lunes, 26 de enero de 2009

Posible historia de nuestras bodegas

POSIBLE HISTORIA DE NUESTRAS BODEGAS

Paraje de las bodegas
    
    Hoy tratamos de dar una explicación del origen de nuestras bodegas. Es mucha la curiosidad que tenemos por conocer todo lo relativo a ese paraje y enigmático lugar. Valoramos, muy positivamente, que ese microclima en un entorno tan rústico y ancestral siga atrayendo a las generaciones actuales.

Imagen antigua  relacionada con el vino
Del latín vinum, el vino es el licor alcohólico que se obtiene del zumo de la uva exprimido y fermentado. Quizá sea imposible situar con seguridad los orígenes de la vid. Mientras la mayoría de los autores los sitúan en Asia Central, algunos aseguran que podría tener origen europeo, donde existía ya en las épocas terciaria y cuaternaria. Lo que sí se puede afirmar, es que el vino era conocido por todos los pueblos antiguos, desde la India, China pasando por Egipto hasta la Galia y España.

    El cultivo de la vid se sitúa entre los 30 y 50 grados de latitud en ambos hemisferios, una zona de propiedades climatológicas y geológicas óptimas para el cultivo de viñedos. Esta zona se conoce como la franja de vino. Dentro, se sitúan países como Francia, Italia, Alemania, España, Estados Unidos y México en la franja norte y Chile, Uruguay, Argentina, Sudáfrica y Australia en la franja sur.

    El vino está unido a la historia del hombre desde sus orígenes. Posiblemente, el descubrimiento del vino como muchos otros a lo largo de la historia de la humanidad, fuese un hecho casual. Uvas recogidas al final del verano, depositadas en un recipiente y olvidadas en algún rincón de una cabaña o cueva donde se produjo durante el invierno la fermentación. El hombre descubre el vino y lo incorpora a sus necesidades alimenticias, pero al mismo tiempo a sus prácticas curativas, a su vida espiritual y fundamentalmente a su vida social, compartiendo el descubrimiento con el resto de la comunidad. La cultura mediterránea es la cultura del aceite, el pan y el vino. A España llega el vino desde las civilizaciones mediterráneas, con los fenicios y griegos.

    Los fenicios comerciaban con tinturas, telas, metales e inciensos, en sus barcos principalmente transportaban ánforas con vino y en cada ciudad que colonizaban o instalaban sus factorías y plantaban en los alrededores vides. Es así que en la actualidad regiones como Penedés, en España, y Marsella, en Francia, deban su origen vitivinícola a los Fenicios.

    En la época de la dominación romana en nuestra península, el comercio del vino tenía ya una enorme importancia y volumen. Se llegó a enviar tanto vino español a Roma que Diocleciano (año 20) prohibió este comercio para evitar la ruina de los viñedos italianos. Domiciano en el año 92 de nuestra era, prohibió el cultivo de la vid, mientras que Probo en el 282 levantó la prohibición y fomentó su cultivo.

    Los visigodos, grandes bebedores de sidra (sicera) y cerveza (cerevisia), en su expansión por España fueron romanizados en muchas de sus costumbres, entre otras, el cultivo de la vid que fueron dispersando igualmente por muchos puntos de la península.

    Palabras como alcohol, alambique, aloque o arrope provienen del árabe. Los árabes llegaron a la península ibérica en el siglo VIII. Su llegada en pequeñas, pero continuas oleadas dio lugar a una convivencia con los pueblos originarios. Por ello, salvo esporádicos intentos de prohibir el consumo de vino y el cultivo de la vid, la viticultura y el comercio continuó su camino.

    La viticultura debe también gran parte de su desarrollo al cristianismo y su propagación. Durante la Edad Media, la Iglesia fue la depositaría de los conocimientos de la civilización y, al talar los monasterios en expansión los flancos de las colinas y cercar terrenos de cultivo, y cederles sus tierras los viticultores en trance de muerte, la Iglesia llegó a identificarse con el vino, no sólo como sangre de Cristo, sino también como lujo reconfortante en este mundo.

    Con el avance de la Reconquista, los monjes comenzaron la repoblación de cepas. El Camino de Santiago, fue una vía de comunicación e intercambio de todo tipo de ideas, conocimientos, lenguas y culturas, y por él entraron nuevas variedades de uva, como la Albariño, al parecer de origen alemán, traída por monjes cistercienses. Además de ser el vino necesario para la celebración de la misa, durante la Edad Media la elaboración del vino constituyó importante menester en los monasterios. Cada uno poseía su propio viñedo, de donde se extraían los vinos litúrgicos, de tal modo que los monjes medievales pueden considerarse precursores de las modernas viticultura y vinicultura, dejando huellas tan claras como los vinos llamados priorato que vienen de la palabra prior.
    Durante siglos la Iglesia fue la propietaria de muchos de los grandes viñedos de Europa. Dentro de una estructura estable, en la que instrumentos, términos y técnicas parecían inmovilizados, empezaron a surgir lentamente muchos de los estilos de vinos que hoy nos son familiares. Las viñas se extendían alrededor de los monasterios y se fueron alargando hasta cubrir los terrenos de las cuencas del Duero y del alto Ebro, creciendo a lo largo del Camino de Santiago donde surgen vinos en la ribera del Duero, Lerma, Falencia, el Bierzo y más al norte los viñedos de la cuenca del Sil. También en los campos de Castilla a orillas del Eresma así como en La Serena y en Tierra de Barros, casi en la frontera morisca.
    Hacia 1870, la filoxera (Philloxera Vastratix) comienza a arrasar los viñedos de Europa comiéndose las raíces jóvenes de la vid. Prácticamente se hubieron de arrancar casi todas las cepas, reemplazándose por esquejes de cepas americanas e injertos de las variedades europeas.

    No debemos olvidar que muy posiblemente fueron otros monjes benedictinos los que trajeron desde Centroeuropa la casta precursora del albariño hasta el norte de la Península en el siglo XI, aprovechando el desembarco en Galicia de la corte de Borgoña.

    El Monasterio de San Román de Hornija, fue fundado en el
siglo VII por San Fructuoso, gracias al mecenazgo del Rey Chindasvinto, y perteneció a la orden de San Benito. A la sombra de este monasterio, como ocurrió en muchos otros de la geografía española, fueron construyéndose casas como población de servicios de él, así como para labrar sus tie
rras. Posiblemente, llegaron gentes de otros asentamientos, como por ejemplo residentes de las cuevas no lejanas, hoy actuales bodegas. Lugar privilegiado para asentamiento dada la existencia de agua, como lo demuestra la fuente que existe en ese entorno y que refleja la imagen, sin manar desde hace muchos años como efecto de la sequía, pero fiel testimonio de la existencia de un manantial. Creo que podíamos afirmar que San Román nace gracias a la idea de Chindasvinto de construir dicho convento.


Antigua fuente situada en el paraje de las bodegas


    Los benedictinos que regentaban dicho Monasterio, grandes amantes de la cultura del vino, posiblemente realizaron las primeras plantaciones de vid en San Román fomentando su cultivo y elaboración entre esos primeros habitantes de este pueblo. Se sabe que el recinto del Monasterio poseía bodega subterránea. Los que labraban las tierras del Monasterio, siguiendo el ejemplo benedictino, se dieron cuenta que aquellas cuevas, morada de sus antepasados, poseían unas condiciones idóneas de temperatura para la elaboración del vino y casi con idénticas características a la bodega del
Callejón común para varias bodegas
Monasterio. Este pudo ser el origen de las actuales bodegas, pequeñas transformaciones en profundidad de aquellas cuevas. Luego la importancia vinícola que siempre ha tenido San Román de Hornija, se la debemos en primer lugar a Chindasvinto, que creó este Monasterio para el enterramiento de él su esposa; en segundo lugar a esos monjes benedictinos tan propulsores de la vid en tantas zonas de España; en tercer lugar a esos primeros pobladores de ese pueblo, nacido a la sombra del monasterio, que aprendieron bien la lección de los monjes.

    Reincidiendo en los objetivos del artículo anterior del actual “blog” del 25 de Enero: ¡DEPLORABLE ESTADO DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO DE SAN ROMÁN DE HORNIJA! Relativo al pórtico del Convento. Si la formación del pueblo y la actividad vinícola se la debemos a ese antiguo Monasterio, como no mantenemos en pie ese pórtico, hoy en estado tan deplorable, pero símbolo indiscutible de nuestros orígenes y de esa actividad tan nuestra relacionada con el vino y sus bodegas.