', a través de sus cinco libros, presenta el hecho, fundamental para Europa, de las peregrinaciones a Compostela y permite conocer las dificultades de las rutas, sus usos lingüísticos y sus costumbres, describe los paisajes y sus gentes, anécdotas, milagros del Apóstol y sermones. La obra la componen cinco libros, el primero y más extenso, denominado 'Libro de las liturgias'; el segundo, de 'Los milagros'; el tercero, 'La traslación de Santiago'; el cuarto, 'Las conquistas de Carlomagno'; y el quinto y último, 'Guía del peregrino'.
    El texto de este Codex es atribuido al monje cluniacense, de mediados del siglo XII, Aymerico Picaud, clérigo de Pitou, acompañante del pontífice Calixto, Guido de Borgoña, en su peregrinación a Santiago por el año 1109.
    El Códice ha sido denominado a través de los tiempos de varios modos : Iacobus, no muy frecuente, Liber Sancti Iacobi, que alterna con el de Codex Sancti Iacobi, que es la que se ha impuesto últimamente, Codex Calixtinus, según costumbre de los eruditos modernos, Liber Calixtinus y Codex Compostelanus.


    No dudamos de que se trata de uno de los libros más valorados del Mundo, pero la sorpresa nos las llevamos cuando nos enteramos de que, en el capítulo XXV del Libro Cuarto del citado libro, habla de nuestro pueblo y de su Monasterio, texto que transcribimos a continuación. Su lectura pone de manifiesto, una vez más, la importancia que tuvo el Monasterio de nuestro pueblo (Orniz, nomenclatura en esa época), la riqueza que poseía, así como el papel que representaba en las rutas Jacobeas
Hemos de agradecer la colaboración de nuestro paisano y amigo Luis Miguel Gómez, que nos ha enviado el siguiente texto, que transcribimos en nuestro “blog”, así mismo le felicitamos por su trabajo de investigación. Este “blog” está siempre abierto a todo aquello que nos enriquezca sobre nuestro pueblo.   




    He de consignar para la posteridad lo que aconteció en Galicia tras la muerte de Carlomagno. Como después de la muerte de Carlomagno la tierra de Galicia descansase en una paz prolongada durante mucho tiempo, por instigación del demonio surgió un cierto sarraceno, Almanzor de Córdoba, que decía que él conquistaría y sometería a las leyes del Islam la tierra gallega y española, que Carlomagno había en otro tiempo arrebatado a sus antecesores. Entonces, habiendo reunido muchos ejércitos, llegó, devastando las tierras de la patria por todas partes, hasta la ciudad de Santiago (1) y robó por la fuerza todo lo que en ella encontró. Igualmente devastó por completo e indignamente la basílica del Apóstol y se llevó de ellas los códices, las mesas de plata, las campanas y los demás ornamentos. Y habiéndose albergados en ella los sarracenos con sus caballos, aquella gente cruel empezó a evacuar alrededor y en el mismo altar del Apóstol. Por lo cual, por castigo divino, algunos de ellos, atacados por una descomposición de vientre, cuanto tenían en el cuerpo lo echaban afuera por la parte trasera. En cambio otros perdían la luz de los ojos y andaban errantes, como ciegos, por la basílica y la ciudad.

    Pero ¿qué más? Enfermo de este mismo mal, Almanzor en persona, también completamente cegado, por consejo de cierto cautivo suyo, sacerdote de la misma basílica, comenzó a invocar en su auxilio al Dios de los cristianos, diciendo estas palabras:
    - Oh Dios de los cristianos, Dios de Santiago, Dios de María, Dios de Pedro, Dios de Martín, Dios de todos los cristianos, si me vuelves a mi primitiva salud, renegaré de Mahoma, mi Dios, y ya no volveré a robar a la patria del gran Santiago. Oh Santiago, varón grande, si das la salud a mi vientre y a mis ojos, devolveré todo cuanto quité a tu iglesia.

    Entonces a los quince días, una vez devueltas duplicadas todas las cosas, Almanzor, recobrada la salud, se retiró de la tierra de Santiago, prometiendo que no volvería a sus tierras para robar y diciendo que el Dios de los cristianos era grande y Santiago un gran varón.

    Luego, pues, devastando las tierras de España, llegó a la villa que vulgarmente se llama Orniz (2), en la que había una bellísima y muy buena basílica de San Román con riquísimos paños y códice, cruces de plata y telas bordadas de oro. Y al llegar a ella el inicuo Almanzor robó cuanto en ella encontró y de igual suerte devastó la villa. Y habiéndose albergado con sus ejércitos en esta villa, cierto capitán de sus huestes que entró en la iglesia vio las bellísimas columnas de piedra que sustentaban el techo de la iglesia y cuyos capiteles estaban plateados y dorados, y estimulado por su odio y crueldad, clavó una cuña de hierro entre una columna y su basa. Y al golpear fuertemente aquella cuña con un martillo de hierro, tratando de derrumbar toda la iglesia, el hombre se convirtió en piedra por providencia de Dios. Y esta piedra con forma humana subsiste hasta el día en la misma iglesia y tiene el mismo color que tenía la túnica del sarraceno entonces. También suelen contar los peregrinos que allá van a rezar, que la piedra hiede. Cuando Almanzor vio esto, dijo a sus caballeros:

    Grande, temible y digno de gloria es el Dios de los cristianos, pues tiene tales discípulos que aún tras dejar esta vida castigan, sin embargo, a los vivos que se les rebelan, de tal modo que a unos quitan la luz de los ojos, otro lo convierten en piedra muda. Santiago me arrebató la luz de los ojos; San Román transformó a un hombre en piedra. Pero Santiago me devolvió la vista, pero San Román no quiere devolverme mi hombre. Huyamos, pues, de estas tierras.

    Entonces, confundido, se marchó el pagano con sus ejércitos. Y no hubo luego en mucho tiempo quien se atreviese a invadir la patria de Santiago. Sepan, pues, que se condenarán eternamente quienes en adelante inquieten a su tierra. En cambio los que la guarden del poder de los sarracenos, serán recompensados con la gloria celestial. 

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    (1)



    Acerca de la expedición de Almanzor a Santiago: Cumplianse cien años de esto (la construcción del magnífico templo que levantó Alfonso III), cuando un sábado, a 3 de julio de 997, sale de Córdoba el terrible Almanzor, en aceifa o expedición de verano, que fué la cuadragésima octava verificada por su incontrastable ardor guerrero. Con el auxilio de los condes cristianos, que en la antigua Lusitania le eran obedientes y afectos, dirigióse contra galicia, y el miércoles, 11 de agosto, llegó a vista de Compostela. Pero oigamos la fiel relación antiquísima del suceso, cual nos la ha conservado el libro del Bayán Almogrib: "Los muslimes acamparon sobre la ciudad de Santiago la soberbia un miércoles, 2 de Xâvan; sus vecinos llenos de terror, habíanla desamparado; y Almanzor dispuso que la hueste se apoderara de todas las riquezas y destruyese los valientes muros, las casas fuertes y la iglesia, borrando hasta sus cimientos. No obstante, el caudillo tuvo sumo cuidado y esmero en que persona de autoridad y esfuerzo custodiara el sepulcro de Jacobo, y de él apartase cualquier daño. Nuevo y firme era el edificio levantado encima de la bóveda sepulcral, y fué reducido a escombros, cual si en pie no hubiera existido el día antes. Hízose esta demolición en los días lunes y martes, inmediatos al de la entrada (16 y 17 de agosto). Hemos dicho que se veía desierta la ciudad cuando penetró en ella el siempre vencedor adalid. Sin embargo, Almanzor encontró allí a un muy anciano monje, sentado a par del sepulcro de Jacobo: -¿Quién res?, le preguntó. -El guardián de estas reliquias, responde. Y volviéndose Almanzor a los suyos, mandó que nadie se atreviera a hacerle ningún daño ..."


(2)



    Orniz: San Román de Hornija (Valladolid), al Este de Toro y cerca del Duero. Para la iglesia, que en el siglo XII dependía del monasterio de San Pedro de Montes (Bierzo), inmediato al camino de la peregrinación.

miércoles, 13 de abril de 2011

Así es mi pueblo




Éste es mi pueblo





Vista desde las bodegas


    Situado en la parte occidental de la provincia de  Valladolid y la oriental de Zamora, a 40 kilómetros de ésta y a 56 Kilómetros de su capital de provincia Valladolid. Pasa por su término el río Duero y pleno curso bajo del río Hornija, donde forma su último valle. En su término desembocan al río Duero el citado Hornija, que pasa por el mismo pueblo, y el Bajoz que en su curso hace límite entre las provincias de Valladolid y Zamora.

    Acontecimientos importantes: Creo que estos tres acontecimientos que describo a continuación son muy importantes para nuestro pueblo. El primero histórico y los otros dos de índole económico, pero que han marcado un antes y un después en su economía y recursos.

    1) Siglo VII creación por orden de Chindasvinto del Monasterio benedictino de San Román de Hornija, para que reposaran allí sus restos, así como los de su esposa Reciberga. A raíz de dicha creación surge a su sombra el pueblo. No hay noticias ni datos anteriores a esta fecha de la existencia del pueblo. Durante la época de los romanos en España, posiblemente habría algunos asentamientos como el de las bodegas, con una desconexión y aislamiento total en dichas pobladores de la romanización en España. Así mismo, hemos de mencionar que dentro del término de San Román de Hornija y en la hoy finca de La Requejada apareció un yacimiento fechado entre la Edad del Bronce y del Hierro, con fondos de cabaña en tres niveles arqueológicos. Se encontraron restos de fauna, fragmentos de cerámica de técnica excisa y boquique, cuencos lisos y cuencos con bordes decorados con cordones digitales. Todo ello se correspondería con un poblado al que un manantial cercano suministraba agua. En los estratos inferiores aparecieron campos de silos de la facies Cogotas I de la Edad del Bronce, con tumbas de inhumación con esqueletos y ajuares, destacando entre las piezas una fíbula de codo.

    2) Puesta en funcionamiento del canal de riego de Toro a Zamora, aunque su nombre debería ser de Castronuño a Zamora por ser ese el origen real. Creo que allá por el año 1950 comenzó a circular el agua por las acequias de San Román, fecha importante en cuanto a mejora en recursos económicos del pueblo. Cambia la fisonomía de los cultivos, así como los recursos económicos que aporta al pueblo dicha obra. La producción de la superficie que riega dicho canal, en nuestro pueblo, estaba antes de su construcción a merced de la lluvia y los años que esta escaseaba ni se segaba la mies.

    3) Desarrollo y potenciación del cultivo de la vid durante el fin del siglo XX. Ha sido siempre tierra de vinos, pero el cultivo de la vid se ha multiplicado y sus vinos están dando mucho que hablar en este municipio incluido en la Denominación de Origen Toro. Los suelos son de textura arenosa, con elementos gruesos y grava en proporciones variables. Son fáciles de trabajar, además de calientes, provocando una maduración de la uva temprana. Poseen una buena capacidad para absorber el agua de la lluvia y retenerla en las profundidades.

  Nostalgia la que tenemos los ausentes pero nativos de San Román por circunstancias de trabajo, destino etc. Estamos alejados del lugar que nos vio nacer, aunque aquellas vivencias de nuestra niñez en dicho entorno jamás se nos olvidarán. Siempre tenemos un rinconcito en nuestro corazón para nuestro pueblo.

    Rabia sentimos aquellos sanromaniegos, sensibles a nuestro Patrimonio Artístico y cultural, al ver ultrajado y abandonado éste en su ruina y destrucción, sin ver alguna institución que se implique en su mantenimiento y conservación. Nos referimos a la llamada Casa Prioral, cuyo Pórtico conserva lo poco que queda del Monasterio de San Román.


 Observamos, año tras año, una disminución considerable de población que había que atribuir a diversas causas:
a) Baja de la natalidad como fenómeno mediático de todo el territorio español.
b) Una agricultura más tecnificada y mecanizada que trae consigo mayor índice de producción con menor mano de obra. Como consecuencia una parte de la población joven busca otro modelo ocupacional: estudios, especialización etc.
c) Una agricultura sometida a las directrices de las corrientes europeas, no siempre acertadas en cuanto a la idiosincrasia de cada país.
d) El bajo precio de los productos agrícolas que hace una agricultura poco competitiva.

    Muchos son los cultivos que se obtienen de nuestra agricultura. Antes de la construcción del canal se cultivaban solamente cereales y vid, pero a raíz de la puesta punto del riego son muchos y variados los cultivos que se obtienen en la actualidad: Remolacha (aunque ha decrecido su cultivo debido al bajo precio del azúcar), maíz, patatas, girasol, alfalfa, etc. Hay que hacer notar que el cultivo de la vid se realiza en la actualidad a gran escala y con procedimientos más tecnificados.
    Mención especial debemos hacer a nuestras bodegas, esas cuevas donde vivieron antes nuestros antepasados y que ahora se elabora el vino de forma tradicional. Su microclima, uniforme en todas las estaciones, hace que sea un lugar ideal de encuentro para merendar y fomentar la amistad y el ocio.

    Ayuntamiento regido, en la actualidad, por la siguiente Corporación: Alcalde: Ernesto del Palacio Gallego. Concejales: Javier Ruiz Botrán, Natalio Villar García, Javier Casas Huete, Mª Raquel Gago García, Rubén Herrero Motrel y Mª Estrella Muñoz Frontaura.
    Escribo los nombres de los miembros de dicha Corporación Municipal sin adscribirlos a ningún partido político, aunque me consta que si pertenecen a ellos. Siempre he pensado que dichos cargos no debemos elegirlos por nuestra afinidad a determinado partido político; hemos de elegir personas capaces de identificarse y sensibilizarse ante los problemas de su pueblo y conseguir su resolución. Es necesario elegir personas, sean de un partido o de otro, altruistas y con inquietudes para conseguir un pueblo más habitable y así obtener un mejor estado de bienestar de sus ciudadanos.

  Nuestros rasgos que más nos caracterizan a los sanromaniegos son:
  1) Trabajadores, comerciantes y emprendedores. Esto nos lo demuestra la manera de sacar y vender los productos al exterior. Anteriormente, gente de San Román vendía por toda la comarca sus productos: uvas, manojos, cisco, vino, etc.
    2) Buenos receptores y anfitriones de los forasteros que nos visitan, especialmente en fiestas.
      3) Sensibles a las costumbres y tradiciones.
    4) Allá donde han ido nuestros emigrantes, que por falta de trabajo se han visto obligados a partir a otras regiones de España más industriales, han dejado muy alto nuestro pueblo.
    5) Muy taurinos y amantes de las capeas de toros. Hacemos alarde de ello en las fiestas de Nuestra Señora y San Roque en Agosto, siendo el festejo principal de ellas. Esta afición a los toros está muy enraizada en nuestro pueblo desde hace mucho tiempo y no sabríamos celebrar otras fiestas sin dicho festejo.
    6) Lástima que, por motivos políticos, haya enfrentamientos entre algunas familias y haya empeorado algo la convivencia. Deberíamos cambiar de actitud y tratar con respeto, tolerancia y amistad al que piense de otra manera en el marco de nuestras ideas políticas; al fin de cuentas como vecinos estamos condenados a vivir juntos, compartiendo lo bueno y lo malo de nuestro pueblo. Unidos resolveremos mejor los problemas comunes que nos afectan a todos.

=Alfio Seco Mozo=

viernes, 14 de enero de 2011

Un tractorista de San Román de Hornija realizó un avistamiento de un ovni en Villaester

Emiliano Velasco Báez avistó un ovni en Villaester"

    No podemos olvidar en este blog de “San Román en el tiempo” un hecho que acaeció el 16 de Julio de 1975 a nuestro paisano (q.e.p.d.) Emiliano Velasco Báez: Arando, con un tractor la parcela nº 21 en Villaester, observa un objeto extraño que le rodea y hasta emite un disparo al cristal de su cabina.
    Imagínense ante hecho tan singular y con garra de buen titular: “Un tractorista de San Román de Hornija es disparado en la cabina de su tractor por un ovni”. Periodistas, cadenas de radio y televisión se afanan por San Román y Villaester al hacerse eco de la noticia.

    No tenemos conocimientos en materia de ovnis para creer en su existencia ni para manifestarnos escépticos ante dicho fenómeno. Este hecho ocurrió en San Román de Hornija, nuestro pueblo, y como tal tratamos de relatarlo. Emiliano, desde que le ocurre tal fenómeno de avistamiento no levanta cabeza, su salud se empeora, día a día, y fallece el 7 de junio del año 1977.

    Este avistamiento queda reflejado en forma de relato por J.J. Benítez, en uno de sus primeros libros como escritor: “100.000 KILÓMETROS TRAS LOS OVNIS”. Hoy, todos sabemos, se ha convertido en uno de los escritores españoles contemporáneos más leído. Sirva como ejemplo entre sus novelas "best-seller": Caballo de Troya (obra que consta de ocho libros publicados, de una serie esperada de nueve). Agradecemos su colaboración y autorización para transcribir parte del capítulo VIII, que es el relativo al avistamiento de Emiliano. Me ha manifestado que desconocía el fallecimiento de Emilano, pidiéndome información sobre su muerte.

    Muchas veces, la mente humana, por alucinación, es capaz de elaborar imágenes e ilusiones falsas. pero creo que este no es el caso de Emiliano. J.J. Benítez visitó la parcela del avistamiento con Emiliano y da testimonio en su relato de que en una parte de ella, durante los días posteriores al avistamiento, el tractor John Deere, sin intervención del conductor, al paso por una determinada zona de la parcela eleva sus revoluciones y aceleración considerablemente. Este testimonio trata de afianzar la credibilidad de dicho avistamiento.


    Así mismo, agradecemos a sus vecinos José y Rosa por la información y colaboración que han prestado para la realización del presente artículo. Tratamos de relatar este fenómeno enigmático y a la vez honrar la memoria a Emiliano Velasco Báez (q.e.p.d.).










(Video procedente de YouTube, que trata sobre dicho avistamiento y emitido por Cuatro televisión en el programa: "Cuarto Milenio" ) 

(La siguiente transcripción se ha realizado del capítulo VIII del libro de J.J. Benítez cuyo título es: "100.000 Kilómetros tras los ovnis")





    «Disparo» a un tractorista de Valladolid. - Prueba de balística en el convento de Arcas Reales. - «Exatraterrestres o enviados». - Entrevista con el dominico Antonio Felices.

    La verdad es que Emiliano Velasco Báez estaba muy cambiado a fe de sus amigos y parientes, desde aquella tarde del 16 de julio de 1975.
    Había perdido peso. Y apetito, cosa extraña en un agricultor como Emiliano, hombre robusto y hecho a las diez y hasta las doce horas de trabajo en el campo.
  Su oído izquierdo había experimentado también en aquellos días que siguieron a su alucinante aventura una sensible disminución de la capacidad auditiva. Necesitaba gafas de sol y su estado -al      menos      en aquellas fechas- era una constante excitación.
    -Él no era así - me comentaría la mujer de Emiliano en una de mis largas entrevistas con el campesino de San Román de la Hornija-. Ha sido siempre un hombre sano. Con ganas para el trabajo. Ahora está decaído. Incluso le están inyectando ...
    En este constante peregrinar mío tras los ovnis pude localizar a Velasco Báez en su casa de la referida población de San Román, una serena villa de varios cientos de castellanos nobles y hospitalarios, a pocos más de 50 Kilómetros de Valladolid
Emiliano «estaba con la baja». De ahí que tuviéramos más tiempo para el buen campesino de 49 años -al igual que me ha sucedido en otros muchos casos- no terminaba de entender por qué yo había hecho un viaje desde Bilbao para conocer su extraña aventura.
    Pero fue del todo amable. A pesar de las numerosas entrevistas que había tenido que soportar hasta ese momento, a pesar las declaraciones a la Guardia Civil, Televisión etc. Emiliano me acogió con cariño.
    Pues bien, los hechos -según el relato realizado por el agricultor- tuvieron lugar en la denominada parcela 21 de la finca propiedad de Ángeles de la Peña, viuda de Gómez Olea. Dicha finca se encuentra en el término de Pedrosa del Rey, a escasos kilómetros del hogar de Emiliano.
    Horas después de mi primera entrevista con el campesino pude compañarle hasta dicha parcela, comprobando por mi mismo lo aislado del terreno. Después de abandonar la carretera general Valladolid - Toro fue preciso adentrarse por un sendero que serpenteaba entre la interminable planicie vallisoletana, salpicada tan sólo aquí y allá por familias enteras de perdices.
    En realidad, nadie podía ver desde la citada carretera el tractor que manejaba Emiliano Velasco en mitad de la parcela número 21.
Estaba, como siempre, absolutamente solo.
  - Serían las siete de la tarde. Yo me encontraba todavía arando con el tractor. Iba, como es lógico, pendiente de los surcos cuando escuché un ruido muy raro, distinto al que hace normalmente el tractor. Por un momento pensé que se había averiado y me preocupé.
    «Quizá sea una tubería rota», pensé.
»Pero no. Aquel ruido era como un zumbido: Un «moscardoneo» muy intenso. Seguí arando, pero preocupado por lo que yo entonces consideré un cambio en el ruido del motor del John Deere. Aquella preocupación era del todo lógica en Emiliano, agricultor asalariado y que tenía la obligación de responder ante los propietarios de la finca del material empleado en las faenas. - Y en estos pensamientos estaba cuando, casi al punto de llegar al borde de la parcela y de detener el tractor para averiguar lo qie sucedía, me encontré de cara con aquel aparato ...... »Estaba a unos veinte metros. Y parecía flotar a unos cincuenta o setenta centímetros del suelo. Daba la sensación de que quería subir y la tierra lo atraía. Y empezó a dar vueltas en torno al tractor .Yo me dije a mí mismo: «¡Anda, qué aparato tan raro! ¿Qué hará por aquí?»
    - »No había pasado ni un minuto y el objeto aquel había dado ya una vuelta completa alrededor mío. No sabía que hacer ... Estaba solo. Seguí hasta el final de la pieza y di la vuelta, a fin de completar el siguiente surco. Pero aquello» seguía dando vueltas y vueltas a mi alrededor y siempre con aquel zumbido que llegó, incluso, a apagar el ruido del tractor.
    » Yo no le perdía ojo. No las tenía todas conmigo.
    Pero, ¿quién será? -me preguntaba- ¿Y qué diablos querrá?
    »A eso de la segunda vuelta empecé ya a sentir recelo y un no sé qué ...
    »El aparato había empezado a acercarse. Quizá en aquella segunda vuelta, llegó a estar a unos diez metros.
    No pude contenerme y le interrumpí:
Supongo que ya se habría bajado usted del tractor…
    -¡Oh, no! - respondió Emiliano con extrañeza - ¿Por qué iba a hacerlo? Yo no tenía miedo ... , entonces.
    »Además, debía terminar la faena. Y seguí arando como le digo. Eso sí, un poco inquieto y extrañado. Después de todo, aquel aparato Pedí entonces a Emiliano que -sin prisas, con todo lujo de detalles-dibujara el objeto. Y tomando un lápiz entre sus manos gruesas y encallecidas comentó al tiempo que intentaba aquella no menos difícil aventura del dibujo:
    - Era como un bote de conservas. Como un cilindro con un sombrero inclinado en la parte de arriba. Y un soporte en forma de «v» por debajo.
    En mitad del cilindro aquel vi también una especie de «cincho» que rodeaba todo el aparato. Tenía dos ventanillas. Una de ellas era como una puerta. Parecían ligeramente hundidas en la parte del cilindro.
    Era fácil para Emiliano recordar todos aquellos detalles. Al fin de cuentas había estado más de treinta minutos observando el ovni. Media hora larga en la que el objeto, por supuesto, también había estado «espiando» al tractorista y a su máquina. La osadía del enigmático aparato llegó a tal extremo que Emiliano vio cómo se acercaba a poco más de tres metros de su tractor.
    - Así fue -continuó el campesino-. A cada vuelta que daba en torno mío se acercaba un poco más. Y siempre con aquel zumbido penetrante.
    -¿Llegó a detenerse el motor del tractor?
    - No. Siguió su marcha. Pero el zumbido de aquel «chisme» era tan intenso que terminé por no escuchar el ruido del John Deere.
    La parcela donde yo araba tiene unos cuatrocientos metros por otros cuatrocientos. Pues bien, fíjese. En los veinticinco o treinta minutos que estuve viéndolo no dejó de girar a mi alrededor. Yo creo que daría más de treinta vueltas. Y siempre acercándose y como «flotando» a poco más de medio metro de los terrones ...
    Cuando acompañé a Emiliano Velasco hasta la parcela 21 pude verificar -reloj en mano- que, en efecto, el tiempo invertido por el tractor, en marcha de arada, para los cuatrocientos metros era de unos veinte minutos. Pero sigamos con esta primera entrevista celebrada en San Román de la Hornija.
    -…Yo noté entonces que el tractor empezaba a perder potencia. No andaba bien. A pesar de mis esfuerzos iba a paso de tortuga.
-Pero, no comprendo. ¿Es que usted seguía arando?
    -Sí, claro. Aunque ya había empezado a asustarme. Allí pasaba algo que yo no entendía. El tractor no funcionaba bien desde que aquel aparato había empezado a aproximarse ...
    »AI cabo de unas cuantas vueltas, el aparato me deslumbró.
Interrogué al tractorista sobre este último hecho. Y respondió así:
    -Al dar una de las vueltas alrededor del tractor, y cuando se encontraba precisamente frente a mí, despidió una luz clara y muy fuerte que me cegó.
    -¿De dónde salió aquel «fogonazo»?
-Cuando yo recibí el golpe de luz en el parabrisas del tractor se iluminaron las dos ventanillas y el «cincho». Pero no sé realmente si salió de allí.
  Aquellas «ventanillas» -en opinión del campesino- no tendrían más de medio metro de lado.
    -Lo tuve tan cerca -continuó- que casi pude tocarlo. En la parte de arriba llevaba como un «sombrero» que sobresalía del resto del «bote». De allí salían muchas «antenas». Una, más larga que las otras.
    -¿Las contó?
    -No se me ocurrió. Pero había: unas cuantas. Estaban distribuidas como en abanico, a uno y otro lado de la más larga.
     señalando el tosco pero completo dibujo que acababa de hacerme Emiliano me interesé por las dimensiones del ovni.
    -….Quizá unos dos metros y medio o tres de altura por otros dos y medio de ancho. Desde luego era más grande que mi tractor.
    El John Deere que manejaba en aquellos instantes el vecino de San Román de la Hornija era, por supuesto, una máquina de grandes proporciones.
    También le interrogué sobre el color del objeto. Y el agricultor respondió tajante:
    -¿Usted ha visto el aluminio? Pues más brillante. Digo yo que la luz del sol también influiría lo suyo. En aquellos instantes -las siete y pico- todavía no se había puesto.
    No pude encontrar la menor contradicción en el relato de Emiliano Velasco Báez. Cada vez que -solapadamente- le planteaba idénticas preguntas, el hombre, cargado de buena voluntad, respondía con precisión. Sin contradicciones. Ninguna de las clásicas «trampas» dio resultado. Y eso era buena señal. Pero había más, mucho más en el espectacular avistamiento del honrado vallisoletano.
    -El caso es que el aparato siguió a mi alrededor. En ningún momento se detuvo ...
-¿Y usted?
    - Yo, después de aquel primer «fogonazo», sólo tenía ganas de llegar al final de la parcela para levantar los arados y salir pitando hacia casa.
    -¿Y por qué no lo hizo en ese mismo momento?
    -Ya le digo que no sentía miedo. Además, en ese terreno, repleto de piedras, las cuchillas se habrían destrozado….
    Sin embargo, y a pesar de su entereza, Emiliano iba a terminar por sentir miedo. más que miedo, pánico. Veamos por qué.
    -Cuando me faltaban sólo unos metros para alcanzar el final de la parcela y concluir así aquel surco, el objeto -que estaba más cerca que nunca- volvió a deslumbrarme. Esta vez, por la parte de atrás. Fue entonces cuando escuché un silbido y el cristal izquierdo quedó perforado.
    -¿Sintió alguna detonación?
    -No lo sé. El zumbido seguía allí, pegajoso, llenándolo todo. Sólo recuerdo el silbido.
    »Al ver la rotura del cristal, el miedo me dominó. Levanté los arados y aceleré, saliendo al sendero. Al verme de nuevo en el camino y observar que el tractor recuperaba su potencia normal lo puse a todo gas. En realidad -lo confieso- huía como un loco. Y no paré hasta la finca. Ni siquiera me volví a mirar. Yo corría, dando tumbos y tratando de poner tierra por medio.
    Algún tiempo después, cuando acompañé a Velasco en el interior de la cabina del John Deere hasta la parcela 21, comprendí lo cerca que había estado el agricultor de un serio percance por aquel sinuoso y abrupto sendero. A una marcha lenta y sosegada, como llevábamos entonces, mis dificultades para conservar el equilibrio en el interior del tractor fueron constantes.
    Pero, ¿qué es lo que había ocurrido? ¿Es que el ovni había disparado realmente contra el campesino?
    Al día siguiente iba a tener la oportunidad de ver con mis propios ojos que aquel orificio no podía haber sido hecho por una bala convencional. Al menos, por un proyectil reconocido por el hombre.
    Pero sigamos con la dramática huida del campesino.
    Emiliano llegó al caserío -situado en Villaester de Abajo, al pie de la carretera general- blanco como la pared. Demudado. Muy nervioso.
    Relató a los propietarios de la finca lo que acababa de vivir -o sufrir- en la parcela donde trabajaba y aquellos sabedores de la honradez y seriedad del encargado de sus tierras, le creyeron.
  Recuerdo una conversación telefónica sostenida con uno de los familiares de la propietaria, días antes de llevar a cabo esta investigación. Cuando pregunté por el testigo mi interlocutor no dudó:
    -«Emiliano es un hombre serio. Y no cabe la duda de que ha visto algo que le asustó ... »
Aquello pude ratificarlo, como digo, personalmente. A lo largo de mis viajes tras los ovnis he encontrado siempre gente que carece de información sobre el fenómeno y que, además, desconfía de la realidad de los ovnis «porque dicen- siempre son campesinos o gente sin cultura los que dicen haberlos visto». Y yo, siempre, les respondo lo mismo:
    «Querido señor, aparte de su casi absoluta falta de, formación sobre el tema, observo que no conoce bien a los hombres del campo o del mar. Puedo asegurarle que a mi personalmente, me inspiran más confianza estas personas sencillas y sin dobleces que los retorcidos hombres de ciudad.»
    Lentamente. Muy poco a poco, yo había conseguido ir ganándome la confianza de Emiliano y de sus familiares, que asistían atentos a nuestra larga conversación.
Era aquel un punto importante en toda investigación. Y yo no tenía el menor deseo de desaprovecharlo.
    Pero quedaban todavía algunos cabos por atar en aquel interesante caso. Y proseguí las preguntas:
  -¿A qué hora solía dejar el trabajo habitualmente?
    -Hacia las ocho u ocho y media de la tarde. Aquel día, sin embargo, no pude ¡Figúrese cómo llegaría yo al caserío que casi me tuvieron que bajar del tractor ... !
    El hecho fue puesto en conocimiento de la Guardia Civil. Y al día siguiente -algo más calmado ya-, Emiliano acompañó hasta la parcela 21 a un teniente y a un cabo del puesto de La Mota del Marqués, que procedieron a los análisis pertinentes. Allí mismo, los miembros de la Benemérita examinaron el cristal que había sido perforado y que todavía se encontraba en su lugar. El vidrio presentaba un orificio de, unos cinco milímetros de diámetro y prácticamente, sin las típicas fisuras radiales que aparecen siempre que se agujerea un cristal. ¿Qué había podido provocar aquel diminuto y casi limpio orificio?
    Los del hipotético proyectil fueron buscados por la Guardia Civil en el lugar de los hechos, pero los resultados fueron negativos. Allí mismo se procedió a desmontar el cristal, a fin de llevar a efecto las comprobaciones precisas.
    A juzgar por el primer análisis realizado sobre el cristal, el cuerpo, rayo o elemento que produjo la perforación tuvo que penetrar por la parte trasera de la cabina del tractor, justo por debajo del brazo izquierdo de Emiliano, que en ese instante conducía con dicho brazo apoyado sobre el guardabarros. Según comprobé, el hueco que quedaba entre el cuerpo del agricultor y la pared del tractor -por debajo del brazo- era muy reducido, exigiéndose por tanto una gran precisión en el supuesto «disparo». El cristal en cuestión -que se utiliza para vigilar la rueda delantera correspondiente- se encuentra en estos tractores verdaderamente «escondido», al menos para un observador situado a la espalda del tractorista. El menor fallo, por tanto, a la hora de efectuar el supuesto «disparo» habría herido sin duda al campesino.
    Al proceder a desmontar el referido cristal del soporte metálico donde se alojaba, las milimétricas grietas radiales se prolongaron, cuarteando lamentablemente el resto del cristal. Pero el orificio podía apreciarse todavía con gran claridad.
    Olvidé momentáneamente el asunto de la perforación, Emiliano había dejado traslucir algo más en aquella sustanciosa primera entrevista. «Algo» que le sucedió poco después del encuentro con el ovni y que, por lo visto, no había querido revelar a nadie.
Cuanto traté de sonsacarle, el campesino -que comprendió mi curiosidad- se echó a reír, divertido.
    Fue inútil. No logré sacarle ni media palabra, ni media palabra. Ni una mala pista. Y llegué a aventurar:
    -¿Es que ha vuelto a ver el ovni?
  - Emiliano sonrió nuevamente, mientras parecía arrepentirse de aquella insinuación anterior.
    No forcé entonces el interrogatorio. La experiencia me ha enseñado también a saber esperar ...
    Y di por concluida aquella conversación, mientras rogaba a Emiliano Velasco que me acompañara a la parcela 21, a fin de efectuar algunas fotografías, así como para examinar detenidamente la zona.
    Yo sabía que «aquello» que él no había comunicado, a casi nadie, le quemaba en las entrañas y que, quizá, terminaría por decírmelo. Y no me equivoqué.
    En compañía de otro familiar de Emiliano, montamos en el John Deere y nos dirigimos a la parcela 21.
    Mientras recorríamos los infinitos campos -casi todos recién arados- el ruido del motor atronaba la cabina, obligándonos a hablar a gritos.
    ¿Qué intensidad podía tener aquel "zumbido" del ovni –pensé- para que pudiera clipsar semejante ruido.»
    Después de marchar algo más de tres kilómetros por cada una serie de accidentados carriles y senderos, el tractorista detuvo el John Deere verde y me señaló la parcela número 21. Estaba ya completamente arada.
    Descendí y examiné el lugar. La soledad era completa. Desde allí las únicas casas que podían divisarse ponían un punto de color a más de dos kilómetros en línea recta y al otro lado de la carretera general Valladolid -Toro.
    -¿A quién habría podido pedir ayuda? -me comentó Emiliano, mientras me invitaba de nuevo a que subiera al tractor.
    Y Emiliano, lentamente, se introdujo en la parcela. Una vez más, como ya había experimentado en otras oportunidades, una extraña emoción me dejó seca la garganta.
«Allí, en aquel mismo lugar, había permanecido uno aquellos malditos ovnis que yo tanto perseguía ... »
    Me sorprendió el extraordinario número de piedras se extendían entre los surcos de la pieza.
    Por supuesto, también como otras muchas veces, mi vista se dedicó a vigilar incansable todos los horizontes, en busca, sí, de esa nave a la que poder fotografiar sin piedad.
Pero nada iba a suceder, a excepción de lo que Emiliano estaba a punto de mostrarme.
    El buen labrador llegó casi al centro de la parcela y se volvió hacia mí, señalándome el cuentarrevoluciones del tractor.
    -Observe. Ahora, en primera, que es la velocidad de arada, el motor se pone a dos mil revoluciones.
    Miré por encima del hombro de Emiliano Así era. Pero, me preguntaba, ¿y eso que tiene que ver con todo esto?
    El tractorista situó las ruedas delanteras entre los surcos y comenzó a avanzar hacia el centro de la parcela. Algo iba a suceder.
De pronto, el ruido del tractor se alteró y creció, retumbando en las sienes. Instintivamente miré al cuadro de mandos del vehículo. Emiliano Velasco, haciéndose un gesto, colocó su dedo sobre el cristal del cuentarrevoluciones. Y exclamó:
    -No pensaba decírselo, pero ...
Centré mi atención y leí con asombro el número sobre el que oscilaba la enloquecida aguja:
 - ¡Está a más de dos mil quinientas revoluciones.. –grité en mitad de un ruido ensordecedor-. ¿Qué ha pasado?
El tractorista guardó silencio. Y esperó a que el tractor hubiera recorrido unos diez o doce metros..En ese momento, y sin que Emiliano hubiera intervenido, las revoluciones y el ruido del motor descendieron sensiblemente, estabilizándose en sus niveles normales.
  -El amigo Velasco paró el motor y, volviéndose nosotros, comentó:
    -Esto es lo que no he querido revelar a nadie. ¡Usted no puede figurarse lo harto que estoy de este lío! Así que me callé la boca ...
    En realidad Emiliano descubrió aquella alteración en las revoluciones de su tractor cuando. -en la jornada siguiente al avistamiento del ovni- tuvo que retornar a su trabajo de arada, en la conocida parcela número 21. Emiliano, que no estaba muy seguro de lo que podía volver a suceder, pidió a su padre que le acompañara. Y así fue..
    Pero, al empezar la faena y llegar al centro de la pieza, el ruido del motor se multiplicó súbita e inexplicablemente, haciendo exclamar a Velasco Báez:
    -¡Ya está ahí otra vez!
    El padre del campesino -hombre curtido en aquellos lares- se quemó casi los ojos de tanto escrutar el cielo y los alrededores. Pero ninguno de los dos observó nada anormal. El susto 1o había provocado aquel disparo del cuentarrevoluciones.
    Una y otra vez, Emiliano Velasco atravesó aquella pequeña área de la parcela, comprobando con asombro cómo la aguja del tablero parecía enloquecer.
    Aquella misma tarde, mientras el Sol se ocultaba, le rogué al campesino vallisoletano que pasara una y otra vez por el lugar, a fin de encontrar alguna explicación al insólito fenómeno.
    -¿Cuál podía ser la razón por la que se disparaban las revoluciones del motor del John Deere?
    -Eso mismo me vengo preguntando desde hace dos semanas -terció Emiliano encogiéndose de hombros-. Siempre que entró en el centro de la pieza, el tractor enloquece ...
Examiné el terreno con minuciosidad. Palmo a palmo en aquellos seis por doce metros en los que se registraba el salto de revoluciones. Mi pequeña brújula de aceite perdía siempre el     Norte cada vez que la situaba sobre aquel paño de tierra en forma de rectángulo.
Pero allí no había señales claras del posible «aterrizaje» de un ovni. Ni los surcos aparecían calcinados. ¿Qué fuerza o fenómeno era el que alteraba entonces el motor del tractor? .
    «Sólo cabe una posibilidad», pensé ...
instintivamente, levanté la vista hacia aquel puñado de casas blancas y alargadas que se perdía en el horizonte, justamente frente al lugar donde nos encontrábamos.
    «Pero, si es lo que sospecho -me dije-, ¿cómo podría estar seguro? Esas casas están muy lejos de la parcela 21 ... »
    -¿Alguien más vio el ovni? -pregunté a Emiliano.
    -No lo creo. Yo, por lo menos, no sé de nadie ...
    Algo parecía claro. El pequeño ovni que circundó el tractor de Velasco durante media hora no podía ser, en principio, el causante de aquella enorme y singular fuerza o energía que había quedado en el centro de la pieza. Y lo creía así porque, simplemente, dicho ovni procedió a dar vueltas de forma ininterrumpida en torno al tractorista, sin llegar a detenerse. Por otra parte, aunque lo hubiera hecho antes o después del encuentro, las dimensiones del «rectángulo magnético» no correspondían con esos tres metros -de envergadura- que parecía tener el cilindro ...
    -Y usted, ¿qué opina? -me interrogó a su vez Emiliano Velasco ...
-No supe qué contestarle. Sólo se me ocurrió responderle con otra pregunta:
    -¿Ha excavado usted ahí?
    -No, aunque he estado tentado más de una vez ...
    Entrado ya el crepúsculo, con el perfume amigo del romero, dejamos atrás la parcela, escenario de una de las más intrigantes aproximaciones de un ovni a ser humano alguno.
    A pesar del cansancio, ardía en deseos de conversar con los vecinos de aquel núcleo de casas que había divisado desde el centro de la «21». Y, una vez despedido de Emiliano y de su familia, me encaminé, Por la carretera general, hacia la llamada finca «La Castellana», que tal era el nombre por el que todo el mundo la conocía por aquellos pagos.
    La presencia de un coche con matrícula forastera intrigó naturalmente a los apacibles moradores de aquella hacienda, situada también en el término de Pedrosa y en la que viven Miguel Casas y su esposa, Angelita López, así como la familia de Ángel González y su suegra, Leoncia García.
    Pero todo resultó sencillo y cordial, como corresponde entre gentes de buena ley.
A mi pregunta de si aquel día, 16 de julio de 1975, o en fechas anteriores, habían observado la presencia de algún objeto anormal por los alrededores y en especial frente a «La Castellana», en la zona de la parcela número 21, aquellas buenas gentes respondieron: ..
    -Justamente el día anterior, y a eso del atardecer, vimos un objeto que se elevaba desde aquella zona. Pero era algo muy raro.
»Subía en vertical, pero siguiendo una trayectoria en forma de «caracol». Dejó una estela azulada y más gruesa que la de los aviones. Cuando estaba a bastante altura, desapareció. Y allí quedó la estela -con forma de espiral- durante más de una hora…
    -¿Vieron la forma del objeto?
    -Francamente, no. Estaba lejos. Nos dimos cuenta de su presencia por la esstela.
Observé detenidamente el horizonte, iluminado débilmente por los últimos rayos de aquel Sol de verano. Desde allí -a unos dos kilómetros de la parcela 21- habría resultado imposible ver el pequeño ovni que giró en torno al campesino. Pero sí habrían podido observar -tal y como ocurrió- la presencia y ascensión de otro ovni más grande…
    .Mis sospechas se hicieron más sólidas. En aquella extensa zona no había aeropuerto o base militar alguna. Cabía por lo tanto, la posibilidad de que un ovni de mayores dimensiones que el observado por Emiliano Velasco se hubiera situado a muy corta distancia del centro de la parcela número 21, alterando con su proximidad la franja de tierra sobre la que ahora saltaban» las revoluciones del tractor.
    Mientras regresaba a Valladolid, donde había montado -una vez más- mi «base de operaciones», traté de encontrar alguna explicación mejor para aquel objeto que se había elevado en el anochecer del 15 de julio de 1975 desde la parcela 21 y en una trayectoria ascensional en forma de «caraco!». Pero no pude. Que yo sepa, ningún helicóptero -único aparato terrestre capaz de aterrizar en la «21 » se eleva dejando una estela con aquella forma y características ...
    Por otra parte, ¿qué helicóptero es capaz de alterar magnéticamente un paño de tierra de tales dimensiones?
  Quedaba, no obstante, otro punto trascendental y que iba a tener la oportunidad de investigar en los días sucesivos.
No había olvidado, ni por un momento, el cristal del tractor sobre el que, aparentemente, había «disparado» el ovni.
    Y al día siguiente de mis investigaciones en Pedrosa del Rey tuve la fortuna de entrevistarme de nuevo con algunos de los miembros del grupo «Charles Fort», dedicado como pocos al estudio de este apasionante tema ovni. Varios de estos jóvenes me adelantaron una idea que prometía ser francamente atractiva.
    Desde el primer día en que la noticia se extendió por el país, este incansable grupo se interesó vivamente por el avistamiento de Emiliano Velasco, así como en la realización de un exhaustivo análisis del citado cristal del tractor.
    Después de los primeros estudios, la interrogante seguía en el aire. ¿Qué tipo de bala o proyectil había sido disparado contra el cristal? ¿O no se trataba de un «disparo», tal y como lo entendemos nosotros?
    Mis buenos amigos José Ángel Macías, médico en la ciudad de Valladolid y Jesús María Alonso -ambos del referido grupo Charles Fort- me expusieron su proyecto:
    -Intentaremos una prueba de balística sobre un cristal de características similares al que resultó perforado en la parcela 21. Si el orificio dejado por un proyectil calibre 22 americano con cabeza de cobre -el más pequeño de los estándar- es idéntico al que quedó en el cristal original, quizá podría establecerse una hipótesis: que la perforación sobre el John Deere pudo estar originada. por un proyectil o bala similar y, por tanto, conocido.
    En aquel proceso de búsqueda, de constantes exámenes, nada debía ser rechazado. Y aquella idea, menos que ninguna.
Así que, una tarde, en compañía de Carlos Blanco; de Jesús M. Alonso, Teresa, su mujer; Begoña, la bibliotecaria del Grupo y un servidor, nos trasladamos hasta el convento de los Padres Dominicos de Arcas Reales, en las proximidades de Valladolid..
    La prueba iba a ser realizada por el padre Antonio Felices, presidente del mencionado Grupo dedicado al estudio OVNI. Un excelente tirador y religioso de mente abierta.
    Nunca olvidaré aquel mi primer encuentro con el dominico de constante y apacible sonrisa. Un hombre que había sufrido largamente en tierras de China y Vietnam.
    Y mientras hacíamos tiempo para el momento de la prueba, ambos sostuvimos una larga charla que -al menos para mi- tiene un cálido valor. No era frecuente, ni mucho menos, que un religioso con la preparación y experiencia de aquel dominico se pronunciara sobre el tema OVNI y EXTRATERRESTRES con tamaña audacia y sinceridad.
    El padre Antonio Felices estaba metido de lleno en el ovni desde 1961, en que -por esas cosas del destino- conoció el asunto de la famosa piedra del también sacerdote Severino Máchado, ya fallecido. En dicha piedra –aireada por aquel entonces por la Prensa nacional- aparecieron diez signos extraños y que fueron interpretados como un presunto mensaje de los habitantes del planeta Saturno a la Tierra.
Intrigado por aquella noticia, Antonio Felices investigó este apasionante mundo y, casi sin querer, se vio absorbido por él. Y hoy, como saben todos los aficionados a la Ufología, constituye un pilar importante en este campo.
Antonio Felices observó con benevolencia la preparación de mis cámaras y magnetófono. Y respondió así a mi primera pregunta:
    -¿Que por qué este creciente interés entre las gentes por el asunto ovni? Se me ocurren dos razones. Primera: una mitomanía no puede durar tanto tiempo. La famosa serpiente de mar que suelen dar en los veranos ya ha muerto. Pero esto, en cambio, se repite y se repite. Y a pesar de todos los intentos de ciertas autoridades para burlarse de ello, sigue. ahí. Entonces, naturalmente, la gente empieza a preguntarse si será o no verdad ... Y segunda razón: desde que el hombre ha pisado la Luna, muchos piensan, lógicamente, que, si nosotros hemos llegado allí, ¿por qué otros seres no han podido hacer lo mismo respecto a nuestro mundo?
    -Usted lleva muchos años trabajando e investigando el fenómeno OVNI, ¿cuál es su opinión personal sobre el asunto ?
   -Bueno, yo prefiero mantenerme a la expectativa hasta que se declare abiertamente ...
    -Pero ¿usted qué cree? ¿Son astronaves procedentes de otros planetas?
    -Si.
    Hubo un silencio total en aquella pequeña sala del convento Arcas Reales. Me senté contento.
    -¿Y considera usted que se trata de seres más avanzados que nosotros?
-Por supuesto.
……………………………